Madrid apostó por el Plan (plano del PGOUM 85).
Barcelona lo haría por el Microurbanismo (intervención en el Moll de la Fusta).
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El “desarrollismo” tuvo un final abrupto en
España. La crisis del petróleo de 1973 y el final de la dictadura en 1975
abrieron un tiempo nuevo en el que tanto
el país como sus principales ciudades modificarían su rumbo radicalmente. La
recesión económica y la llegada de la democracia prepararían un escenario
inédito en el que Madrid y Barcelona abordarían su futuro con nuevas claves y
con un ímpetu renovado.
Los
ciudadanos habían recuperado el poder (los ayuntamientos democráticos se
constituyeron en 1979) y reivindicarían un nuevo modelo de ciudad más humana y equilibrada.
Madrid y Barcelona se enfrentaron a una revisión en profundidad. Las
dos ciudades pretendían recualificar su espacio corrigiendo los graves
problemas heredados de la etapa anterior. Pero lo harían adoptando estrategias
distintas. Mientras Madrid acabaría aprobando un Plan General que marcaría
un hito para la capital y para la cultura urbana de todo el país. Barcelona
optaría por un proceso diferente: el microurbanismo.