¿De dónde
venimos? ¿Adónde vamos? Algunas de las grandes preguntas de la humanidad fueron
respondidas, para el caso del Madrid reciente, en el debate organizado por
MADRID THINK TANK el 27 de Febrero sobre el Pasado, Presente y Futuro del Planeamiento de Madrid reuniendo, por
primera vez, a los tres directores de los planes democráticos de la capital.
Cuando Madrid
se convirtió en una ciudad democrática arrancó la ardua tarea de redefinirse. En 1985 fue aprobado el primer Plan General
de Ordenación Urbana de Madrid (PGOUM) que asumió el reto de “recuperar” una ciudad que se
encontraba fragmentada y desorientada. Este Plan se dedicó a sanar las graves
heridas de su pasado desarrollista, limitando su expansión y con una declarada
voluntad morfológica adoptando el proyecto urbano como estrategia. Entre sus
objetivos destacarían el deseo de completar la ciudad discontinua y
reequilibrar los déficits dotacionales entre el norte y el sur.
Pero las
hipótesis socioeconómicas que le sirvieron de base se quedaron obsoletas cuando
la sociedad pasó de un escenario de crisis a otro de bonanza.
Había que
modificar el rumbo y en 1997 se aprobó
un nuevo Plan. Este nuevo modelo urbano dirigiría Madrid hacia el siglo XXI
y lo hizo abandonando el espíritu limitativo del Plan anterior para adoptar una
flexibilidad expansiva que le llevó a ordenar la totalidad del territorio
municipal. Este Plan, que todavía hoy está vigente, nació con el deseo de
procurar la gestión y el realismo de sus propuestas, asumiendo importantes
crecimientos residenciales y grandes obras de infraestructura para favorecer la
movilidad metropolitana.
Han
transcurrido casi dieciséis años y el mundo ha cambiado. Madrid y sus
ciudadanos han evolucionado y requieren un nuevo modelo urbano que oriente el
futuro en el contexto actual, globalizado y tecnológico.
Ya se está trabajando en este próximo
referente con el horizonte del 2015 como fecha de aprobación. La magnitud
de los retos a los que se enfrenta y su repercusión directa en la vida de los
ciudadanos lo sitúa en primera línea de interés para todos.
Cada uno de
ellos intervino individualmente, para posteriormente abrir un debate conjunto que
fue moderado por Bernardo Ynzenga y Joaquín Mañoso, reconocidos arquitectos
urbanistas.
El acto contó
con las presentaciones de José Antonio
Granero, decano del COAM y de Carlos Lahoz, director e ideador del
MADRID THINK TANK.
El decano del COAM, José Antonio Granero presentando
el debate. (foto MADRID THINK TANK/Juan Roldán)
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Eduardo Leira,
director del PGOUM de 1985.
La primera
intervención correspondió a Eduardo leira, director del PGOUM’85, que comenzó
haciendo referencia a la pérdida de peso de los Planes Generales como instrumentos
para la gestión de la ciudad y relativizando su efectividad para establecer un
modelo de ciudad.
Leira
continuó relatando cómo, cuando se comenzó a redactar el que sería el primer
plan de la democracia, había una ilusión compartida por todos en solucionara
las carencias que Madrid tenía en aquel entonces.
Madrid era la
ciudad central de un área metropolitana que perdía población tras los excesos
desarrollistas anteriores. Encontraron una ciudad que era un mosaico de tramas
diferentes en muchos casos desconectadas y con graves déficits infraestructurales
y de equipamientos.
El primer
objetivo fue rematar, suturar, completar y conseguir que la ciudad evolucionara
preparándose para recibir esa nueva economía que se intuía. De hecho, muchas de
las zonas industriales se transformaron, con visión amplia, en áreas para la
actividad económica. Entre sus propósitos destacó el reequilibrio territorial
de una ciudad que tenía un norte relativamente bien dotado y un sur claramente
deficitario en cuanto a equipamientos urbanos. También se planteó la mejora del
transporte público (metro, trenes, autobuses) innovando en este asunto ya que
fueron los inventores del concepto de intercambiadores de transporte. El
PGOUM’85 también fue innovador respecto al establecimiento de ordenanzas particularizadas
para cada una de las zonas de la ciudad o sobre el intento de monetarización de
las cesiones. Para todo ello, buscaron la concertación con el sector privado,
aunque agregó, que los acuerdos alcanzados terminarían por romperse.
