19 abr 2019

La gestación del Estadio Olímpico moderno: de la “ciudad blanca” de Chicago a la “white city” de Londres.


El “White City Stadium”, integrado en el recinto de la Exposición Franco-británica que se celebraba en Londres en 1908, alojó los Juegos de la Cuarta Olimpiada. Su escala inédita en Londres asombró a los visitantes y las competiciones fueron una atracción más.
En la Exposición Universal de Chicago celebrada en 1893 se levantó un edificio que inicialmente estaba previsto para la exhibición de ganado (de ahí su nombre, Live-Stock Pavilion), pero que acogió otros usos, entre ellos algunos deportivos. Aquella construcción recuperó e hibridó tipologías casi olvidadas (como el estadio griego o el anfiteatro romano) y supuso un primer paso hacia el modelo de escenario que caracterizaría al gran encuentro deportivo periódico que arrancó durante esos mismos años: los Juegos Olímpicos de la era moderna.
En aquella llamada “Ciudad Blanca” de Chicago se produjo, aunque de forma inconsciente y rudimentaria, el renacimiento del estadio. Tras diversos e importantes ajustes realizados en otras citas (Atenas, París, St. Louis), quince años después, otra exposición internacional también conocida como “ciudad blanca”, aunque ocurrida esta vez en Londres, presentó el White City Stadium, que sería el auténtico embrión del futuro. Desde aquel 1908, aun quedaría recorrido hasta fijar el modelo definitivo del estadio olímpico moderno, pero ese edificio, hoy desaparecido, señaló el camino a seguir.

------------------------------------------------------------------------------------------------------
En la Exposición Universal de Chicago celebrada en 1893 se levantó un edificio que inicialmente estaba previsto para la exhibición de ganado (de ahí su nombre, Live-Stock Pavilion), pero que acogió otros usos, entre ellos algunos deportivos. Aquella construcción recuperó e hibridó tipologías casi olvidadas (como el estadio griego o el anfiteatro romano) y supuso un primer paso hacia el modelo de escenario que caracterizaría al gran encuentro deportivo periódico que arrancó durante esos mismos años: los Juegos Olímpicos de la era moderna.
En aquella llamada “Ciudad Blanca” de Chicago se produjo, aunque de forma inconsciente y rudimentaria, el renacimiento del estadio. Tras diversos e importantes ajustes realizados en otras citas (Atenas, París, St. Louis), quince años después, otra exposición internacional también conocida como “ciudad blanca”, aunque ocurrida esta vez en Londres, presentó el White City Stadium, que sería el auténtico embrión del futuro. Desde aquel 1908, aun quedaría recorrido hasta fijar el modelo definitivo del estadio olímpico moderno, pero ese edificio, hoy desaparecido, señaló el camino a seguir.
La gestación fue larga, pero acabaría produciendo uno de los iconos urbanos más importantes de la ciudad contemporánea.

La World´s Fair de Chicago de 1893: la White City y el Stock Pavilion.
La extraordinaria y rápida reconstrucción de Chicago, tras el Gran Incendio de 1871, atrajo las miradas arquitectónicas y urbanas del país. En ese contexto, la ciudad buscó trascender sus fronteras aprovechando la oportunidad que le brindaba ser la sede de una celebración internacional: el cuarto centenario del descubrimiento de América, que se iba a conmemorar en 1892. Tras una intensa y ardua actividad política y empresarial frente a otras ciudades candidatas, Chicago fue escogida para albergar la gran Exposición Universal Colombina (World's Columbian Exposition) que continuaba la tradición que se había iniciado en Londres, en el año 1851.
Los trabajos comenzaron encargando al reconocido paisajista Frederick Law Olmsted la selección de la ubicación adecuada para el evento. Olmsted propuso la zona de Jackson Park, un lugar al sur de la ciudad, a la orilla del lago Michigan, donde ya había trabajado antes, diseñando una ordenación en la que destacaban las superficies acuáticas. Olmsted colaboraría con Daniel H. Burnham, uno de los arquitectos más famosos de Chicago, a quien se le había encargado la misión de comandar todo el proceso.
