Los Jardines del Turia, el gran parque lineal que se
creó en el antiguo cauce del rio Turia a su paso por Valencia.
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La relación de las ciudades con sus ríos
es compleja, y en ella afloran tanto amores como odios. Los ríos han proporcionado múltiples
recursos (agua, transporte, ocio, paisaje, etc.) y por eso, su presencia fue
primordial para seleccionar la ubicación de los asentamientos.
Pero las
fuerzas de la naturaleza también tienen su lado negativo y muchas ciudades han
sufrido las consecuencias de crecidas e inundaciones con resultados
catastróficos. Algunos ríos son especialmente proclives a estas desgracias
debido a su acusada irregularidad, obligando a las ciudades que conviven con
ellos a tomar medidas para contrarrestar sus efectos.
Es habitual
ver muros de contención para encauzar las riadas periódicas, pero en alguna
ocasión se han realizado operaciones más
drásticas, como trasladar el cauce fluvial, alejándolo del casco urbano y
dejando seco el lecho que atravesaba la ciudad.
Este es el
caso de Valencia, la ciudad española
que optó por desviar el recorrido de su río, el Turia, aprovechando el antiguo curso para crear un gran parque mediterráneo
de carácter lineal. Los denominados Jardines del Turia son el nuevo “rio
verde” que acompaña al centro de la ciudad desde que en 1987 se inauguraron
sus primeros tramos (y que contiene, cerca de su “desembocadura”, la
controvertida Ciudad de las Artes y de
las Ciencias)
Valencia y el río
Turia, entre el amor y el odio.
Valencia
nació junto al río Turia o, siendo más precisos, en el interior de dos brazos
que se abrían para reunirse de nuevo poco después. En ese gran islote que
dominaba una vega fértil surgió el primer asentamiento de la ciudad. No
obstante, el brazo meridional acabaría siendo rellenado en fechas muy
tempranas.
La Valencia
romana, islámica, medieval e incluso la ciudad burguesa irían creciendo hacia el
sur del cauce principal del río, que marcaría el límite septentrional de la
ciudad durante siglos. Aunque hubo algún crecimiento extramuros en la orilla
izquierda del Turia, la ciudad no daría el salto definitivo a esos terrenos hasta
el siglo XX. Entonces, el río se convirtió en el eje central de la ciudad y en borde
urbano de buena parte de sus áreas, desde el casco antiguo o los ensanches
hasta los nuevos crecimientos producidos en sus dos márgenes.
Pero el río
Turia, que había sido trascendental en la historia urbana y económica de
Valencia, también contaba con una larga reseña de desastres ocasionados por sus
frecuentes crecidas que, provocadas por las lluvias torrenciales estacionales, inundaban
la ciudad. De hecho, la construcción de los pretiles, los muros de contención y
los puentes de piedra estuvo motivada por la gran inundación que se produjo en
1589 y que obligó a la ciudad a buscar una urgente y sólida protección ante el
irregular y tumultuoso Turia.
Pero las
riadas continuaron y alguna puso en cuestión las salvaguardas existentes. Entre
ellas destaca la del año 1957, que causó cuantiosos daños materiales y que,
sobre todo, acabó con un centenar de vidas humanas. Con esa desgracia se agotó
la paciencia de los valencianos, que reclamaron una respuesta urgente a las autoridades
para evitar nuevas catástrofes.
La solución
requería una reflexión en profundidad sobre la estructura urbana de Valencia. Hubo
tres propuestas iniciales que fueron
analizadas, denominadas Solución Norte,
Solución Centro y Solución Sur. La Norte se desestimó rápidamente porque proponía el desvío del caudal
por un barranco que transcurría por una zona que se encontraba igualmente muy
poblada. La Centro, que abogaba por
mantener el rio en su cauce original reforzando el encauzamiento, también sería
rechazada. Y finalmente la Solución Sur, la escogida, que defendía la
creación de un nuevo cauce, sugiriendo su trazado por la periferia meridional
de la ciudad.
