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3 mar 2018

Cuatro libros sobre la historia de la ciudad moderna y contemporánea (tres clásicos y uno reciente).


Cuatro libros sobre la historia de la ciudad moderna y contemporánea (tres clásicos y uno reciente).
Los grandes libros de historia del urbanismo suelen aparecer en periodos de desconcierto. Los autores, huérfanos de una posición incontestable, rastrean en el pasado hechos y teorías que pudieran aportar algo de luz a sus respectivos momentos.
Vamos a profundizar en cuatro libros que reflexionan sobre la ciudad moderna y contemporánea, publicados en tiempos de crisis, y que resultan imprescindibles para acercarse a la ciudad actual.
Tres de ellos son ya clásicos en la historiografía urbana, mientras que el cuarto es reciente. Todos pretenden establecer unas guías conceptuales que ordenen y justifiquen las transformaciones de la ciudad desde la Revolución Industrial hasta nuestros días. Han sido publicados en un plazo casi exacto de 50 años: el primero, el de Françoise Choay en 1965 (El Urbanismo, Utopías y Realidades); unos 25 años después lo hicieron el de Peter Hall (1988, Ciudades del mañana. Historia del Urbanismo en el siglo XX) y el de Benedetto Gravagnuolo (1991, Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960); para finalizar la serie con la aparición en 2016 del libro de Carlos García Vázquez (Teorías e historia de la Ciudad Contemporánea).

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Los grandes libros de historia del urbanismo suelen aparecer en periodos de desconcierto. Los autores, huérfanos de una posición incontestable, rastrean en el pasado hechos y teorías que pudieran aportar algo de luz a sus respectivos momentos.
Vamos a profundizar en cuatro libros que reflexionan sobre la ciudad moderna y contemporánea, publicados en tiempos de crisis, y que resultan imprescindibles para acercarse a la ciudad actual.
Tres de ellos son ya clásicos en la historiografía urbana, mientras que el cuarto es reciente. Todos pretenden establecer unas guías conceptuales que ordenen y justifiquen las transformaciones de la ciudad desde la Revolución Industrial hasta nuestros días. Han sido publicados en un plazo casi exacto de 50 años: el primero, el de Choay en 1965, unos 25 años después lo hicieron el de Hall (1988) y el de Gravagnuolo (1991), para finalizar la serie con la aparición en 2016 del de García Vázquez.
Los cuatro libros y sus autores son los siguientes:

CHOAY, Françoise. (1965).  L'Urbanisme, utopies et réalités. París. Ed. Du Seuil.
Primera edición en español (1970). El Urbanismo, Utopías y Realidades. Barcelona. Ed. Lumen.
Françoise Choay (1925), filósofa de formación, es historiadora del urbanismo y de la arquitectura. Fue profesora en las universidades de Paris-I y Paris-VIII.
HALL, Peter (1988) Cities of Tomorrow: An Intellectual History of Urban Planning and Design in the Twentieth Century. Oxford. Ed. Blackwell Publishers. (edición actualizada y ampliada en 1996)
Primera edición en español (1996). Ciudades del mañana. Historia del Urbanismo en el siglo XX. Barcelona. Ed. del Serbal.
Peter Hall (1932-2014), urbanista y geógrafo inglés, fue presidente de la Town and Country Planning Association y de la Regional Studies Association. Fue catedrático de Geografía de la University of Reading y de urbanismo en la University of California, Berkeley, aunque dejaría ambas cátedras para ocuparse de la de Ordenación Urbana de la UCL Bartlett Faculty of the Built Environment (University College de Londres).
GRAVAGNUOLO, Benedetto. (1991). La progettazione urbana in Europa. 1750-1960. Roma. Ed. Gius. Laterza e figli.
Primera edición en español (1998). Historia del Urbanismo en Europa.1750-1960. Madrid. Ed. Akal
Benedetto Gravagnuolo (1949-2013) fue profesor de Historia de la Arquitectura y Restauración y decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Federico II de Nápoles.
GARCÍA VÁZQUEZ, Carlos (2016) Teorías e historia de la Ciudad Contemporánea. Barcelona. Ed. Gustavo Gili.
Carlos García Vázquez (1961) es arquitecto y catedrático de Composición Arquitectónica en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla.