Leira comentó
que el PGOUM’85 fue etiquetado como un “plan de izquierdas”, denominación que
cree inadecuada. No obstante una de sus preocupaciones fue la de tener claro,
en todo momento, para quién se construía la ciudad, priorizando las demandas de
los ciudadanos.
La ciudad
central había sido desbordada y perdía población. Por ello se optó por la
limitación de su extensión para centrarse en el adecuado desarrollo interno, completando
las discontinuidades, con nuevas dotaciones y un ambicioso programa de vivienda.
En este campo, se realizó una estimación de las viviendas necesarias basada, no
en los datos demográficos, sino en la creación de hogares (pensando con detalle
en los destinatatarios de las mismas). Se intentó que el 25% de los hogares de
nueva creación se quedara en Madrid y que el 90% del suelo habilitado fuera
destinado a Viviendas de Protección Oficial. Esta propuesta, que se llegó a
firmar aunque a los promotores inmobiliarios no les satisfacía en absoluto, fue
finalmente declarada ilegal.
Leira apuntó
que sobredimensionar el suelo disponible en la ciudad es un foco de problemas,
entre otras cosas por los costes del capital inmovilizado en suelo y se
defendió de una de las acusaciones clásicas a su Plan diciendo que la
especulación y el alza de precios que se produjo, no estaba relacionada con la
limitación del suelo urbanizable. De hecho, comentó que, entre 1985 y 1989, no
se desarrolló ninguno de los suelos urbanizables previstos en el Plan.
Ciertamente,
a partir del Plan hubo un primer boom inmobiliario que fue producto de dos
novedades surgidas en la segunda mitad de la década de 1980. La primera causa
fue la aparición de una demanda nueva, que era la que buscaba la mejora de su
vivienda. La bonanza económica creó una cierta “élite” que impulsó el mercado
de renovación de viviendas.
La segunda
causa que cambió el mercado residencia fue financiera, ya que hasta 1988 no se
concedían hipotecas para viviendas usadas. Este cambio legislativo y financiero
significó una convulsión para un mercado que estaba bastante estancado. La aparición de una nueva demanda que buscaba
cambiar de vivienda y la posibilidad de financiarla provocó una importante alza
de precios. En aquellas fechas las mudanzas de vivienda en España se situaban
en 1,1 durante toda la vida (en Estados Unidos la media era de siete). En nuestro
país, la vivienda era algo “para toda la vida”. El cambio fue trascendental, con
ello aumentaron considerablemente las transacciones de vivienda de segunda
mano, pero no la producción de nueva vivienda. Así que, sentenció Leira, los
precios subieron por este motivo y no por la limitación del suelo urbanizable.
Entre 1991 y
2001 Madrid siguió perdiendo población y solamente a partir de 1998 con la
llegada de inmigrantes extranjeros, la capital presentó crecimientos demográficos.
Pero fueron inicialmente desde la precarización, aunque conforme se iban
asentando y mejorando sus condiciones económicas, también presionaron desde
abajo hacia arriba buscando la mejora de su vivienda. Esta circunstancia sumada
a las anteriores (y a la facilidad con que las entidades financieras concedían
las hipotecas) está en el origen de la burbuja que acabó estallando, provocando,
en palabras de Leira, el “tsunami inmobiliario” que ha sumido a nuestra
sociedad en una profunda crisis. El PGOUM’85 no podía prever todas estas
cuestiones.
Leira continuó
reflexionando sobre qué es lo que se podía
esperar del futuro Plan General de Madrid.
En primer
lugar, rematar, remodelar, siguiendo con la filosofía establecida en 1985, y encontrando
áreas de oportunidad. Para ello debe revisarse la ciudad sin prejuicios,
desechando temas que no han funcionado, localizando enclaves con potencial e
incluso, si es necesario, transformando las previsiones anteriores. Puso como
ejemplo la operación “Campamento”, pendiente de desarrollo, a la que no dudó en
calificar de “descabellada” ya que la hipótesis sobre la que se sustentaba, una
“Castellana del Sur” no va a ser posible.
Por ello,
apuntó que habrá que revisar zonas en las que seguramente será necesario
realizar “quitas” de vivienda que la sociedad no está demandando. Apostó por
remodelar las periferias repetitivas (como por ejemplo San Chinarro) y por
concentrar, trasladando derechos de un área a otra si era conveniente.
