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16 feb 2019

La arquitectura como soporte de comunicación: fachadas entre la “novela gráfica” y la televisión (1. Libros de piedra)


Fachadas como libros de piedra: de izquierda a derecha, Colegio de San Gregorio (Valladolid); Iglesia de San Pablo (Valladolid); y Universidad de Salamanca.
La arquitectura tiene un lenguaje propio, aunque también puede ejercer como un mero “soporte” de comunicación, destacando en esta labor las fachadas, que pueden transmutarse en un sostén privilegiado desde el que lanzar mensajes, disimulando u ocultando su función constructiva bajo el “añadido” informativo.
En este artículo nos interesan los muros que actúan como si fueran atriles en los que desplegar una hoja escrita con esculturas, asemejando a una novela gráfica de piedra, o en los que colgar unas pantallas gigantes de LEDs, siendo las estatuas y relieves o las imágenes de video las que transmiten los mensajes.
Vamos a profundizar en seis casos, tres de cada categoría y lo haremos en dos artículos. En el primero viajamos para “leer en piedra” a Valladolid, en las fachadas de la iglesia de San Pablo y del Colegio de San Gregorio, y a Salamanca, en la fachada de la Universidad, tres brillantes ejemplos del gótico tardío y del plateresco español, así como de la noción de fachada-retablo. En el segundo, acudiremos a Nueva York (Times Square), Londres (Picadilly Circus) y Tokyo (Shibuya Hachiko) para “ver la televisión”.

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La comunicación arquitectónica y la arquitectura como canal de comunicación.
La arquitectura tiene un lenguaje propio que admite lecturas diversas. Podemos atender a cuestiones estilísticas fijándonos, por ejemplo, en la retórica clásica (con elementos de repertorio variado como columnas, capiteles, frontones, etc. y una “gramática” particular). También existe un lenguaje técnico más centrado en programas y tipologías funcionales, distribuciones o usos; igualmente dispone de una voz espacial que puede resultar abstracta-racional o poética-emotiva al expresar temas de forma, luz, ritmo, escala o color entre otros. Por supuesto también está el idioma simbólico que nos refiere conceptos topológicos como puede ser la noción de entrada o las de estancia o circulación.  Incluso la arquitectura propone comunicaciones de carácter histórico-social demostradas por la capacidad de revelar aspectos sobre la sociedad que la creó y también sobre las comunidades que la habitan en cada momento.
Ahora bien, independientemente de esta capacidad comunicativa inherente, la arquitectura también puede ejercer como un mero “soporte” informativo. Otras artes han aprovechado esa facultad de servir de canal para para transmitir ideas o para contar historias. Así sucedió con las fabulosas columnas votivas clásicas, con los monumentales arcos de triunfo del imperio romano, con los capiteles de los claustros románicos, o con las abigarradas portadas de las catedrales góticas, pero entre todas las posibilidades, destacan las fachadas que pueden transmutarse en un sostén privilegiado desde el que lanzar mensajes.
Elementos arquitectónicos utilizados como canal informativo: de izquierda a derecha y de arriba abajo, capitel del Monasterio de San Pedro el Viejo (Huesca); detalle de la portada de San Juan de la catedral de León; detalle del Arco de Constantino (Roma); y detalle de la Columna de Trajano en Roma.
Los muros siempre han fascinado al ser humano para “escribir” en ellos. A veces de una forma tan vulgar y espontánea como un grafiti que pretende recordar que una determinada persona estuvo allí (esto es, desgraciadamente, una constante histórica); y a veces de forma mucho más sofisticada, con rotulaciones muy elaboradas para expresar, por ejemplo, el reconocimiento al promotor del edificio en cuestión. En ocasiones la comunicación resulta explícita (con escritura de textos), pero en otras es simbólica, necesitando códigos para descifrarla (por ejemplo, requiriendo conocer el significado de figuras, escudos o motivos ornamentales intencionados).