Detalle del plano de Chicago y sus alrededores en 1887. En el sur se encuentra el gran parque junto al lago (actual Jackson Park) en el que se ubicó la Exposición Universal de 1893 (World's Columbian Exposition)
Burnham realizó la programación de los trabajos, dirigió la elaboración del plan urbanístico y distribuyó los edificios más importantes entre algunos de los arquitectos más relevantes del momento, residentes principalmente en Nueva York, como Richard Morris Hunt, McKim, Mead & White, George Brown Post, Charles Atwood, Peabody & Stearns, o Van Brunt & Howe.
Toda la ciudad, encabezada por sus políticos y los grupos financieros que fomentaron el proyecto, era consciente de que se encontraba ante un acontecimiento cultural y económico de primer nivel que podía dar un impulso definitivo a Chicago. La cita expositiva debería servir para mostrar al mundo el prestigio de los Estados Unidos y su carácter de vanguardia en la cultura urbana, además de consolidar a Chicago como su “segunda ciudad” (tras Nueva York). Por eso, la feria era algo más que una iniciativa comercial, y su escenario debería representarlo. Se aspiraba a crear una propuesta urbana innovadora que anticipara el futuro de la planificación de las ciudades, de sus espacios y de sus edificios. Los arquitectos fueron exhortados para conseguir algo nuevo, algo que impresionara al mundo. El análisis de las exposiciones anteriores fue un punto de partida. Sobre todo, de la Exposición de 1889 de París, una referencia a la que miraban con admiración, particularmente a su icónica Torre Eiffel, destacada en el centro de una planta clásica rodeada de edificios de todos los estilos.
Plano de la Exposición colombina de 1893 mostrando sus instalaciones y el Midway Plaisance (el rectángulo que sale hacia el oeste). El punto rosado señala la ubicación del Stock Pavilion.
En consecuencia, la exposición fue el laboratorio desde el que Daniel H. Burnham, centrado en su nueva faceta de urbanista (tras ser uno de los protagonistas de la “Escuela de Chicago” que construyó los primeros de los rascacielos), lanzaría al mundo el movimiento de la “Ciudad Bella”, la City Beautiful, que hundía sus raíces en las ciudades europeas y que reclamaba una nueva forma de hacer ciudad.
Finalmente, tras diversos avatares, la exposición se celebró en 1893. El resultado propagandístico fue extraordinario y tendría una importante influencia en las décadas posteriores.
Aquella “Ciudad Bella” recibió otro apelativo que la identificó popularmente: la “ciudad blanca” (white city) debido al color de sus edificios. El blanco era el color mayoritario de los enfoscados (hubo poca piedra) que recibieron unos edificios neoclásicos y grandilocuentes, que contrastaron radicalmente con la arquitectura habitual de la ciudad. Los esfuerzos de iluminación nocturna (para favorecer el uso tras la caída del sol) reafirmaron la etiqueta. El paisajismo, protagonizado por el agua y la vegetación, completaría un escenario que asombró a propios y extraños.
Perspectiva desde el lago de la exposición colombina de 1893. En el borde izquierdo se aprecia el Stock Pavilion con su peculiar forma. En el centro del horizonte emerge la gran noria que se convirtió en una de las principales atracciones de la muestra.
Como sucedía en aquellas ferias mundiales de finales del siglo XIX, además del contenido expositivo principal que reflejaba los avances tecnológicos, había una gran variedad de atracciones para el público visitante. En Chicago destacó el Midway Plaisance, un espacio rectangular de una milla de longitud en el que se ofrecían entretenimientos diversos (uno de los más exitosos fue la Ferris Wheel, la noria de 80 metros de altura que sería uno de los iconos de la feria) además de alguna muestra sorprendente, juegos extravagantes, e incluso la posibilidad de disfrutar de comidas exóticas. Este espacio sigue teniendo protagonismo en la ciudad actual (aunque conocido simplemente como el Midway) al formar parte del sistema verde de Chicago, enlazando Washington Park y Jackson Park.
Complementando a esa colección de variados espectáculos hubo otro edificio que también presentó atracciones, aunque de otro tipo. Ubicado en el límite meridional de la feria, detrás de los grandes contenedores que albergaban la muestra mecánica y agrícola, el denominado Live-Stock Pavilion estaba inicialmente previsto para la exhibición de ganado (de ahí su nombre), pero acogió otros usos, desde maniobras militares hasta demostraciones deportivas (como la presencia de gimnastas alemanes) y alguna competición (desde fútbol a lacrosse, un deporte de moda en aquel tiempo).
