Greenwich Village es el producto de la yuxtaposición de
diferentes tramas, que se encuentran sin solución de continuidad.
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Tras analizar
un ejemplo de articulación urbana
explorando las plazas de Nancy, abordaremos en esta segunda parte un
caso de yuxtaposición. Articulación y Yuxtaposición son respuestas
antagónicas frente al problema urbano del encuentro de tejidos discontinuos,
creados con criterios diferentes. Frente a la articulación, que busca
garantizar la continuidad urbana de las diferentes tramas por medio de un
elemento interpuesto que de respuesta a todas ellas, la yuxtaposición aparece
como la estrategia contraria, y las tramas se relacionan directamente,
resolviendo puntualmente las conexiones, en la medida de lo posible.
Nos dirigiremos
al noroeste del Lower Manhattan, para
estudiar la creación de Greenwich Village. Este emblemático barrio neoyorquino surgió
como resultado de colisiones múltiples entre tramas autónomas. Una yuxtaposición
que otorgó una personalidad propia al barrio, mantenida incluso después de ser
modificado por la prolongación de las avenidas occidentales.
También nos acercaremos
al mito de Greenwich Village (el Village,
para sus residentes), nacido a partir de su peculiaridad espacial, tan
diferente del resto de la ciudad. Sus valores atrajeron a espíritus bohemios y
vanguardistas que acabarían consolidando al barrio como un lugar de gran efervescencia
cultural, un espacio alternativo, vital y tolerante, donde, además, se iniciaría un cambio de paradigma en el pensamiento
urbanístico, que sigue muy presente en el debate actual sobre la ciudad.
Yuxtaposición urbana:
Greenwich Village, colisiones urbanas que nos cuentan historias de Nueva York.
Para reflejar
la yuxtaposición, nos acercaremos a Nueva York, al Greenwich Village, un espacio singular, ajeno a la planificación de
conjunto, donde diferentes tejidos urbanos, surgidos de manera autónoma y con
claves propias, se fueron encontrando en un conjunto de colisiones sin solución
de continuidad, generando geometrías desarticuladas, que recuerdan a las
fracturas producidas por la colisión entre placas de hielo de la banquisa
ártica.
La historia
de Greenwich Village se remonta a los
primeros asentamientos indios en la zona, a la que ellos denominaban Sappokanican. Con la llegada de los
holandeses en el siglo XVII, ese lugar, a
las afueras de Nueva Amsterdam, sería destinado para terreno agrícola. Allí
se instalaron colonos que levantaron granjas para cultivar tabaco. En el
periodo inglés, a la proliferación de granjas se le sumó la aparición de casas
solariegas de los colonos prósperos (entonces cambió su denominación por la de Greenwich).
El camino que
unía Nueva Amsterdam/Nueva York con ese pequeño asentamiento relativamente
lejano, partía de la ciudad y recorría la ribera del Hudson River con una directriz que se quebraba en función de los
accidentes geográficos que encontraba (colinas, arroyos o zonas pantanosas). Este
camino sería la base de Greenwich Street.
En esa zona (aproximadamente
en el entorno de la actual Jackson Square)
se erigió en 1762 el primer monumento a los caídos en las guerras, un obelisco
en memoria de James Wolfe, Mayor británico que murió en la Batalla de Quebec. Para
acceder a este lugar desde el camino principal de la isla (que se dirigía hacia
Albany y Boston) se trazó una senda, cuya parte final, fue una recta que pasó a
ser conocida como Monument Lane. Esta
vía persistirá hasta nuestros tiempos (es la actual Greenwich Avenue).
Entre estas
dos vías (Greenwich Street y Greenwich Avenue) se encontraban
distribuidas las principales fincas de la zona.