En determinadas épocas, las fachadas han sido muy utilizadas como vehículo informativo, recurriendo a técnicas no arquitectónicas, como puede ser la pintura, la escultura (destacando en este caso el plateresco español con sus conocidas fachadas-retablo y fachadas-telón) o el vídeo en nuestro tiempo. En estos casos, las fachadas disimulan u ocultan su misión constructiva para soportar un “añadido” informativo. En este artículo nos interesan las fachadas que actúan como si fueran atriles en los que desplegar una hoja escrita con esculturas, asemejando a una novela gráfica de piedra, o en los que colgar unas pantallas gigantes de LEDs. Son las estatuas y relieves o las imágenes de video las que transmiten los mensajes.
Vamos a profundizar en seis casos, tres de cada categoría y lo haremos en dos artículos. En el segundo, acudiremos a Nueva York (Times Square), Londres (Picadilly Circus) y Tokyo (Shibuya Hachiko) para “ver la televisión”, mientras que, en este primero, viajamos para “leer en piedra” a Valladolid (en las fachadas de la iglesia de San Pablo y del Colegio de San Gregorio) y a Salamanca (en la portada de la Universidad), tres brillantes ejemplos del gótico tardío y del plateresco español, así como de la noción de fachada-retablo.  En estas tres fachadas escucharemos interesantes historias porque las vallisoletanas mezclan relatos de devoción, de iniciación y de ambición mientras que la salmantina es un manifiesto político.

Caso 1: Libro de piedra: Fachada del Colegio de San Gregorio de Valladolid (hacia 1492)
Portada del Colegio de San Gregorio de Valladolid (hoy Museo Nacional de Escultura)

La Universidad de Valladolid fue fundada en 1241 y su existencia motivó la aparición de Colegios para alojar y complementar la instrucción de alumnos. El modelo surgió en Salamanca, en 1401, cuando se levantó el Colegio Mayor de Anaya o Colegio Viejo (actual Colegio Mayor de San Bartolomé). En Valladolid se construiría entre 1486 y 1492 el Colegio Mayor Santa Cruz por iniciativa del Cardenal Mendoza (Pedro González de Mendoza) siguiendo el modelo del salmantino. Entre 1488 y 1496 se levantaría un segundo, el Colegio de San Gregorio por el impulso del obispo Alonso de Burgos.
Fray Alonso de Burgos (c.1415-1499) fue un personaje singular en la época, monje dominico y confesor de la reina Isabel la Católica, llegaría a ocupar varias cátedras episcopales (Córdoba, Cuenca y Palencia) y a ejercer de Canciller Mayor del Reino. Había nacido en el asturiano Valle de la Mortera y quizá por eso (o debido a su formidable afán constructor) fue conocido como “fray Mortero”. Fue prior del convento dominico de San Pablo de Valladolid y ejerciendo de obispo de Palencia (entonces Valladolid pertenecía a la diócesis de Palencia) quiso potenciar su antiguo cenobio con la creación de un Colegio de Teología que se levantaría junto al mismo (su actividad docente cesaría en el siglo XIX y en 1933 fue transformado en el Museo Nacional de Escultura).
Imágenes del obispo Alonso de Burgos en las dos portadas vallisoletanas que promovió. A la izquierda en San Pablo y a la derecha en San Gregorio. 
Entre los muchos valores de este edificio representativo del gótico tardío español (el estilo “Reyes Católicos”) destaca la portada, con la deslumbrante entrada que contrasta con el largo, austero y opaco muro que la soporta. En su construcción se utilizó piedra caliza de Campaspero y Hontoria. No se tiene certeza sobre su autor, pero algunos investigadores apuntan al escultor Gil de Siloé, quien podría haberla diseñado, aunque la ejecución pudiera haber corrido por cuenta de los miembros de su taller.
La portada es una elaborada alegoría de la iniciación al conocimiento y de las virtudes que acarrea mezclada con un homenaje a los Reyes Católicos por su reciente conquista del Reino de Granada (una cortesía que podía tener que ver con el hecho de que Alonso de Burgos nombró en su testamento a la monarquía como heredera y patrona del colegio para garantizar su subsistencia). Además, el ego del fraile obispo promotor queda satisfecho con la dedicatoria del edificio que el mismo realiza a San Gregorio Magno. Son los dos grandes temas del retablo que se ven reforzados por otros complementarios.
