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9 ago 2018

Aproximación al espacio religioso musulmán (mezquitas y külliyes otomanos en Bursa, Edirne y Estambul) [1]


El complejo religioso y asistencial promovido por el sultán Bayaceto II (Sultan II Bayezid Külliyesi) en Edirne es una espléndida muestra de las külliyes otomanas.
De los “cinco pilares del islam”, oración y caridad son los preceptos básicos que requieren una configuración espacial de apoyo y, en consecuencia, generan expresiones arquitectónicas y urbanas.
En las primeras construcciones religiosas se buscó compatibilizar ambas exigencias y las primeras mezquitas sumaron a su función de culto otros usos asistenciales. Pero la complejidad creciente de la sociedad hizo necesaria la creación de espacios específicos para cada función y surgieron grandes complejos de edificios (külliye) que, contando con la mezquita como núcleo, incorporaron instituciones de beneficencia, comedores, albergues, clínicas o también escuelas coránicas, estableciendo unos “centros sociales” fundamentales en la ciudad islámica.
En sus más de 600 años de existencia (1299-1922), el Imperio Otomano alcanzó un gran poder y ascendencia sobre el resto del mundo musulmán. Su influencia en la evolución del espacio religioso fue trascendente. Nos aproximaremos a ello visitando sus tres capitales principales: Bursa, Edirne y, sobre todo, Estambul, donde Mimar Sinán establecería el modelo clásico de mezquita imperial a partir de su admirada Hagia Sophia.
Lo haremos en dos partes, en esta primera nos referiremos a cuestiones generales y a las obras de Bursa y Edirne. Dejaremos Estambul para el segundo artículo.

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El espacio religioso musulmán (mezquitas y külliyes otomanas)
Los “cinco pilares del islam”, obligatorios para todo musulmán, son: la profesión de fe (shahada), la oración (salat), la caridad (zakat), el ayuno (swan) y el peregrinaje a la Meca (hajj). Oración y caridad son el segundo y tercero de estos preceptos fundamentales y tienen una diferente trascendencia personal y social. Como veremos, oración y caridad son los que requieren una configuración espacial de apoyo y, en consecuencia, generarán expresiones arquitectónicas y urbanas.
La fe islámica es individualista en la relación con Alá, que se expresa en la oración. El musulmán debe rezar cinco veces al día y puede hacerlo en cualquier lugar (para el islam toda la tierra es igualmente sagrada), aunque siempre orientado en dirección a La Meca. Solamente es necesario el rezo colectivo los viernes y en fechas señaladas, para lo cual se debe acudir a la mezquita (masŷid), el lugar de culto.
La fe islámica es muy comunitaria en la relación interpersonal con los “hermanos”, hecho que se concreta en la caridad. Individualmente, los musulmanes deben dar limosna a las personas más pobres de su comunidad (al menos una vez al año y en un porcentaje determinado). Además, colectivamente, deben contribuir en la medida de sus posibilidades a la asistencia general hacia los más desfavorecidos. Esto demandaba la construcción de instituciones de beneficencia, en las que se podía dar de comer o se ofrecía albergue y otros servicios a los necesitados.
En las primeras construcciones religiosas se buscó ofrecer solución a ambas exigencias en el mismo espacio. Así, aunque el propósito principal de las mezquitas era servir de lugar de reunión para el rezo de los musulmanes, también procuraban otros servicios a la comunidad, tanto de asistencia social como de tipo educativo (la educación y transmisión de la doctrina islámica sería otra labor fundamental para la que se crearon las madrasas, las escuelas coránicas). En consecuencia, las primeras mezquitas fueron lugares de “usos múltiples”. No obstante, el incremento de la población conllevó la complejidad de la sociedad haciendo necesaria la creación de espacios específicos para cada función. Las mezquitas seguirían siendo el núcleo central, pero estarían rodeadas de otras edificaciones vinculadas que formarían un conjunto mayor.
