Solar Decathlon Europe 2012. La Villa Solar ubicada en la Casa de Campo de Madrid. |
Urban Networks (representada
por José Antonio Blasco) ha participado en la Mesa Redonda sobre Smart Cities celebrada el pasado 20 de
Septiembre en el marco del Solar
Decathlon Europe 2012, que este año se celebra en la Casa de Campo de
Madrid, lugar donde se ha instalado la Villa
Solar.
Solar Decathlon Europe
es una competición universitaria internacional que impulsa la investigación
en el desarrollo de viviendas eficientes. Los equipos participantes han
diseñado y construido prototipos de viviendas con bajo consumo de recursos
naturales, generadoras de mínimos residuos durante su ciclo de vida y con una
importante reducción del consumo de energía que es satisfecha fundamentalmente
por el sol.
Esta entrada propone algunas consideraciones sobre las nociones
de Smart City y Smart Citizens
Nuestras ciudades se encuentran en una encrucijada histórica.
Los procedimientos tradicionales de gestión urbana están en
crisis. El crecimiento de las ciudades, la globalización, las exigencias de un
desarrollo sostenible o las reclamaciones sociales sobre la participación de
los ciudadanos en su propio destino, están dibujando un panorama nuevo, caracterizado por una creciente demanda de los servicios ciudadanos en un contexto de
disminución de recursos (económicos, materiales o energéticos). Este contexto,
es particularmente importante para las Administraciones Públicas, responsables
de la gestión urbana que están
padeciendo una reducción de sus ingresos y deben mantener el compromiso de
atención a los ciudadanos. Esta aparente contradicción entre la restricción de
recursos y el aumento de la demanda de servicios solamente puede
resolverse mejorando la relación entre
ambos, lo cual exige la oferta de “más por menos”, o lo que es lo mismo, debe
trabajarse en la mejora de la eficiencia
de los procesos incrementando la productividad.
Para conseguir esta necesaria eficiencia, las ciudades
disponen del apoyo de las nuevas tecnologías. Éstas, son capaces de deshacer
esa aparente contradicción y ayudar a implementar una nueva forma de hacer y
gestionar la ciudad, en la que la ingeniería de servicios, más que los
productos, será la protagonista. Temas como el crowd sourcing, open data o
el uso de redes de sensores-captadores como catalizadores de nuevos servicios
digitales, empiezan a tener protagonismo urbano y acabarán, sin duda, por
convertir a las Administraciones Públicas en gestoras de plataformas vinculadas
a los servicios urbanos más que en proveedoras de los mismos. Se abren caminos
y oportunidades para nuevas propuestas empresariales.
Son nuevos tiempos. Tanto la evolución de la ciudad heredada
como los nuevos crecimientos de la misma, van a sustentarse, necesariamente, en
las nuevas tecnologías. Solamente de esta forma, se podrán equilibrar las
necesidades sociales, comerciales o medioambientales con los recursos
disponibles. La optimización y la
eficiencia se basarán en una nueva forma de gestionar las redes de
infraestructuras, tanto actuales como las que están surgiendo a partir de las
nuevas tecnologías.
Estamos conviviendo con el nacimiento de una nueva forma de
actuar en la ciudad. Políticos, gestores y técnicos se enfrentan a una
trasformación sin precedentes en los procedimientos urbanos. El Sector Público
y el Sector Privado van a ver modificadas sus papeles y sus interrelaciones.
Los ciudadanos van a sentirse parte integrante de la ciudad y verán cómo su
participación ayuda a fijar el rumbo hacia el futuro.
Sobre la noción de Smart
City
El concepto de Smart City (Ciudad Inteligente)
apareció en el panorama urbano hace dos décadas, como emblema de la búsqueda de
soluciones a los problemas de la sostenibilidad. Entonces, los vectores del
concepto se dirigían a la eficiencia energética y a la reducción de emisiones
de carbono. Recientemente, el término ha asumido nuevos contenidos al
incorporar el papel urbano de las infraestructuras TIC (Tecnologías de la
Información y la Comunicación). Otras ópticas, sin renunciar al contenido
tecnológico, tratan de la aplicación de los atributos de la inteligencia humana
a la toma de decisiones urbanas, centrando el discurso en cuestiones sobre el
conocimiento, el talento o la política.
Pero las ciudades no son inteligentes,… al menos de momento.
La inteligencia reside en las personas que las habitan. Pero la metáfora que
traslada la inteligencia humana a la gestión de sus ciudades se está
convirtiendo en habitual. En este sentido, en realidad, las ciudades siempre
han sido inteligentes, ya que, en mayor o menor medida, han sido el reflejo de
la racionalidad (o irracionalidad) de sus habitantes. De hecho, en algunos
foros se habla de Smarter Cities,
ciudades más inteligentes que las anteriores.
La inteligencia es la capacidad de tomar decisiones tras
conocer, analizar y comprender una realidad, y desde este concepto surge el de inteligencia
artificial como un conjunto de técnicas que, mediante el empleo de la
informática, permite la realización automática de operaciones hasta ahora
exclusivas de la inteligencia humana.
Se han dado pasos muy trascendentes en esta orientación. Comenzando
por la Human Computer Interaction (HCI) que trabaja sobre la
interacción entre personas y ordenadores, desde donde se ha extendido la
relación hasta los objetos cotidianos y el propio ambiente (Internet
de las cosas), lo que ha originado la Computación Ubicua (la
computación está distribuida e integrada en todo nuestro entorno). Sobre las
bases de la Computación Ubicua, nace el concepto de Inteligencia Ambiental
(también conocida como Sentient Computing)
que incorpora la capacidad de reacción a los estímulos percibidos.
