El plano de Madrid realizado por Pedro de Texeira en
1656 en la lámina XIII, que detalla el centro de la ciudad.
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A mediados del
siglo XVII, el gran imperio español comenzaba a declinar y en su capital, se
escenificaban todas las contradicciones del momento. A Madrid, que había sido
designada por Felipe II como capital en 1561 frente a otras ciudades que
aspiraban a ese título, le costó vencer la sensación de provisionalidad
derivada de las fuertes presiones de sus competidoras. Desde aquel
nombramiento, el antiguo “poblachón manchego” se desarrolló con rapidez superando
múltiples dificultades, que iban desde su inadecuada topografía hasta las
maniobras políticas que pretendían arrebatarle esa posición de privilegio, como
sucedió cuando Felipe III trasladó la capital a Valladolid en 1603 (que Madrid logró
recuperar tres años después).
Si hay una imagen icónica sobre ese
Madrid antiguo, esa es la visión ofrecida por Pedro de Texeira en el año 1656. Ese plano, conocido como el “Plano de
Texeira” (o simplemente “el Texeira”) es una representación muy fidedigna del
Madrid de los últimos Austrias.