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22 ago 2015

Revoluciones urbanas en la década de 1960: y 3. La visión científica (de la Ekística al enfoque sistémico).

Los enfoques sistémicos abstraen la realidad para convertirla en una estructura modelizable.
Durante la década de 1960, el urbanismo asistió a una revisión en profundidad. En un primer artículo, profundizamos en las primeras revoluciones urbanas que tuvieron al humanismo como eje vertebrador, y en el segundo, lo hicimos con la revolución arquitectónica, que, desde una óptica morfológica, revisaría sus bases disciplinares y su relación con la ciudad (a través de las aportaciones de Aldo Rossi, Robert Venturi o las utopías de Archigram)
En este tercer y último artículo nos aproximaremos a los intentos de lograr una visión científica sobre la ciudad y los territorios. El racionalismo del Movimiento Moderno se consideraba ingenuo, subjetivo y poco riguroso. Por eso se pretendió fundar una verdadera “ciencia urbana” que dirigiera la evolución de las ciudades, entidades cada vez más complejas. El estructuralismo, que emergió aquellos años, sobre todo en el pensamiento francés, y la naciente Teoría General de Sistemas fundamentaron unos planteamientos que se apoyarían en otros campos como la sociología, la antropología, la economía o incluso la biología. La interdisciplinaridad, la metodología y los procesos de trabajo se convirtieron en protagonistas obviando los aspectos morfológicos. Entre las contribuciones más relevantes se encontrarían la Ekística de Constantinos Doxiadis o el enfoque sistémico de George F. Chadwick.
Décadas después, la extraordinaria repercusión en la ciudad producida por la irrupción de las TICs y de Internet está volviendo a situar en primera línea alguna de las contribuciones de la teoría sistémica y de sus modelos.

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El contexto de la filosofía estructuralista y algunos pioneros de la urbanística como ciencia.
Durante la década de 1960 se asentaría una corriente de pensamiento que transformaría las ciencias sociales: el estructuralismo. Su objeto era fundamentalmente metodológico, y tendría como precursor a Ferdinand de Saussure (1857-1913), a quien se considera el fundador de la lingüística moderna y de la semiótica. Saussure descubrió en la lengua unas bases permanentes, unas bases “estructurales” que abrían un nuevo horizonte para la investigación filológica. Émile Durkheim (1858-1917), uno de los fundadores de la sociología moderna, intuyó las posibilidades de la aplicación del nuevo procedimiento a las ciencias humanas, pero el gran introductor del método estructuralista en las ciencias sociales, sería Claude Lévi-Strauss (1908-2009), quien lo aplicaría a la antropología social y cultural (la etnología) abriendo un amplio campo que sería secundado por numerosos investigadores, principalmente franceses.
Saussure explicaba en su “Curso de Lingüística General” que “en la lengua no hay más que diferencias (…) lo que de idea y materia fónica hay en un signo importa menos que lo que hay a su alrededor en los otros signos. La prueba está en que el valor de un término puede modificarse sin tocar ni su sentido ni su sonido, con solo el hecho de que tal otro término vecino haya sufrido una modificación”. Como indica Miguel Morey en su “Pensamiento francés contemporáneo”, Saussure había descubierto que la lengua debía analizarse como “un sistema de diferencias, como una red de diferencias, dentro de la cual cada elemento tiene un valor, según la posición que ocupe en el sistema. Mediante el análisis de dichos elementos se pueden llegar a establecer entre ellos listados de oposiciones binarias, y a partir de estas sartas de oposiciones diseñar las combinatorias pertinentes. (…) La diferencia, el juego de diferencias (carentes de significado) es lo que permite que exista un significado. Una palabra es algo que está compuesto por letras y que tiene un significado, pero son las letras de esta palabra las que le dan el significado que tiene. Y las letras no tienen significado, lo único que significa una letra es que no es ninguna de las otras letras, su sentido es el lugar que ocupa en el sistema”.
