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22 sept 2012

Ciudad y Nuevas Tecnologías: alumbrando el futuro (Sobre las nociones de Smart City y Smart Citizens)

Solar Decathlon Europe 2012. La Villa Solar ubicada en la Casa de Campo de Madrid.

Urban Networks (representada por José Antonio Blasco) ha participado en la Mesa Redonda sobre Smart Cities celebrada el pasado 20 de Septiembre en el marco del Solar Decathlon Europe 2012, que este año se celebra en la Casa de Campo de Madrid, lugar donde se ha instalado la Villa Solar.
Solar Decathlon Europe es una competición universitaria internacional que impulsa la investigación en el desarrollo de viviendas eficientes. Los equipos participantes han diseñado y construido prototipos de viviendas con bajo consumo de recursos naturales, generadoras de mínimos residuos durante su ciclo de vida y con una importante reducción del consumo de energía que es satisfecha fundamentalmente por el sol.
Esta entrada propone algunas consideraciones sobre las nociones de Smart City y Smart Citizens


Nuestras ciudades se encuentran en una encrucijada histórica.
Los procedimientos tradicionales de gestión urbana están en crisis. El crecimiento de las ciudades, la globalización, las exigencias de un desarrollo sostenible o las reclamaciones sociales sobre la participación de los ciudadanos en su propio destino, están dibujando un panorama nuevo,  caracterizado por una creciente demanda de los servicios ciudadanos en un contexto de disminución de recursos (económicos, materiales o energéticos). Este contexto, es particularmente importante para las Administraciones Públicas, responsables de la gestión urbana  que están padeciendo una reducción de sus ingresos y deben mantener el compromiso de atención a los ciudadanos. Esta aparente contradicción entre la restricción de recursos y el aumento de la demanda de servicios solamente puede resolverse  mejorando la relación entre ambos, lo cual exige la oferta de “más por menos”, o lo que es lo mismo, debe trabajarse en la mejora de la eficiencia de los procesos incrementando la productividad.
Para conseguir esta necesaria eficiencia, las ciudades disponen del apoyo de las nuevas tecnologías. Éstas, son capaces de deshacer esa aparente contradicción y ayudar a implementar una nueva forma de hacer y gestionar la ciudad, en la que la ingeniería de servicios, más que los productos, será la protagonista. Temas como el crowd sourcing, open data o el uso de redes de sensores-captadores como catalizadores de nuevos servicios digitales, empiezan a tener protagonismo urbano y acabarán, sin duda, por convertir a las Administraciones Públicas en gestoras de plataformas vinculadas a los servicios urbanos más que en proveedoras de los mismos. Se abren caminos y oportunidades para nuevas propuestas empresariales.
Son nuevos tiempos. Tanto la evolución de la ciudad heredada como los nuevos crecimientos de la misma, van a sustentarse, necesariamente, en las nuevas tecnologías. Solamente de esta forma, se podrán equilibrar las necesidades sociales, comerciales o medioambientales con los recursos disponibles.  La optimización y la eficiencia se basarán en una nueva forma de gestionar las redes de infraestructuras, tanto actuales como las que están surgiendo a partir de las nuevas tecnologías.
Estamos conviviendo con el nacimiento de una nueva forma de actuar en la ciudad. Políticos, gestores y técnicos se enfrentan a una trasformación sin precedentes en los procedimientos urbanos. El Sector Público y el Sector Privado van a ver modificadas sus papeles y sus interrelaciones. Los ciudadanos van a sentirse parte integrante de la ciudad y verán cómo su participación ayuda a fijar el rumbo hacia el futuro.

