Los bulevares son calles con vocación de estancia. Boulevard
de Clichy en París.
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Las calles de la ciudad cuentan con
una función principal, estructurante y conectiva, caracterizada por el
movimiento. Pero los
espacios urbanos siempre son más complejos de lo que les atribuye una
definición básica. Por ejemplo, algunas
vías también participan de la noción de “estancia”, habitualmente asociada con
las plazas.
Este es el
caso de los bulevares, un innovador
tipo de calle que surgió en el París
de Luis XIV ocupando el espacio de sus murallas derribadas (de hecho, la
palabra es un galicismo surgido del original, boulevard, derivado a su vez de la alemana Bollwerk, que significaba baluarte). Eran rondas anchas y arboladas,
con gran capacidad para acoger tráficos diversos y que fueron muy apreciadas por
los ciudadanos para pasear o descansar. Así, inicialmente, además de esa
vocación estancial, los bulevares cumplían funciones estructurales, circunvalando
el núcleo urbano. No obstante, a mediados del siglo XIX, también en París, la
palabra se desvincularía de su etimología, aplicándose a cualquiera de los grandes
ejes de la ciudad.
Vamos a rastrear
los orígenes y evolución del tipo, y por eso nos dirigimos a la capital
francesa y a Budapest, la capital
húngara, calificada como una “París oriental”, en parte, por sus espectaculares
bulevares.