Páginas

1 oct 2018

Paradojas de Washington y Nueva York: cómo una ciudad nueva se refugió en el pasado y otra antigua miró al futuro, entre otras contradicciones.


A la izquierda la trama de Washington. A la derecha, la de Manhattan. La capital de los Estados Unidos y Nueva York son dos ciudades con divergencias muy reveladoras acerca de sus respectivas identidades.
Washington y Nueva York se miran de reojo. Washington es la capital de los Estados Unidos, pero, para muchos, Nueva York es la capital oficiosa del mundo. Son dos ciudades muy distintas, cuyos contrastes radicales resultan muy reveladores acerca de sus respectivas identidades.
El primer Plan de Washington se preparó en 1791 y, veinte años después, en 1811, el denominado Plan de los commissioners fijaba el trazado de la ampliación de Nueva York. En esas dos décadas se pasó desde una de las muestras más acabadas del urbanismo clasicista, pletórico de gestualidad y simbolismo, hasta una de las primeras manifestaciones del urbanismo moderno, donde la eficacia y la seriación se convirtieron en criterios fundamentales. Paradójicamente, la recién nacida Washington se refugió en el pasado revistiéndose de clasicismo, mientras que Nueva York, una de las ciudades más antiguas de Norteamérica, apostó por el futuro, promoviendo la modernidad. Pero estas no son sus únicas contradicciones internas, ni agotan tampoco las diferencias entre ellas.