El pensamiento urbanístico y la evolución de las ciudades a lo largo de los últimos dos siglos han sido estudiados en numerosas ocasiones. Abundan las investigaciones diacrónicas que muestran los acontecimientos y las circunstancias que acompañaron la evolución de los trazados urbanos, aunque también son habituales los esfuerzos de conexión transversal entre diferentes momentos, intentando extraer hilos conductores en unos procesos muy complejos.
En cualquier caso, el historiador siempre se enfrenta a una tarea ardua y conflictiva, porque mira el pasado desde su presente. Y siempre corre el riesgo de interpretar hechos a partir de criterios que pueden no coincidir con los que generaron los acontecimientos pretéritos. Esto puede afectar a la “objetividad” en el análisis de los sucesos estudiados y también en el del pensamiento de los personajes históricos, que pueden ser explicados desde puntos de vista diferentes (es, por ejemplo, en los libros analizados, el caso de las divergentes aproximaciones sobre una figura como Camilo Sitte). No obstante, a pesar de las dificultades, las épocas de incertidumbre son prolíficas en esa búsqueda de filiación, de justificación e, incluso, de pistas para anticipar el porvenir (intención que en el libro de Hall se explicita en el propio título: “Ciudades del mañana”)
Diagrama cronológico de los periodos investigados en los cuatro libros presentados.
Los cuatro libros presentados no son ajenos a estas consideraciones y resultan un ejemplo de la relación entre las investigaciones históricas y los periodos de crisis. Choay pretendió ordenar las reflexiones históricas a mediados de la década de 1960, un momento de confusión en el que la vigencia del racionalismo estaba fuertemente cuestionada. Gravagnuolo y Hall, a finales de la década de 1980 y principios de la siguiente, pretendieron aportar claridad en otro periodo de incertidumbre, caracterizado por las claras señales de agotamiento del movimiento llamado “posmoderno”. Finalmente, García Vázquez se atreve a proponer la reflexión en tiempos inciertos para el pensamiento, cuando el capitalismo parece querer implantar la “fabricación” irreflexiva de la ciudad, reduciéndola a una mera producción.
Los cuatro textos forman un singular e interesante conjunto por sus enfoques, que resultan bastante complementarios. Los dos libros que marcan los extremos temporales comparten un acercamiento más teórico. Ambos se concentran en los pensadores, aunque con matices diferenciales: Choay se ajusta más al objeto de reflexión, mientras que García Vázquez está más abierto a las influencias del contexto. Por su parte, los dos libros centrados temporalmente atienden más a los casos concretos (si bien con enfoques distintos, mucho más social y personal en el caso de Hall y más morfológico en el de Gravagnuolo). Todo esto se ve reflejado también en el acompañamiento ilustrativo de los diferentes libros. Los de Choay y García Vázquez carecen de imágenes, mientras que los de Hall y Gravagnuolo sí las ofrecen, aunque de manera muy diferente. En Hall, casi todo son fotografías, retratos de los protagonistas o escenas y ambientes colectivos, mientras que en Gravagnuolo, abundan los planos. Además, las cuatro visiones aportan perspectivas heterogéneas debido a su procedencia geográfica (y por lo tanto cultural), ya que son puntos de vista lanzados desde Francia (Choay), Inglaterra (Hall), Italia (Gravagnuolo) y España (García Vázquez).
Los siguientes apartados son una guía de lectura para facilitar que cada persona interesada en su lectura pueda acercarse a esos textos y extraer sus propias conclusiones (los entrecomillados en cursiva corresponden con citas de los autores extraídas de los libros referenciados).

