La vivienda fue el gran tema de la
arquitectura y el urbanismo del siglo XX. La imperiosa necesidad de alojamiento en las ciudades
(producida por una ingente emigración desde los entornos rurales), la evolución
de la sociedad en general y de las familias en particular, la inadecuación de los
espacios heredados y los grandes avances técnicos, impulsaron una prolífica
investigación arquitectónica y urbana, que iría alumbrando las nuevas
tipologías residenciales que caracterizan la ciudad actual.
En cambio, en este comienzo del siglo
XXI la situación es bien distinta. Durante sus primeros años, de gran expansión, la
vivienda padeció el desinterés de un mercado inmobiliario poco propicio a la
innovación (dado que cualquier cosa se vendía) y, en estos últimos tiempos, la
grave crisis que atenaza nuestra economía y que ha derrumbado al sector
inmobiliario ha hecho, aparentemente, innecesaria la investigación, que se ha
visto relegada a unas escasas excepciones sobre la tónica general. Pero la
sociedad sigue evolucionando con gran rapidez y acabará por requerir viviendas
que se adapten a la nueva ciudadanía.
Es importante
conocer de dónde venimos para poder fijar correctamente el rumbo que
pretendemos seguir. Por eso, es
fundamental indagar y profundizar en
la “genealogía” de los espacios residenciales que identifican nuestras ciudades.
Este es el objeto de los siguientes apuntes universitarios, correspondientes a
sesiones impartidas a los alumnos de la asignatura “Introducción al Urbanismo”.