Ordenaciones iniciales para el ACTUR-Tres Cantos en
Madrid (izquierda) y ACTUR-Puente de Santiago
en Zaragoza (derecha)
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La España de
principios de la década de 1960 asistió a un despegue económico sin
precedentes. Esa etapa, conocida como “desarrollismo”,
tendría importantes consecuencias urbanas. La fuerte emigración recibida desde
los entornos rurales, puso en evidencia la falta de preparación de las ciudades
para acoger un éxodo tan explosivo. Se sucedieron diferentes estrategias encaminadas
a paliar el grave déficit residencial, que se concretarían en una vertiginosa
construcción de viviendas a lo largo de ese periodo. Con ello, se cambiaría la
faz de aquellas ciudades, hasta el punto de constituir un nuevo “paisaje urbano” en las periferias de las mismas.
Uno de los
últimos planes de vivienda adoptados en dicha época fue el Programa ACTUR
(Actuaciones Urbanísticas Urgentes)
que, en 1970, seleccionó varios emplazamientos en las principales urbes para
proponer operaciones muy ambiciosas, de gran extensión y con miles de
viviendas, en sintonía con los modelos europeos que se estaban realizando entonces.
Las ACTUR ofrecieron la oportunidad de
planificar crecimientos siguiendo, con algunos matices, los postulados del Movimiento Moderno.
La irrupción
de la crisis económica de 1973 afectó profundamente a las ACTUR. Ralentizó los proyectos, obligó a modificaciones
sustanciales de los mismos y llegó, en algún caso, a abortar la intervención.
De las diferentes propuestas que se activaron, las dos más emblemáticas fueron
la que se levantó en las proximidades de Madrid y que se emanciparía como una
nueva ciudad (Tres Cantos), y un nuevo barrio en Zaragoza, en la margen
izquierda del rio Ebro, que se
denominó “Puente de Santiago” pero
acabó siendo reconocido simplemente como “el
Actur”.
El programa ACTUR
En la España
de finales de la década de 1950, el régimen franquista viró el rumbo de su
política económica. Un equipo de jóvenes gobernantes, con mayor preparación y
capacidad de gestión, tomaba el relevo de la vieja guardia política. Estos
nuevos dirigentes, que recibieron el apelativo de “tecnócratas”, propusieron
una serie de medidas que iniciarían un periodo de despegue económico sin
precedentes en el país, que sería conocido como el “desarrollismo”.
La apertura
al exterior, dando fin a la autarquía de posguerra, el Plan Nacional de
Estabilización Económica de 1959 y los diferentes Planes de Desarrollo
planteados durante los años sesenta propiciaron el gran cambio socioeconómico
en España. Con ello llegó el turismo y la inversión extranjera que sentaron las
bases de la profunda transformación del país, que dejaría de ser agrario y
rural para convertirse en industrial y urbano.
Entre las
medidas dispuestas, se pusieron en marcha los “polos de desarrollo”, que eran áreas vinculadas a las grandes
ciudades en las que se incentivó la inversión industrial. El éxito de esta
iniciativa tuvo unas consecuencias urbanas que sobrepasaron las previsiones. La
emigración del campo a las ciudades fue enorme y éstas no se encontraban
preparadas para recibir tal cantidad de nuevos ciudadanos. Se hizo patente un
grave déficit de vivienda, así como la ausencia de dotaciones e
infraestructuras. La falta de vivienda fue angustiosa y para intentar paliarla,
en la medida de lo posible, se adoptó una política de construcción vertiginosa
de viviendas que se situó al margen de cualquier planificación racional. Se
levantaron miles de viviendas sin la exigible coordinación estructural con los
espacios preexistentes. Tampoco se invirtió lo necesario en infraestructuras y los resultados adolecieron de los deseables
estándares de calidad (tanto en lo referente a la bondad de la construcción como
a la falta de servicios básicos). Todo ello dentro de un contexto de fuerte
especulación inmobiliaria.
El desarrollismo afectó profundamente a las
grandes ciudades españolas, principalmente a Madrid y Barcelona, hasta el punto
de crear un nuevo “paisaje urbano” en las periferias de las mismas (este tema será tratado en un próximo artículo
específico).