Formalmente, la portada se construye entre dos planos diferentes: el del muro de base y otro que avanza hacia el exterior para dar volumen y enfatizar el acceso. Esquemáticamente, la composición tiene dos partes, la inferior vinculada a la entrada y la superior que es el retablo propiamente dicho. Las dos se encuentran flanqueadas por dos pilastras que recorren la totalidad de la altura de la composición. La puerta queda en el plano retranqueado abocinando sus jambas para enlazar con el plano avanzado que marcan tanto las pilastras como el retablo superior. Horizontalmente, la articulación entre las dos partes y sus distintos planos se realiza por medio de dos arcos. El primer arco, que está situado en el plano retrasado, es un arco carpanel que forma un tímpano sobre el dintel de la puerta (en el cual se escenifica la dedicatoria). Por encima de ese arco aparece el segundo en el plano adelantado de la portada: un espectacular arco conopial trilobulado.
Portada del Colegio de San Gregorio de Valladolid. Parte inferior vinculada a la entrada. En el tímpano, sobre la puerta se desarrolla la escena de la dedicatoria de Alonso de Burgos a San Gregorio Magno.
Como decimos, en el tímpano, se presenta la escena en la que el promotor, Fray Alonso de Burgos, realiza una ofrenda a San Gregorio Magno (con sus atributos habituales de tiara papal de tres niveles y báculo), acompañado de dos personajes especiales: santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (el nombre oficial de los dominicos) y San Pablo, el titular de la advocación del convento contiguo. La puerta presenta repetidamente el motivo de la flor de lis que adoptó como propio Alonso de Burgos (aparece profusamente en las jambas y en el tímpano). La flor de lis sigue apareciendo dentro de un escudo en varios lugares: por ejemplo, sobre el Papa, bajo el lóbulo central del arco superior, sujetado por dos ángeles (y otro tercero muy pequeño) o también sobre las jambas abocinadas de la puerta con nuevos ángeles tenantes.
Detalles de la portada del Colegio de San Gregorio: izquierda, ángeles tenantes portando el escudo con la flor de lis, emblema del fraile obispo Alonso de Burgos; derecha, Hércules abriendo las fauces de un león.
Las pilastras laterales que enmarcan el conjunto se dividen en tres pisos, acogiendo hornacinas en cada uno de ellos, con figuras que evolucionan según la altura simbolizando el ascenso al conocimiento. En el nivel inferior, a la misma altura que otras figuras presentes en las jambas de la puerta, aparecen seres aparentemente salvajes, barbudos y peludos que representarían la imagen del hombre “natural” sin instrucción. Mientras que en el nivel intermedio son caballeros, con sus armaduras, lanzas y escudos manifestando su condición civilizada. En el nivel superior nuevos hombres semidesnudos aparecen indicando la consecución de la virtud y el rechazo a los bienes materiales tras finalizar el proceso de iniciación en el conocimiento.
Detalles de la portada del Colegio de San Gregorio: izquierda, personajes salvajes del primer nivel; derecha, caballeros del nivel intermedio.
Sobre el arco trilobulado se organiza la fachada-retablo propiamente dicha, en tres calles: las dos laterales con dos cuerpos horizontales mientras que la calle central, del doble de anchura que las otras, presenta una escena única. El arco trilobulado obliga a que el arranque de los pisos de las tres calles se produzca a un nivel diferente.
El espacio que queda entre el arco y la base del primer cuerpo de las calles laterales está ocupado por sendas figuras que abren las fauces a un león, imágenes identificadas con Sansón o Hércules y que han sido interpretadas como un gesto de advertencia defensiva frente a lo salvaje. Los dos pisos no son simétricos formalmente pero sí lo son programáticamente: en los inferiores, bajo un dosel, dos ángeles sujetan el escudo con la flor de lis (otra vez, el emblema del Alonso de Burgos); en los superiores, también bajo dosel, dos personajes con túnicas cortas, parecen escoltar el gran escudo de los Reyes Católicos que se encuentra a su altura.
Portada del Colegio de San Gregorio de Valladolid. Parte superior con el retablo propiamente dicho.