La visión de Choay.
Con el propio subtítulo del libro (“utopías y realidades”), Françoise Choay hace hincapié en una constante inherente a la reflexión urbanística: el enfrentamiento entre la ciudad ideal soñada y la materialización concreta de esas aspiraciones. El urbanismo, en todas sus escalas, se debate entre el deseo teórico y una realidad que incorpora aspectos muy variados: económicos, sociales, técnicos, orográficos, etc., basculando habitualmente entre estos dos extremos.
Choay ofreció una visión transversal de la historia del urbanismo, o de la historia de las reflexiones sobre la ciudad. En su libro, tras un ensayo en el que la autora organiza la estructura del pensamiento urbano investigado, ofrece una selección antológica de textos originales (que ocupa en torno al ochenta por ciento del volumen).
Choay explica cómo, en una primera fase, los pensadores urbanos tenían la voluntad de proyectar espacialmente sus ideas, generando imágenes explicativas, y se refiere a estas especulaciones explícitas como Modelos. En su análisis descubre como los Modelos se agrupan en dos categorías principales que se orientan en las dos direcciones fundamentales del tiempo. La primera incluye a los que miran hacia el pasado y están caracterizados por la nostalgia. Choay los denomina modelos culturalistas. La segunda reúne modelos que, al contrario de la visión anterior, apuestan por el futuro y por el desarrollo progresivo, por lo que reciben el nombre de modelos progresistas. No obstante, al margen de las corrientes clasificables desde ese doble punto de vista, Choay construye un “cajón de sastre” para ubicar en él propuestas de difícil clasificación o que no proponen una solución concreta de ciudad: son las llamadas propuestas sin modelo.
Estas tres líneas de desarrollo (culturalistas, progresistas y sin modelo) se organizan en un primer periodo temporal calificado como preurbanismo y en otro segundo que ya alcanza la categoría de urbanismo. La principal diferencia entre ambos se encuentra en que mientras que el primero es obra de autores generalistas (historiadores, economistas, políticos), el segundo corresponde a los especialistas (generalmente arquitectos). Además, se produce otra diferencia entre ambos, puesto que mientras que el preurbanismo se vincula a determinadas ideologías políticas, el urbanismo se presenta como despolitizado.
Esta primera fase, que imaginaba modelos, sería cuestionada en una segunda fase por el pensamiento surgido, sobre todo, a partir de la Segunda Guerra Mundial, rechazando la estrategia del Modelo para tender hacia la gestión de la información. Choay también detecta varias líneas de contribución que organiza nuevamente en diversos conjuntos. Por una parte, aparecen lo que Choay llama Tecnotopías, una corriente que busca ir más allá de las, según ellos, tímidas introducciones de la tecnología en la ciudad preexistente para proponer actuaciones mucho más radicales (que, en algún caso se alejan del realismo para parecerse a visiones de la ciencia-ficción). Un segundo grupo de contraste procede del Humanismo y Choay lo etiqueta como Antropópolis, agrupando el pensamiento que se alejada del tecnicismo para aproximarse a las ciencias sociales, al higienismo, o a la psicología del comportamiento. Estas visiones son también complementadas por ciertos puntos de vista desde la Filosofía de la ciudad.
Esquema sobre el libro de Françoise Choay, “El Urbanismo, Utopías y Realidades”.
En las conclusiones del ensayo de Choay se adivinan sus intenciones prospectivas o, al menos, reivindicativas, de cara a orientar la ciudad hacia un futuro conveniente. Por eso, la autora cuestiona la idea de urbanismo científico como uno de los mitos de la sociedad industrial que creyó en modelos que, aunque en su momento fueron “poderosos instrumentos de acción”, no tardarían en mostrar su arbitrariedad o su “influencia corrosiva sobre las estructuras urbanas establecidas”. Choay advierte de la complejidad de la ciudad que, más allá de ser un “objeto o un instrumento, un medio de cumplir ciertas funciones vitales; es igualmente un marco de relaciones interconcienciales, el lugar de una actividad que consumen unos sistemas de signos mucho más complejos”. Finalmente, Choay, proponiendo una metáfora lingüística, entiende que “el antiguo modo de ordenación de las ciudades se ha convertido en una lengua muerta” y reclama la aparición de un “sistema semiológico global” generalista, que, superando el fragmentario lenguaje “logotécnico” de los constructores físicos de la ciudad (políticos, funcionarios, promotores, técnicos), hiciera partícipe al conjunto de la colectividad.