Así pues, los
responsables de la ciudad tomaron una decisión radical: cambiarían el recorrido del río, diseñando un nuevo cauce alejado
del centro de la ciudad y con la suficiente amplitud como para recoger los
extraordinarios aumentos de caudal. Este nuevo cauce tendría un recorrido de
unos doce kilómetros y unos doscientos metros de anchura y, además, serviría
como apoyo para la creación de un nuevo anillo viario doble, con una calzada junto
a cada orilla. Su capacidad se calculó para absorber hasta 5.000 m3/segundo
(una cantidad de agua superior a la de la riada de 1957 que llegó a alcanzar
los 3.700 m3/segundo). La creación del nuevo cauce meridional se acometió con
rapidez y, en 1970, las obras ya se encontraban próximas a su fin. Fue entonces
cuando se intensificó el debate sobre qué hacer con el viejo cauce cuando
estuviera seco, terrenos, que en esos momentos, eran propiedad estatal a través
del Ministerio de Obras Públicas.
Dado que la
ciudad presentaba algunos problemas
relacionados con la red ferroviaria y las vías rodadas de acceso a la ciudad se
pensó en el cauce vacante como solución a los mismos. El Plan General de
Ordenación Urbana de Valencia de 1966, que recogió el trazado del desvío,
propuso (en sintonía con el Ministerio) una gran autopista vertebral, que
ejercería de enlace entre la Madrid-Valencia y la Autopista del Litoral,
proporcionando además un acceso rápido al centro de la ciudad. Igualmente, el
cauce sería aprovechado para la instalación de una nueva estación ferroviaria y
la creación de varios complejos industriales.
Plano del Plan General de Ordenación Urbana de Valencia
en el que se aprecia el trazado del nuevo cauce y el aprovechamiento
infraestructural del antiguo.
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Pero esa propuesta inicial de usos sobre el
antiguo lecho del río encontró el rechazo frontal de la ciudadanía que reclamaba
la creación de un parque. La reacción en contra fue muy intensa,
manifestada, por ejemplo, desde asociaciones vecinales, colegios profesionales
y, sobre todo, por la plataforma Pro-Cauce
creada al efecto y que organizó importantes movilizaciones populares bajo el lema
“el llit és nostre i el volem verd”
(el cauce es nuestro y lo queremos verde). Entre todos consiguieron frenar la planificación inicial. La idea del parque
iría consolidándose, especialmente a partir de 1976, cuando se logró la cesión
de la propiedad de los terrenos del antiguo cauce a la ciudad de Valencia.
Finalmente, en 1979, con la llegada de los
ayuntamientos democráticos, se calificó el cauce como zona verde, parque
público y dotacional. La extensa superficie disponible abría la oportunidad
de crear una serie de equipamientos muy demandados que podrían cubrir los
déficits existentes en la ciudad. Así pues, la idea principal de crear un
parque se complementaría con la construcción puntual de varios edificios
públicos, alguno de los cuales se ha convertido en imagen icónica de la ciudad
moderna.
Propuestas previas para el gran parque lineal de
Valencia (Plan Especial redactado por Taller de Arquitectura-Ricardo Bofill).
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Acto seguido
se convocó un concurso de ideas que no resultó fructífero de forma que, en 1981,
se contrataría a Taller de Arquitectura-Ricardo
Bofill la redacción del Avance del
Plan Especial de Reforma Interior del Viejo Cauce del Turia. La
presentación al año siguiente de este trabajo permitió la participación de
instituciones y de asociaciones ciudadanas que realizarían diversas sugerencias.
Este proceso culminaría en 1984, cuando se aprobó definitivamente el Plan Especial. Quedaron así definidos los
denominados “Jardines del Turia”,
que deberían ser un ejemplo de parque
mediterráneo. Su propuesta espacial se vinculaba al modelo de la jardinería
hispanomusulmana, con una rotunda geometría y un fuerte simbolismo. Su
vegetación estaría protagonizada por pinos, cipreses, palmeras, naranjos,
olivos o encinas, entre otras especies características y dispondría de la
presencia del agua como recurso paisajístico. Además, en el parque se integraba
un programa dotacional relacionado con el ocio, la cultura y el deporte. Poco después,
el Plan General de Ordenación Urbana de Valencia de 1988, asumiría urbanísticamente
todos estos planteamientos, incluso ampliando el jardín con el denominado Parque de Cabecera.