Lévi-Strauss aprendió de Saussure unos protocolos de análisis que trasladaría desde la lingüística hacia la antropología: como el hecho de pasar del estudio de fenómenos conscientes a infraestructuras inconscientes; rechazar la consideración de los términos como entidades independientes y buscar las relaciones entre ellos; introducir el concepto de sistema y estructura subyacente;  o intentar descubrir (tanto a través de la inducción como la deducción) leyes generales. Nuevamente en palabras de Morey, “el incuestionable éxito de esta adopción de los procedimientos de análisis propios de la lingüística parecía prometer una vía de acceso al estudio del hombre, ahora sí, irrefutablemente científica, título que hasta entonces solo poseían las ciencias naturales. Una ciencia apoyada en un método contrastado como el de la lingüística; capaz de levantar cartografías de los hechos humanos, cartografías que cumplieran todos los requisitos que se exigen a las ciencias naturales, incluida la capacidad de predicción”. Con ello estaba dando impulso inmenso a las ciencias humanas, elevándolas al nivel de las propias ciencias naturales. Incluso se pensó que la lingüística podría llegar a ocupar, en las ciencias sociales, la función que la matemática cumple para las naturales.
El éxito se manifestó en la adopción de la incipiente metodología estructuralista en otros ámbitos de las ciencias humanas. Así, Louis Althusser (aplicándola a la filosofía marxista), Jacques Lacan (al psicoanálisis), Roland Barthes (a la literatura) o Michel Foucault (a la epistemología), entre otros, demostrarían la pertinencia del modelo. La publicación de las conclusiones de los diferentes pensadores tendría una gran repercusión internacional revolucionando definitivamente las formas de trabajo de todas esas disciplinas. El salto al mundo del espacio (ciudad y territorio) no tardaría en producirse, como sucedió en la geografía con Roger Brunet (a través de su proposición de coremas) o en las investigaciones arquitectónicas de algunos miembros del TEAM X (como Herman Hertzberger) que proponían estructuras físicas (mallas regulares) incompletas sobre las que se incorporaban “células”, ocupadas y equipadas por los habitantes individuales. En la aplicación al mundo del urbanismo sobresaldrían las propuestas de Constantinos Doxiadis o George F. Chadwick, con puntos en común aunque con enfoques diferentes.

No obstante, la aproximación desde la planificación urbana a otras ciencias, o su consideración como un sistema, contaba con algunos pioneros cuyo pensamiento había iniciado el recorrido por esas mismas sendas. En este sentido, son muy importantes las contribuciones de Patrick Geddes (1854-1932), quien siendo biólogo y sociólogo, dedicó buena parte de sus reflexiones al campo de la planificación urbana, llegando a trabajar como consultor en la planificación de algunas ciudades como Edimburgo o Tel Aviv. Geddes fue un pionero de la urbanística y de su reconversión en una ciencia, utilizando analogías orgánicas para referirse a las ciudades, tanto en su planificación, como para su evolución y desarrollo, considerándolas como un “organismo” que reaccionaba ante su entorno. De sus observaciones nacerían conceptos como región o conurbación. Entre su producción teórica destacaría su influyente libro “Cities in evolution: an introduction to the town planning movement and to the study of civics” de 1915.
Esquema de la Teoría de los Lugares Centrales de Walter Christaller con la superposición de mallas hexagonales.
También cabe reseñar a Walter Christaller (1893-1969), geógrafo alemán que concibió la “Teoría de los Lugares Centrales” en 1933. Su teoría partía de un espacio isótropo y aplicaba modelos matemáticos y de análisis de mercados (con variables como el coste de producto, distancia, precio de transporte, etc.) para establecer pautas de cara a la organización de redes urbanas. Esta teoría proponía un método de ordenación territorial en el que los diferentes municipios se implantarían en un modelo geométrico (que resultaba de una serie de mallas hexagonales superpuestas en función del objeto de análisis). La malla quedaba jerarquizada destacando en ella los Lugares Centrales, que serían los nodos donde implantar los servicios principales. Esta teoría fue rescatada por el pensamiento estructuralista y ejerció mucha influencia en la planificación urbana sistémica durante la década de 1960.

