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El plano de París, editado por Esnauts y Rapilly en 1780,
desplegado.
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Ahora que las nuevas tecnologías nos proporcionan
navegadores que, en el coche o en el teléfono, nos guían por la ciudad, los
planos y mapas callejeros parecen caer en desuso. Pero cuando hace más de
doscientos años, unos editores parisinos publicaron un plano de su ciudad que
podía plegarse y desplegarse de una forma fácil y duradera, produjeron una
innovación que revolucionó la relación de los ciudadanos con su entorno urbano.
París se encontraba en un momento
delicado. En 1682 el rey Luis XIV había decidido trasladar su residencia a
Versalles, y este hecho afectó considerablemente a la ciudad que, sin llegar a
paralizarse, sufrió un importante estancamiento a lo largo de todo el siglo
XVIII. A finales del mismo, en 1780, los
editores Jacques Esnauts y Michel Rapilly publicaron un mapa que mostraba aquel
París de los últimos tiempos del Antiguo Régimen. Poco después se
produciría la Revolución de 1789 que cambiaría el mundo y París comenzaría otra
historia que culminaría con su gran transformación de mediados del siglo XIX
liderada por el Barón Haussmann.
Pero más allá de su indudable valor testimonial, el plano de Esnauts y
Rapilly tiene un puesto privilegiado en el mundo de la cartografía por ser el
primer plano callejero efectivo de bolsillo.
París en el siglo XVIII.
El rey Luis XIV tomó dos decisiones de gran trascendencia
para París.
La primera decisión
estuvo motivada por la hegemonía internacional de Francia y por la sensación de
seguridad que esa dominio transmitía, especialmente en la capital. Por ello se creyó que las murallas de París resultaban innecesarias. A pesar de que
llevaban poco más de treinta años construidas y de que todavía quedaba mucha
superficie libre en el interior, en 1670 se procedió a su demolición. En su lugar se levantaron unos espléndidos
bulevares (de 36 metros de ancho y
profusamente arbolados) que se convertirían en una nueva delimitación “abierta”
de la ciudad. Estos son los Grands
Boulevards, los bulevares parisinos por excelencia que ocupan, en la ribera
derecha del Sena, el lugar de las antiguas fortificaciones de Carlos (Charles) y de Luis (Louis) XIII.
Además, en 1672, a instancias del poderoso ministro Jean-Baptiste
Colbert, se limitó el crecimiento de la ciudad por ley, con el objetivo de
evitar que París pudiera ser incontrolable al unirse con los suburbios y
pueblos de alrededor.
La segunda decisión
fue la de trasladar su residencia a Versalles y tuvo una doble consecuencia.
Primero porque alejaba a la capital del
centro de decisiones del poder y segundo porque la construcción de la nueva
residencia de la Corona consumió una ingente cantidad de recursos que no fueron invertidos en París. Hay que tener en cuenta
que, aunque Versalles no era propiamente una ciudad, sino más bien un parque en
el que se habían colocado los edificios requeridos por el funcionamiento de la
Corte, su tamaño era casi tan grande como todo París.
Las grandes inversiones se dirigieron hacia la nueva
residencia real (Versalles sería el gran emblema de la Corona francesa) y París recibió pocas atenciones. No obstante, aunque la ciudad ralentizó su desarrollo, no se paralizó. El siglo
XVIII parisino no fue una época de grandes planteamientos urbanos pero se construyeron
algunos de sus espacios públicos más emblemáticos y de los edificios más
representativos. Solamente en los años finales del siglo (en 1784, cuatro años
después de publicar el plano de Esnauts y Rapilly) se realizaría una actuación que sí modificaría la estructura y la fisonomía de la capital: se comenzaría a levantar una
nueva muralla, justificada por motivos estrictamente fiscales.
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Place des Victoires. París.
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Las Plazas Reales
Entre los espacios urbanos más extraordinarios de París se encuentran sus plazas reales. Fueron creadas, principalmente,
para mostrar la grandeza de la triunfante monarquía francesa, consagrándose al
recuerdo de algún evento o victoria militar o simplemente al ensalzamiento del
monarca que la impulsaba. No obstante, las
plazas reales, también tuvieron un importante papel en la estructura urbana de
la ciudad.
La Place des Vosges (1605-1612)
y la Place Dauphine (1607-1614)
comenzaron una serie de cinco espacios magníficos. Tras esas dos plazas pioneras, a finales del siglo XVII y en
el XVIII, se construyeron las tres restantes. La primera, la Place des Victoires (1685-1692), articulaba
el barrio Richelieu con el centro; la
segunda, la Place Vendôme (1699-1720),
reorganizaba St. Honoré rematando el
barrio del cardenal y las Tullerías; y la Place
de la Concorde (1758-1772), reconfiguraba el entonces límite occidental
parisino.