Tras la independencia
norteamericana, durante el desarrollo de la naciente república, el lugar fue escogido
por numerosos comerciantes y hombres de negocios que buscaron allí su
residencia, tranquila y saludable, frente al ruido y ajetreo de la ciudad. La notable
afluencia hizo que Greenwich adquiriera
la categoría de Village, comenzando a
sentir la presión inmobiliaria de una Nueva York en acelerado crecimiento.
Como
consecuencia, a partir de 1790, los herederos de los colonos iniciales, vieron el negocio que podía producir el suelo urbanizado
y fueron abandonando las labores agrícolas, parcelando sus propiedades para
venderlas. Cada uno lo hizo de forma autónoma, buscando el mejor
aprovechamiento para la geometría de sus fincas. Por esta razón el trazado de
las calles fue siguiendo límites de propiedad y los caminos de acceso a las
mismas, originando la diversidad de tamaños de parcelas o de sus orientaciones.
Al no haber una planificación de conjunto, el resultado muestra tejidos
homogéneos en sí mismos pero con graves dificultades para enlazar con los
vecinos. Para conectar las tramas, se forzaron calles pero aparecieron
recorridos quebrados, conexiones imposibles y parcelas residuales.
A lo largo
del siglo XIX, Nueva York iría cerrando el vacío existente entre ella y el Village. El desarrollo se inició desde
el oeste donde proliferaron casas unifamiliares y pequeños conjuntos de tres o
cuatro casas que fueron dando alojamiento a las familias y negocios de
artesanos, comerciantes o proveedores para la construcción y la navegación. En
1812, la población era la suficiente para que se estableciera un mercado que
diera servicio a todos esos ciudadanos, el Greenwich
Market (situado en Christopher Street
entre las calles Greenwich y Washington). La posterior instalación del Jefferson Market impulsó la construcción
hacia el este y, a partir de la década de 1830, se generalizó en toda la zona. Otra
circunstancia que animó a las familias a instalarse en el nuevo barrio, mucho
más saludable, fue huir de una sucesión de epidemias de fiebre amarilla y
cólera que se produjeron en la ciudad.
Greenwich Village se forjó como una zona con órdenes
desordenados o desordenadamente ordenada. Este caos geométrico quedó matizado, en parte, por la
prolongación hacia el sur de las avenidas occidentales del Plan de 1811 (Sexta,
Séptima y Octava) para conectar el Midtown
con el Downtown. Las diferentes
tramas del Village son las siguientes:
- La trama Greenwich
- La trama Warren
- La trama Bleecker
- La trama Hudson
- La trama Broadway
- La trama Commissioners (que es la característica de Manhattan)
La Trama Greenwich.
Denominamos Trama Greenwich al tejido situado más al
norte, ya en contacto con la Trama Commissioners,
desarrollado sobre el primer asentamiento agrícola. Inicialmente su extensión era
mucho menor que la actual debido a que buena parte de sus terrenos serían ganados
al Hudson River. Lo forman las calles
Gansevoort, Horatio, Jane, W 12 (Troy inicialmente) y Bethune,
que son atravesadas por Washington Street
(que no existía antes de los rellenos), Greenwich
Street y Hudson Street (además de
la prolongación de la Octava Avenida). Esta trama finaliza en Greenwich
Avenue, ya que la zona situada en la parte oriental de esta avenida fue
totalmente transformada por la Trama Commissioners.
Es curioso
como la W 12 Street enlazó con esta
trama al forzar la dirección de una de las vías de la misma (Troy Street, que a pesar del cambio de
orientación que implicaba, fue renombrada como calle 12 Oeste). Este hecho
produje la paradoja de que el resto “oficial” de la W 12 St., el que lleva su misma directriz, que está desconectado de
la misma y ubicado unas manzanas más al norte, pasara a identificarse como Little W 12 Street. Los solares
irregulares se dedicarían a zona verde (Jackson
Square y Abingdon Square).
La Trama Warren.
Inmediatamente
al sur de la anterior se encuentra la denominada Trama Warren, que presenta un leve giro respecto a la Greenwich.
