Stourhead Gardens. Mere,
Wiltshire (Inglaterra)
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Toda
Inglaterra es un gran paisaje. Las suaves ondulaciones de su relieve, cubiertas
de césped y complementadas con un exuberante arbolado, han acompañado a sus
habitantes desde siempre, generando una larga tradición de amor hacia la
jardinería y la horticultura.
En ese
ambiente propicio, nacieron, a mediados del siglo XVIII, las ideas que
modificarían radicalmente la relación entre el ser humano y la naturaleza.
Surgirá entonces una nueva sensibilidad hacia el paisaje, en la que el
individuo y el entorno se relacionarán de una manera mucho más libre. El jardín inglés supuso una propuesta
alternativa e innovadora para la creación de paisajes, que se alejaba de las
imposiciones geométricas que procedían, sobre todo, del jardín clásico francés, y de la densidad culturalista y simbólica de los
jardines italianos. La jardinería inglesa reivindicará el valor del paisaje por
sí mismo, caracterizado por la libertad dispositiva de la naturaleza (aunque
era más aparente que real) y por la primacía de las percepciones humanas
individuales.
Desde las islas, convertidas entonces
en primera potencia mundial, se exportó esa original concepción al resto del mundo, convirtiendo
al jardín paisajista inglés en la nueva referencia para la composición de
paisajes.
La gestación del
modelo de Jardín Inglés, nuevas ideas
en el lugar adecuado.
Las islas británicas, e Inglaterra en particular, fueron el lugar
adecuado para que las nuevas ideas sobre la creación de paisajes germinaran,
dada la tradicional pasión de sus habitantes por la jardinería y la
horticultura.
No obstante,
también hay algo de reivindicación de su independencia y de su personalidad
propia frente a las imposiciones procedentes del continente, particularmente
francesas. Más aún cuando, durante el siglo XVIII, se produjo el declinar de la hegemonía política francesa y el paulatino ascenso hacia el
liderazgo internacional de los británicos.
Pero, además de los cambios políticos, la idiosincrasia inglesa se
manifestó en otras muchas cuestiones. Por ejemplo, en la filosofía, cuando el
racionalismo cartesiano, que había fundado la filosofía moderna, vio nacer un
contrapunto en el empirismo inglés.
Esta corriente, animada por pensadores como David Hume, defendía la experiencia
individual como punto de partida del conocimiento humano. Esta nueva concepción
del mundo, en la que el individuo emergía sobre las consideraciones colectivas,
se fue consolidando durante la Ilustración y tendría importantes repercusiones
en el diseño del espacio. El espacio
clásico, con su característica comprensión unitaria, fue decayendo en favor de
una percepción más compleja, en la que las sensaciones personales, la
emotividad íntima, o el subjetivismo individual se convertían en códigos de
interpretación.
Esquema temporal del
periodo de apogeo del modelo de jardín paisajista inglés. El naranja intenso
refleja el momento de mayor esplendor.
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El tiempo y el espacio sufrirían una metamorfosis a partir de su
individualización. El espacio se presentaba como una sucesión fragmentada de
puntos de vista, vinculados a la experiencia individual, olvidando los
escenarios inmutables y el punto de vista único de la gran perspectiva impuesta
por los franceses. A su vez, el tiempo se vio también se vio afectado por una
nueva visión. Cada persona percibe el discurrir temporal de una forma subjetiva
y por eso los recorridos espaciales se presentaban cambiantes y variados, buscando
la capacidad de ofrecer sensaciones diversas para cada persona.
La Ilustración fue un periodo que aspiraba a la liberación del
oscurantismo y de la degradación de tiempos pasados. Se buscaban nuevos
referentes para refundar al ser humano y el pensamiento se volvió hacia la naturaleza
como ideal de pureza. Los jardines y los
paisajes debían mostrar ese estado “virginal”, debían evolucionar en un
“retorno” a las esencias, despojándose de la aparatosidad y rigideces
anteriores, que se tachaban de formas “corruptas”, frente a la bondad de la
nueva época.