En este
contexto, una de las últimas estrategias urbanas fue la puesta en marcha del Decreto-Ley
7/1970, de 27 de junio, sobre Actuaciones
Urbanísticas Urgentes (ACTUR). Con esa ley se auspiciaba la creación de
enormes proyectos urbanos. En principio se pensó en Madrid y Barcelona, las
ciudades que sufrieron con mayor intensidad esa situación, pero pronto se
amplió el programa a otras urbes. Así fueron surgiendo operaciones como Puente de Santiago en Zaragoza, Lakua en Vitoria-Gasteiz o Rio de San Pedro en Cádiz, entre otras.
Las ACTUR fueron desarrollos urbanos de gran
tamaño, tanto en extensión como en edificación, localizados en zonas
periurbanas en suelo rústico. Se implementaron por el sistema de expropiación
por razón de utilidad pública para posibilitar actuaciones ordenadas y a
precios razonables (evitando la especulación que dominaba el mercado). La
inspiración se encontraba en los modelos europeos que se estaban realizando en esa época (como la última
generación de “new towns” británicas o las “villes nouvelles” parisinas). En general,
la experiencia permitió planificar una ciudad siguiendo, con algunos matices los
postulados del Movimiento Moderno:
zonificación de usos, una fuerte y clara jerarquía viaria, alta densidad edificatoria
con predominio de la construcción en bloque abierto, y diseño de los espacios
libres como un continuo indefinido.
Ortofoto detallando una de las unidades residenciales
de la ACTUR zaragozana.
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El cometido
principal de las ACTUR era proporcionar
un gran número de viviendas (la media se aproximaba a las 150.000 en cada una
de ellas), pero con la suficiente dotación de equipamientos que proporcionara
una cierta autonomía de servicios. Además, dado su enorme extensión, fueron
planificadas para ejecutarse por fases, organizándose “sectores” y “unidades
vecinales” como clusters que se
arracimaban respecto a los ejes viarios principales. Cada uno de los sectores o
áreas que se definieron eran objeto de planes parciales específicos que se
simultaneaban con los proyectos de urbanización para reducir los plazos de
ejecución. La construcción de las edificaciones se confió en gran parte a la
iniciativa privada.
Su esencia de
actuación “urgente” las llevó a obviar tanto a la reciente legislación
urbanística (creada en 1956) y sus procedimientos de planificación como a las
normativas vigentes en cada una de las ciudades (en general, estos
planeamientos se situaron al margen de las previsiones e instrumentos que los
Planes Generales de las ciudades seleccionadas tenían dispuestos).
Imagen de 1986 con Tres Cantos en proceso de
urbanización. En primer término el Parque Tecnológico de Madrid.
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La grave crisis económica de 1973
golpeó duramente a las iniciativas ACTUR.
Las dificultades financieras y la caída en picado de la demanda (tanto industrial
como residencial, ya que se frenó en seco la inmigración) pusieron en cuestión una
programación tan ambiciosa, que había sido realizada conforme a las previsiones
de aquel “desarrollismo” que se
encontraba todavía muy activo a principios de la década de 1970.
El resultado
final fue muy dispar. En general sufrieron retrasos muy importantes y graves restricciones
financieras que obligaron a modificar los planteamientos iniciales. Además, el
procedimiento expropiatorio generó polémicas y conflictos que demoraron los
procesos, llegando, incluso, a impedir ciertos desarrollos. En algunos casos se
produjeron transformaciones sustanciales (como La Cartuja en Sevilla) y, en otros, la actuación acabaría siendo
abortada (como el caso de Riera de
Caldas/Gallecs en Barcelona). En este artículo nos aproximaremos, a las que
quizá fueron las más emblemáticas.
La primera de
ellas es Tres Cantos, una ACTUR ubicada en el entorno norte de
Madrid, planteada como un crecimiento autónomo y autosuficiente, previsto
inicialmente para recibir 150.000 personas y que, tras muchos avatares (estuvo
a punto de ser abandonado), lograría consolidarse (aunque con mucha menos
ambición) y convertirse en un municipio independiente.
La segunda es
la ACTUR-Puente de Santiago de Zaragoza, un
nuevo barrio para 100.000 personas, situado en la margen izquierda del rio
Ebro, que fue muy poco apreciado inicialmente por los ciudadanos, hasta el
punto de que su nombre oficial “Puente de
Santiago” no fue utilizado, pasando el nuevo barrio a ser conocido
simplemente como “el Actur”, con todo
el desafecto que eso significa.
Tres Cantos, la nueva
ciudad española.