La Place des Victoires fue pensada para
alojar una estatua ecuestre del Luis XIV. El arquitecto del rey, Jules
Hardouin-Mansart (1646-1708) la proyectó con ese fin y trazó para ello una
innovadora forma circular (con casi 80 metros de diámetro). Esta tercera place royale, adoptaba su peculiar
configuración en un juego geométrico con las anteriores, ya que la Place des Vosges es un cuadrado y la Place Dauphine un triángulo.
La siguiente place
royale fue la Place Vendôme, también con la intervención de Hardouin-Mansart.
El arquitecto, junto a varios financieros, compró terrenos en la zona con la
intención de desarrollar una promoción inmobiliaria. La operación quedó
estancada y se ofreció al rey la posibilidad de crear una nueva plaza real. La
aceptación del monarca impulsó el plan desde 1685, aunque su configuración
definitiva, de gran rectángulo de 124 por 140 metros con sus ángulos cortados
que le proporciona su forma octogonal, no llegaría hasta 1699 (las obras se
prolongarían hasta 1720). Las fachadas fueron construidas antes que los interiores
que tuvieron que adaptarse a los ritmos de las mismas. Inicialmente hubo una
estatua de Luis XIV que acabaría siendo sustituida por la columna Vendôme erigida en 1810 e inspirada en
la columna Trajana de Roma.
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Place Vendôme. París.
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Años después surge la propuesta de colocar una nueva estatua
real en la ciudad, en este caso para el rey Luis XV. Con ese objetivo se
convocó un concurso en el que los participantes debían seleccionar la ubicación
y diseñar en ese lugar el marco adecuado para la escultura. Ninguna solución
fue del agrado de los convocantes y el concurso quedó desierto. Pero la idea de
la instalación siguió adelante, escogiéndose definitivamente para ello los
terrenos situados al este de los jardines de las Tullerías. Con el
emplazamiento obligado, se convocó otro concurso para configurar el entorno,
pero tampoco esta segunda competencia dio los frutos esperados y se declaró
desierta. Finalmente, se encargó al entonces arquitecto del rey, Ange-Jacques
Gabriel (1698-1782) el diseño de ese nuevo espacio contiguo a las Tullerías. La
nueva plaza sería aprobada
definitivamente en 1758 y finalizada en 1772. Inicialmente estuvo dedicada a
Luis XV, aunque en 1795 recibiría el nombre de Place de la Concorde.
Para esta quinta plaza real, Gabriel planteó una inmensa
explanada de 230 x 360 metros
aproximadamente que buscaba fondos de perspectiva en sus ejes
principales. Hacia el norte se proyectó una nueva calle (rue Royale) que, además, pretendía conducir el tráfico de los
bulevares hacia la rive gauche. El
fondo visual sería una nueva iglesia (la Madeleine) que quedaría enmarcada
desde la plaza por dos imponentes edificios simétricos. Por el sur, el eje
iniciado en la Madeleine se prolongaría hacia la orilla izquierda gracias a un
nuevo puente, el Puente de la Concordia. Este puente tardaría en ser
construido, realizándose entre 1787 y 1791 según el proyecto del arquitecto Jean-Rodolphe
Perronet (1708-1794). Por el este, el remate visual lo proporcionaban los
jardines de las Tullerías y el hoy desaparecido Palacio del mismo nombre. Y
hacia el oeste se abría la perspectiva de un futuro sin definir pero que
acabaría teniendo un primer acto en 1836. En ese año fue erigido, en el centro
de la plaza, sustituyendo a la estatua ecuestre, el famoso obelisco procedente
de Luxor, que actúa como hito inicial del espléndido eje que, a través de
los Campos Elíseos, llegaría en el siglo XX hasta el barrio de la Défense.
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Place de la Concorde. París. Arriba proyecto inicial y
debajo la realidad construida (con la Iglesia de la Madeleine en el fondo de
perspectiva de la Rue Royale en sus dos versiones).
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También la Arquitectura dejó referencias sobresalientes a
pesar de la competencia de Versalles y, además, algunos de esos nuevos edificios,
por su tamaño o por su ubicación estratégica, se convirtieron en piezas
fundamentales en la estructuración urbana de su entorno.