Peter Warren
fue uno de los grandes propietarios de fincas en la zona. De origen irlandés,
Warren (1703-1752) había sido oficial de la Marina británica durante la época
colonial. La flota bajo su mando tenía la misión de contener las incursiones
francesas, logrando muchas acciones victoriosas en dicho cometido y capturaron
numerosos barcos galos. En aquella época, los oficiales marinos tenían el
derecho a beneficiarse con parte de lo incautado, lo que proporcionó a Warren
una considerable fortuna. En 1741, Warren, que ya había ascendido a Almirante,
compró 120 hectáreas de terreno a orillas del Hudson River, en la zona de Greenwich,
para construir allí su mansión familiar. Los límites de la gran finca iban
desde el antiguo camino a Greenwich desde
el centro de la isla (Greenwich Avenue)
hasta el rio Hudson. Por el sur la finca terminaba en la actual Christopher Street. Sus herederos
acabaron parcelando y vendiendo la propiedad.
Las vías
este-oeste (Bank, W 11, Perry, Charles, W 10 y Christopher) reciben cortes diagonales por las mismas que lo hacían
en el tejido anterior (Washington, Greenwich y Hudson Street) y divisiones perpendiculares por las propias de la
trama (Bleecker, inicialmente Herring Street, 4 W Street, y Waverly Pl.),
además del sesgo radical que le produciría en su momento la prolongación de la
Séptima avenida.
La Trama Bleeker.
Anthony Bleecker (1770-1827), abogado y escritor, uno de los
fundadores de la New York Historical
Society tenía su mansión familiar en la zona. En 1808, vendió a la ciudad
una buena parte de su finca y el municipio trazó las calles que componen esa
parte del barrio: Bleecker, Houston, Mercer, Wooster, Greene, Laurens (actualmente West
Broadway), Thomas y Sullivan. Bleecker street se
extendía inicialmente hasta la Sexta Avenida pero a partir de 1829 fue enlazada
por el norte con Herring Street que cedió su nombre a la primera para crear una vía
de mayor longitud que llegaría hasta Abingdon
Square. En ese enlace se crearía en 1966 Bleecker Playground en un curioso ejemlo de espacio urbano
“pajarita” con la palza anterior.
Esta acción
también se realizó hacia el este (imponiendo su denominación a la inicial de David Street de la Trama Broadway) y Bleecker Street
pasaría a ejercer un enlace nominal dentro del barrio, “cosiendo” varias de las
tramas señaladas.
La Trama Hudson.
Mientras Greenwich Street serpenteaba puntualmente
para adaptarse a la orilla del rio y salvar sus accidentes geográficos, un poco
más al interior se planificó la calle Hudson, un gran eje rectilíneo que fijó
la orientación de la trama contigua, a la que denominamos Trama Hudson. Esta calle continuaría su recorrido hacia el norte
atravesando las Tramas Warren y Greenwich hasta reunirse con la Novena
Avenida. Además, también determinaría la directriz perpendicular de los muelles
del rio Hudson, ubicados generalmente en la prolongación de sus transversales,
que son muy numerosas ya que esta trama acaba enlazando con la ciudad antigua.
Otra de las calles que adquiriría importancia con el tiempo sería Varick Street, la última de este tejido
por el este y que sería destino de la futura prolongación de la Séptima avenida.
La Trama Broadway.
La calle
principal de la Nueva York antigua (Broadway)
fue prolongándose hacia el norte conforme la ciudad iba extendiéndose en esa
dirección. Lo hacía en línea recta, pero nada más traspasar el Commmon (entonces la zona de pastos
comunitarios y hoy el City Hall Park),
se topó con las colinas que acompañaban al Collect
Pond, un embalse natural de agua potable del que se abastecía la ciudad.