El objetivo
de la ACTUR madrileña, además de
proporcionar la necesaria vivienda, era descongestionar la capital. Por eso,
tras analizar diversas localizaciones, se optó por una ubicación al norte de Madrid,
a unos veinte kilómetros, en dirección al municipio de Colmenar Viejo, en
unos terrenos con orografía adecuada y con buena comunicación (existía la
carretera comarcal C-607 Madrid-Colmenar
que, en 1975, se transformaría en autovía, además de la red de ferrocarril).
También se encontraban potencialmente bien abastecidos (por allí discurrían
grandes líneas eléctricas y varios brazos del Canal de Isabel II), por lo que las infraestructuras resultarían
menos costosas que en otros emplazamientos.
El proyecto
se denominó Tres Cantos aprovechando
el nombre que ya tenía la zona, donde se ubicaba un apeadero de ferrocarril y
había un pequeño grupo de viviendas diseminadas a su alrededor. La delimitación de la ACTUR -Tres Cantos se
realizó en 1971 (Decreto 1.321/71) incorporando parte de los términos de
Colmenar Viejo (1.381 has.) y de Madrid (310 has.) hasta sumar las 1.691
hectáreas originales. Aunque el objetivo
era crear una comunidad con espacios residenciales, de trabajo y ocio, autónoma
y autosuficiente, el estatus inicial de la ACTUR-Tres Cantos sería el de un nuevo barrio dependiente
administrativamente del municipio de Colmenar Viejo.
Se presentó un primer Plan el mismo
año 1971. El proyecto
sería desarrollado por fases y por ello se dividió el área urbana en 13 sectores,
cuyos planes parciales se irían aprobando paulatinamente entre 1973 y 1980.
El modelo presentaba una estructura en
forma de “Y”, tendida
en dirección este-oeste. Sus tres brazos enlazaban los diferentes planes
parciales residenciales de la ciudad. El brazo que apunta hacia el norte incluía
el 1A y el 1B, el eje sur el 2D y
el eje oeste el 3B (los números indicaban
la pertenencia a cada una de las tres fases previstas). En la confluencia de
estos tres ejes (donde se ubicaba la estación de ferrocarril) se establecía la
mayor concentración residencial (sectores 1D,
2B y 3A), mientras que el 3C se ubicaba en el noroeste y los 2C y 2E
en el sureste. El conjunto se
planificó para albergar 36.454 viviendas y una población de aproximadamente
150.000 personas. Los planes parciales residenciales se organizaban en
unidades (de entre 500 y 800 viviendas cada uno) que se concebían como núcleos
separados entre sí por las vías principales de comunicación, presentando en su
interior un predominio peatonal al restringir fuertemente el tráfico rodado.
Cada núcleo contaba, además, con sus equipamientos sociales (comercial, docente,
deportivo, etc.).
Las diez
áreas residenciales se complementaban con las tres planteadas para la actividad
industrial y terciaria estimando
la creación de unos 40.000 puestos de trabajo. Los dos primeros sectores (1C y
2A) formaban un gran arco de superficie industrial que conectaba y cerraba
los brazos de la “Y”, mientras que el (3D)
tercero se ubicaba al oeste.
El gran hueco
central se destinaría a zona verde planteando un gran Parque Central de unas 90 hectáreas. Al sur, se reservó una extensa
área forestal. Las intenciones iniciales pretendían ofrecer una ciudad con un
elevado nivel de equipamientos, e incluso con innovadoras infraestructuras
(como la propuesta de un sistema de recogida neumática de basuras)
En 1975, el
Instituto Nacional de Urbanización (INUR) recibió el encargo de implementar lo
planificado, para lo cual se creó la empresa púbica Tres Cantos S.A. y se comenzaron los trabajos de urbanización. Pero
la incidencia de la crisis que se había iniciado en 1973 afectó de negativamente
al ritmo de los obras y a los propios objetivos de la ACTUR. Madrid había frenado su crecimiento, y la demanda de
viviendas se había estancado. Además, también las solicitudes de suelo para
actividades económicas eran prácticamente inexistentes.
Aunque los
trabajos no se interrumpieron, su ritmo fue muy lento y en 1982 la situación
era crítica. Entonces se planteó la
decisión de continuar o abandonar definitivamente el proyecto. Aunque las
inversiones realizadas en infraestructuras habían sido muy importantes, la
realidad del proyecto no iba más allá de 4.000 viviendas (una cifra muy alejada
de las previstas), poca industria, equipamientos insuficientes y unas
infraestructuras sobredimensionadas para ese escenario.
Esquema de 1986 para la ACTUR-Tres Cantos con su trama
principal en “E”. La trama amarilla indica la ubicación del Polígono Industrial
y la verde el Parque Central.