Este caso es especialmente notable en la parte occidental de
la rive gauche de París, donde la
construcción de Los Inválidos y de la
Escuela Militar, junto a las grandes
explanadas contiguas, condicionaría definitivamente esa parte de la ciudad. El conjunto
de Los Inválidos (Hôtel des Invalides) fue levantado entre
los años 1671 y 1676 para acoger a los veteranos inválidos de guerra. Dentro del
complejo, construido en terrenos extramuros (aunque se acababa de derribar la
muralla), destaca su extraordinaria iglesia (proyectada por Jules
Hardouin-Mansart).
Próxima a Los Inválidos, se levantó años después L´ École Militaire, la Escuela Militar
de Francia, concebida con gran ambición por Ange-Jacques Gabriel en 1751,
aunque las dificultades financieras obligarían a una obra de menores
dimensiones que las inicialmente previstas. La Escuela formaría cadetes desde
1756 pero el conjunto no se remataría hasta 1780. La gran explanada que la
acompaña, el Campo de Marte, verá levantarse en el futuro la Torre Eiffel.
Vinculado a la Plaza de la Concordia se encuentra otro de
los grandes y peculiares edificios parisinos: la iglesia de la Madeleine. Esta iglesia tendrá una historia complicada.
Las obras comenzaron en 1764 según proyecto de Pierre Contant d'Ivry pero, con la
muerte de éste en 1777, serían continuadas por su discípulo Guillaume-Martin
Couture, hasta que se vieron interrumpidas por la Revolución que acabó con el
Antiguo régimen. Las obras se retomaron en 1806 pero con una idea totalmente
distinta. Ya no sería una iglesia sino un lugar de homenaje al ejército francés, una especie de "templo pagano" dictado por el emperador Napoleón, quién además había quedado seducido por la
curiosa propuesta de Pierre-Alexandre Vignon. La nueva Madeleine renacería como
un templo griego, para lo cual hubo que desechar casi por completo lo realizado
anteriormente. Tampoco Vignon vería acabar su obra ya que falleció en 1828 quedando
los trabajos en manos de Jean-Jacques-Marie Huvé, quien lograría concluirla en
1842. La Madeleine sería consagrada como iglesia católica en 1845.
Otro hecho relevante desde el punto de vista urbano fue la eliminación de las viviendas en los puentes.
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Esquema con los siete recintos amurallados de París.
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El muro de los fermiers généraux (recaudadores de
impuestos)
En 1782, los recaudadores de impuestos propusieron al rey
Luis XVI la construcción de una nueva
muralla que limitara adecuadamente la ciudad y permitiera controlar los
accesos a la misma. El objetivo era el cobro de aranceles a cualquier mercancía
que entrara en la capital. La idea fue aceptada y el nuevo recinto parisino se
delimitó entre 1784 y 1790. Esta muralla, llamada de los fermiers
généraux (recaudadores de impuestos) tuvo como hecho excepcional la singularidad
de sus numerosos edificios-puerta (barrières).
Las barrières
fueron diseñadas en su gran mayoría por Claude Nicolas Ledoux (1736-1806),
quien representa junto a Étienne-Louis Boullée (1728-1799) y Jean-Jacques
Lequeu (1757-1826) la cumbre de la arquitectura neoclásica.
En 1784, cuando recibió el encargo de la Ferme Générale para realizar
el sistema de oficinas que estructuraría la nueva muralla, Ledoux era ya un arquitecto con prestigio. Planteó sus propuestas como unos nuevos propileos de acceso a la ciudad y con esa idea desarrolló arquitecturas grandilocuentes que exigieron importantes medios materiales. Esto
no fue bien entendido por el pueblo en general que veía una contradicción entre
los esfuerzos recaudatorios a los que se veía sometido y el derroche que suponía
la construcción de los edificios.
La construcción de las barriéres fue muy impopular y el nombre
del arquitecto se asoció a ellas de forma negativa. En 1789, Ledoux fue cesado
como director de los trabajos, aunque la mayoría de ellos ya se encontraban
realizados (47 barrières de un total de 55). Durante la Revolución Francesa, la muralla y muchas barrières
sufrieron importantes desperfectos. Solo quedan cuatro barrières
originales de Ledoux. Todas las demás acabarían siendo derribadas. De las
cuatro conservadas únicamente dos muestran su “esencia” urbana: la Barrière d’ Enfer y la Barrière du Trône, ya que en las otras
dos, apenas queda el recuerdo de su antigua función. Son la Barrière de Chartres, que se encuentra
en la entrada del Parc Monceau y la Barrière de Saint Martin ubicada en la Place Strasbourg. No obstante, las barrières de Ledoux desaparecidas son
conocidas gracias a los grabados que J.L.G. Palaiseau realizó entre 1819 y
1820. En sus dibujos nos muestra como el arquitecto realizó un espectacular
ejercicio de estilo con gran imaginación y variedad.