La calle central presenta el gran tema del conjunto (más allá de la dedicatoria) conjugando la alusión al paraíso que espera a los que atraviesen la puerta para adentrarse en el conocimiento con el homenaje a los Reyes Católicos. La escena está protagonizada por un granado lleno de frutos que enmarca el escudo de los monarcas. El fructífero árbol es interpretable como el Árbol de la Ciencia y su identificación con un granado responde a la mencionada conquista del reino nazarí. El blasón de los Reyes Católicos está sujeto por dos leones que se encaraman al árbol mientras agarran los símbolos de Isabel y Fernando, el haz de flechas y el yugo, respectivamente. El escudo, que está también soportado por el águila de San Juan, situada tras él, ya muestra el entado inferior donde se aloja el símbolo de Granada (cosa que no ocurre con los blasones interiores del patio del Colegio, que son anteriores a la fecha de la conquista). El árbol nace de un pilón hexagonal que representaría la Fuente de la Vida y del Conocimiento. La escena cuenta como la presencia de numerosos querubines desnudos que expresarían la felicidad del Paraíso.

 Caso 2: Libro de piedra: Fachada de la Iglesia de San Pablo de Valladolid (en dos etapas, hacia 1500 y 1600)
Portada de la iglesia de San Pablo de Valladolid.

La iglesia de San Pablo es el templo del convento homónimo fundado en 1276 en Valladolid para la Orden de los Predicadores por Violante de Aragón, esposa de Alfonso X el Sabio. A mediados del siglo XV fue ampliado por orden del obispo y cardenal dominico Juan de Torquemada y sería completado a finales de la centuria por el también obispo Alonso de Burgos (igualmente fraile dominico como sabemos), particularmente con su fachada, en la que participaron los arquitectos Simón de Colonia y Juan Guas. Así el edificio de San Pablo es anterior al contiguo de San Gregorio, pero su fachada es un poco posterior. No obstante, a principios del XVII, el Duque de Lerma ampliaría de nuevo el templo (y su fachada).
A la izquierda primera portada de la iglesia de San Pablo y a la derecha su versión definitiva tras la ampliación realizada por el Duque de Lerma.
Su elemento más notable es la portada que, como decimos, se realizó en dos etapas debido a una circunstancia histórica muy singular vinculada al referido duque. Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja (1553-1625), el primer Duque de Lerma tras recibir el título en 1599, fue un destacado político de su época que actuó como valido de Felipe III entre 1598 y 1621. En 1601, el Duque de Lerma convenció al rey Felipe III para trasladar la capital de España desde Madrid a Valladolid. La aceptación del monarca puso en marcha una serie de obras para adaptar la ciudad castellana al nuevo rango. Entre ellas estuvo la remodelación de la Iglesia de San Pablo que iba a ser el centro religioso de un conjunto palaciego que acogería a la Corte. El templo sufrió importantes modificaciones entre las que destacan la elevación de las bóvedas de la nave hasta igualar la altura de las del crucero y la remodelación de la fachada que, como consecuencia de lo anterior, vio aumentada su altura considerablemente. También se reforzaría su estructura con los dos contrafuertes laterales que simulan torres-campanario (rematadas con espadañas y campanas). Esta intervención explica que la fachada fuera realizada en dos etapas que se ven reflejadas en la composición del “retablo” (y explica también porque se repite la presencia de ciertos santos y evangelistas).
Portada de la iglesia de San Pablo. Parte inferior vinculada a la entrada al templo.
La composición original se corresponde con la parte inferior, separándose de la superior por una imposta situada justo encima del rosetón central (también el frontón que remata la fachada pertenece a la propuesta inicial promovida por Alonso de Burgos, pero este se elevó sobre el añadido del duque para continuar rematando el nuevo conjunto). Además del rosetón mencionado, la estructura de esta parte está protagonizada por el acceso, formado por un gran arco carpanel que sobresale y protege la puerta de entrada, enmarcada por pilastras y arquivoltas que alojan a santos dominicos y, sobre todo, por la escena desarrollada sobre el dintel que presenta la Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad y justifica el gran tema de la fachada ya que la advocación mariana es quizá la principal de la Orden de los Predicadores puesto que consideran que su fundación fue motivada por la intercesión de la Virgen María.
Tímpano de la portada de la iglesia de San Pablo con la escena de la coronación de la Virgen.