El cauce del antiguo Turia durante el proceso de transformación
en parque.
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Valencia y los Jardines
del Turia (el rio verde)
El Plan
Especial articulaba el gran parque lineal en 18 tramos que se iniciaban en Mislata y finalizaban en el barrio de
Nazaret, con aproximadamente 12 kilómetros de recorrido y una superficie de unas
170 hectáreas (la anchura media se sitúa en torno a los 160 metros)
Esquema del parque “Los jardines del Turia” con sus 18
tramos y los puentes que los separan.
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La distinción
entre tramos se adaptó a los puentes que cruzaban el cauce y a otros que
acabarían construyéndose incrementando las conexiones entre ambas orillas
urbanas. A los puentes históricos, como el de la Trinidad (siglo XV), el de
Serranos, el del Real, el del Mar (todos del siglo XVI) o el de San José (del
siglo XVII); se le sumarían otros de nueva factura, como el Puente de la Exposición,
el del Nueve de Octubre, el de las Flores o el de l’Assut d’Or (diseñados por Santiago Calatrava); el de las Artes
(de Norman Foster); el del Ángel Custodio (de Arturo Piera) o el más reciente
Puente de Madera (Pont de Fusta)
abierto en 2012 (diseñado por José María Tomás Llavador).
Tras la
aprobación definitiva del Plan Especial en 1984 se pondrían en marcha una serie
de concursos de diseño que darían inicio a un largo proceso de diseño y ejecución de los diferentes sectores que
se prolongarían en lo esencial hasta 2010 (porque el Parque de Cabecera inauguró su primera fase en 2004 y los tramos finales todavía se encuentran pendientes).
Los primeros
concursos de diseño, adjudicados en 1985, atendieron a los tramos 2, 3, 10 y
11. La discontinuidad en la selección tenía una justificación, porque mientras que
los tramos iniciales ofrecían un desarrollo más sencillo por la existencia de
menos condicionantes infraestructurales, los intermedios (el 10 y el 11)
albergarían el Palau de la Música,
uno de los equipamientos estrella del nuevo parque cuya construcción se había
comenzado.
Plano de los Tramos 1, 2 y 3.
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Arriba, maqueta de la propuesta para el Tramo 2.
Debajo, ortofoto con el tramo 1 y 2 ya realizados.
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El Tramo
2, con 120.000 metros cuadrados de superficie, desde la Casa del Agua
hasta el Puente del Campanar, sería asignado al equipo Vetges Tu i Mediterrània. El proyecto proponía un homenaje al rio
desaparecido recordando las técnicas de control y aprovechamiento de las aguas
y rehabilitando el azud de Rovella.
La personalidad de sus elementos arquitectónicos, como el laberinto, la plaza
porticada o la propia Casa del Agua, vinculados al posmodernismo dominante en
la época, no fue bien recibida por todo el mundo, cuestión que hizo que, por
ejemplo, en 2010, la plaza porticada fuera transformada en NaTuria, un centro de
interpretación del parque para albergar exposiciones divulgativas sobre el
medio ambiente y la sostenibilidad.
Arquitectura en el Tramo 2: arriba la plaza porticada
reconvertida en el centro NaTuria. Debajo, la Casa del Agua (fotografía de Vicente Rodríguez-Madridejos)
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Plano de los Tramos 10, 11 y 12.
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Los Tramos
10 y 11, que sumaban 135.000 metros cuadrados de superficie, entre el
Puente de las Flores y el Puente del Ángel Custodio (junto al Palau de la
Música que se abriría en 1987), serían encargados a Taller de Arquitectura-Ricardo Bofill. Bofill, que había diseñado
la filosofía general del parque en el Plan Especial, tuvo la oportunidad de
desarrollar sus ideas, proponiendo un proyecto de parque mediterráneo en el que
los ritmos, la geometría, la regularidad o la simetría, determinaban el diseño.