La superación de las formas clásicas de la jardinería y el
advenimiento del nuevo estilo también será producto de otras influencias, como
la visión de los pintores paisajistas
(las composiciones de Nicolas Poussin, Claudio de Lorena o Jacob van Ruisdael
entre otros se convertirían en modelos muy imitados) o el descubrimiento de la jardinería oriental (descrita por los
viajeros y mostrada por dibujos y grabados).
Los pioneros: Vanbrugh,
Bridgeman y Kent.
Durante la
primera mitad del siglo XVIII, la idiosincrasia inglesa y su particular
relación con la naturaleza acabaron imponiéndose sobre los planteamientos importados
de Francia, que habían sido la moda a lo largo del siglo anterior. En esos
años, fueron despuntando propuestas que asentaron las bases del nuevo estilo.
El arquitecto John Vanbrugh, (1664-1726), que fue uno
de los máximos exponentes del Barroco inglés, con construcciones tan
importantes como Castle Howard o Blenheim Palace, es considerado uno de los pioneros en la
concepción naturalista del paisaje. Vanbrugh tenía un carácter polifacético que
se interesó por otros campos de expresión, destacando también como escritor y
diseñador escenográfico. Esta última actividad le condujo a incrementar
paulatinamente el interés por las relaciones entre la arquitectura y su
entorno, y especialmente con el paisaje. Con el tiempo fue involucrándose, cada
vez más, en la realización de jardines para sus edificios.
Blenheim. Woodstock,
Oxfordshire, Inglaterra.
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Aunque el
primero en proponer caminos alternativos al triunfante estilo francés, que
anticipaban la evolución de aquellos esquemas geométricos hacia una mayor
libertad de diseño, fue Charles
Bridgeman (1690-1738). Sus obras, aunque sin romper decididamente con el
pasado, muestran una concepción más flexible, con decisiones como la supresión
de la topiaria (la poda artística y geométrica de la vegetación).
No obstante,
se considera a William Kent
(1685-1748) como el verdadero creador
del modelo inglés de paisaje. Kent fue un artista pluridisciplinar y entre
sus realizaciones, se ocupó también de los jardines. Muy vinculado a las
corrientes literarias de su época que fueron alumbrando la nueva conciencia
hacia el paisaje, Kent materializó esas ideas
en realizaciones concretas a partir de 1720. Sus jardines sacaban el máximo
partido a las particularidades del terreno, intensificando o atenuando sus rasgos
para conseguir composiciones como las ofrecidas por los admirados pintores
paisajistas de la época (lo que etiquetaría al nuevo estilo como “pintoresco”).
Uno de las grandes aportaciones de Kent fue mostrar las posibilidades espaciales
de árboles y arbustos en sí mismos, con su forma natural, sus colores o
texturas originales.
Chiswick Gardens (Londres),
obra de William Kent.
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Estos
precursores fueron definiendo los rasgos del estilo con jardines innovadores:
Inglaterra Jardines Eastbury
Palace (Bridgeman, 1714)
Inglaterra Stowe, primera
versión (Bridgeman, 1714)
Inglaterra Chiswick (Londres) (Kent,
1724-1736)
Inglaterra Oxfordshire Rousham (Kent,
1727-1737)
Inglaterra Stowe, segunda
versión (Kent, 1733)
Inglaterra Jardín de
Painshill (Kent)
El apogeo del Jardín Inglés.