Esta barrera topográfica supuso la interrupción de esta vía y la recuperación
del camino que los indios habían utilizado desde muchos años atrás y que partía
desde el Common en dirección al East River dando una amplia curva hacia
el centro evitando colinas y cauces fluviales.
La
contaminación del Collect Pond obligó
a solucionar el abastecimiento de agua desde otras fuentes con dificultad,
hasta que la traída de aguas se sistematizó en 1842 gracias al Croton Aqueduct. La inutilidad del lago
llevó a la decisión de desecarlo, siendo drenado en 1811 a través de un canal
(sobre el que se acabaría urbanizando Canal
Street) y rellenado con material procedente de las colinas que lo
circundaban. El resultado fue la explanación de toda la zona. A partir de dicha
nivelación, Broadway pudo continuar
con su trazado rectilíneo hacia el norte. Y esta directriz fue la base para la
nueva orientación de la trama ortogonal que dependía de ella. La llamaremos Trama Broadway, y tiene una orientación
cercana a la de la Trama Commissioners
aunque con las manzanas rectangulares en dirección norte-sur.
El lugar más emblemático
de la Trama Broadway es Washington
Square, espacio que quedó inicialmente libre por ser un terreno
pantanoso que acompañaba al cauce del arroyo Minnetta, y luego aprovechado para uso agrícola, hasta que en 1797
el municipio compró esos terrenos para construir en ellos un cementerio fuera
de los límites urbanos. El cementerio funcionaria hasta 1825, y un año después
se transformó en una plaza de armas para entrenamiento y desfiles militares. En
su entorno se ubicó el Campus de la New
York University (fundada en 1831, aunque se ubicó allí en 1835). Entre 1849
y 1850 se convirtió en un espacio público para la ciudad. En 1889, para
conmemorar el aniversario del presidente Washington, se levantó, frente a la
Quinta Avenida, un Arco de Triunfo provisional, que debido a su éxito se
convirtió en definitivo en 1892 (cambiando el yeso y la madera iniciales por
piedra).
La Trama Commissioners.
La desorganización
urbana que se estaba produciendo por la consolidación descontrolada de los
crecimientos de la ciudad alarmó a los responsables de la misma. El caso de Greenwich Village era especialmente
dramático. En esa zona, los viarios enlazaban con dificultad y solamente podían
ofrecer cortos recorridos. El problema, en caso de extenderse, podría colapsar
la ciudad e hipotecar su futuro. Por eso, se puso en marcha una planificación
muy ambiciosa, que alcanzaría a la totalidad de Manhattan y prepararía el
soporte adecuado para el desarrollo del futuro de Nueva York. En 1811 se
presento y aprobó el denominado Plan de los Commissioners
(sobre el que parte ya publicamos dos artículos en este blog: Nueva York. El plan de 1811 (I) y NuevaYork. El plan de 1811 (II) Explicación de la trama: calles, avenidas y manzanas.
Aunque su
inicio parte de Houston Street (con
la E 1 Street) el trazado de los Commissioners ocupa la totalidad de la
anchura de la isla a partir de calle 14, la primera calle que une el Hudson River y el East River, y que en consecuencia marca el límite entre el Lower Manhattan y el Midtown. En la zona de Greenwich
Village, esta trama será una más en las colisiones que generaron la zona.
Entre la calle 1 y la 14 se produce una casuística muy particular ya que la
trama de los Comisionados avanza hasta donde puede. No obstante la fuerza de la
Trama Commissioners acabaría
modificando al “caótico” Village con
la prolongación de las avenidas occidentales para poderlas conectar con el
núcleo de la ciudad antigua.
La prolongación sur
de las avenidas (remodelación del West Village)
Las avenidas
orientales del Plan de los Comisionados, de la Primera a la Cuarta, encontraron
su conexión natural con los trazados de la ciudad antigua (al igual que las sorprendentes
avenidas situadas al este de la Primera, identificadas por letras en la zona
conocida como Alphabetic City).