En él abundan las referencias a los conceptos romanos del espacio público como
lugar de encuentro o al jardín árabe como arquetipo autóctono. Se reivindicaba
en el nuevo parque la memoria histórica de los jardines de Ruzafa, frente a los
modelos de jardín francés o jardín inglés.
Tramos 10 y 11. A la izquierda plano de la propuesta de
Bofill y a la derecha ortofoto del resultado final.
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Imagen de los tramos 10 y 11 diseñados por Ricardo
Bofill, en el momento de su inauguración (junto al Palau de la Música)
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Imagen de los tramos 10 y 11. Sobre la silueta arbolada
emergen el Palau de la Música y el teatro de la ópera, el Palau de les Arts
Reina Sofía.
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El último de
los tramos iniciales, el Tramo 3, de algo más de 80.000
metros cuadrados, entre el Puente del Campanar y el de las Glorias Valencianas
(Puente de Ademuz), sería concedido al equipo de arquitectos formado por Juan
de Otegui, José Luis Gisbert y Juan Francisco Noguera (Otegui/Gisbert/Noguera). Su planteamiento fue diferente a los
anteriores ya que nacía con una fuerte vocación deportiva, aunque encontró
grandes escollos en su camino (tanto políticos como ciudadanos), dificultades
que obligaron a reconfigurar los elementos del programa (por ejemplo eliminando
la piscina prevista). Finalmente, tras muchos avatares, el sector incluiría un
estadio de atletismo (Estadio del Turia),
así como un campo de fútbol 7 (de césped artificial). La propuesta paisajística
intentó integrar esas instalaciones dentro del planteamiento de continuidad de
los espacios verdes del parque, que con sus calles laterales o el gran estanque
circular que se diseñó bajo el Puente de Ademuz, pudieron concluirse en 1992
(las obras se habían iniciado en 1986).
Plano de los Tramos 4, 5 y 6.
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A pesar de
los problemas (algunos técnicos y otros muchos políticos) que dificultaban el
avance de la construcción del parque, a partir de 1990, se impulsaría la
realización de nuevos tramos de los Jardines
del Turia. El Tramo 4, que se proyectaría como un “bosque urbano”, y el Tramo
5, en el que primaría la componente deportiva (con un campo de rugby y
otro de entrenamiento), serían desarrollados por la Consellería
de Agricultura de la Generalitat Valenciana.
Propuestas del Plan Especial redactado por el equipo de
Ricardo Bofill para el Tramo 6 y ortofoto de su realización final.
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De forma similar, el Tramo
12 (concebido por Rafael Rivera y Manolo Martín) tendría también un
enfoque forestal, aunque asociado a juegos infantiles, con la inclusión del
emblemático Parque Gulliver, cuya
principal atracción es la figura gigante del personaje literario creado por
Jonathan Swift. La gran escultura yacente, que representaba su encuentro con
los pequeños liliputienses (que serían los niños), se convertía en un juego de
diferentes rampas, toboganes y escaleras. La propuesta lúdica se completaba con
otros elementos como tableros de ajedrez gigantes, pistas de mini golf y de
monopatín, etc.
Imágenes del Parque Gulliver en el Tramo 12.
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En el año
1995 se abrió el nuevo Puente de la Exposición (el antiguo había sido derribado
por la riada de 1957 y se había realizado la instalación de una modesta
pasarela-puente a la espera del cambio). Bajo el nuevo puente (conocido
popularmente como “de la peineta”) se construyó la Estación Alameda del Metro
de Valencia. En ambos casos (puente y estación) el diseño corrió a cargo de
Santiago Calatrava. La conclusión de estas infraestructuras permitiría la
puesta en marcha de los tramos 8 y 9. Tramo 9 (entre el Puente de la
Exposición y el Puente de las Flores, que se construyó en 2002), había estado
ocupado durante mucho tiempo por las obras del referido Metro de Valencia, y sería
receptor en 2001 de un
nuevo jardín con espacio reservado para la realización de eventos al aire libre
y ferias diversas. Este tramo, así como el Tramo 6 y Tramo 8, serían diseñados
bajo la dirección de Ángel Zurilla. No obstante, el 6 y el 8 serían el
resultado de diversas campañas ciudadanas del Día del Árbol (lo que les proporciona cierta aleatoriedad de
diseño) y, además, compatibilizarían los espacios verdes con un programa
deportivo que acoge varios campos de fútbol o un campo de béisbol (en el sector
6).