En esta línea, en la sociedad otomana se crearon grandes complejos de edificios (denominados külliye), que contaban con la mezquita (camii) como punto de referencia, pero incorporaban además instituciones de caridad (waqf), escuelas coránicas (madrasa), clínicas/hospitales (dar al-shifa), cocinas/comedores para dar de comer a los pobres (imaret), baños (hamman), panaderías, albergues (caravanserais, que en algún caso contaban con una parte de pago para financiar el resto) y algún otro edificio complementario con estos fines solidarios.
La repercusión urbana de mezquitas y külliyes es trascendental. Más allá de las interacciones arquitectónicas entre los propios elementos del sistema (que conllevan el establecimiento de jerarquías, direcciones, pasos, o la disposición de estancias especiales, jardines, estanques, etc.), respecto a la ciudad su papel es esencial. Lo son como nodos de atracción multitudinaria, requiriendo una dotación de espacio significativa y amplia que se articule con los barrios contiguos. Pero, además, su ubicación es crítica para la estructura funcional de la ciudad, puesto que su presencia física es una expresión sustancial tanto para la identidad como para la legibilidad urbana.
Elementos característicos de las mezquitas otomanas: el afilado minarete, la cúpula y el mihrab y el mimbar (presentes en todas las mezquitas). (imágenes de Shahril Khairi)
No hay un modelo único de mezquita dada la extraordinaria diversidad de los territorios musulmanes, pero si pueden extraerse unos denominadores comunes: la sala de oración (con su quibla, es decir el muro orientado hacia La Meca; el mihrab, el nicho que identifica al anterior; y el mimbar, el púlpito para los sermones); el patio o antesala para las abluciones; y el minarete para la llamada. A partir de esta mínima base existen mezquitas humildes y grandilocuentes, pequeñas y gigantescas, exentas e integradas en conjuntos multifuncionales, etc. La variedad de mezquitas responde a la fusión entre las exigencias del credo islámico y las tradiciones locales, generándose diferentes modelos formales a partir de los elementos comunes referidos. Por ejemplo, en el extremo occidental musulmán (al-Ándalus y el Magreb) abundaron las mezquitas construidas como salas hipóstilas (también llamadas “mezquitas de naves”), mientras que en Oriente Medio se desarrollarían mezquitas de espacio único bajo grandiosas cúpulas, o, en el extremo oriental (desde Persia al Imperio Mogol), proliferarían espacios cubiertos con diversas cúpulas bulbosas.
Comparación entre tres de los modelos más habituales de mezquitas musulmanas. A la izquierda la mezquita de naves o de sala hipóstila (mezquita de Córdoba con Al-Hakam II); en el centro la gran mezquita de Isfahán, muestra de la mezquita de patio con cuatro iwanes y sala hipóstila con cúpulas individuales; y a la derecha la Selimiye Camii, la gran mezquita de Edirne, ejemplo de cúpula sobre espacio único.
Si no se puede establecer un tipo único de mezquita, tampoco puede fijarse un modelo para los conjuntos asistenciales y, en este caso, ni siquiera se pueden establecer rasgos similares. Los külliyes, en la mayoría de las ocasiones, determinan su composición y relaciones internas dependiendo de la mezquita nuclear y de la ciudad que los envuelve (aunque a veces fueron utilizados como motor para fijar crecimientos urbanos en periferias deshabitadas).
Dentro de la diversidad existente vamos a aproximarnos a una de las tradiciones más vigorosas, la de los turcos otomanos, que forjaron un Imperio que tendría una grandísima influencia en el resto de estados islámicos, no solo políticamente sino también artísticamente. No obstante, tampoco es posible encontrar uniformidad dentro del periodo otomano ni de su territorio histórico, pero, a pesar de eso, sí podemos rastrear en sus tres capitales históricas (Bursa, Edirne y, sobre todo, Estambul) los modelos fundamentales que serían exportados al resto del imperio y desde allí a otros países musulmanes.
Bursa, Edirne y Estambul son las tres capitales principales del Imperio Otomano.

Apunte sobre los inicios del Imperio Otomano.