También
sucedió lo mismo con las avenidas finales (Novena y Décima). La Novena encontró
su enlace con Greenwich Street pero
sobre todo conectó con Hudson St. La
Décima enlazó con naturalidad con West
Street, la vía de borde con el Hudson
River que se urbanizó sobre los rellenos ganados al rio. Pero de la Quinta a la Octava no habían
encontrado continuidad, lo cual producía
una desconexión urbana perjudicial para el funcionamiento coordinado entre el Downtown y el Midtown.
La Octava se
solucionó rápidamente y el resto fue abordado a principios del siglo XX, poniendo
en marcha los traumáticos mecanismos del “sventramento”.
La prolongación de la Sexta y Séptima ocasionarían un gran trauma urbano con la
ruptura de tramas anteriores, la desaparición de numerosas viviendas y el
desplazamiento de miles de personas. La Quinta no sería finalmente ampliada.
La prolongación de la Octava avenida
La prolongación
de la Octava Avenida fue sencilla en comparación con el resto. Se realizó poco
después del planteamiento del Plan de los Commissioners,
cuando ni siquiera estaba totalmente consolidada la trama Greenwich (ya aparece en los planos realizados en la década de
1820). Por esa razón, fue una operación poco traumática y también por su corto
trazado de poco más de 300 metros entre Jackson
Square y Abingdon Square.
La prolongación de la Séptima avenida
La Séptima Avenida
fue la que se introdujo de forma más agresiva contra las tramas preexistentes.
La operación se venía reclamando desde hacía mucho tiempo hasta que en 1911 fue
aprobada para comenzar las obras en 1914. Fueron numerosas las demoliciones que
conllevó. El límite sur de la Séptima Avenida era W 11 St. en el lugar donde esta calle se encontraba con Greenwich Avenue y fue prolongada hasta
conectar con Varick Street (cuya
anchura fue ampliada para adaptarla a sus nuevas necesidades) en el cruce con Clarkson Street. Además, esta operación
posibilitó la apertura en 1918 de la línea de metro IRT Broadway- Seventh Avenue (actualmente las líneas 1, 2 y 3).
La prolongación de la Sexta avenida
La Sexta
Avenida (también conocida como la Avenida de las Américas) llegaba hasta el
encuentro entre Carmine Street y Minetta Street (un poco más al sur de W 3 Street). A mediados de la década de
1920 se acometió finalmente su extensión hacia el sur para conectar con el Lower Manhatta. Fue trazada sobre la
irregular sutura, primero de las tramas
Bleecker y Broadway, y después entre
ésta y la Hudson, hasta que, tras
atravesar Canal Street, realizando un
quiebro violento enlazaba definitivamente con Church St (cerca del final norte de esta calle). La ampliación de
la Sexta Avenida, al eliminar buena parte de las heterodoxas conexiones entre
tramas, apareció como una gran vía articuladora. Su trazado también permitió la
construcción de la línea de metro IND
Eighth Avenue (today’s A/C/E trains ) y facilitó el tráfico hacia Holland Tunnel (inaugurado en 1927).
El fallido intento de prolongar de la Quinta
avenida.
Las
prolongaciones de las avenidas hacia Lower
Manhattan se fueron completando exceptuando la Quinta. Con esta avenida se
intentó pero no se consiguió. La iniciativa de su prolongación partía de Robert
Moses, el todopoderoso Master Builder de Nueva York.
La idea de
Moses afectaba a uno de los “centros vitales” del barrio: Washington Square (además de proponer algunos rascacielos y scalextrics viarios). Moses lidió contra
las resistencias burocráticas y contra los intereses de los propietarios de
suelo, pero encontró un adversario al que no pudo vencer: la agrupación de los
vecinos.