Plano de los Tramos 6, 7, 8 y 9.
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Plano de los Tramos 13, 14, 15 y 16, que integran la
Ciudad de las Ciencias y de las Artes.
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La relación del
parque con la ciudad es diferente en esa zona por la inexistencia del pretil de
contención de aguas (y por la escenografía arquitectónica propuesta). Hubo una
primera versión desarrollada por el equipo Vetges
Tu i Mediterrània en 1992, aunque acabaría construyéndose entre 1997 y 2002
un parque natural más convencional (diseñado por Jacobo Ríos-Capapé, Rafael
Narbona y Ángel Palomar).
En 2003, le
llegaría el momento al Tramo 7, entre el Puente de la
Trinidad y el Puente del Real, que se había utilizado como vivero municipal y
cuya conclusión proporcionaba continuidad entre los diferentes sectores del
parque urbano ejecutados hasta entonces. Su propuesta arbórea es un tanto
particular y muy variada debido al mantenimiento de parte del arbolado del
vivero, albergando especies de flor y de sombra, así como árboles frutales,
todos entre praderas longitudinales de césped.
Bajo
la dirección de Ángel Zurilla, se acondicionaría el Tramo 1, entre el Parque
de Cabecera y la Casa del Agua, convirtiéndose en el arranque del gran parque
lineal hasta que en 2004 se inauguró la primera fase del Parque de Cabecera. Este magnífico parque
(diseñado por Eduardo de Miguel, Arancha Muñoz y Vicente Corell) pretende
ejercer la transición entre la configuración natural y el planteamiento urbano
de los “Jardines del Turia”. Por eso, tanto el orden topográfico, basado en el
antiguo cauce (con un gran protagonismo del agua y recreando los islotes
centrales habituales), como su vegetación (con los característicos sauces,
chopos o fresnos), intentan ejercer de charnela entre los dos mundos. El agua,
con unos 24.000 m2 de lámina, se convierte en el elemento clave del Parque de Cabecera para su notable
oferta lúdica. La estructura de recorridos peatonales o para bicicletas, así
como la propuesta de diversos equipamientos públicos completan un programa
orientado al ocio y al disfrute de la naturaleza. En la configuración del
parque destaca la colina que se eleva unos quince metros sobre su entorno,
ejerciendo de hito visual, de mirador y de soporte para el auditorio al aire
libre, que se abre hacia el lago.
Plano del Parque de Cabecera.
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Imagen del Parque de Cabecera.
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Plano de los Tramos 17 y 18. La línea rosa refleja
parte del circuito de Fórmula 1.
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El último
sector del parque, los Tramos 17 y 18, ubicados en la
antigua desembocadura del río, junto al Port
Vell, se encuentran pendientes de desarrollo. Este sector, denominado “Gran Delta Verde” pretendía articular el
encuentro de extenso jardín con el mar Mediterráneo. En él se iban a ubicar varios
rascacielos cuyo proyecto quedaría cancelado (a los que haremos referencia posteriormente)
y, sirvió, temporalmente, como parte del polémico circuito urbano de carreras
que acogió el Gran Premio de Europa de Fórmula 1 entre 2008 y 2012.
Palau de la Música de Valencia.
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Como se ha
comentado, el gran parque lineal cuenta con alguno de los iconos
arquitectónicos de la nueva Valencia, como el Palau de la Música, proyectado por José María García de Paredes, o
la controvertida Ciudad de las Artes y
de las Ciencias, cuya gestación y resultado merece una explicación
específica.