Grabado y fotografía de la época mostrando el exterior del Stock Pavilion.
El Stock Pavilion (como sería denominado habitualmente) fue un híbrido entre el anfiteatro romano y el estadio griego, que recuperó unas tipologías arquitectónicas olvidadas desde tiempos remotos y de las cuales solamente las ruinas clásicas daban testimonio de su existencia (con la excepción de las plazas de toros como únicas herederas). El nuevo edificio tomó de los anfiteatros la volumetría, con graderíos envolviendo completamente la arena central, y su vocación de lugar para espectáculos. Del segundo extrajo la proporción alargada, su focalidad y su cometido vinculado a actividades deportivas. Construido con madera y estuco, enlazaba con la interpretación del estadio realizado en el imperio romano (en particular con el único estadio que tuvo Roma, el de Domiciano, ubicado en la actual Piazza Navona).
El Stock Pavilion de la Exposición universal de Chicago de 1893 (debajo) hibridó la tipología de anfiteatro (arriba, el de Verona) con la de estadio (en el centro, estadio Panathinaikó de Atenas durante la celebración de los primeros juegos olímpicos de la era moderna en 1896)
La arena de 400 pies de longitud (unos 120 metros) era el escenario central al que vertía un graderío de dos pisos con capacidad para acoger hasta 15.000 espectadores. Aquel edificio sobrepasó su destino inicial ganadero y se demostró como un buen escenario para las pruebas deportivas, lo que le proporcionaría la relevancia necesaria para convertirse en un nuevo comienzo tipológico como contenedor de reuniones multitudinarias de asistentes a las competiciones.

Entre las ciudades blancas: del pasado hacia el futuro.
El Stock Pavilion fue el primer edificio de nueva planta que recuperaba tipologías olvidadas, pero no fue el único que miró a los antecedentes clásicos para crear un escenario vinculado al deporte, aunque en Atenas más que innovación hubo reconstrucción.
Allí no estaban en el “Nuevo Mundo”, carente de referencias, sino en el viejo y disponían de numerosos ejemplos de los grandes escenarios de la antigua Grecia, aunque estuvieran en estado de ruina. El antiguo y decrépito estadio Panathinaikó fue rehabilitado buscando ese enlace con el pasado mítico. Allí se celebrarían, en 1896, los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna. Su gran mérito fue ejercer de enlace a través de los siglos con una tradición abortada más de mil años atrás. Pero esta importante cuestión simbólica no logró esconder sus deficiencias para acoger muchas de las pruebas del deporte moderno. Su forma, su proporción, o su funcionalidad no eran las más adecuadas y por eso, se hizo necesario repensar su configuración de cara a la segunda cita que se produciría cuatro años después. Hubo diferentes puntos de vista de partida, pero la experiencia híbrida de Chicago, que mantenía el espíritu griego pasado por el tamiz romano, se vio como una buena base para crear un nuevo tipo de edificio. Donde sí hubo un acuerdo generalizado fue en mantener la simbólica denominación de “estadio”, aunque el resultado formal no tuviera que ver con el tipo original.
El siguiente paso se dio en París en el contexto de una nueva exposición universal. Hay que tener en cuenta que los incipientes juegos todavía no tenían la fuerza suficiente para constituir un evento único y tuvieron que ser apoyados desde aquellas muestras internacionales. Por eso, París, que había sido seleccionada para albergar la Exposition Universelle de 1900, acogería durante la feria la celebración de los Juegos de la Segunda Olimpiada.
Imagen aérea del velódromo de Vincennes, que alojó varias disciplinas en los Juegos de la Segunda Olimpiada e inspiró un cambio en las dimensiones de los estadios.