Doxiadis y la Ekística, la ciencia de las Ciudades.
Constantinos Doxiadis (1913-1975) fue un arquitecto griego que alcanzó un gran reconocimiento internacional en las décadas de 1950 y 1960, tanto por sus grandes intervenciones urbanas en países muy diversos de África, Asia y América (destacando nuevas ciudades como Islamabad en Pakistán o Tema en Ghana, a las que hemos dedicados artículos en este blog) como por sus teorías urbanas, que tuvieron mucha repercusión en su época.
Constantinos Doxiadis explicando sus propuestas para Rio de Janeiro.
Su producción teórica urbanística alumbró una teoría sobre los asentamientos urbanos que denominó Ekística. El término Ekística procede del griego οίκος, (íkos) que significa casa, hogar o hábitat. Con esta raíz surge el verbo οικίζω (ikíso) que se refiere al establecimiento de una persona o de un grupo en un lugar determinado mediante la construcción de un entorno. Otra derivación es οικιστής (Ikistís) que designa a la persona que selecciona el lugar y su forma, y también οικιστικός (ikisticós) para referirse al proceso de fundación de una casa o de un asentamiento humano. Por eso, Doxiadis denominó οικιστικη (ikistikí), Ekística, a su propuesta para  una nueva ciencia de carácter multidisciplinar, cuyo objeto serían los asentamientos humanos (ciudades y territorios), con un enfoque claramente sistémico.
La teoría que desembocaría en el planteamiento de la Ekística rondaba la cabeza de Doxiadis desde 1942. Con el tiempo fue complejizándose y recibiendo influencias de otros ámbitos, como la biología. De ella extrajo varias leyes naturales que le llevaron a la concepción de cinco principios básicos basados en las características biológicas humanas y que trasladó a la ciudad y al territorio, a los que consideraba como una prolongación del mismo hombre.
En 1968 Doxiadis publicó un libro que tituló “Ekistics: An Introduction to the Science of Human Settlements” (Ekística: una introducción a la ciencia de los asentamientos humanos), donde advertía: “There is a need for a science dealing with human settlements, because otherwise we cannot view these settlements in a reasonable way” (Es necesaria una ciencia que aborde los asentamientos humanos porque, de lo contrario, no podremos observar estos asentamientos de manera razonable-racional). En la misma obra, afirmaba que “In order to create the cities of the future, we need to systematically develop a science of human settlements. This science, termed Ekistics, will take into consideration the principles man takes into account when building his settlements, as well as the evolution of human settlements through history in terms of size and quality. The target is to build the city of optimum size, that is, a city which respects human dimensions. Since there is no point in resisting development, we should try to accommodate technological evolution and the needs of man within the same settlement” (Para crear las ciudades del futuro, tenemos que desarrollar sistemáticamente una ciencia de los asentamientos humanos. Esta ciencia, denominada Ekística, debe considerar los principios que el hombre tiene en cuenta tanto en la construcción de sus asentamientos, como la evolución de los mismos a través de la historia en términos de tamaño y calidad. El objetivo es la construcción de la ciudad de tamaño óptimo, es decir, una ciudad que respete las dimensiones humanas. Dado que no hay ningún punto que se resista al desarrollo, debemos tratar de acomodar la evolución tecnológica y las necesidades del hombre en el mismo asentamiento".
La Ekística se nutría de otras ciencias y ámbitos para comprender las ciudades. A la derecha, dibujo de Doxiadis explicando la formación de la matriz básica de la Ekística, relacionando los elementos con los ámbitos.