Una de las
ideas que lanzó como opciones de futuro fue la de revisar el suelo público como
destinatario de otros usos. Puso como ejemplo la edificación sobre algunas
paradas de metro de forma que su acceso se realizaría por el interior de
edificios (algo parecido a lo que ya sucede en Londres en ciertos casos).
También propuso revisar el carácter de los centros comerciales, que podrían
recibir nuevos usos adosados a sus fachadas.
Leira apostó
por buscar lugares no previstos, dejando actuar a la imaginación, mezclando e
integrando usos y espacios.
También se
refirió a la necesidad de favorecer las viviendas en alquiler, creando
“incubadoras” de alquiler para personas jóvenes (o no tanto) que puedan
utilizarlas durante periodos cortos. Estas “incubadoras” deberían situarse en
posiciones centrales de la ciudad, “incrustadas” en las zonas más atractivas.
Se preguntó el por qué no se realizaban apartamentos mínimos, que fueron tan
criticados cuando una ministra de un gobierno anterior lo propuso. La vivienda
pequeña, y por lo tanto asequible, destinada a gente joven es lo que más se
demanda. Y por supuesto, debe estudiarse como aprovechar los muchos edificios
vacíos que existen en la ciudad. También lanzó otras sugerencias como la
peatonalización de la Gran Vía o la reestructuración de las líneas de autobuses
de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) creando líneas de barrio que alimentaran
a otras troncales.
Eduardo Leira
finalizó su intervención recordando que las circunstancias actuales tienen
bastante similitud con el contexto en el que nació el PGOUM’85, aunque ahora
Madrid es una ciudad madura. “La historia vuelve al presente”, dijo. En
cualquier caso Leira terminó diciendo que un Plan debe incentivar más que
prohibir.
Eduardo Leira, Joaquín Mañoso y Bernardo Ynzenga. (foto
MADRID THINK TANK/Juan Roldán)
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Luis Rodríguez-Avial,
director del PGOUM de 1997
Luis Rodríguez-Avial,
director del PGOUM’97 intervino a continuación y comenzó a describir los rasgos más característicos de su
actuación.
El Plan, como
el anterior, continuó el esfuerzo de reequilibrar la ciudad, pero planteando
propuestas de futuro que convirtieran a Madrid en una gran capital europea.
Uno de los temas
más significativos (y criticados) del Plan es que éste se llevó hasta el límite
de la capacidad territorial, ordenando todo el término municipal. Comentó que
la limitación del plan anterior había sido negativa y que la investigación
realizada entonces sobre cuál debería ser el límite razonable de acogida con la
calidad urbana exigible, les llevó a la decisión de ordenar todo el territorio (citó
como colaborador a Fernando Nasarre, Director Técnico del Plan).
El PGOUM’97
propuso varias operaciones estructurantes de la periferia, desarrolladas a
partir de la creación de nuevas centralidades que se caracterizaron con una
adecuada mezcla de usos.
También se
profundizó en la protección del patrimonio, donde programas como el “Plan Villa
de Madrid” ya habían marcado el camino. Se individualizaron los elementos, se
catalogaron con una triple idea fundamental: Rehabilitar, Recuperar y
Revitalizar (identificadas por su autor como la “política de las tres R”).
El PGOUM’97
fue pionero en un tema que en aquel entonces estaba comenzando: la
sostenibilidad. El Plan fue innovador en cuestiones medioambientales.
Rodríguez-Avial
hizo hincapié en los que, según él y tras el paso del tiempo, eran los principales aciertos del PGOUM’97:
Destacó
inicialmente la puesta en marcha de los grandes proyectos emblemáticos que han
marcado los últimos años de Madrid. Se refirió a tres grandes operaciones que
calificó como “ilusionantes”. En primer lugar, preparar el camino para recibir
unos Juegos Olímpicos (tras varios intentos, en la actualidad se está pendiente
de la posibilidad de Madrid 2020). En segundo lugar, los logros en la
rehabilitación del Casco antiguo. Y en tercer lugar la potenciación del gran
eje cultural Prado-Recoletos.
Insistió en
que fue positivo para Madrid el hecho de llevar la planificación al límite de
la capacidad territorial para atender una importante demanda insatisfecha de
suelo urbanizable.
También
consideró que fueron un logro del Plan las determinaciones para el suelo
urbano, tanto en cuanto a ordenación como a criterios de gestión. No obstante, Rodríguez-Avial
comentó que se han detectado algunos errores puntuales a lo largo de los años
por falta de precisión en la información.