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La decisión final
fue la de continuar con el proyecto, aunque procediendo a una revisión en
profundidad de sus objetivos iniciales. El resultado fue un nuevo Plan que fue aprobado en 1986, en
el que se proponía un esquema unitario, alejado de la estrategia de planes
parciales autónomos y se proponía una considerable reducción de los datos de
partida (la previsión de población se redujo de 150.000 a 40.000 habitantes con
lo que el número de viviendas disminuyó de las 36.454 iniciales a solamente
10.000 unidades, muchas de las cuales serían unifamiliares, y también se contrajo el Parque Central, que pasó de 90 a 45
hectáreas). Este Plan fue concebido por un equipo multidisciplinar coordinado
por el arquitecto José Ramón Menéndez de Luarca y que incluía a otros
arquitectos (Gerhard Loch, Gerardo Salvador y Ramón Vázquez Molezún), ingenieros
de caminos (José Luis Maldonado) y economistas (Javier Russinés).
El Plan de 1986 modificó la estructura
original de Tres Cantos:
la “Y” se transformó en una “E”, perdiendo el tronco. El trazo mayor de la “E”
corresponde con la Avenida de los
Encuartes y los brazos extremos (que eran los dos procedentes de la “Y” que
se encontraban urbanizados) son las actuales Avenida de Colmenar por el norte y la de Viñuelas por el Sur. El novedoso brazo central era la Avenida de la Luz (aunque una
modificación posterior la “desconectaría” del esquema). Se mantenía la zona
industrial del Plan de 1971que “cerraba” el circuito de Tres Cantos y la
convertía en una ciudad “lineal circular”. No obstante, este trazado sufriría
modificaciones posteriores. Por ejemplo, el brazo central, como se ha dicho,
quedaría interrumpido mientras que se potenciaban otros dos viales para dar a
su estructura final un esquema de “peine”.
Ortofoto mostrando la diversidad tipológica de Tres
Cantos.
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La propuesta
de espacios para actividades económicas fue trascendental para la ciudad. Al Polígono Industrial original (de unas
140 hectáreas) se le sumaron dos nuevas áreas industriales, la primera al oeste,
al otro lado de la autovía, de unas 131 hectáreas, que sería ocupada por ATT (la multinacional estadounidense American Telephone and Telegraph, líder
mundial en electrónica y telecomunicaciones cuya implantación supuso un impulso
determinante para la consolidación de Tres Cantos en 1985) y la segunda, de 28
has., que albergaría desde 1988 el Parque
Tecnológico de Madrid. (ATT acabaría
vendiendo sus instalaciones en 2001 a BP Solar, quien, a su vez cerraría en
2009)
Para
incentivar la inversión industrial en Tres Cantos, se incluyó la actuación como
una ZUR (Zona de Urgente Reindustrialización, según Decreto 190/85) lo cual
conllevó polémica porque no había tradición industrial que proteger. En
cualquier caso, la reactivación económica a partir de 1985, supuso un
incremento importante de la demanda. También se reactivó la construcción de
viviendas (paradas durante el periodo 1984-1986) con la incorporación de las
inmobiliarias privadas (la primera etapa había sido desarrollada por Cooperativas
y éstas reaparecerían en Tres Cantos a partir de 1989).
Con este
impulso, la todavía ACTUR comenzó su
consolidación definitiva. Aquellos primeros vecinos que llegaron a Tres Cantos
en 1982 se convirtieron en 22.000 en el año 1992 y la población siguió
creciendo hasta superar actualmente los 40.000 habitantes. Finalmente, tras
varios años de conflicto con el Ayuntamiento de Colmenar Viejo, en 1991, Tres Cantos se constituiría como municipio
independiente (incorporando a su término otras 2.400 hectáreas nuevamente
segregadas de Colmenar Viejo), convirtiéndose en el número 179 de la Comunidad
de Madrid.
Tres Cantos,
a partir de su emancipación, inició un nuevo rumbo urbanístico que, superando
la delimitación inicial de la ACTUR,
desembocaría en la aprobación, en 2003,
de un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en el que se concretaron
nuevos crecimientos de la ciudad (como el sector norte denominado Nuevo
Tres Cantos, en construcción actualmente y en el que se prevé la
construcción de 7.000 viviendas para unas 20.000 personas, además de nuevos
usos terciarios, industriales y dotacionales).
Perspectiva del “Nuevo Tres Cantos”, en desarrollo
actualmente.
