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19 abr 2016
HOLANDA EN MADRID 4
Video de la jornada de Holanda en Madrid con intervención de Urban Networks (Carlos Lahoz y Carlos Martínez-Arraras).
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Avance del Valor del Vacío de Madrid (interior de la M-40)
Plano de densidad de Vacíos de Oportunidad en Madrid (interior M-40) |
Se
adjuntan imágenes del avance que se está preparando para la ampliación del
estudio a todo el interior de la M-40.
18 abr 2016
¿Pueden morir las ciudades? (artículo en el blog "Seres Urbanos" de EL PAÍS)
La ciudad de Alepo, en Siria, en 2010. Imagen de Flickr. |
16 abr 2016
Claves esenciales del jardín italiano (del Renacimiento).
La Villa Lante
diseñada por Vignola en Bagnaia, es una de las cumbres del jardín renacentista italiano.
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A lo largo del siglo XV (el Quattrocento
italiano) se iría consolidando, en diversas ciudades italianas, un nuevo
sistema de pensamiento que cambió la manera de entender el mundo. Se dejaba
atrás el periodo medieval (que era rechazado) y se aspiró a un “renacimiento”
desde la antigüedad clásica. La filosofía que animó esa transformación fue el Humanismo, que situó al hombre en el
centro del universo.
El paisaje no
quedo al margen de esta revolución cultural y el jardín se convirtió en uno de
los espacios protagonistas, llegando a crearse un nuevo modelo. El jardín del Renacimiento italiano sería
un reflejo de esa filosofía humanista. Estaba pensado para el hombre (como un lugar para pasear, conversar, meditar y alimentar el
intelecto) y se concebía
como una parte de la arquitectura, dotándolo de un carácter racional.
El siglo XVI
(el Cinquecento) fue el gran siglo del
estilo del jardín renacentista italiano, que inició el denominado Periodo Clásico de la jardinería, que se
completaría con el jardín formalista francés y el jardín paisajista inglés.
4 abr 2016
Microciudades, esos lugares antes llamados pueblos (artículo en el blog "Seres Urbanos" de EL PAÍS)
Plaça Major de Vic, en la provincia de Barcelona. Wikimedia Commons |
2 abr 2016
Ciudades de colores. La identidad de las ciudades a través de la pigmentación urbana.
La identidad
se construye desde el reconocimiento de elementos idiosincráticos muy diversos.
Algunas ciudades han logrado expresar su
singularidad a través del color que predomina en su “paisaje urbano” (al
menos en el de sus zonas más tradicionales e históricas). En algunos casos, el
lento discurrir de la historia ha ido decantando una pigmentación de forma
natural, casi siempre vinculada a los materiales del entorno próximo (piedra,
ladrillo, etc.). En otras ocasiones, el color es añadido y tiene
justificaciones ambientales o culturales, aunque también existen ejemplos mucho
más artificiales, en los que algunas ciudades han forzado su cromatismo para
lograr ese efecto identitario (habitualmente con fines turísticos).
Ciudades como
Salamanca, Zaragoza, Sevilla, Gerona, Burdeos, Toulouse, o pueblos casi
anónimos que aparecen blancos o negros (incluso ¡azules!), son casos en los que
el color emerge como una seña de identidad principal.