Los túrquicos fueron originalmente un pueblo nómada que habitaba en el Asía Central, en la región histórica denominada Turkestán, que se encontraba entre el Mar Caspio y el desierto del Gobi y que ahora ocupan varios países: Kirguistán, Turkmenistán, Tayikistán, Uzbekistán, así como el Kazajistán meridional, el norte de Afganistán o el extremo noroccidental chino.  Las cadenas montañosas centrales (principalmente la cordillera Tian Shan y el Pamir) separan el Turkestán occidental (asentado sobre las llanuras fluviales del Amu Daria y del Sir Daria y que estuvo reunido bajo la órbita soviética) del Turquestán oriental (centrado sobre todo en el desierto de Takla Makan y vinculado al mundo chino).
En ese amplio territorio, los pueblos túrquicos eran una amalgama de diferentes clanes cuya vinculación era étnica y lingüística (y finalmente, cuando abrazaron el islam, también religiosa) pero que funcionaban con una gran autonomía.
Arriba, área aproximada del Turkestán histórico. Debajo, extensión del Imperio Selyúcida.
Hacia el siglo X, entraron en contacto con el islam gracias a la consolidación de la Ruta de la Seda e iniciaron su conversión musulmana. Esta relación les dio a conocer las tierras meridionales y, alrededor del año 1000, uno de esos grupos, que ocupaba el área septentrional del Mar de Aral y estaba liderado por Selyuq ibn Duqaq, inició una expansión hacia ellas. El resultado sería el sometimiento del califato abasí y la constitución en el año 1037 del Imperio Selyúcida, uno de los grandes estados de aquella época que tomó el nombre de su histórico líder. Paulatinamente fueron tomando el control de un área extensísima, que llegaría desde la península Anatolia hasta las montañas afganas. Hacia el año 1200, las disensiones internas irían descomponiendo el imperio que sería finalmente destruido por las invasiones mongolas.
Uno de los reinos resultantes de la desintegración fue el Sultanato de Rüm, que ocuparía buena parte de Anatolia occidental y lograría mantener la identidad selyúcida (ya que los selyúcidas del este fueron barridos por los mongoles). Pero este sultanato, gobernado desde la ciudad de Konya, no sería muy longevo porque en 1302 desaparecería. Tampoco fue demasiado consistente puesto que su existencia fue más nominal que real ya que, en la práctica, fue siendo sustituido por docenas de principados regionales independientes (conocidos como beylicatos). Los más orientales acabarían rindiendo vasallaje a los mongoles il-kanes, pero los situados al oeste lograron mantener su autonomía. Uno de estos beylicatos occidentales sería el fundado por Osmán I o Uthman I (1258-1326), quien daría nombre a la dinastía osmanlí u otomana, que acabaría forjando un nuevo, extenso y poderoso imperio.
Todo había comenzado con el padre de Osmán/Uthman, Ertuğrul, líder de su tribu, con la que emigró huyendo de los mongoles y acabarían, dada su tradición guerrera, sirviendo como mercenarios para los sultanes de Rüm. Ertuğrul y su pueblo se instalaron en un pequeño territorio de la parte noroccidental de Anatolia, alrededor de la antigua ciudad de Thebasion (que fue rebautizada como Söğüt). Cuando Osmán se convirtió en el líder (bey), en 1288, inició un proceso que le llevaría a proclamar su independencia respecto a los turcos selyúcidas de Rüm en 1290. Los historiadores suelen fijar la fecha fundacional del Imperio Otomano en 1299, porque fue entonces cuando Osmán se lanzó a extender su territorio tanto a costa de sus vecinos turcos, más débiles que ellos, como de los señoríos cristianos/bizantinos existentes en la región. Los otomanos verían incrementado su poderío militar con la llegada de otros guerreros turcos que huían de los mongoles y se veían atraídos por el botín obtenido de las conquistas sobre los bizantinos. Con todo, los otomanos comenzaron una expansión imparable.