Sobre la noción de Smart City
El concepto de Smart City (Ciudad Inteligente) apareció en el panorama urbano hace dos décadas, como emblema de la búsqueda de soluciones a los problemas de la sostenibilidad. Entonces, los vectores del concepto se dirigían a la eficiencia energética y a la reducción de emisiones de carbono. Recientemente, el término ha asumido nuevos contenidos al incorporar el papel urbano de las infraestructuras TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación). Otras ópticas, sin renunciar al contenido tecnológico, tratan de la aplicación de los atributos de la inteligencia humana a la toma de decisiones urbanas, centrando el discurso en cuestiones sobre el conocimiento, el talento o la política.
Pero las ciudades no son inteligentes,… al menos de momento. La inteligencia reside en las personas que las habitan. Pero la metáfora que traslada la inteligencia humana a la gestión de sus ciudades se está convirtiendo en habitual. En este sentido, en realidad, las ciudades siempre han sido inteligentes, ya que, en mayor o menor medida, han sido el reflejo de la racionalidad (o irracionalidad) de sus habitantes. De hecho, en algunos foros se habla de Smarter Cities, ciudades más inteligentes que las anteriores.
La inteligencia es la capacidad de tomar decisiones tras conocer, analizar y comprender una realidad, y desde este concepto surge el de inteligencia artificial como un conjunto de técnicas que, mediante el empleo de la informática, permite la realización automática de operaciones hasta ahora exclusivas de la inteligencia humana.
Se han dado pasos muy trascendentes en esta orientación. Comenzando por la Human Computer Interaction (HCI) que trabaja sobre la interacción entre personas y ordenadores, desde donde se ha extendido la relación hasta los objetos cotidianos y el propio ambiente (Internet de las cosas), lo que ha originado la Computación Ubicua (la computación está distribuida e integrada en todo nuestro entorno). Sobre las bases de la Computación Ubicua, nace el concepto de Inteligencia Ambiental (también conocida como Sentient Computing) que incorpora la capacidad de reacción a los estímulos percibidos.
La aplicación urbana de lo anterior, se ha llevado a cabo a través de la Urban Computing que incorpora al medio (y en particular al medio urbano) como parte del sistema. Así, los espacios de nuestra existencia diaria pueden convertirse en entidades “vivas”, con capacidad de interacción y reacción ante nosotros.
Todo ello desemboca en el fenómeno conocido como Smart City donde se integran todas las piezas dentro de una plataforma tecnológica que controla los datos y desde la que se pueden tomar las decisiones de forma centralizada y automática.
No obstante, hoy por hoy, Smart City es un concepto polisémico, que es interpretado de maneras diferentes por las empresas e instituciones  que lo manejan. Es por lo tanto un término “en construcción”.
En cualquier caso, todos los ideólogos de Smart City coinciden en la llamada a la racionalidad y en la utilización para ello de las nuevas tecnologías emergentes. La revolución tecnológica, está posibilitando un incremento de la producción con menores costes, destacando en esta cuestión el papel de los sistemas de información, donde la informática y las telecomunicaciones, son la punta de lanza de una nueva forma de entender el mundo. Smart City es una visión de la tecnología aplicada a la ciudad, en la que la movilidad, la energía o el consumo pueden monitorizarse y ser gestionados casi automáticamente. Su objetivo es doble. Por un lado la Eficiencia (mejorar la gestión y aumentar la calidad y el rendimiento de las infraestructuras y servicios urbanos, sostenibilidad, a la vez que se optimizan los costes y el tiempo que se emplea en los procesos) y por otro el incremento del Bienestar (calidad)
Una consideración paralela es que, la gestión de los Servicios Urbanos, actuales y futuros, que surgen desde la plataforma ofrecida por las nuevas tecnologías y que afectan a todos los ámbitos de la ciudad, va a requerir la formación de nuevos profesionales capaces de aunar los requerimientos urbanos con las posibilidades tecnológicas; unos profesionales que, además, sean capaces de operar con los datos, extrayendo de ellos conclusiones y tomando decisiones sobre el futuro de la ciudad. Y como consecuencia de ello, va a surgir una nueva clase profesional, compuesta por las personas que serán capaces de trabajar en este nuevo entorno que ya se vislumbra.

Hacia los Smart Citizens
El sistema Smart City está compuesto por un conjunto heterogéneo de infraestructuras tecnológicas (muchas de ellas digitales) capaces de actuar coordinadamente, pero entre los nodos fundamentales de la misma, también se incluyen las propias personas, que gracias a su equipamiento tecnológico habitual son capaces de integrarse digitalmente.
Los ciudadanos son una fuente extraordinaria de datos de muy variado carácter y que proporcionan una inestimable ayuda para configurar la Smart City. Pero, además y más allá de los datos, esta tecnología está permitiendo la aparición de unos nuevos ciudadanos, los Smart Citizens (etiqueta exitosa aunque discutible), que reclaman un mayor papel para la ciudadanía, no sólo como fuente de información, sino como agentes activos, verdaderos ciudadanos comprometidos con su entorno, que desean ser parte fundamental de las ciudades inteligentes, tanto de forma individual como coordinada, pudiendo analizar, generar información, predecir, actuar o prevenir y, sobre todo, implicarse en la toma de decisiones a través de la participación interactiva.
La irrupción de los Smart Citizens puede ser revolucionaria para nuestras ciudades. Un aspecto, no menor, es su reivindicación sobre los procesos de toma de decisiones, que está generando una tensión ideológica entre dos posturas enfrentadas,  la de los que apuestan por la automatización total de la toma de decisiones (Smart City) y los que defienden un mayor papel del ciudadano, reclamando una mayor participación y capacidad de control de los procesos urbanos (Smart Citizens).
La automatización del análisis y la toma de decisiones urbanas a través de medios tecnológicos programados, dando lugar al "funcionamiento inteligente", son defendida por quienes ven en ello la oportunidad de eliminar muchas de las arbitrariedades e ineficacias que ocurren en la ciudad. Pero sus detractores hablan del riesgo del determinismo tecnológico (hay quien llega a referirse al advenimiento del “Gran Hermano”).
La aparición de los Smart Citizens tiene otra derivada que va más allá de la gestión urbana (del funcionamiento de la ciudad) para aproximarse a la creación espacial (a la planificación de la ciudad). Posiblemente, estamos en las puertas de un nuevo urbanismo, de nuevos métodos en la construcción de la ciudad.
El modelo de planeamiento urbano actual está mostrando claros síntomas de agotamiento, además, nunca ha logrado encajar una participación ciudadana real. Aunque se ha intentado realizar experiencias participativas, éstas no han pasado de la anécdota ya que se demostraron ineficaces, pero, ahora, con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, los Smart Citizens pueden convertirse en auténticos protagonistas en la construcción de la ciudad. Desde la definición de programas de usos hasta orientaciones morfológicas o tipológicas, estos nuevos ciudadanos pueden convertirse en una base real sobre la que apoyar el trabajo de los técnicos (que verían reforzado su papel). En este escenario se relativizaría el poder de los delegados políticos, para ser ejercido directamente por la ciudadanía. 

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