Doxiadis se preguntó inicialmente si era posible constituir esa ciencia sobre los asentamientos humanos. En su investigación se fijó en ejemplos exitosos de ciudades antiguas para concluir que estaban realizadas siguiendo unos principios, en ocasiones inconscientes. Estos principios o leyes estaban estrechamente relacionados con la biología humana. De ahí su convencimiento de que, para poder crear una ciencia de los asentamientos humanos, se requería el apoyo de otras disciplinas, es decir que la Ekística sería una ciencia multidisciplinar. Los cinco principios (cuatro más una síntesis) son los siguientes:
  1. Maximizar los posibles contactos del ser humano, con la naturaleza, con otras personas y con las propias obras humanas (edificaciones, por ejemplo).
  2. Minimizar el esfuerzo necesario para conseguir el nivel de contacto. Como ejmplo puede servir que el ser humano tiende a escoger la ruta más corta o más cómoda para hacer sus desplazamientos.
  3. Optimizar el espacio de protección. Esto supone conjugar el primer principio con la necesaria intimidad de las personas, para que estas no se sientan molestas por una invasión excesiva en su ámbito personal. Los muros de nuestros edificios son una muestra de la necesaria conjugación de distancias e intimidades.
  4. Optimizar la calidad de las relaciones humanas con su entorno, principio que dirige hacia consideraciones de orden, estéticas o incuso fisiológicas.
  5. Sintetizar los principios anteriores atendiendo al espacio y al tiempo, así como a la realidad del entorno. Doxiadis solía decir “When he has achieved this by creating a system of floors, walls, roofs, doors, and windows which allows him to maximize his potential contacts (first principle) while minimizing the energy expended (second principle) and at the same time makes possible his separation from others (third principle) and the desirable relationship with his environment (fourth principle), we speak of «successful human settlements»" (Cuando se ha logrado esto mediante la creación de un sistema de pisos, muros, techos, puertas y ventanas, que permite maximizar sus posibles contactos (primer principio) a la vez que minimizar la energía consumida (segundo principio) y, al mismo tiempo, hace posible su separación de los otros (tercer principio) y la relación deseable con su entorno (cuarto principio), se habla de "asentamientos humanos exitosos"). 
Conseguir los cinco principios supondría haber logrado un equilibrio entre el ser humano y su medio ambiente. Para Doxiadis los asentamientos humanos eran sistemas de energía activada por el hombre y por eso revisó la historia a partir de ese criterio. En su investigación estructuralista detectó la existencia de cinco elementos fundamentales: “The whole range of human settlements, is a very complex system of five elements - nature, man, society, shells (that is, buildings), and networks. It is a system of natural, social, and manmade elements which can be seen in many ways - economic, social, political, technological, and cultural. For this reason only the widest possible view can help us to understand it” (Toda la gama de asentamientos humanos, se reduce a un sistema muy complejo de cinco elementos - naturaleza, ser humano, sociedad, conchas (es decir, edificios), y redes. Es un sistema de elementos naturales, sociales y artificiales que pueden ser observados desde muchos aspectos -económicos, sociales, políticos, tecnológicos y culturales-. Por esta razón, sólo el punto de vista más amplio y general puede ayudarnos a entenderlos). Así pues el entorno debía ser la conjunción de esos cinco elementos fundamentales: naturaleza, ser humano, sociedad, shells (“conchas”, que era el nombre que Doxiadis utilizaba para designar a las edificaciones) y redes (tanto las físicas, tipo carreteras, como virtuales, tipo telecomunicación).