La aplicación urbana de lo anterior, se ha llevado a cabo a
través de la Urban Computing que incorpora al medio (y en particular al
medio urbano) como parte del sistema. Así, los espacios de nuestra existencia
diaria pueden convertirse en entidades “vivas”, con capacidad de interacción y
reacción ante nosotros.
Todo ello desemboca en el fenómeno conocido como Smart City donde se integran todas las piezas
dentro de una plataforma tecnológica que controla los datos y desde la que se
pueden tomar las decisiones de forma centralizada y automática.
No obstante, hoy por hoy, Smart City es un concepto
polisémico, que es interpretado de maneras diferentes por las empresas e
instituciones que lo manejan. Es por lo
tanto un término “en construcción”.
En cualquier caso, todos los ideólogos de Smart City
coinciden en la llamada a la racionalidad y en la utilización para ello de las
nuevas tecnologías emergentes. La revolución tecnológica, está posibilitando un
incremento de la producción con menores costes, destacando en esta cuestión el
papel de los sistemas de información, donde la informática y las
telecomunicaciones, son la punta de lanza de una nueva forma de entender el
mundo. Smart City es una visión de la tecnología aplicada a la ciudad,
en la que la movilidad, la energía o el consumo pueden monitorizarse y ser
gestionados casi automáticamente. Su objetivo es doble. Por un lado la Eficiencia (mejorar la gestión y
aumentar la calidad y el rendimiento de las infraestructuras y servicios urbanos,
sostenibilidad, a la vez que se optimizan los costes y el tiempo que se emplea
en los procesos) y por otro el incremento del Bienestar (calidad)
Una consideración paralela es que, la gestión de los
Servicios Urbanos, actuales y futuros, que surgen desde la plataforma ofrecida
por las nuevas tecnologías y que afectan a todos los ámbitos de la ciudad, va a requerir la formación de nuevos profesionales
capaces de aunar los requerimientos urbanos con las posibilidades tecnológicas;
unos profesionales que, además, sean capaces de operar con los datos,
extrayendo de ellos conclusiones y tomando decisiones sobre el futuro de la
ciudad. Y como consecuencia de ello, va a surgir una nueva clase profesional,
compuesta por las personas que serán capaces de trabajar en este nuevo entorno que
ya se vislumbra.
Hacia los Smart
Citizens
El sistema Smart City está compuesto por un
conjunto heterogéneo de infraestructuras tecnológicas (muchas de ellas
digitales) capaces de actuar coordinadamente, pero entre los nodos
fundamentales de la misma, también se
incluyen las propias personas, que gracias a su equipamiento tecnológico
habitual son capaces de integrarse digitalmente.
Los ciudadanos son una fuente extraordinaria de datos de muy
variado carácter y que proporcionan una inestimable ayuda para configurar la Smart City. Pero, además y más allá de
los datos, esta tecnología está permitiendo la aparición de unos nuevos
ciudadanos, los Smart Citizens (etiqueta exitosa aunque discutible), que
reclaman un mayor papel para la ciudadanía, no sólo como fuente de información,
sino como agentes activos, verdaderos ciudadanos comprometidos con su entorno,
que desean ser parte fundamental de las ciudades inteligentes, tanto de forma
individual como coordinada, pudiendo analizar, generar información, predecir,
actuar o prevenir y, sobre todo, implicarse en la toma de decisiones a través
de la participación interactiva.
La irrupción de los Smart
Citizens puede ser revolucionaria para nuestras ciudades. Un aspecto, no
menor, es su reivindicación sobre los procesos de toma de decisiones, que está
generando una tensión ideológica entre
dos posturas enfrentadas, la de los que
apuestan por la automatización total
de la toma de decisiones (Smart City)
y los que defienden un mayor papel del
ciudadano, reclamando una mayor participación y capacidad de control de los
procesos urbanos (Smart Citizens).
La automatización del análisis y la toma de decisiones urbanas
a través de medios tecnológicos programados, dando lugar al
"funcionamiento inteligente", son defendida por quienes ven en ello
la oportunidad de eliminar muchas de las arbitrariedades e ineficacias que
ocurren en la ciudad. Pero sus detractores hablan del riesgo del determinismo
tecnológico (hay quien llega a referirse al advenimiento del “Gran Hermano”).
La aparición de los Smart
Citizens tiene otra derivada que va más allá de la gestión urbana (del
funcionamiento de la ciudad) para aproximarse a la creación espacial (a la
planificación de la ciudad). Posiblemente, estamos
en las puertas de un nuevo urbanismo, de nuevos métodos en la construcción
de la ciudad.
El modelo de planeamiento urbano actual está mostrando
claros síntomas de agotamiento, además, nunca ha logrado encajar una
participación ciudadana real. Aunque se ha intentado realizar experiencias participativas,
éstas no han pasado de la anécdota ya que se demostraron ineficaces, pero,
ahora, con las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, los Smart Citizens pueden convertirse en
auténticos protagonistas en la construcción de la ciudad. Desde la definición
de programas de usos hasta orientaciones morfológicas o tipológicas, estos nuevos
ciudadanos pueden convertirse en una base real sobre la que apoyar el trabajo
de los técnicos (que verían reforzado su papel). En este escenario se
relativizaría el poder de los delegados políticos, para ser ejercido
directamente por la ciudadanía.
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