Este
complejo, que ha determinado la imagen valenciana de las últimas décadas, fue
ideado en 1989, con el objetivo de crear un museo destinado a la ciencia y a la
tecnología, inspirándose en la Villette
de París. La iniciativa partió del entonces presidente socialista de la
Comunidad Valenciana, Joan Lerma, quien encargó el desarrollo del proyecto museográfico
a un equipo liderado por Antonio Ten Ros, científico y profesor universitario.
La ubicación escogida eran los terrenos de la parte final del antiguo río (el
tramo 15 del Plan Especial). Más de cincuenta científicos, museólogos y
diseñadores prepararon un programa y un anteproyecto en el que trabajaron
durante casi dos años.
La idea de incluir
en el complejo una gran torre de comunicaciones permitió la incorporación al
proyecto de Santiago Calatrava (quien ganó un concurso internacional convocado
al efecto). Calatrava era un arquitecto de origen valenciano (aunque residente
en Zúrich) que estaba comenzando a destacar en el panorama internacional por
sus peculiares obras arquitectónicas e infraestructurales (sobre todo de puentes
y torres de comunicaciones) y que acababa de construir en Valencia el Puente
Nueve de Octubre (Pont Nou D'Octubre,
que se abrió en 1989).
Primer proyecto de Santiago Calatrava para la Ciudad de
las Ciencias con la gran Torre de Comunicaciones.
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La singular
propuesta formal de Calatrava para el conjunto, que se presentó en 1991, era
muy diferente a los planteamientos anteriores (en los que el contenido primaba
sobre el continente). La situación derivó en un conflicto con los responsables
de los estudios museográficos realizados quienes, ante el apoyo prestado desde
las instancias políticas hacia el proyecto de Calatrava, optaron por dimitir.
La denominada entonces “Ciudad de las Ciencias”, que constaría de un museo de
ciencia, un planetario y la mencionada torre de telecomunicaciones de 382
metros de altura, se comenzaría a ejecutar en 1994.
Pero en 1995,
el gobierno de la Comunidad Valenciana cambio de orientación política y el
nuevo presidente (Eduardo Zaplana) paralizó las obras, promoviendo una
remodelación del proyecto. En la versión presentada en 1996 se eliminó la torre
de comunicaciones, se mantuvieron los dos edificios iniciales y se incorporaron
otros: un teatro de ópera, un umbráculo (diseñados ambos por Calatrava), así
como un parque oceanográfico (l'Oceanogràfic,
diseñado por Félix Candela) que colonizaría el Tramo 16 de los jardines.
Con ello el complejo fue rebautizado como “Ciudad de las Artes y de las
Ciencias”.
Tras muchas
vicisitudes, en 1997 se reanudaron las obras con el nuevo modelo. La actuación
incorporó un nuevo puente, el Puente del Azud de Oro, que también diseñaría
Calatrava.
Los edificios
irían siendo finalizados progresivamente: en 1998 se inauguró L'Hemisfèric, la sala de proyección en
gran formato; en el año 2000 se abrió al público el gran Museo de las Ciencias
(y también el Umbracle); en 2002
llegaría L'Oceanogràfic (el mayor
acuario de la Unión Europea); el teatro de la ópera, bautizado como Palau de les Arts Reina Sofía, vería
interpretar su primera obra en 2006; el Puente
de l'Assut de l'Or, entró en funcionamiento en 2008; y en 2009 se
inauguraría (a pesar de no estar completamente finalizado) el edificio/plaza
cubierta denominado Ágora.
Conjunto de la Ciudad de las Ciencias y de las Artes.
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Paralelamente,
en 2004 fue presentado otro proyecto complementario, que preveía la
construcción de cuatro rascacielos en los tramos finales del Turia (17 y 18). El
proyecto, nuevamente diseñado por Calatrava, avivó la polémica existente con la
Ciudad de las Artes y de las Ciencias.