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El Actur de Zaragoza, la colonización definitiva de la margen izquierda del rio Ebro.
La colonia
romana de Cesaraugusta se ubicó en la
margen derecha del poderoso rio Ebro,
cerca de la desembocadura de otros dos cauces fluviales, el Gállego y el Huerva. La dificultad para atravesar el caudaloso Ebro propició que el crecimiento de la
ciudad se realizara de una forma natural hacia el sur, olvidando la margen izquierda
del rio.
La margen izquierda del Rio Ebro a su paso por Zaragoza
en la década de 1930, mostrando los grandes espacios vacios que ocupará la
ACTUR.
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Esa ribera,
ubicada al norte de Zaragoza, fue hasta el siglo XX un lugar para tierras de
cultivo. La construcción del Puente de
Piedra en el siglo XV propició el primer asentamiento en la zona, conocido
como el Arrabal, que fue habitado mayoritariamente
por agricultores. A finales del siglo XIX, con la construcción de un nuevo
puente por el este de la ciudad, el Puente
de Hierro (Puente de Nuestra Señora
del Pilar), el Arrabal fue
creciendo moderadamente por su zona oriental (Barrio Jesús, Barrio de la
Jota, etc.), dejando la parte occidental libre por las dificultades que
ocasionaban las frecuentes inundaciones y reajustes naturales del trazado del
gran rio.
No obstante,
el planeamiento de la ciudad acabó por fijarse en esa parte septentrional de la
ciudad que se encontraba “libre”. El Plan General de Ordenación Urbana de 1957
(Plan Yarza) dibujó una primera
aproximación que se quedaría en el papel hasta que el Plan de 1968 (Plan Larrodera) incorporó esa zona,
delimitándola con el trazado de la que sería más tarde la autovía Madrid-Barcelona. Esa margen izquierda
albergaría uno de los polos de desarrollo
mencionados anteriormente, urbanizándose varios polígonos industriales,
particularmente el Polígono Industrial
Cogullada (1965) que impulsaría el crecimiento de los barrios nororientales,
con un asentamiento mayoritario de población obrera.
Plan General de Ordenación Urbana de Zaragoza 1957
(Plan Yarza). En amarillo, la delimitación propuesta para la urbanización occidental de la
margen izquierda.
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Plan General de Ordenación Urbana de Zaragoza 1968
(Plan Larrodera). En amarillo, la delimitación propuesta para la urbanización occidental
de la margen izquierda.
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La
“colonización” del norte, en su zona occidental, fue favorecida por la
inauguración de un nuevo puente en 1967: el Puente de Santiago que consolidaba el paso tradicional en ese mismo
lugar, ya que, desde el siglo XVIII, se estaba realizando en barca (siguiendo
una sirga que unía ambas riberas) y luego con una “pasarela” peatonal (el puente
colgante instalado en 1941). No obstante, había desde finales del siglo XIX
otro puente, aunque de uso exclusivo para el ferrocarril (que acabaría
convirtiéndose en 1980, con la desaparición del tren, en el actual Puente de la Almozara).
La década de
1970 supondrá la consolidación definitiva de la urbanización de la margen
izquierda del rio Ebro. El Decreto Ley de 1970 había señalado a Zaragoza como
una de las ciudades objetivo de las ACTUR
delimitando la ACTUR-Puente de Santiago (Decreto/Ley 360/72) con una superficie de
665,84 hectáreas para una población de 100.000 habitantes (agrupando los
sectores 41, 43, 46, 47, 48, 49 y 53 del Plan General de 1968).
Arriba, planteamientos previos para el sector 46 y 47
del Plan de Zaragoza, debajo solución final de los mismos conforme al esquema
general de la ACTUR.
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Aunque se
habían redactado unos primeros proyectos para los sectores 46 y 47 del Plan
General (futuras áreas 9,11 y 13 de la ACTUR) según una primera versión de José
Antonio Fernández Espinosa y Jesús Guindeo Aznárez, a quienes se sumó Joaquín
Maggioni Casadevall para preparar una segunda, estas propuestas quedaron en el
papel, ya que la incorporación del área al programa ACTUR obligó a la preparación de un proyecto global en 1971 (redactado
por los mismos arquitectos).