Avances territoriales del Imperio Otomano. Arriba, primeras conquistas (1281-1324) con Sogut como capital. Debajo, expansión realizada por Orhan I hasta 1361. La capital se trasladó a Bursa (Brusa en el mapa)
El hijo de Osmán, Orhan I tendría un largo reinado, entre 1326 y 1359, hecho que le permitió consolidar el imperio. En 1326, conquistó las ciudades de Prusa/Brusa y Nicea, convirtiendo a la primera en su nueva capital (con el nombre transformado en Bursa). Su sucesor, Murad I, siguió ampliando los territorios otomanos conquistando en 1362 la ciudad de Adrianópolis, situada en territorio europeo, y que desde 1365 ejercería de capital imperial (rebautizada como Edirne). El 1383, el Califato de El Cairo (dominado por los mamelucos) otorgó al Bey Murad la distinción de sultán (una cuestión nominal pero que reforzaría su liderazgo dentro de su territorio). Su hijo Bayaceto I (Bayezid I, 1360-1403) (cuyo sobrenombre fue Yildirim, “el rayo”) accedió al sultanato en 1389 y su gobierno duró hasta 1402, siendo uno de los primeros apodados “grandes sultanes” del Imperio. Derrotado por Tamerlán, se inició un periodo convulso de disputas dinásticas (conocido como “interregno otomano”) que no se solucionó hasta 1413 con el ascenso al trono de Mehmed I. Tras él llegaría Murad II y, sobre todo, Mehmed II (1432-1481), el séptimo sultán, que gobernaría el imperio durante treinta años (1451-1481). Mehmed II lograría la aspiración acariciada durante décadas por sus antecesores:  la toma de Constantinopla, que se produjo en 1453, provocando el final del Imperio bizantino (y el cambio de época histórica, dejando atrás el periodo “medieval” para entrar en el “moderno”). Constantinopla, rebautizada como Estambul, se convertiría en la cuarta y definitiva capital del imperio que iniciaría una nueva etapa en su desarrollo. Desde allí gobernarían los siguientes sultanes que continuaron extendiendo el imperio, como Bayaceto II (Bayezid II), sultán entre 1481 y 1512; Selim I, entre 1512 y 1520; o Süleyman I (Solimán el Magnífico), que sería el décimo soberano otomano entre 1520 y 1566.
Mapa mostrando los avances territoriales del Imperio Otomano hasta su máxima extensión territorial (1683)
No obstante, los historiadores suelen restar importancia al hecho de la conquista de Constantinopla dentro de la evolución del imperio y valoran mucho más la fecha de 1516, en la que los otomanos derrotaron a los mamelucos y se anexionaron Egipto. Esto los consolidaría definitivamente. A partir de entonces, los otomanos forjaron un imperio que lograría mantenerse hasta su disolución oficial en 1922, imponiendo su sistema político, su lengua y su religión a un extenso territorio y, además, consiguieron crear un arte original, expresado sobre todo en su arquitectura monumental, que transmitía la ideología imperial.

El nacimiento de la arquitectura otomana: las primeras mezquitas en Bursa y Edirne.
Söğüt fue la ciudad principal otomana durante un tiempo turbulento (1299-1326) y, por lo tanto, poco propicio para la creación arquitectónica. Por eso, las tres capitales otomanas que recibirían construcciones monumentales serían Bursa (capital entre 1326 y 1365), Edirne (1365-1453) y, sobre todo, Estambul (1453-1922). Y entre esas edificaciones referenciales destacarían los espacios religiosos y sus complementarios, hasta el punto de llegar a constituir un modelo propio de mezquita y de centro asistencial (külliye).
Ubicación en la ortofoto de Bursa de las mezquitas y külliye comentadas en el texto: (1) Hüdavendigar Camii; (2) Muradiye Külliyesi; (3) Alaaddin Paşa Camii; (4) Ulu Camii; (5) Orhan Gazi Camii; (6) Yeşil Camii; (7) Yildirim külliyesi.