Los temas de Hall.
Hall, como buen inglés, fue un investigador pragmático y dotado de una fina ironía que vierte a lo largo de su texto. Hall avanzó en el discurrir histórico desde las realizaciones concretas (principalmente anglosajonas), pero expuestas como producto de las ideas que subyacen en ellas (tildando a alguno de sus autores de “profetas dominantes”). Los diferentes casos y ciudades referidas se van adscribiendo a las corrientes de pensamiento y acción con las que Hall organiza el siglo XX y que caracteriza a través de una serie de imágenes, definidas con cierta vocación poética:
la ciudad de la noche espantosa, en la que Hall sitúa el origen del urbanismo como respuesta (interesada) de la burguesía ante las lamentables condiciones de los barrios obreros y los problemas y riesgos que conllevaban su incesante crecimiento y conflictividad.
de las vías de circulación abarrotadas, presentando la extensión suburbana de la ciudad de la primera mitad del siglo, con la creación de nuevas áreas residenciales (para absorber la creciente inmigración recibida) que fueron posibles por el desarrollo de los medios de transporte, particularmente el ferrocarril o el metro) que, además, favorecieron la dispersión y la “zonificación”.
en el jardín, analizando el nacimiento de la “ciudad-jardín” como una aspiración de reforma social que iría quedando desvirtuada para dar paso a las colonias funcionalistas o a los barrios-satélite. Hall hace hincapié en las ideologías políticas subyacentes (algunas ciertamente anarquistas) más que en la relación con la naturaleza.
en la región, presentando las innovadoras ideas de planificación territorial que buscaban integrar y condicionar el desarrollo de las ciudades dentro de sistemas más generales.
de los monumentos, refiriéndose al movimiento de la “Ciudad Bella”, como una corriente bastante elitista, preocupada exclusivamente por la forma urbana, particularmente de los centros de las ciudades (destacando la inquietante relación con los grandes dictadores europeos del segundo cuarto de la centuria).
de las torres, explorando los modelos funcionalistas (especialmente las ideas de Le Corbusier y sus seguidores, a quienes dedica una crítica mordaz) con sus propuestas de densidad, viviendas en altura y su poca consideración a las preexistencias (y a los futuros residentes). Igualmente, se refiere a las estrategias de renovación urbana surgidas con la reconstrucción posbélica, que explotaron lo peor del modelo, y al contraataque frente a ellas (como el liderado por Jane Jacobs).
de la difícil equidad, recorriendo ciudades del Tercer Mundo analizando la autoconstrucción o, en los países ricos, los modelos participativos propuestos como respuesta a las estrategias de renovación urbana dirigidas desde instancias oficiales.
en la autopista, continuando sobre las bases expuestas en el segundo tema, Hall analiza la repercusión del automóvil en la ciudad y su efecto sobre la extensión ilimitada, consolidando el fenómeno de la suburbanización, en el sprawl de construcciones repetitivas a gran escala en Norteamérica o en las ciudades satélite europeas.
de la teoría, incidiendo en la paradoja que separa la teoría de la práctica, es decir el academicismo de las escuelas y la realidad de los técnicos municipales y profesionales, creando un enfrentamiento en el que “el urbanismo perdió gran parte de la legitimidad que había conseguido”.
de los promotores, acercándose a la perversa idea de que "la ciudad era una máquina de crear riqueza y que la función del urbanismo era engrasar la maquinaría", particularmente en la reconversión de áreas obsoletas en nuevas zonas de negocios.
de la eterna pobreza, analiza el hilo conductor de la segregación y la marginación que ha llevado a la creación de guetos para la inmigración y las clases desfavorecidas económicamente.
a lo Belle Époque, el capítulo añadido a la edición de 1996, y en el que Hall analiza lo sucedido en la década transcurrida desde la publicación original, avanzando los temas que, en su opinión, deben presidir las reflexiones sobre el futuro (globalización, digitalización, transporte, ahorro de energía, sostenibilidad, equidad, etc.) sin olvidar la obligación de dar respuesta a las necesidades (particularmente residenciales) de una sociedad en permanente cambio.
Esquema sobre el libro de Peter Hall, “Ciudades del mañana. Historia del Urbanismo en el siglo XX” (Cronología)
Quizá la mayor originalidad del planteamiento de Hall radique en su acentuada visión sobre las cuestiones sociales, que tiñen todos los enfoques presentados, y también sobre el personalismo de ideas y realizaciones. De hecho, como ya hemos anticipado, llama la atención que, en un libro de urbanismo, no se presente casi ningún plano y que la práctica totalidad de las ilustraciones sean retratos de los protagonistas e imágenes colectivas (sobre todo de escenas de pobreza y degradación).
Esquema sobre el libro de Peter Hall, “Ciudades del mañana. Historia del Urbanismo en el siglo XX” (Ciudades analizadas)
Las conclusiones de Hall no son especialmente optimistas ya que, en sus propias palabras, "en el libro aparece una extraña e inquietante simetría: después de cien años de debates sobre cómo planificar la ciudad, después de repetidos intentos -por equivocados o distorsionados que fueran- de llevar las ideas a la práctica, nos encontramos allí donde habíamos empezado. Los teóricos han vuelto a los orígenes anarquistas del urbanismo; la ciudad vuelve a ser contemplada como ciudad de degeneración, pobreza, malestar social, inquietud civil e incluso insurrección. Esto no significa, evidentemente, que no hayamos avanzado: la ciudad de los años 1980 es terriblemente distinta, y sin duda superior, a la de los años 1880. Pero parece que los problemas vuelven a surgir, quizás porque, en realidad, nunca se solucionaron".