Finalmente se
refirió a la protección del patrimonio histórico a través de planes especiales
que han regulado diferentes zonas de gran interés, como el Casco antiguo, el
Ensanche de Castro, diez núcleos históricos de la periferia, cuarenta y dos
colonias e incluso los cinco cementerios históricos de la ciudad.
Tras
presentar los que a su juicio habían sido los principales éxitos del Plan, realizó
un ejercicio de autocrítica, reconociendo algunos
errores en los planteamientos del PGOUM’97.
El primero de
ellos, que calificó de involuntario, fue el exceso de documentación y de
regulaciones al que fueron conducidos por su deseo de dejar todo “atado y bien
atado”. El Plan se concretó en un documento con 4.500 planos y más de 35.000
páginas y, esto no debe ser un Plan General, apostilló Rodríguez-Avial.
Además las
normas urbanísticas son prolijas y excesivas y han obligado a matizar
demasiadas cosas posteriormente. Como ejemplo se refirió a algunas cuestiones cuya
aplicación le había producido insatisfacciones, en particular la ordenanza de
miradores (que al no consumir edificabilidad han sido mal utilizados generando
una imagen negativa en la ciudad) o el esponjamiento de manzanas (el denominado
“patio azul”) que no ha resultado operativo.
Desde la
experiencia adquirida, Rodríguez-Avial transmitió unas conclusiones:
Un Plan
General es hijo de las circunstancias políticas, técnicas, socioeconómicas,
legislativas, etc. de cada momento. En este sentido calificó al PGOUM’85 como
producto de un periodo de crisis en el que además se era pesimista sobre la
evolución futura. Con este contexto, ese plan fue un instrumento muy contenido,
que se limitó a actuar sobre lo existente y, reconoció Rodríguez-Avial,
haciéndolo con acierto. De hecho, en el 97 se profundizaron en muchas de las
cuestiones planteadas en el 85.
Pero los
escenarios cambiaron, especialmente a partir de la entrada de España en la
Unión Europea desde 1986, cuestión que animó el contexto económico provocando
una importante especulación sobre el suelo, con especial relevancia durante el
periodo 1986-1988.
Rodríguez-Avial
comentó que el contexto en el que fue generado su Plan también fue de crisis (la
hubo entre 1991 y 1996) pero que la visión hacia el futuro era optimista. Esto
convirtió al PGOUM’97 en un plan desarrollista y más liberal que el anterior.
Pero en
ninguno de los dos casos, con estrategias diferentes, se supo frenar la fuerte
especulación del suelo, que solo se ha visto paralizada por la intensa crisis
actual.
Su segunda
conclusión fue que es fundamental la existencia de un plan supra-municipal, de
índole regional. Algunas comunidades lo han conseguido pero Madrid no. En 1985
no se propuso porque no era el momento político. En 1997 tampoco se acometió
porque la Comunidad de Madrid todavía era muy reciente, y en 2013 sigue sin
plantearse. Rodríguez-Avial hubiera deseado tener esas directrices
territoriales que le hubieran evitado muchos problemas además de servir de base
para que las propuestas hubieran sido más ajustadas metropolitanamente.
Finalmente, Rodríguez-Avial
se refirió al futuro de Madrid. El
suelo de la capital se encuentra agotado, aunque advirtió que todavía quedan
algunos “retales” de borde sin ordenar, que en su conjunto pueden sumar
aproximadamente cuatro millones de metros cuadrados.
Cree que hay
que orientar el foco hacia la mejora de la ciudad existente, corrigiendo alguno
de los planteamientos erróneos del PGOUM’97 e incluso reorientando alguna de
las piezas previstas en ese plan y que no se han desarrollado todavía.
Insistió en
la necesidad de disponer del planteamiento supra-municipal, aunque fuera a
nivel de Avance, que debería ser vinculante en cuestiones muy básicas.
Enlazando con
una idea expuesta anteriormente, Rodríguez-Avial dijo que un Plan General era producto
de la legislación de cada momento y que en nuestro país, desde la Ley del Suelo
de 1956, los planeamientos son rígidos y complicados. Esta legislación está
desfasada e impide evolucionar al planeamiento. La sociedad ha evolucionado
conceptualmente y demanda flexibilidad. Recordó que en el 97 no se fijó un
número máximo de viviendas como ejemplo de una cierta flexibilidad.