Pero la devoción y la sumisión no eliminan el orgullo y la vanidad. Nuevamente, como en el caso de San Gregorio, el obispo Alonso de Burgos es espectador de excepción del acontecimiento de la coronación de la Virgen María dejando constancia para la posteridad de su acto de fervor (y de su ego). En el centro de la escena, la Virgen recibe la corona que le es entregada por Dios Padre y por Jesucristo en presencia del Espíritu Santo (en forma de paloma), escena remarcada por la presencia de un dosel superior y por el acompañamiento de un conjunto de ángeles músicos. A la derecha, de pie, se encuentra San Juan Bautista (identificable por el cordero) y a la izquierda también de pie, San Juan Evangelista (identificable por la copa), quien apoya su mano en el arrodillado obispo (reconocible por los atributos pontificales mitra y báculo y su capa decorada con flores de lis). Tras los santos juanes, sendos ángeles cierran la escena sujetando dos escudos de los que fue borrado el emblema de la flor de lis que tuvieron originalmente para incluir las barras (izquierda) y las estrellas (derecha) del duque de Lerma (hecho al que nos referiremos más adelante).
Portada de la iglesia de San Pablo. Detalle de la parte central protagonizada por el rosetón.
Sobre el arco carpanel aparece una primera imposta que divide la composición (y bajo la cual, en las esquinas sobre el arco vuelven a aparecer los omnipresentes emblemas del duque). Sobre esa línea los cuatro evangelistas de fondo con tres figuras sobresalientes: en el centro Dios Padre y a sus lados San Pedro y San Pablo, estando las tres figuras protegidas por pináculos-doseles remarcando su importancia. El dosel central queda delante del rosetón que indica el final de la fachada original.
Portada de la iglesia de San Pablo. Detalle de la parte superior añadida por el Duque de Lerma.
La parte superior de la fachada es el añadido posterior realizado por el Duque de Lerma. Presenta un tipo de composición muy diferente (el goticismo anterior se ha convertido en un racionalismo renacentista). Estructurada como un retablo con tres cuerpos horizontales y cinco calles verticales ofrece una serie de marcos rectangulares, separados por columnas e impostas cilíndricas. En esos marcos, de distintas proporciones (los extremos son la mitad de sus contiguos y estos, a su vez, la mitad del central), se muestra una colección de figuras y blasones. Las calles extremas son hornacinas, al igual que la calle central del cuerpo superior. En este nivel alto, las calles intermedias alojan sendos emblemas del Duque de Lerma, iguales y en posición simétrica. Los tres cuerpos centrales de los dos pisos inferiores muestras figuras y escenas en bajo relieve sobre un fondo estrellado muy homogéneo, cambiando el tema de la fachada original que en este caso se centra en el Triunfo de Jesucristo. Así, en esas calles de los dos cuerpos inferiores se desarrollan seis escenas bajo dosel que representan a las Marías ante el sepulcro, la Resurrección, el encuentro camino de Emaús, la aparición a los discípulos, San Juan y San Pedro ante el sepulcro y la Duda de Santo Tomás. En los laterales vuelven a aparecer los evangelistas, así como profetas y los reyes David y Salomón (constructores del Templo de Jerusalén). El cuerpo superior recupera a la Virgen, aunque con el niño, “escoltada” por cuatro santos dominicos (San Pedro de Verona, Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás de Aquino y San Vicente Ferrer) que repiten presencia ya que también aparecen en las jambas de la puerta. Y, como no, dos grandes escudos con las armas del Duque de Lerma.
Portada de la iglesia de San Pablo. Frontón superior con el escudo de los Reyes Católicos.
La composición se completa con el frontón triangular que había rematado la traza original y que había sido “ascendido” hasta el nivel definitivo de cubierta, recogiendo también toda la anchura del “retablo”. En él, sobre un fondo escamado, destaca el gran escudo de los Reyes Católicos sujetado por leones tenantes a cada lado (que además portan uno el yugo y otro las flechas, emblemas de los monarcas). Por encima de la corona del blasón surge el águila de San Juan.  El escudo presenta un campo cuartelado que está formado, en sus cuarteles primero y cuarto, por un contracuartelado de las armas de Castilla y de León; y, en sus cuarteles segundo y tercero, por un partido de Aragón y Sicilia. Asimismo, cuenta con un entado en la punta para alojar las armas de Granada conseguidas en 1492 (como sucede en el escudo de la fachada de San Gregorio).