Se realizó una revisión del proyecto, y esos cuatro edificios quedarían reducidos
finalmente a tres (de los que el mayor contaba con una altura de 308 metros).
No obstante, la operación acabaría siendo cancelada, dejando pendiente la
finalización del parque.
Con todo, la Ciudad
de las Artes y de las Ciencias se ha convertido en un emblema con dos caras
para la ciudad. Por un lado, es evidente su monumentalidad y valor icónico
para Valencia (con defensores y detractores de su propuesta estilística) pero,
por otro, es un símbolo de valores negativos, con una incesante polémica
vinculada a sobrecostes presupuestarios, problemas constructivos, escándalos
políticos, infrautilización de las instalaciones, y siendo asociado a la
megalomanía de las autoridades responsables.
En cualquier caso, los Jardines
del Turia han transformado Valencia. Su posición estratégica,
vertebradora de la ciudad y su gran tamaño (es el mayor parque de España)
proporcionan un gran protagonismo al espacio, que se ve refrendado por algunos
de los importantes equipamientos que acoge (como el Palau de la Música, el Bioparc,
el Parque Gulliver, o la Ciudad de las Artes y de las Ciencias).
Pero es el número de visitantes (estimados en más de tres millones anuales) el
que avala su éxito.
Thanks for sharing this research! I have been searching for the history of the transformation of the Turia River and this was by far the most informative text.
ResponderEliminarGreetings from Brazil
Muy bueno el artículo. realmente informativo y se ve muy bien documentado. Solo 2 apuntes. Entre 2003 y 2011 viví en la C/ Democracia, antigua Castan Tobeñas, justo delante del parque y durante ese tiempo se inauguró el Parque de Cabecera (no recuerdo el año exacto), sin embargo en el artículo dices que fue en 2014. Y por otro lado no hay ninguna referencia al Pont de la Mar, no aparece en el mapa de los tramos, me imagino que será porque no delimita ninguno de ellos, pero me ha parecido extraño puesto que sí nombras todos los demás. Gracias y un saludo
ResponderEliminarMuchas gracias Joaquín por tu comentario y por la precisión que realizas. Efectivamente la fecha es incorrecta ya que el Parque de Cabecera inauguró su primera fase en 2004, aunque en años posteriores se iría completando. Queda corregido. Saludos.
Eliminar¡Que gran artículo! Enhorabuena por el estupendo trabajo de documentación. En el año 80, recuerdo ir con mi padre al cauce una jornada organizada por el Ayuntamiento en el que el las familias podían plantar un árbol en el tramo 8, de hecho todavía conservo una fotografía.
ResponderEliminarulo! Enhorabuena por el estupendo trabajo de documentación. En el año 80, recuerdo ir con mi padre al cauce una jornada organizada por el Ayuntamiento en el que el las familias podían plantar un árbol en el tramo 8, de hecho todavía conse la-voz.net/guerra-del-pacifico-o-guerra-del-peru-y-chile/
ResponderEliminarHola, buenas tardes José Antonio y enhorabuena por tu articulo. Excelente. Me podrias responder a una cuestión, ¿en qué año el agua del Turia deja de pasar ya por su cauce en Valencia? ¿Es ya a principios de los 80?
ResponderEliminarGracias de antemano.
Magnifico resumen de la historia del Paseo del Turia, que nos ha permitido entender y apreciar la maravilla del progreso de la preciosa y pujante Valencia
ResponderEliminarMagnifico resumen que nos permite valorar enormemente el desarrollo de la preciosa y pujante ciudad de Valencia!
ResponderEliminarTuve la oportunidad de conocerla y vivirla en una corta semana y tengo que admitir que Valencia se robó mi corazón!
El tramo II (junto a barrio humilde, se nota) está dejado de la mano de Dios: la casa del agua está sin agua desde hace ya diez años, y en vez de sede de la Policía Municipal es la sede de los sin techo, lo mismo que el puente de Campanar: en vez de fuentes y agua, chatarra y porquería de los sin techo que allí viven. Eso en los tramos más turísticos no lo consentirían. Gracias por el estupendo artículo.
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