Liderados por
Jane Jacobs y Shirley Hayes, el movimiento vecinal se enfrentó al poderoso Moses,
con argumentos que defendían la singularidad del Greenwich Village y que iniciarían un cambio de paradigma en el pensamiento urbanístico que sigue muy
presente en el debate actual sobre la ciudad (dichos argumentos quedaron
expuesto en el libro publicado por Jane Jacobs en 1961, Muerte y Vida de las Grandes Ciudades). Los activistas proclamaban la diversidad como
tema esencial de la ciudad y defendían la prioridad de lo peatonal y del
transporte público sobre el automóvil, resaltando la importancia del espacio
público y los valores del paisaje urbano tradicional frente al modelo de
grandes torres que se estaba desarrollando en las promociones neoyorquinas. Los
dinámicos vecinos del Village se
enfrentaron a una visión tecnocrática que pretendía imponer una planificación
ajena a la voluntad de los residentes y defendieron el urbanismo participativo,
de abajo a arriba, motivado desde los intereses reales de los ciudadanos.
David venció
a Goliat. Moses desistió y la Quinta Avenida no fue prolongada. Washington Square sobrevivió para continuar
como emblema de un barrio que potenció su mito.
Washington Square en Greenwich Village, con el arranque
de la Quinta avenida tras el Arco de Triunfo dedicado a Washington.
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El mito Greenwich Village.
Greenwich Village, a diferencia de lo que sucedió con otros
asentamientos originales como Bloomingdale
o Harlem, no desapareció bajo la poderosa
retícula propuesta por los Comisionados en 1811. El tejido mantuvo su presencia
excepcional y las viviendas fueron conservadas por las siguientes generaciones
proporcionando una tenaz resistencia a los cambios. No obstante, partir del
final de la Guerra de Secesión, especialmente entre 1880 y 1900, la zona nororiental
comenzó a transformarse en comercial y la zona sur, por debajo de Washington Square, vio desparecer
viviendas (fundamentalmente tenements)
y surgir industrias ligeras y almacenes.
El mito comenzó
a forjarse a principios del siglo XX, cuando antes de la Primera Guerra Mundial,
el centro de Greenwich Village fue “descubierto” por una
juventud intelectual con tintes bohemios, que apreció los valores del “pueblo”.
Era un lugar próximo al Centro, aunque bastante aislado, y contaba con rentas
bajas y precios asequibles. Esto supuso una “inyección vital” que se concretó
en rehabilitaciones que evitaron el deterioro del tejido antiguo.
Calle de Greenwich Village (MacDougal Street), un
paisaje urbano singular dentro de Manhattan.
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Pero el
aislamiento de Greenwich se desvaneció
tras la Primera Guerra Mundial: la llegada del metro y sobre todo, la apertura
de la prolongación sur de la Séptima avenida dotaron al barrio de una mejor
accesibilidad. El barrio comenzó a ser visto con otros ojos por el mercado
inmobiliario. El incremento de la demanda fijó nuevos precios al alza para la
zona. Era una buena zona para vivir y muchas viviendas de poca calidad, incluso
almacenes o pequeños establecimientos, fueron adaptados para su uso
residencial, dentro de una estética coherente con la del Greenwich existente. Tras la prolongación de la Sexta avenida en la
década de 1920, y la propuesta de una nueva línea de metro, se potenció nuevamente
su atractivo (más por su posición en la ciudad que por su “paisaje urbano”) sufriendo
una importante presión inmobiliaria. Afortunadamente para la conservación del
espíritu del barrio, primero la crisis de 1929, y luego la Segunda Guerra
Mundial, frenaron las aspiraciones empresariales de transformar pequeñas
viviendas en torres de apartamentos.
El final de esta
contienda trasladó definitivamente la “capitalidad cultural” desde París a
Nueva York, y Greenwich Village acogería
a numerosos creadores procedentes, tanto de Europa como del resto del mundo. El
Village era el destino ideal. Había
conservado su carácter alternativo, distinto al resto de la ciudad, ajeno al
nuevo “estilo de vida” suburbano que se había puesto de moda. En consecuencia,
se había visto relativamente marginado, hecho que le permitió mantener rentas
asequibles, gracias a las cuales el espíritu bohemio de sus habitantes podía
sobrevivir.