En Bursa comenzó realmente la forja del imperio y esta ciudad sería la primera en recibir las significativas construcciones monumentales, destacando las mezquitas, tanto por su necesidad espiritual como para expresar la transformación musulmana frente a los cristianos bizantinos. La arquitectura otomana absorbería influencias, pero rechazaría otras. Por ejemplo, no se sintieron identificados con la construcción en ladrillo, las cúpulas sobre tambor alto o la fragmentación del espacio interior de las mezquitas (temas característicos en el oriente medio). Por el contrario, establecerían lazos con lo bizantino (especialmente tras la toma de Constantinopla) y magnificarían entonces sus tempranas preferencias respecto, por ejemplo, a plantas centrales de espacio único, grandes cúpulas de cubrición o a la piedra como material predilecto.
La pequeña y humilde mezquita de Alaaddin ya indica el camino del modelo de cúpula sobre espacio único que caracterizará a las mezquitas otomanas.
Bursa fue la cuna del nuevo estilo. En 1334 se levantó, dentro de la ciudadela, la mezquita de Alaaddin (Alaaddin Paşa Camii) con los elementos imprescindibles señalando una tendencia: una sala única para la oración (que en este caso es pequeña, al ser un cuadrado de aproximadamente 8,5 metros de lado) que estaba cubierta por una cúpula semiesférica, un vestíbulo (formado por un pórtico de tres arcos donde se realizarían las abluciones) y un minarete de llamada. Esta humilde mezquita estaba manifestando la preferencia otomana por la unidad del espacio, fijado y coronado por una cúpula, cuestión que les aleaba de la mezquita hipóstila evolutiva que iba creciendo en función de las necesidades de reunión de fieles (algo que sucedió tanto en Córdoba como en Isfahán). A pesar de su simplicidad, esta precursora mezquita era innovadora frente a los modelos selyúcidas anteriores, y aparece como un arquetipo (a pequeña escala) de los deseos otomanos, resaltando la importancia dada a la cúpula y al imprescindible pórtico de acceso.
Pórticos de acceso a las mezquitas de Alaaddin y Orhan en Bursa.
En 1339, en el borde exterior oriental de la ciudadela, junto al mercado, que se estaba convirtiendo en el nuevo centro neurálgico de Bursa, se construyó la que sería la nueva referencia, el modelo de mezquita multifuncional, la mezquita de Orhan (Orhan Gazi Camii). Partiendo de los esquemas típicos de las madrasas, a la base ofrecida por la mezquita de Alaaddin se le sumaron espacios y funciones que generaron una tipología que recibiría varias denominaciones: en forma de “T” invertida o mezquita zaviye (que en turco significa alojamiento, en referencia al destino de alguna de las salas, que podrían ser para derviches viajeros). Desde el pórtico inicial (de cinco vanos) se accede a un pequeño vestíbulo que daba paso al lugar central que ejerce como distribuidor entre los espacios laterales (para la enseñanza o el alojamiento) y el posterior (para la oración). Cada espacio tiene su propia cúpula, siendo la central más alta y el resto menores generando un efecto de “acumulación piramidal” visible desde el exterior que será otro rasgo típico de la arquitectura otomana. Esta mezquita estuvo acompañada de otros edificios (educativos y asistenciales) que formarían un embrionario külliye (aunque fueron construcciones dispersas que carecían de la composición que caracterizaría a estos complejos más adelante y de los que solamente se conservan dos, unos baños y una hospedería)
Dos mezquitas en Bursa, marcan la senda de la mezquita multifuncional (mezquita en “T” invertida o mezquita zaviye). A la izquierda la mezquita de Orhan y a la derecha la mezquita integrada en el conocido como Yildirim külliyesi.
La mezquita de Murad I (Hüdavendigar Camii) fue construida en 1365 y 1385 en las afueras de Bursa (a tres kilómetros al noroeste, en el barrio termal de Çekirge), siguiendo el esquema multifuncional en “T” invertida (en este caso con dos pisos). También contaría con algunos edificios complementarios. Igualmente, alejado de la ciudadela de Bursa, en este caso a unos dos kilómetros y medio hacia el este, se levantó otro ejemplo notable promovido por Bayaceto I entre 1391 y 1395. Este fue diseñado inicialmente como un complejo (que sería conocida por el sobrenombre del sultán: Yildirim külliyesi). A pesar de la diversidad edificatoria, la mezquita seguía respondiendo al modelo zaviye. La distancia de estos conjuntos respecto al centro urbano indica el interés de los sultanes en que este tipo de complejos fueran el germen de nuevos barrios residenciales.