Portada de la iglesia de San Pablo. Ángeles tenantes portando el escudo del Duque de Lerma.
Llama la atención la presencia repetitiva, casi obsesiva ya que aparece hasta ocho veces, del emblema del Ducado de Lerma. El ego del Duque llevó a la eliminación de los emblemas de Fray Alonso de Burgos y la incorporación de los suyos (incluso en las torres laterales donde ubicó dos gigantescos junto a lapidas conmemorativas). El escudo que aparece en la fachada muestra su campo partido entre las armas Sandoval/Rojas a la izquierda (respectivamente, una banda de sable y cinco estrellas de ocho puntas, puestas en sotuer) y las armas del condado de Medinaceli a la derecha debido a su esposa Catalina de la Cerda (que era hija de Juan de la Cerda y Silva, IV Duque de Medinaceli): un cuartelado con los cuarteles primero y cuarto con un partido de Castilla (castillo) y de León (león rampante coronado) y los cuarteles segundo y tercero de Francia, de los borbones (tres flores de lis puestas dos sobre una).
La capitalidad de Valladolid se mantuvo hasta 1606, fecha en la que retornó a Madrid. Los historiadores han descubierto evidencias sobre el interés inmobiliario y especulativo que motivó al Duque tanto en el traslado a Valladolid de la capitalidad del reino como en la recuperación madrileña. San Pablo y su fachada quedarían como testimonio de una aspiración que no se consolidó.

Caso 3: Libro de piedra: Fachada de la Universidad de Salamanca (hacia 1525)
Fachada plateresca de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca.

Salamanca es una ciudad universitaria. En 1218 se creó la que está considerada primera universidad española (considerando que los Estudios Generales creados en Palencia entre 1208 y 1212 acabarían desapareciendo). No obstante, los denominados actualmente “edificios históricos” se construyeron en el siglo XV. Se otorga esta calificación a tres edificios, el de Escuelas Mayores, el de Escuelas Menores y el Hospital del Estudio que se reúnen en la plaza llamada Patio de Escuelas. Nos interesa el edificio de las Escuelas Mayores, comenzado a construir en 1411, y particularmente su fachada, aunque esta sería levantada entre los años 1525 y 1529, convirtiéndose en un prodigio comunicativo y para muchos en la obra cumbre del plateresco español.
Construida en piedra arenisca de Villamayor (la piedra característica de Salamanca), la maravilla escultórica nos ofrece un manifiesto político “gráfico”, homenajeando a Carlos V (I en España) y narrando las bases del imperio y las aspiraciones del emperador. Investigaciones recientes (Alicia M. Cantó, 2014) atribuyen la obra a Juan de Talavera, escultor y arquitecto de la escuela toledana. La financiación habría corrido a cargo de la reina Juana I de Castilla.
En palabras de José Antonio Pascual, catedrático de Lengua española y miembro de la Real Academia Española, la fachada lanza “un mensaje en el que se sitúa al emperador en una misión imperial que quería ser continuadora de la de la antigua Roma, pero marcada también por el signo del toisón y conducente a un perfeccionamiento moral cristiano
En el libro “El mito imperial. Estudio iconológico de los relieves de la universidad salmantina”, publicado en 2012 por Paulette Gabaudan, su autora apunta que “La fachada de la Universidad en Salamanca (fechada en torno al año 1525) es imperial romana y esculpida a la gloria del emperador Carlos. La fachada aparece pues dominada por la presencia imperial de Roma, vertiente política del pensamiento carolino. Se presenta materialmente dividida en tres cuerpos y cinco calles. Los tres cuerpos corresponden a una estructura ideológica clara: en la base, cuerpo bajo, figura la monarquía española, es decir los abuelos fundadores; en el centro está el emperador reinante con sus símbolos, es la razón de ser del conjunto; en el cuerpo alto está Roma, desde el papa hasta los dioses romanos y sus héroes: es el modelo ofrecido al Emperador, la meta a la que aspira. Nuestra tesis se funda en el cruce de tres presencias simbólicas: el Imperio romano, encarnado en Venus, madre de los césares y en Hércules, príncipe bueno; el Sacro Imperio, fundado por Carlomagno para la “renovatio Imperii Romani”, cuyo emblema es el águila bicéfala; y los héroes legendarios de la Antigüedad, modelos ineludibles en el Renacimiento, que figuran en los medallones. Las tres presencias se enraízan en Roma y convergen hacia el Emperador, cuyo escudo campea en el centro de la fachada”.