El apogeo del
jardín inglés llegaría a mediados del siglo XVIII. La figura más relevante, que
elevó el nuevo estilo hacia la cumbre, fue Lancelot Brown (1715-1783). Su
brillantez y reconocida capacidad le llevó a recibir un calificativo con el que
pasaría a la historia: “Capability”
Brown. Con él, los nuevos paisajes se despojaron definitivamente de
elementos regulares y la libertad
creativa alcanzó su máxima expresión. Además, Brown también asentó la
autonomía compositiva relajando sus inspiraciones pictóricas y despojando a los
jardines de las referencias culturalistas y simbólicas. Los juegos con la
topografía, los contrastes de vegetación (entre grandes praderas y masas
boscosas o entre colores y texturas) y la importancia del agua (más como
superficie que como curso) son algunas de los rasgos que definen sus jardines. Capability Brown partía de las
sugerencias del lugar y con su actuación pretendía potenciar los valores
preexistentes y corregir sus “defectos”. Aunque aludía al “genius loci” (el espíritu del lugar) como su fuente de inspiración,
los paisajes de Brown eran composiciones muy elaboradas y sofisticadas, que
lograban aparecer como una naturaleza poco retocada, como si hubiera tenido esa
disposición desde antaño sin apenas intervención humana. Sus obras son muy numerosas
(alrededor de 170 parques y jardines) dejando constancia de una incesante
actividad que contribuyó a extender rápidamente su influencia.
Prior Park, en Bath, obra de “Capability” Brown. Las
influencias palladianas son evidentes en el diseño del puente.
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La otra gran
figura del paisajismo inglés del siglo ilustrado fue, en la siguiente
generación, Humphry Repton (1752-1818).
Las obras de Repton son menos radicales que las de su antecesor, de hecho, le
gustaba presentarse como el justo medio entre Le Nôtre y Brown, capaz de
conjugar la grandiosidad del primero con la gracia del segundo. Al margen de
ofrecer una mayor diversidad en sus propuestas, una de las grandes aportaciones
de Repton fue la visión dinámica de los
paisajes, que hasta entonces eran considerados panoramas estáticos para ser
captados desde puntos de vista privilegiados. Con él, los paseos se convertían
en recorridos que disfrutaban de una sucesión de vistas cambiantes, careciendo
de un observatorio fijo y predeterminado.
Sheffield Park, en Sussex, obra de Humphry Repton.
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Esta época de
esplendor del jardín paisajista dejó obras referenciales como:
Inglaterra Stourhead (Hoare, 1740-1760)
Inglaterra Stowe (modificaciones) (Brown, 1741-1751)
Inglaterra Prior Park (Bath) (Brown, 1750-1760)
Inglaterra Blenheim, segunda
versión (Brown, 1764)
Inglaterra Cobham Hall (Kent) (Repton, 1790)
Inglaterra Sheffield Park (Sussex) (Repton,
1794)
Criterios esenciales de
diseño del Jardín paisajista inglés.
Aunque el
jardín inglés pueda aparentar una naturaleza escasamente intervenida por el
hombre, lo cierto es que eran composiciones tan artificiales como sus
precedentes francesas. Ahora bien, el éxito radicaba en no parecerlo.
También el
jardín paisajista inglés, tuvo sus teóricos que pusieron por escrito los rasgos
definitorios del estilo. Uno de los importantes fue Uvedale Price (1747-1829),
escritor y seguidor del estilo de Capability
Brown (cuyas teorías experimentó en su propia hacienda de Foxley) que publicó
el influyente Essay on the Picturesque,
As Compared With The Sublime and The Beautiful (Ensayo sobre lo pintoresco,
comparado con lo sublime y lo bello,
1794), en el que sentó las bases de la estética “pintoresca”.
Pero la gran
obra de referencia, que actuó a modo de guía de diseño, fue Observations
on Modern Gardening (Observaciones sobre jardinería moderna) publicado
en 1770 por Thomas Whately.
Whately
argumentaba que, para crear un paisaje, la
naturaleza solamente opera con cuatro elementos (terreno, arbolado, agua y
rocas) a los que el ser humano incorpora un quinto factor (arquitectura).
La combinación adecuada de todos ellos es la base fundamental para conformar
los jardines.
En sus
observaciones sobre los terrenos propone
una serie de sencillas reglas de combinación de superficies cóncavas, convexas
y planas para lograr el objetivo de una apariencia natural. Por ejemplo,
sugiriendo los perfiles más adecuados o indicando la conveniencia de evitar la
formación de figuras regulares al replantear colinas y hondonadas.