Otra de sus conclusiones fue que, relacionado íntimamente con la optimización energética y las posibilidades de interacción, se encontraba la noción de distancia y, particularmente, la distancia que podía recorrerse en la actividad diaria. Analizó diferentes casos reales para evaluar las interacciones y las distancias y tiempos invertidos, así como las necesidades propias de cada comunidad en función del tamaño. A partir de sus conclusiones, Doxiadis estableció una clasificación de los niveles de organización espacial humana, comenzando desde el propio individuo. Para él, referirse a la cuestión de la calidad de vida urbana (un objetivo esencial) o cualquier otro aspecto de la ciudad sin considerar el tamaño de la misma era imposible. Por eso cada decisión debía ajustarse al nivel en el que se encontraba. Los tres primeros niveles (individuo, espacio íntimo o habitación, y la casa familiar) eran muy claros mientras que el cuarto se concebía como una unidad social (grupo de casas o entorno vecinal). Desde allí hasta el nivel máximo, que era el decimoquinto, se presentaba una sucesión de entornos (formando una escala logarítmica según su población y extensión) en cuya “cúspide” se encontraba la “ciudad universal”, la “ecumenopolis”, la teoría del planeta urbanizado con una única ciudad.
Cuadro con la sucesión de niveles de agrupación, marcando la población y extensión de cada uno de los quince (la denominada “Escala logarítmica de la Ekística”)
Doxiadis trabajaría con matrices en las que iría relacionando criterios y escalas a través de ejercicios de combinatoria que pretendían tener en cuenta todos los aspectos.
Doxiadis intentó llevar a la práctica sus conclusiones, por ejemplo, en la que quizá fue su obra más celebrada, Islamabad, en la partió de presupuestos muy diferentes a los de Chandigarh o Brasilia, las otras referencias de la “ciudad funcional”. Doxiadis rechazó la visión artística de Brasilia o la funcional de Chandigardh para apostar por un método de trabajo que criticaba abiertamente esos criterios por ser excesivamente concretos y cerrados. En consecuencia, Islamabad sería una estrategia de urbanización más que una formalización determinada. La nueva capital de Pakistán debía ser un sistema abierto, una ciudad dinámica (dinapolis) que se basaría en unas pautas de generación estructural, sin determinar la arquitectura que albergaría. De hecho, Doxiadis se limitó al trazado del máster plan y la arquitectura fue desarrollada por otros arquitectos.
Islamabad, la capital de Pakistán, en la que Doxiadis intentó reflejar los principios de la Ekística.

El enfoque sistémico para la planificación de ciudades.
“There is nothing so practical as a good theory”
(No hay nada tan práctico como una buena teoría).
Bertrand Russell

Las décadas de los sesenta y setenta asistieron al intento de definir los procesos de planificación como procedimientos científicos. Para ello, la realidad debía sufrir un proceso de simplificación y abstracción por medio del cual se convertía en un sistema, que se correspondería genéricamente con lo real. Sobre esa estructura formada por diferentes elementos y sus relaciones, se intervendría aplicando un método racional, objetivable y cuantificable. Lo importante era identificar correctamente los componentes del sistema, sus características y comportamientos, así como medir sus interacciones. La aplicación al mundo de las ciudades y los territorios generó una innovadora manera de abordar la urbanización. Los sistemas (urbanos) se convirtieron en “mundos paralelos” que entraban en los laboratorios urbanísticos para ser analizados, evaluados, diagnosticados, controlados, planificados, etc.
Uno de sus principales impulsores fue George F. Chadwick quien, tras una década de investigaciones, publicó en 1971 su libro “A Systems View of Planning: Towards a Theory of the Urban and Regional Planning Process” (Una Visión Sistémica Del Planeamiento ). En esta obra, Chadwick afirmó: “Planning is a general conceptual system. By creating a conceptual system independent of, but corresponding to, the real world system, we can seek to understand the phenomena of process and change, then anticipate them and finally evaluate them; to concern ourselves with the optimisation of the real world system by seeking optimisation of the conceptual system” (Un Plan es un sistema conceptual general. Creando un sistema conceptual independiente, pero correspondiente con el sistema del mundo real, podemos aspirar a comprender los fenómenos y procesos de cambio y, entonces, anticiparlos y, finalmente, evaluarlos; así nos interesa la búsqueda de la optimización del sistema conceptual para la optimización del sistema mundo real).