Pintores,
músicos, escritores, poetas, etc. escogieron el Village como lugar de residencia. Entonces florecería, por ejemplo,
la Beat Generation que atrajo a más
intelectuales de todo tipo, cautivados por el “mito” que se estaba creando en
ese particular barrio de Nueva York. En el inicio de la década de 1960, Greenwich
Village se convirtió en un hervidero vanguardista, en un estandarte de la “contracultura”.
Surgieron muchos espacios que apoyaban la creación como librerías, clubs y locales
de conciertos, salas de exposiciones, bares-cafés-tertulias. Los habitantes del
Village compartían la sensación de
habitar un lugar especial, un centro observado desde todas las partes del mundo,
lleno de gente inquieta e interesante.
El espacio
tuvo su importancia en la creación del “espíritu” del Village. La irregularidad de las calles, su tamaño, sus cortos
recorridos, su desconexión de los grandes trazados, lo separaban drásticamente
de la trama característica de Manhattan y también del “estilo de vida”
ajetreado y mercantil que dominaba la ciudad. Este hecho, junto a los edificios
de baja altura y de tipologías “reconocibles”, producía un espacio de escala humana
que era como un oasis en la acelerada vida neoyorquina. Además, el tamaño del
barrio propiciaba la relación entre sus habitantes, allí se podía vivir y
trabajar sin desplazamientos, evitando las distancias mayúsculas habituales de
Nueva York.
La gran fuerza de atracción “gravitacional”
de Greenwich Village también se basaba en la aceptación y tolerancia ante
cualquier modelo de vida. Allí podían vivir sin problemas y con total libertad, parejas
interraciales o parejas homosexuales y, por supuesto, parejas no casadas (algo
mal visto en aquellos años).
El Village y sus habitantes se sentían
especiales. Por ello, en la década de
1950, los vecinos se organizaron y crearon una asociación para la defensa de Greenwich Village, cuyo objetivo era
preservar los valores distintivos de su comunidad. La asociación logró
detener derribos de varios edificios, impulsados por el alcalde Robert F. Wagner
dentro de su estrategia de “renovación urbana”, o el mantenimiento del edificio
victoriano que se había levantado sobre el antiguo Jefferson Market (y que hoy es una biblioteca municipal). Pero
quizá, su éxito más sonado fue impedir la prolongación de la Quinta Avenida
comentada anteriormente, salvando Washington
Square. También propusieron al Ayuntamiento una modificación de la
normativa de 1916 que regulaba las alturas y el volumen de la edificación en la
zona (la enmienda fue aprobada en 1960). En paralelo se inició una campaña para
proteger el barrio bajo la Landmarks
Preservation Law. Finalmente se consiguió y, en 1969, Greenwich Village se convirtió en uno de los Distritos Históricos
de la ciudad (el ámbito se ampliaría en dos ocasiones, en 2006 y en 2010).
Limites del Distrito Histórico de Greenwich Village fijado
en 1969, con la incorporación de sus dos ampliaciones de 2006 y 2010.
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El ambiente
contestatario haría del Village uno
de los lugares de las revueltas estudiantiles de finales de los sesenta (no hay
que olvidar que el Campus de la New York
University se encuentra allí).
Pero el
fuerte aumento de las rentas de las décadas posteriores, fue desplazando a esa “contracultura”
hacia otros lugares más baratos (como el Soho
o TriBeCa) perdiendo ese ímpetu creativo
que lo había caracterizado. No obstante, el mito de Greenwich Village subsiste a pesar de que ya no sea el foco de
irradiación que fue durante aquellos años, y que el barrio sea más un espacio
de ocio y entretenimiento, un lugar turístico.
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