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Palacio del Canto del Pico en Torrelodones, un ejemplo de “elginismo” hispano. (Foto: David Melchor Díaz. Vía: flickr) |
Sir Thomas
Bruce, 7º conde de Elgin, aprovechó su misión diplomática en Atenas para
llevarse esculturas del Partenón a su país (el conjunto, conocido como Elgin
Marbles, se encuentra en el Museo Británico de Londres). Su contemporáneo
Lord Byron arremetió contra él por esa acción y lograría que su nombre quedara
asociado al expolio de obras de arte y, en particular, de arquitectura. En
este caso, el elginismo supone el traslado de partes de edificios
(y en ocasiones de la construcción completa). El paradigma del elginismo
moderno fue el multimillonario William Randolph Hearst (el ciudadano Kane de
Orson Welles). Su castillo californiano se construyó como una especie de Frankenstein
arquitectónico con partes extraídas de lugares muy diversos.
España ha
sido uno de los países que ha sufrido un expolio arquitectónico importante, teniendo
a los Estados Unidos como destino habitual. Aunque sin salir del país también
hay casos de elginismo hispano. Uno de los más destacados es el palacio del
Canto del Pico de Torrelodones, la casa-museo que levantó el tercer Conde
de las Almenas en 1922 con piezas de muchas procedencias españolas. El palacio,
que protagoniza la silueta en el acceso a la sierra madrileña desde la capital,
tuvo un periodo de vinculación con Francisco Franco y su familia que lo
marcaría. Hoy el edificio está abandonado, prácticamente en ruina, y espera una
oportunidad de redención que no acaba de llegar.