Respecto a la vegetación fijó los tres niveles de composición habituales: el
superficial de las plantas cobertoras, el intermedio de los arbustos o el
superior de los árboles. Sobre cada uno de ellos, explica sus posibilidades
formales, a través de juegos de escala, textura y colores, donde se recomienda
diferentes yuxtaposiciones de tonos y gamas cromáticas, como haría un pintor.
También amplió bastante el abanico de especies utilizadas.
El agua es otro de los elementos
destacados, por su capacidad para potenciar sensaciones a través de reflejos o
sonidos (a veces delicados como un murmullo y en otras ocasiones estruendosos
como una cascada) o incluso de la frescura que puede proporcionar. Whately
ofrece un catálogo de soluciones tanto para resolver el movimiento (aguas
corrientes de rios o arroyos) como las “láminas de agua” (lagos o embalses),
así como toda una serie de elementos complementarios, particularmente los
puentes.
Las rocas son unos elementos complementarios
importantes para proporcionar realismo, sobre todo conjugadas con árboles, o modificadas
por musgos o plantas trepadoras.
Stourhead, obra de Henry Hoare II, banquero con
aspiraciones artísticas que le llevaron a diseñar los jardines de s propiedad,
con indudable éxito.
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Por último,
respecto a la arquitectura, las
recomendaciones indican que no se debe abusar de ella. Las construcciones se
deben limitar a apariciones puntuales, unas veces con un fin utilitario
(ofrecer cobijo por ejemplo) y otras como foco de una determinada composición
(como en el caso de los templetes). Es relevante la importancia dada a las
ruinas como elemento de gran expresividad. De hecho, si no existían convenía
crearlas ex profeso para hacer “viajar” a la imaginación.
Todos estos
elementos se hilvanaban a través de los paseos
que estructuraban los jardines. Los recorridos también debían reflejar la
espontaneidad natural y por eso se renunciaba a los trazados rectilíneos o
regulares, proponiendo senderos sinuosos, adaptados al relieve, cómodos y que
además potenciaran esa fragmentación de las visiones.
Hubo otros
tratadistas que intentaron codificar los principios de la nueva jardinería.
Algunos de los libros más influyentes fueron:
Claude-Henri Watelet, “Essai sur les jardins”
(1774)
Antoine-Nicolas
Duchesne, “Sur la formation des
jardins” (1775)
Jean-Marie Morel “Théorie des
jardins” (1776)
Stourhead Gardens.
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Desarrollo del Jardín
Paisajista (en el resto de Europa)
Europa irá
poco a poco asimilando las nuevas formas del paisaje importadas desde las islas
británicas, apareciendo jardines que se convirtieron en referencias absolutas
del nuevo estilo:
Francia Ermenonville (Giradin,
1766-1776)
Francia Parque de
Monceau (Carrogis
“Carmontelle”, 1773-1778)
Francia Parque de
Méréville (François-Joseph
Bélanger, 1784-1786)
Francia Versalles
Pequeño Trianon (Mique, 1778-1782)
España El Capricho
(Madrid) (Pablo Boutelou,
J-B. Mulot,
1787-1795)
Alemania Munich Englische Garten (Friedrich
Ludwig von Schell, 1766-1776)
Alemania Nymphenburger Schlosspark (Schell, 1799)
Alemania Schwetzingen (Schell)
Alemania Parque de Wörlitz (Johann
Christian Neumark)
Soy estudiante de Historia del Arte y este post me ha sido de gran ayuda, muchas gracias.
ResponderEliminarHola, soy jardinera.Estoy escribiendo un artículo sobre el jardín romántico que hay dentro de la Villa Renacentista El Bosque de Béjar. Gracias a este artículo he podido explicarle mejor a mis vecinos la joya que tenemos dentro de otra joya, en Béjar. Muchas gracias y por supuesto estáis invitados a visitarlo. Saludos.
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