Portadas de las versiones inglesa y española del libro de George F. Chadwick.
Chadwick pretendía eliminar la irracionalidad de los procesos de toma de decisiones en el planeamiento para convertirlos en una cuestión objetiva. Para él, los tradicionales enfrentamientos entre teoría y práctica, entre ideología y mito, entre interprofesionalidad o autonomía disciplinar, solamente generaban confusión. Por eso, en su obra referencial insistía: “And it is only by separating planning into its constituent parts: process and purpose, for analyses, and recombining them with meaning and understanding by way of thoughtful synthesis, that we shall really see where planning stands: what it promises, what it might perform. (Solamente a través de la separación de las partes constituyentes de la planificación: proceso y propósito, para analizarlos y recombinarlos con significado y comprensión a través de la síntesis reflexiva, veremos realmente donde se basa la planificación: lo que promete, lo que puede llevar a cabo)
Chadwick defendía que la planificación de ciudades y territorios era una actividad y no un resultado concreto, que era un método general bastante independiente de las especificidades de un entorno determinado. Esta afirmación se basaba en el entendimiento de que la actividad planificadora era algo común a todos los seres humanos y a todas las investigaciones científicas. Uno de sus principales apoyos instrumentales fue la cibernética, una ciencia reciente, nacida en 1942, cuyo objeto era estudiar el control y la comunicación (natural o artificial) utilizando para ello bases matemáticas. Era, como dijo el filósofo británico Stafford Beer “la ciencia de la organización efectiva”, destinada a estudiar los flujos de información que rodean a un sistema (tanto animado como inanimado) desde una óptica interdisciplinar. En la misma línea, dos años antes de la aparición del libro de Chadwick, en 1969, J. Brian McLoughlin había publicado “Urban and Regional Planning: A Systems Approach” (Planeamiento regional y urbano: un acercamiento sistémico) en el que defendía que los sistemas proporcionaban un poderosa herramienta, no solo para comprender y explicar las relaciones humanas con el entorno, sino para planificar y controlar esas relaciones.
George F. Chadwick intentó definir en términos científicos el proceso de planificación, determinando los componentes del proceso, sus atributos y comportamientos, para mostrar como los objetivos de la planificación podrían transformarse en factores representables a través de indicadores cuantitativos que permitirían evaluar racionalmente las diferentes alternativas que pudieran generarse. Centró sus investigaciones en el concepto de planificación aplicando la naciente Teoría General de Sistemas que había surgido en el campo de la Biología y que estaba demostrando una extraordinaria capacidad de aplicación a otras disciplinas distintas.
Chadwick estructuró el proceso en siete pasos:
1. Reconocimiento y descripción del sistema.
2. Formulación de los criterios de prueba del sistema.
3. Modelo del sistema.
4. Prueba del modelo del sistema con relación a los criterios.
5. Elección de una situación en contraste con el modelo.
6. Prueba de esta situación con relación a los criterios.
7. Control del comportamiento del sistema con respecto a la situación deseada.
(“1. Recognition and description of the system; 2. Formulation of criteria for testing the system; 3. Modelling the system; 4. Testing the system model against the criteria; 5. Choosing a projected future state from the model; 6. Testing the projected future state against the criteria; 7. Controlling the system's behaviour towards the desired future state”).
De una forma más general, esta sucesión se podía expresar con cuatro grandes categorías de actuación:
a) Descripción del sistema y definición del problema
b) Obtención y análisis de la solución.
c) Evaluación y elección.
d) Ejecución y control.

En definitiva, Chadwick formuló una teoría de planificación que era un planteamiento abstracto, independiente del mundo real, pero fuertemente relacionado con él. Su pretensión era comprender sus procesos y sus cambios para poder anticiparse a ellos y optimizarlos.

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