Los valores “intemporales” de Gravagnuolo.
Benedetto Gravagnuolo acota su investigación en el tiempo (1750-1960) y en el espacio (Europa), fundamentando su investigación en la selección de unos principios que son “sistemas de valores que han sostenido, de manera más o menos explícita, las praxis operativas sobre lo urbano orientando sus intenciones proyectuales”.
Estos valores son, para Gravagnuolo, cuatro:
Las reglas, que llevan a entender la ciudad como una cuestión teórica y normativa.
La naturaleza, que se concreta en una “poética verde” que aparece representada desde los suburbios-jardín a las ciudades-satélite.
La tradición, entendida como un principio de progreso basado en la continuidad con la ciudad histórica.
La innovación, respaldada por la creación funcional, con muestras que van desde la ciudad industrial hasta las macroestructuras.
Cada uno de los cuatro valores establecen su propio itinerario de proposición urbanística. Gravagnuolo va desgranando sus aportaciones a través de la presentación de casos. Su análisis plantea los grandes temas de reflexión urbanística y se muestra como una metodología válida para abordar no solo las cuestiones historiográficas sino también las claves de la ciudad actual.
Encontramos, por ejemplo, el debate entre la continuidad con la tradición o la ruptura innovadora, que es un vector siempre presente reflejando la tensión permanente entre cuestiones de estilo y el esfuerzo de integración de los avances técnicos que se producen. También, por supuesto, la reflexión sobre la “buena forma” de la ciudad, aunque en la actualidad sean “malos tiempos” para la teoría. Y finalmente, la convivencia con el medio ambiente, toda vez que el avance imparable de la urbanización está poniendo en situaciones muy delicadas al entorno natural del que, a fin de cuentas, dependen las sociedades humanas.
No obstante, a pesar de que los valores fijados por Gravagnuolo son rastreables en cualquier periodo y, por lo tanto, están caracterizados por su “atemporalidad”, estos son protagonistas en determinados momentos históricos.
Así, las reflexiones teóricas sobre la ciudad presiden el debate a lo largo del siglo XIX, comenzando con las primeras normativas surgidas a finales del siglo XVIII hasta llegar a las alternativas lanzadas entre finales del periodo decimonónico y principios del siglo XX (como la ciudad-jardín o la ciudad-lineal), pasando, por supuesto, por la constitución de un cuerpo normativo urbanístico que tendrá su expresión más relevante en la ciudad postliberal (con especial importancia en París con Haussmann, en Barcelona con el Eixample de Cerdá o en la creación del Ring de Viena).
De forma similar, la poética verde, que hunde sus raíces en los Garden Movement decimonónicos, se convertirá en una de las aportaciones esenciales a la ciudad del siglo XX, con el desarrollo que comienza en la ciudad-jardín y llega hasta las New Towns británicas, las Villes Nouvelles francesas o las ciudades-satélite escandinavas. Hay que tener en cuenta que la investigación de Gravagnuolo finaliza en la década de 1960 y por lo tanto no puede atender al resurgir de esta visión que se ha producido en la transición del siglo XX al XXI basada en conceptos ecológicos con un gran protagonismo de la noción de sostenibilidad.
También la continuidad histórica tiene su periodo de apogeo, manifestado, sobre todo en la primera mitad del siglo XX, a partir de las reflexiones y realizaciones holandesas y austriacas, sin olvidar las propuestas que, en ese sentido, se realizaron desde los estados totalitarios, con ejemplos en Roma, Berlín o Moscú.
Finalmente, la innovación funcional se basa en gran medida en las tecnologías surgidas a lo largo del siglo XX. Desde las primeras propuestas industriales de Garnier, pasando por la denominada ciudad funcional (que incluye tanto ejemplos de Le Corbusier como del racionalismo alemán u holandés) hasta llegar a las macroestructuras que, de una forma más teórica que real, protagonizaron las décadas de 1950 y 1960. De la misma forma que sucede con la poética verde, la limitación temporal impide a Gravagnuolo abordar las aportaciones de las nuevas tecnológicas vinculadas al mundo de las TICs (tecnologías de la información y de la comunicación), que fundamentan el concepto actual de Smart City.
Esquema sobre el libro de Benedetto Gravagnuolo, “Historia del Urbanismo en Europa 1750-1960”.
En general, la investigación de Gravagnuolo (que es bastante aséptica y pocas veces toma partido) no se centra en los autores sino en las obras y en las ideas, y por eso justifica “la opción de enfrentar, a propósito de un tema proyectual, experiencias arquitectónicas distantes desde el punto de vista político e ideológico, y ello no para proponer apresuradas homologaciones sino más bien para analizar lo que aproxima y lo que separa soluciones análogas surgidas de movimientos disímiles”.