Rodríguez-Avial
acabó su intervención recordando la filosofía compartida con uno de sus grandes
maestros, Fernando Terán. Ambos urbanistas creen que se debe actuar sobre todo
lo que no sea protegido, que no se debe ser determinista, y que el planeamiento
debe ofrecer esquemas indicativos, una ordenación estructural con gran libertad
de movimiento interno. La ciudad debe resolverse fragmento a fragmento, pero
respetando esas coordenadas generales e infraestructurales planteadas en el
Plan General.
La
legislación de hoy no permite esto, por eso debe evolucionar para poder revisar
y simplificar los criterios de gestión urbana.
José Luis Infanzón, Carlos Lahoz y Luis
Rodriguez-Avial (foto MADRID THINK TANK/Juan Roldán)
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José Luis Infanzón,
director de la revisión del PGOUM (Horizonte 2015)
José Luis
Infanzón, director de la revisión del PGOUM (Horizonte 2015), comenzó su
intervención aludiendo a los planes históricos de Madrid (El Plan Castro, el
Plan Zuazo, el Plan Bidagor y el Plan de 1963) puesto que los planeamientos
nunca son rupturistas con los anteriores, sino que se construyen sobre ellos.
También insistió
en la idea de que los Planes son
producto de su tiempo y de las circunstancias que lo definen (políticas,
técnicas, socioeconómicas etc.)
Advirtió al
auditorio de que mientras los anteriores ponentes se habían referido a planes
reales, el solamente podía comentar intenciones ya que el proceso de revisión
del planeamiento madrileño se encuentra en marcha y todavía queda mucho trabajo
hasta alcanzar ese horizonte de aprobación previsto para 2015.
Infanzón
quiso caracterizar el contexto actual
con varias ideas:
1. La legislación que tenemos es de carácter
desarrollista (ha sido así y sigue siéndolo). Las leyes que definen el
planeamiento se concibieron para crear nueva ciudad, fijando los derechos y
deberes correspondientes. Pero actualmente esto ya no debe ser así, estas leyes
no son operativas cuando de lo que se trata es de recuperar y de regenerar.
2. Ausencia
de planeamiento territorial. Este hándicap dificulta enormemente las respuestas
necesarias a procesos que exceden el ámbito municipal. De hecho, se producen
tensiones entre municipios, a veces irracionales, que impiden propuestas correctas y eficaces.
Basta pensar en temas como la movilidad, donde sería imprescindible disponer de
unas directrices, aunque fueran básicas, para ordenar, al menos, el área
metropolitana.
3. Excesiva
pormenorización. Infanzón criticó el PGOUM’97 por invadir excesivamente la
escala inferior y defendió que un Plan General se debe limitar a la estructura
fundamental.
4.
Instrumentos poco flexibles. La rigidez del planeamiento actual dificulta
enormemente la adaptación de los modelos a las nuevas necesidades. Hace
imposible un planeamiento dinámico. Y cuando se ha propuesto alguna innovación
en esta línea, los equipos jurídicos siempre la han frenado aduciendo
“inseguridad jurídica”. Para Infanzón, los Planes Generales deber ser “tableros
de juego” con unas reglas claras y deben evitar la propuesta de proyectos muy
definidos.
5. Ausencia
de planificación estratégica. Las ciudades no se terminan por el hecho de que
no dispongan de suelo para crecer. Las transformaciones internas son tan
evolutivas como los crecimientos en extensión. Infanzón utilizó el ejemplo de
Manhattan como espacio colmatado pero con un dinamismo enorme. Es necesaria un
planificación estratégica global, que cada vez es más difícil dada la
disgregación de las competencias municipales en múltiples departamentos, que a
veces pueden resultar incluso contradictorios.
Tras estas
reflexiones previas, José Luis Infanzón pasó a referirse a los rasgos del Preavance que ya se encuentra aprobado desde 2012.
Los documentos se encuentran disponibles en la
página web del Ayuntamiento.
En el
Preavance se ha realizado un análisis crítico del PGOUM’97 y un diagnóstico de la
ciudad.
También se
recogen en él propuestas estratégicas para Madrid con cuatro objetivos
principales de carácter global: el impulso a la actividad económica, el respeto
a la sostenibilidad, la cohesión social y territorial y la calidad de vida.
Finalmente,
se anticipan propuestas de ordenación urbanística, incipientes, que son el
germen del Avance que se presentará en el futuro.