La nueva versión del estadio olímpico vino impulsada por la consolidación de una nueva actividad, el ciclismo, que se había convertido en el deporte rey en Francia. Para practicarlo, se habían empezado a construir unos circuitos para los que la inspiración vino, nuevamente, del pasado clásico, aunque en este caso de los hipódromos griegos y de los circos romanos. Los denominados velódromos recogieron aquel legado ampliando su anchura para adaptarla a los giros de las bicicletas y mejorar su rendimiento en las carreras. En 1896, en el Bois de Vincennes, se levantó el que sería el velódromo de referencia y que acogería buena parte de las disciplinas de aquellos Juegos de 1900. El aumento de anchura tuvo una feliz consecuencia: el espacio central podría acoger un campo de futbol, deporte incipiente en aquellos años, aunque con una proyección extraordinaria. No obstante, las pruebas de atletismo se celebraron en la pista “Croix-Catelan” que poseía el Racing Club de France en el Bois de Boulogne (un óvalo de 500 metros al que se le adosaron unas modestas gradas provisionales de madera en la recta)
Planta de la exposición Panamericana celebrada en 1901 en Buffalo. Arriba a la derecha, se encuentra el Stadium que evolucionó el modelo de Chicago. Debajo imagen del mismo en la recreación de una batalla histórica (uno de los espectáculos para los que se utilizó el estadio)
Otra propuesta se produjo al año siguiente en los Estados Unidos. Estaba asociada también a una exposición, que en este caso reunía a países americanos en Buffalo (la Exposición Panamericana, Pan-American Exposition, de 1901). El denominado Stadium sería el escenario de funciones variadas (como simulaciones de batallas históricas), y también ofrecería demostraciones deportivas, aunque sin vinculación con el mundo olímpico y sus disciplinas. Las gradas, con una capacidad para 12.000 espectadores, adoptaban una forma de “U” sin cerrar, recordando los precedentes clásicos, pero aportando bastante ampulosidad arquitectónica, sobre todo en los accesos. En su interior se desarrolló una pista de un cuarto de milla (unos 400 metros) que tenía la forma de rectángulo alargado con sus lados pequeños sustituidos por semicírculos, indicando el trazado que se acabaría imponiendo en el futuro.
En 1904, St. Louis fue sede tanto de la Exposición Universal como de los Juegos de la Tercera olimpiada. En la imagen superior, ortofoto actual y debajo mapa de las instalaciones de 1904. El punto amarillo señala en ambos casos la ubicación del Francis Field, el estadio olímpico (en la actualidad reconvertido en campo de futbol americano dentro del campus de la universidad. (las imágenes tienen el sur hacia arriba)
La hibridación entre terreno de juego central y perímetro para la velocidad que se propuso en París creó escuela. No obstante, en la siguiente experiencia, ocurrida en St. Louis, Missouri, Estados Unidos (donde se celebraron en 1904 tanto la Exposición Universal correspondiente como los terceros Juegos Olímpicos), hubo cambios, porque la pista de velocidad acogería solamente carreras humanas y el campo central sería polideportivo, incluyendo el atletismo. El nuevo estadio, construido en 1902 en el campus de la Washington University, sería el primero realizado en hormigón armado y acabaría siendo bautizado como Francis Fields, en homenaje a David Rowland Francis, el político que impulsó la candidatura de St. Louis para ambos eventos. La amplitud del nuevo espacio y la moderada expectativa de público hizo que el graderío perimetral quedara limitado a una construcción lateral cubierta parcialmente. Eso era algo que procedía de los primeros estadios de fútbol y de beisbol, que contaban solamente con una pequeña grada de tribuna que resultaba suficiente para acoger al público.
Todo estaba preparado para establecer una nueva síntesis que llegaría en Londres en 1908 con los Juegos de la IV Olimpiada, cuyo estadio señalaría la senda que habría que recorrer en el futuro.

Londres, 1908: la White City y el Stadium.
Londres fue el primer lugar donde se celebró una exposición universal. La gran feria de las naciones de 1851 inauguró una práctica que acabaría siendo periódica y que tendría multitud de réplicas de menor escala, con exhibiciones bilaterales entre dos países o muestras interregionales en las que se unía el espíritu comercial con el afán de demostrar el poderío económico y tecnológico alcanzado por los intervinientes. Tras Londres, otras ciudades sirvieron de escenario para aquellas muestras internacionales (particularmente París, que acaparó las de 1855, 1867, 1878, 1889 y 1900).