Un dúo y dos tríos, la matriz histórica de García Vázquez.
En sus primeras palabras, García Vázquez advierte de la incertidumbre que acompaña a la ciudad contemporánea, por la inmensidad de campo de acción, por la infinidad de teorías y variables existentes, por su necesaria y difícil interdisciplinariedad, o por las “contaminaciones” que complican el discernimiento de ideas y proyectos.
Coincidiendo, en cierto modo, con la visión de Choay, para García Vázquez también hay un pensamiento dual que recorre la historia de la ciudad contemporánea, que se expresa en dos sensibilidades contrapuestas:
La sensibilidad romántica, “con sus modulaciones como culturalismo, pintoresquismo, etc.
La sensibilidad iluminista, “también referenciada como progresismo, racionalismo, etc.
Esta dualidad recorre la evolución de la ciudad moderna y contemporánea proporcionando matices a las diferentes líneas de pensamiento urbano.
Dentro de esa doble línea, organiza dos tríos (uno cronológico y otro disciplinar) que se establecen como categorías para ordenar cada recorrido, generando una matriz en la que encajan los diversos pensadores sobre la ciudad analizados.
El primero trío es temporal y ordena el periodo en tres etapas:
1882-1939, Metrópolis, representada por el “capitalismo monopolista” y “cuyo paradigma de pensamiento era el racionalismo”;
1939-1979, Megalópolis, caracterizada por la búsqueda del “estado de bienestar” y “éticamente inspirada en el existencialismo”; y
1979-2007, Metápolis, identificada con el “tardocapitalismo” y “donde se impuso el relativismo
El segundo trío corresponde con diferentes disciplinas profesionales o áreas de conocimiento que se ocupan de lo urbano, aportando la visión de:
Sociólogos, cuyo paradigma temporal es el presente.
Historiadores, cuyo paradigma temporal es el pasado.
Arquitectos, cuyo paradigma temporal es el futuro.
La matriz generada por el cruce de los dos tríos (3x3) produce nueve escenarios que el autor ejemplifica con tres autores/pensadores/realizadores, es decir, veintisiete personajes que se convierten en referentes de cada opción, pero que no son, ni mucho menos, los únicos analizados en los diferentes epígrafes. En todos los casos, la secuencia de los discursos es matizada y filtrada por las dos sensibilidades inicialmente planteadas.
Esquema sobre el libro de Carlos García Vázquez, “Teorías e historia de la Ciudad Contemporánea”. (matriz básica)
Esquema sobre el libro de Carlos García Vázquez, “Teorías e historia de la Ciudad Contemporánea”. (desarrollo del discurso)

1 comentario:

  1. Una entrada estupenda. Muchas gracias por escribirla. Buscaba libros importantes sobre el tema (soy una mera aficionada, me dedico a dar clases de literatura) y me ha encantado aprender de vuestra mano.

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