El “retablo” propiamente se superpone a la fachada a partir de las puertas que dan acceso al edificio (dos arcos carpaneles contiguos). Desde esta entrada se levanta propiamente la fachada-retablo, estructurada en tres cuerpos (horizontales) y cinco calles (verticales) flanqueadas por dos pilastras que arrancan desde la altura de los capiteles de las puertas llegando hasta la crestería superior.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca. Cuerpo inferior.
El cuerpo bajo está dedicado a la base del estado español recordando la unión dinástica realizada por los Reyes Católicos, abuelos del emperador Carlos. En la calle central aparece el medallón con la efigie en bajo relieve de estos monarcas quienes sujetan un cetro entre ambos. La imagen está rodeada por una inscripción en griego que dice ΟΙ ΒΑΣΙΛΕΙΣ Τῌ ΕΓΚΥΚΛΟΠΑΙΔΕΙᾼ, ΑΥΤΗ ΤΟῖΣ ΒΑΣΙΛΕYΣΙ (Los Reyes a la Universidad y esta a los Reyes). Sobre Fernando aparece la divisa del yugo con el nudo gordiano cortado y sobre Isabel el haz de flechas.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca. Detalle del Medallón con le efigie de los Reyes Católicos.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca. Cuerpo central.
El segundo cuerpo está presidido por el escudo imperial que aloja los símbolos de los territorios de la corona hispánica (un contracuartelado con Castilla, León, Aragón, Navarra, Sicilia, Jerusalén, Hungría y Granada, por una parte; y Austria, Borgoña, antigua y moderna, Brabante, Flandes y el Tirol, por otra). A sus lados aparece el águila bicéfala (izquierda) que es el símbolo del imperio y a la derecha el águila de San Juan, identificada con Isabel la Católica. Las calles laterales representan, la izquierda a Hércules (quien se identificaría con Carlos V) y a la derecha Hebe, en la que sería la representación de la reina Juana (algunas interpretaciones asignaban esta figura a la emperatriz Isabel de Portugal, pero parece que los atributos corresponderían más a la madre del emperador que, además, financió la obra). En este cuerpo intermedio aparecen cuatro conchas que albergan a la Sibila profética (un signo de buenos augurios) y a tres de los denominados “seis medallones de la fama” por Gabaudan: Trajano, Escipión “el africano” y Marco Aurelio.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca. Detalle del cuerpo superior.
El cuerpo superior está presidido por el Papa (identificado por la tiara y las llaves de San Pedro, que podría ser Martín V entregando las Constituciones de la Universidad). El sumo pontífice se encuentra ejerciendo su magisterio ante varias personas (es la escena que se recuerda en el escudo de la Universidad de Salamanca). A sus lados, ocupando las dos calles laterales surgen dos dioses paganos: a la izquierda, Venus (fecundidad y pasión) y a la derecha, Hércules (fuerza y esfuerzo). Algunas interpretaciones creen ver a Adán y Eva, pero los atributos de la figura masculina apuntarían en la dirección del héroe semidios. Cada figura tiene a sus lados sendos medallones: Baco, el dios civilizador; y los tres personajes restantes de los “seis de la fama”, que son Julio César; el emperador Octavio Augusto; y Alejandro Magno. Debajo de estas cuatro figuras aparecen alegorías de las cuatro virtudes cardinales: Fortaleza, Justicia, Prudencia y Templanza. Gabaudan relaciona estas presencias con la obra de Jorge Manrique, “Coplas por la muerte de su padre”, escrita hacia la década de 1470:
En ventura Octaviano;
Julio César en vencer y batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber y trabajar;
en la bondad, un Trajano”
Gabaudan justifica estas alegorías virtuosas debido a que el soberano había de practicar esas virtudes, porque de él dependía la vida y la felicidad de muchos hombres”.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca. Detalle del cuerpo superior con Hércules en el centro y las efigies del emperador Augusto (izquierda) y de Alejandro Magno (derecha).

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