Londres sentía que había perdido el paso, especialmente frente a la capital francesa. Y por eso organizó una gran exhibición franco-británica que ocurriría en Londres en 1908. La capital del Reino Unido intentaba recuperar protagonismo. La cita no tenía el carácter de exposición universal, pero recibiría notoriedad al acoger simultáneamente los Juegos de la IV Olimpiada que debían celebrarse ese año. La ciudad inicialmente escogida había sido Roma, pero la erupción del Vesubio que afectó a Nápoles requirió la atención exclusiva (y la financiación) obligando a Roma a renunciar a la organización del evento. Londres se ofreció como escenario y con los dos acontecimientos volvió a sentir esa sensación de ser el foco de atracción de todas las miradas internacionales.
Plano de Londres en 1841. El área rosada (a la izquierda) indica la situación de Shepherd’s Bush, la zona donde se levantaría la “White City” en las, entonces, afueras de la capital británica.
Ahora bien, su propuesta escenográfica debía estar a la altura de las circunstancias y por eso se seleccionó un lugar apropiado en las, entonces, afueras de la capital británica. El solar lo formaban eran unos campos de labranza situados en Shepherd’s Bush, al oeste de North Kensington y Notting Hill. Allí se levantaría un escenario fastuoso que, aunque sería inicialmente identificado como Shepherd’s Bush Exhibition, acabaría reconocido popularmente como la “Ciudad Blanca” (White City), debido al mármol blanco que revestía los diferentes pabellones. El estadio que se construyó también supuso un hito, especialmente para la sociedad londinense debido a que su escala era algo inédito en la capital británica.
Imágenes de la época de la exposición Franco-británica del 1908 que dio origen a la denominación de “ciudad blanca” para la zona.
Las construcciones, tanto expositivas como deportivas, perduraron algún tiempo. Por la parte de expositiva, la “White City” sería utilizada para otras muestras posteriores hasta el año 1914 (1909, Imperial International Exhibition; 1910, Japan-British Exhibition; 1912, Latin-British Exhibition; 1914, Anglo-American Exhibition). La interrupción provocada por la Primera Guerra Mundial precipitaría su abandono y su consiguiente deterioro. Finalmente, las edificaciones irían siendo demolidas para dar paso a los desarrollos residenciales que existen en la actualidad (solamente queda algún mínimo testimonio).
Postal de 1908 y planta del gran estadio de la “ciudad blanca” londinense.
Por su parte, el Great Stadium Shepherd’s Bush, que sería bautizado finalmente como White City Stadium, marcaría un hito en la gestación de los estadios modernos. Estaba situado al noreste del ámbito, con una capacidad de 66.000 espectadores. La pista de atletismo, formada por las dos rectas y los dos semicírculos, ya canónicos, tenía un recorrido de un tercio de milla (aproximadamente 535 metros) y estaba rodeada por un velódromo. En el terreno central (de algo más de 200 metros en el eje mayor por unos 90 de ancho) se dispuso también una gran piscina de 100 metros de largo y 15 de ancho, junto a una de las rectas de la pista atlética.
Arriba, plano de 1912 con el recinto expositivo y el estadio. En el centro ortofoto de 1946, en el que se aprecia la sustitución de los edificios de la feria por bloques de viviendas. Debajo, ortofoto actual, que manifiesta la ausencia del estadio demolido en 1985 por la ampliación de las instalaciones de la BBC.
El nuevo estadio olímpico asombró a los visitantes y las competiciones olímpicas fueron una atracción más de la exposición, aunque parece que su éxito fue moderado. Tras los Juegos, seguiría en uso esporádicamente, acogiendo desde pruebas atléticas hasta carreras de galgos, siendo utilizado también como campo de fútbol. De hecho, albergó los campeonatos de atletismo amateur entre 1932 y 1970 y fue una de las sedes de la copa mundial de fútbol de 1966. Su existencia se truncó debido a las necesidades de la BBC (British Broadcasting Corporation, la compañía pública de radio y televisión del Reino Unido) ​que se había ubicado en la zona desde los años cincuenta. La ampliación de las instalaciones de la cadena, que requerían una superficie considerable, provocó el derribo del estadio en 1985.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

urban.networks.blog@gmail.com