El plano de Esnauts y Rapilly: llevando
la ciudad en el bolsillo.
Jacques Esnauts (ó también Esnault, 1739-1812) y Michel
Rapilly (1739-¿?) comenzaron a publicar grabados hacia 1770. Identificados como
Esnauts et Rapilly, tuvieron una
importante y variada producción que incorporaba mapas, retratos de ciudadanos
notables, vistas urbanas o incluso ediciones de moda. Además de sus trabajos
gráficos, en los que contaron con una buena nómina de dibujantes y grabadores, Esnauts et Rapilly también editaron
libros.
A pesar de la relevancia de su aportación al mundo de la
cartografía, Esnauts et Rapilly fueron más conocidos por su
contribución al mundo de la moda. Su publicación de La Galerie des Modes et
costumes français (La galería de la moda y el vestido francés) es
considerada la primera “revista” del mundo de la moda. París ya se había
convertido en la ciudad referente en este ámbito y las publicaciones de Esnauts et Rapilly conocieron una
importante difusión internacional, disfrutando de un gran éxito entre la
aristocracia de aquella época prerrevolucionaria. Publicaron más de 70
portfolios de 6 grabados cada uno durante los diez años que van desde 1778 a
1787.
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Grabados de La
Galería de la Moda de Esnauts et Rapilly.
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Su publicaciones urbanas abarcaron un amplio espectro,
contando con mapas territoriales, planos de ciudades y estampas de edificios
significativos (entre estos destacan sus conocidas “Vues des plus beaux édifices publics et particuliers de la ville de
Paris”, vistas de los edificios públicos y privados más bellos de París)
La innovación que permitiría la utilización de planos de
bolsillo comenzó en 1775, con la publicación de un mapa sobre el entorno
territorial de París. Este “Nouveau Plan
des Environs de Paris” (Nuevo plan de los alrededores de París) puede ser
el primer mapa de carreteras, plegable y transportable con comodidad.
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“Nouveau Plan des Environs de Paris” editado por Esnauts
y Rapilly en 1775.
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Detalle del plano de París de Esnauts y Rapilly en el
que se aprecia el sistema de pegado de las láminas.
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Las láminas se dividían en hojas separadas que eran
pegadas en un lienzo de lino con la holgura necesaria para ser doblado. La
flexibilidad del lienzo permitía su plegado numerosas veces preservando así la
integridad de lo verdaderamente importante que era el dibujo grabado. Además,
si el lienzo se deterioraba, era fácilmente sustituible, con lo que se ampliaba
considerablemente la vida del mapa. Nacían así los mapas de “bolsillo” que recibirían
un gran impulso comercial debido, en gran medida, al incipiente turismo
internacional, para cuyos viajes solicitaba mapas de carreteras y callejeros de
ciudades que pudieran ser fácilmente consultables, transportables y duraderos.
También editaron cartografía del “nuevo mundo” como la
publicada en 1778 “Carte genérale des
colonies angloises dans l’Amerique septentrionale” (Mapa general de las
colonias inglesa en América septentrional), pero en el ámbito urbano, su obra más significativa es el “Nouveau Plan Routier de la Ville et
Faubourgs de Paris” (Nuevo callejero de la ciudad y barrios de París)
que se publicó en 1780.
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Detalle del plano de París de Esnauts y Rapilly con el
Vieux Louvre y la Place Dauphine.
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La gran novedad fue la aplicación de las técnicas de
plegado que ya habían experimentado en mapas anteriores de escala territorial a
la escala urbana, proporcionando un
auténtico callejero de la ciudad, con las virtudes comentadas anteriormente:
comodidad en su consulta, facilidad de transportable (dentro de un bolsillo por
ejemplo) y con una larga durabilidad gracias a su sistema de hojas pegadas en
un lienzo (este era el verdadero hecho diferencial).
El plano muestra la ciudad interior a los Grands Boulevards y está compuesto por
24 hojas pegadas en un lienzo. Actúa como callejero al incorporar una amplia
lista con las calles parisinas y su ubicación en el mapa a través de una de las
claves de localización alfanuméricas habituales. La extraordinaria precisión
del mapa es un fiel testimonio de aquel
París previo a la Revolución Francesa, el de los últimos momentos
del Antiguo Régimen.
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Detalle del plano de París de Esnauts y Rapilly con la
Place Vendôme y la primera versión de la Madeleine.
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No obstante, más allá de su indudable valor testimonial, su privilegiado puesto en el mundo de la
cartografía es debido a ser el primer plano callejero efectivo de bolsillo.
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