Infanzón cree
que uno de los problemas a los que se enfrenta un planeamiento general es que se le pide que regule poco pero que
solucione todos los problemas y eso no es posible. Por eso cree que es
conveniente descargar al Plan General de reglamentaciones que debe hacer el
propio Ayuntamiento desde otros instrumentos. El Plan General debe contener
solamente cuestiones estructurales de carácter genérico, de forma que las
determinaciones concretas se puedan desarrollar posteriormente, a través de
otros mecanismos.
El Preavance
inaugura un nuevo régimen de implantación de usos. El criterio es simplificar y
aportar flexibilidad, siempre desde una propuesta de mezcla de usos. Para ello
se está estudiando la realidad de la ciudad, se está analizando cómo está
funcionando verdaderamente, al margen de cómo el Plan General vigente creía que
se debería utilizar. Por ejemplo, hay zonas urbanas terciarizadas cuya
actividad es imposible según el PGOUM’97 pero la realidad se impone sobre una
normativa que ha quedado desenfocada. Como consecuencia se pretende difundir
centralidades y dinamizar los cambios de usos.
Una de las
innovaciones de la revisión del PGOUM es la apuesta por el “planeamiento
dinámico”, a través de un sistema de indicadores temáticos que permitan evaluar
permanentemente la ciudad. Actualmente el equipo redactor está decidiendo
cuáles serán los indicadores más adecuados. Infanzón hizo referencia a uno
concreto como ejemplo, el índice que permite identificar la vulnerabilidad de
los espacios que, por cierto, está identificando las periferias de las décadas
de 1950, 60 y 70 como lugares con ese riesgo. Estos indicadores permitirán una
regulación flexible (“flotante” en palabras de Infanzón)
En el Preavance
se está definiendo un sistema de “corredores urbanos”. Esta es una de las
propuestas que con mayor claridad vislumbra el nuevo equipo redactor y para
ello se está elaborando una red ambiental y de movilidad sostenibles. En la
actualidad hay partes concretas que podrían funcionar como tales pero no forman
un sistema, al encontrarse desconectadas. El establecimiento de esa red
permitiría convertir al Plan en un modelo estructurante. Por ejemplo, se está
trabajando en la red de bulevares actuales para transformarlos en estructuras
de predominio verde, con nuevo arbolado y una priorización del tráfico
peatonal, ciclista y de transporte público, relegando el transporte privado.
También se
está estudiando la propuesta de operaciones singulares estructurantes como es
el caso de la nueva centralidad del sur que recogería la zona Delicias-Méndez
Alvaro y Abroñigal.
El nuevo Plan
buscará poner en valor el patrimonio madrileño. Los planes anteriores de 1985 y
de 1997 fueron muy buenos en la preservación, incluso, opina Infanzón,
excesivamente defensivos. Pero en cualquier caso, la protección del patrimonio es
vital ya que asegura la identidad y la memoria de la ciudad. No obstante la novedad
planteada en el Preavance es que más allá de los edificios como elementos
autónomos, se están fijando en espacios globales y estructuras urbanas que
deben ser conservadas. Esto lleva a la realización de un catálogo diverso que
recogerá también la arquitectura contemporánea de la que hay grandes muestras
en la ciudad. Pero en cualquier caso, cualquier estrategia de conservación debe
pasar por la de integración en la vida urbana. Es la única forma de garantizar la
existencia de estos elementos tan importantes.
Para acabar
su intervención, Infanzón se refirió a la utilización del soporte que ofrecen
las nuevas tecnologías. Este hecho marca diferencias sustanciales entre los
tres planes. En 1985 se realizó un Plan artesanal, dibujado a mano, con “tramas
de Letraset”. El Plan de 1997 ya dispuso como herramienta de dibujo del Autocad
(que plantea algunos problemas operativos por su sistema de definición de
polígonos que generan dobles líneas provocando conflictos en la realidad). El
Plan que se prevé aprobar en 2015 trabaja con el sistema GIS que permite
asociar información al dibujo (y de paso soluciona ese problema de dobles
líneas actuales). Se pretende tramitar el futuro plan como un expediente
electrónico en el que las actualizaciones puedan realizarse “on line”.
José Luis Infanzón
termino reclamando que, frente a los excesos de regulación y la sencillez de
gestión, los Planes deberían simplificar sus propuestas y sofisticar sus
mecanismos de gestión.
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