Planta de Yildirim külliyesi en Bursa. (1) puerta, (2) mausoleo de Bayaceto I, (3) madrasa, (4) jardines, (5) mezquita, (6) hospicio, (7) baños, (8) puerta, (9) muro, (10) acueducto. La línea discontinua indica elementos desaparecidos.
En la búsqueda de alternativas se experimentaron otras opciones que acabarían siendo desechadas, de manera que las muestras construidas quedarían como ejemplos singulares. Es el caso de la Gran Mezquita (Ulu Camii) construida entre 1396 y 1399, también por orden de Bayaceto I (que construyó, por lo tanto, dos mezquitas en Bursa). Se ubicó en el centro de la ciudad, junto a la Orhan Gazi Camii (que se había quedado pequeña para las necesidades crecientes de la ciudad). La Ulu Camii exploraba con orden y geometría el tipo de salas hipóstilas organizadas en módulos de manera que cada uno de ellos tuviera su propia cúpula (influencia recibida desde Persia), presentando una composición de 5 x 4 módulos lo que se concreta en 12 pilares interiores y el muro perimetral. Su excepcionalidad se manifiesta igualmente por la ausencia del característico pórtico de acceso. Había algo ideológico en ese planteamiento que privilegiaba la comunidad de individuos frente al absolutismo de los sultanes (algo que tardó en ser asumido porque muchos veían al imperio como una “república” de comerciantes). Con el tiempo, las cúpulas múltiples acabarían desapareciendo como consecuencia de la excluyente preferencia imperial por la cúpula única.
Ulu Camii en Bursa, una tipología extraña para los otomanos: sala hipóstila con cúpulas individuales sobre cada módulo.
No obstante, la evolución continuaría un tiempo siguiendo el camino multifuncional en “T” invertida, reflejándose en ejemplos como la mezquita Verde (Yeşil Camii), levantada entre 1419 y 1421; o la mezquita de Murad II, construida entre 1424 y 1426 dentro de un complejo mucho mayor (Muradiye Külliyesi).
Mezquita Verde (Yesil Camii) en Bursa.
En el siglo XV, Bursa ya no era la capital imperial porque esa distinción se había trasladado a Edirne, la antigua Adrianópolis, ciudad que estaba situada en el continente europeo junto a la frontera actual de Turquía con Grecia y Bulgaria y ofrecía una posición estratégica para controlar las rutas entre occidente y oriente (circunstancia que la convirtió en escenario de muchas batallas por el dominio de la zona). No obstante, Bursa, a pesar de no ser la cabeza jerárquica y residencia del sultán, mantenía su prestigio y seguía siendo una referencia simbólica, de manera que varios soberanos siguieron construyendo en ella e incluso levantaron allí sus complejos funerarios.
Mapa de Edirne, con indicación del trazado original de Adrianópolis y ubicación de las principales mezquitas y külliye.
La construcción de espacios religiosos en Edirne arrancaría con la mezquita de Bayaceto I (Yildirim Camii) construida entre 1397 y 1400 siguiendo el modelo de “T” invertida, como harían las posteriores mezquitas de Gazi Mihal (Gazy Mihalbey Camii) terminada en 1422 o Beylerbey (Beylerbeyi Camii) de 1429. Y, sobre todo, la mezquita Muradiye Camii, promovida por el sultán Murad II en 1435, sobre una colina ubicada en el noreste de la ciudad antigua. La estructura responde al tipo en “T” invertida, con un pórtico de 5 vanos desde el que se accede al espacio central distribuidor. Las dos salas laterales (este y oeste) son iwanes mientras que al sur se abre la sala de oración. Dispone de un único minarete. A pesar de la “multifuncionalidad” la mezquita fue acompañada por otros edificios formando un pequeño conjunto: una cocina-comedor y una escuela elemental (mekteb) que no se conservan. Fue un külliye embrionario. Esta obra culminaría el tipo de mezquita zaviye, porque a partir de la década de 1430, estas desaparecerían y se consolidaría el modelo de cúpula única.