La estructura
general del plan se ajustaba bastante bien a lo previsto por el PGOU de 1968
pero introducía algunos cambios de usos y delimitaciones, como por ejemplo
incorporando la zona situada al norte de la autovía Madrid-Barcelona que, el Plan Larrodera mantenía como suelo rústico
(y que finalmente acogería el Campus “Rio
Ebro” de la Universidad de Zaragoza y la urbanización residencial Parque Goya). La ACTUR se organizó en 22 áreas que serían desarrolladas por
posteriores planes parciales. Por ejemplo, el sector 48 (áreas 15, 16, 17, 18 y
19 de la ACTUR) fue ordenado en 1977
por José María Reyero Díaz y el sector 43, por el equipo formado por Guindeo,
Fernández Espinosa, Antonio Huelmo Rozada y José Ignacio Rodriguez Fernández.
El área 7 fue desarrollada en
1985 por Manuel Ayllón Castillo, Joaquín Catalán Montesinos y Jaime Ferrer
Sarroca.
Plan de zonificación del área delimitada como
ACTUR-Puente de Santiago en Zaragoza. Debajo indicación de Sectores y Áreas.
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El esquema se basa en una arteria
central compleja, con
dos grandes vías (calle Gertrudis Gómez
de Avellaneda, en sentido sur y
calle María Zambrano, en sentido
norte) que limitan una larga pastilla longitudinal destinada a equipamientos
(Centro Comercial Gran Casa, por
ejemplo). Esta gran columna vertebral es cruzada por otras arterias importantes
transversales (calle Pablo Ruiz Picasso
y calle Valle de Broto) que realizan
la conexión entre distritos. Sobre el eje principal se adosaban las “unidades
de barrio” separadas por vías de un tercer nivel (como si fueran costillas
unidas a la columna vertebral) y que quedaban distribuidas interiormente por el
último nivel viario, que generalmente acaba en “fondo de saco”. El espacio previsto
para la escala menor partía de la ubicación de los bloques de viviendas (habitualmente
con orientación este-oeste) organizando la “cota cero” con un predominio de los
flujos peatonales sobre los rodados que se acompañaban de una importante
presencia de ajardinamiento y arbolado (que con el paso de los años ha ayudado
a dulcificar la dureza inicial del ambiente urbano).
Estado de la urbanización de la ACTUR de Zaragoza en el
año 1980.
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A la ACTUR-Puente de Santiago le costó
arrancar. En 1980, las obras de urbanización todavía no habían concluido. El
barrio nació con muchas dificultades, a la crisis económica de 1973 y a la
controversia por el hecho de implantarse en zona de huertas (que desaparecían,
con la consiguiente polémica con los agricultores) se le sumaban otros problemas.
Como la insuficiente comunicación con el resto de la ciudad, también el hecho
de que el rio no estuviera todavía perfectamente “domado” (hubo que instalar
contenciones para el Ebro), que los
elevados niveles freáticos complicaran los desarrollos, que su configuración
abierta (y al principio, lógicamente, poco consolidada y dispersa) favoreciera
la penetración del “cierzo” (el
famoso y molesto viento zaragozano) y quizá, sobre todo, el que los zaragozanos
no acababan de aceptar el hecho de residir “más allá” del rio. El desapego general
al proyecto fue muy grande, hasta el punto de que su denominación oficial “Puente de Santiago” no fue utilizada,
pasando a ser conocida simplemente como el barrio del “Actur”, buen indicativo del gran desafecto ciudadano con el
proyecto.
La realidad
actual del Actur es bien distinta, habiendo
superado los obstáculos iniciales y recibiendo finalmente el aprecio ciudadano
(cuestión que también se refleja en el alza del precio del metro cuadrado). Con
la realización, de la urbanización
residencial Parque Goya y sus 5.000 Viviendas de Protección Oficial, el
área ACTUR original quedó
rematada.
El entorno se ha visto potenciado
con la instalación contigua (en el meandro de Ranillas) de la Exposición
Internacional de 2008, la presencia de nuevas
infraestructuras como la citada anteriormente reconversión del Puente de la Almozara (1980) para
vehículos, el nuevo Puente del Tercer
Milenio o la llegada del tranvía, y también con la construcción de grandes
equipamientos como el Parque
Metropolitano del Agua, o el desarrollo desde 1986 del Campus tecnológico
de la Universidad de Zaragoza (Campus Rio Ebro). Hoy el Actur cuenta con una nueva denominación “oficial”:
Actur-Rey Fernando y es uno de los
quince distritos de Zaragoza.
Excelente trabajo José Antonio. Llevo 20 años viviendo en el Actur de Zaragoza y aunque tenía alguna noción, has sido tú el que me ha dado una visión global sobre la historia de mi barrio. Eres un fenómeno.
ResponderEliminarMuy interesante
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