Planta e imagen exterior de la Muradiye Camii en Edirne.
Anteriormente, entre 1402 y 1410, se había construido la Mezquita Vieja (Eski Camii) que insistía con la fórmula extraña que Bayaceto I aplicó en Bursa (sala hipóstila con cúpulas individuales sobre cada módulo). En este caso es mucho menor porque la sala es de 3 x 3 módulos, aunque recupera el pórtico de acceso. Fue la última muestra de este modelo, que después quedaría olvidado.
Planta e imagen interior de la Mezquita Vieja de Edirne (Eski Camii) 
La cúpula única reaparece en la pequeña mezquita de Shah Melek (Şah Melek Camii) ubicada al inicio del puente Gazi Mihal (en cuyo final se encuentra la mezquita que lleva el mismo nombre). El modelo se asentaría con fuerza en otra mezquita también encargada por Murad II, la conocida como mezquita Üç Serefeli Camii (“tres balcones” por los existentes en uno de sus minaretes), construida entre 1437 y 1447. Esta ejerce de charnela entre la arquitectura de los primeros otomanos y el periodo clásico que culminará con las grandes mezquitas imperiales. Es un edificio casi cuadrado (66,5 x 64,5 metros) dentro del que se organiza un patio con arcadas perimetrales y cuatro minaretes, uno en cada esquina. La sala de oración es un rectángulo alargado con una cúpula central (de 24,10 metros de diámetro) escoltada por otras cuatro menores (dos a cada lado). En esta mezquita surgen nuevas señas de identidad de la arquitectura religiosa otomana: el patio con fuente integrada, la cúpula monumental (comenzando una “carrera” para conseguir la cúpula de mayor dimensión) así como la multiplicidad de minaretes, altos y muy esbeltos, recordando a lápices puestos de punta.
La mezquita Üç Serefeli Camii de Edirne muestra nuevas señas de identidad de la arquitectura religiosa otomana: el patio, la cúpula monumental o el incremento de minaretes.
La cumbre de esta etapa en Edirne se alcanzará con el külliye promovido por el sultán Bayaceto II (Sultan II Bayezid Külliyesi). El complejo se levantaría en la orilla derecha del río Tunca entre 1484 y 1488, cuando la capitalidad ya había sido trasladada a Estambul. La composición y la ortogonalidad del mismo muestra un orden que no se había visto hasta entonces en los conjuntos de Bursa o Edirne y es un reflejo del külliye que Mehmed II había levantado entre 1463 y 1470 en Estambul (la mezquita original de Fatih y su külliye, que desaparecerían en el siglo XVIII, victimas de un terremoto). El conjunto de Bayaceto II formaba una “U” que da la espalda al rio y se abre hacia el oeste integrando edificios destinados a la beneficencia, como hospitales para pobres, enfermos o locos (con una peculiar sala hexagonal) o una cocina-comedor, así como hospederías para derviches e incluso un colegio de medicina. Todo ello presidido por la mezquita central de espacio único, formada por un cuadrado de 20,60 metros de lado, cubierto por una cúpula de 19,50 que se eleva hasta los 31 metros y con un gran patio anterior de 42 x 49 metros (aunque las residencias de paso para los derviches, las tabhane, se adosan a ella recordando falsamente el modelo zaviye).
Planta de la külliye de Bayaceto II (Sultan II Bayezid Külliyesi) en Edirne.
Edirne había perdido su rango jerárquico, pero quedaría a la espera de recibir la joya más fabulosa, la gran obra maestra de Sinan, la mezquita imperial de Selim (Selimiye Camii), de la que nos ocuparemos a continuación.

[continúa en la segunda parte]

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