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5 nov 2018

Cómo construir una “Ciudad Funcional” (a modo de mueble de Ikea) siguiendo el manual de instrucciones elaborado en Amsterdam en 1934.


El Plan de Extensión de Amsterdam, aprobado en 1935, se convirtió en una especie de manifiesto construido de la Ciudad Funcional. En la imagen, Buitenveldert, el último barrio que se desarrolló.
Los modelos urbanos son referencias aspiracionales que basculan entre la abstracción narrativa y la figuración ejemplar para fijar el rumbo de las ciudades. En algunas ocasiones excepcionales, esos anhelos toman forma, apareciendo como una utopía realizada.
Esto sucedió en Amsterdam, en 1934, cuando el Plan de Extensión de la ciudad (Algemeen Uitbreidingsplan, AUP) se convirtió en un manifiesto construido de la Ciudad Funcional. La capital de los Países Bajos se erigió como un innovador faro que orientaría a los funcionalistas de todo el mundo. A ello contribuyeron la abierta sociedad holandesa, su contexto legislativo y político, el disponer de suelo público o el liderazgo de un personaje muy comprometido con la modernidad: Cornelis van Eesteren.
La singularidad de la metodología y del proceso que siguió el AUP de Amsterdam nos permitirán aproximarnos al Plan siguiendo una analogía con el proceso de ensamblaje de un mueble de Ikea, como si fuéramos un bricoleur urbano construyendo una Ciudad Funcional.

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¿La Ciudad Funcional como “producto Ikea”?
Ikea es una empresa que ha revolucionado el mundo del mobiliario residencial y la decoración del hogar. Su objetivo es ofrecer productos asequibles a la mayoría de las personas. Para conseguirlo, Ikea se apoya en diseños muy elaborados que buscan conjugar la economía con la funcionalidad, con la eficiencia de una fabricación industrializada, la optimización de su empaquetado, la facilidad de transporte y con la sencillez del montaje, contando, además, con la inestimable “colaboración” del cliente, que es quien realiza el ensamblado final del mueble (habitualmente). Apoyada también en un marketing muy efectivo, con brillantes campañas y, sobre todo, con su catálogo, que es el símbolo de la compañía y su principal estrategia comercial, Ikea se ha aupado a posiciones de liderazgo mundial en su sector [Ikea fue creada en 1943 por Ingvar Kamprad, un joven sueco de 17 años]
Al margen de su éxito empresarial, Ikea se ha convertido en un fenómeno social, gracias a su innovadora propuesta (caracterizada por precios moderados, modernidad y calidad razonable) y a su estrategia participativa, que implica al cliente en el resultado. Con Ikea, cualquier persona puede sentirse un bricoleur (las traducciones al español de esta palabra no son muy afortunadas).
Despliegue de las piezas de un mueble de Ikea.
La pregunta es ¿qué tiene que ver el “método Ikea” con la construcción de la “ciudad funcional”, es decir, con la ciudad propuesta por el Movimiento Moderno del siglo XX?
La consideración de la ciudad moderna como un conjunto formado por partes diferenciables llevó a su interpretación como “collage”, “puzle”, “mosaico” o “asemblage”. Estas imágenes son estáticas y se refieren al producto final, por eso la asimilación de la ciudad con una “máquina” y la introducción de términos como “seriación” o “industrialización” proporcionaron dinamismo a las comparaciones. Todas estas analogías presentan a la Ciudad Funcional como una reunión de piezas y como el resultado de un proceso peculiar. Apoyándonos en esas visiones, su construcción puede relacionarse con el característico montaje de un mueble de Ikea. Esta metáfora urbana, con su punto humorístico, es, por supuesto, discutible, pero quizá no esté tan alejada de lo que los racionalistas pretendieron conseguir.
La Ciudad Funcional tuvo unas primeras muestras en Berlín y Frankfurt con la reformulación del modelo de Ciudad Jardín. Pero estas intervenciones urbanas fueron puntuales y los racionalistas ambicionaban la reinvención integral de la ciudad (como mostraban las ensoñaciones corbusieranas de la Villa Radieuse o la Ciudad del millón de habitantes). El avance de las nuevas ideas estaría tutelado desde los CIAM, los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna que reunieron a los arquitectos de vanguardia a lo largo de treinta años, entre 1928 y 1959. Las actas de esos encuentros constituyeron la base del cuerpo teórico de la arquitectura y el urbanismo funcionalista. La Ciudad Funcional, además, contaría con un manifiesto expreso: la Carta de Atenas, redactada en 1933.
El primer gran ejemplo de envergadura ocurriría un año después. En 1934 se proyectó el nuevo Plan de Extensión de Amsterdam (el Algemeen Uitbreidingsplan, AUP) que se aprobaría en 1935 y para muchos, representaría la muestra ideal de la Ciudad Funcional, y, en consecuencia, el mejor “manual de instrucciones” para su construcción.
Plano general de zonificación del Plan de Extensión de Amsterdam (Algemeen Uitbreidingsplan, AUP)
A partir de la experiencia de Amsterdam, la Ciudad Funcional tendría un desarrollo agridulce para sus seguidores. Hubo realizaciones rutilantes como el barrio Hansaviertel de Berlín o las emblemáticas Chandigarh, Brasilia e Islamabad, pero a finales de la década de 1950 el modelo estaba muy cuestionado tanto por críticas internas como, sobre todo, por haber sido desvirtuado por el mercado inmobiliario (como puede observarse, entre otros casos, en los Grandes Ensembles franceses).

Vamos “construir” una Ciudad Funcional, tomando el AUP de Amsterdam como “manual de instrucciones” y siguiendo una analogía con el característico proceso de ensamblaje de un mueble de Ikea, como si fuéramos un bricoleur urbano

1. Comprobar que se dispone de todos los elementos necesarios.
[Entre corchetes hacemos referencia a los pasos habituales seguidos por el cliente de Ikea: 1. Ya en su casa, el bricoleur abre el paquete adquirido en la tienda y comprueba que dispone de todas las piezas necesarias, así como del imprescindible manual de instrucciones para el montaje del mueble deseado]
Para crear una verdadera Ciudad Funcional se requiere la concurrencia de una serie de factores (algunos imprescindibles y otros convenientes). Amsterdam, durante el periodo entreguerras, dispuso de todo lo necesario para la correcta materialización de su ampliación funcionalista:
una sociedad abierta a la experimentación como la holandesa estaba especialmente dispuesta para aceptar las propuestas racionalistas. Su actitud avanzada también animó la gestación de diversos movimientos de vanguardia artística. No obstante, este factor no es indispensable como demuestran las anteriormente mencionadas capitales de Brasil, Pakistán o del Punjab indio, en las que no se tuvo en cuenta la sociedad que las iba a habitar.
un contexto legislativo oportuno. Amsterdam puede presumir de haber promulgado una de las primeras leyes para solucionar el problema de la vivienda urbana (La Ley de Vivienda de 1901). En esa ley se obligaba a la redacción de planes de extensión urbana, otorgando poderes importantes a los municipios para gestionarlos y favoreciendo la promoción de cooperativas de viviendas.
unas circunstancias políticas favorables. Suele interpretarse que “contexto político favorable” es una afirmación que hace un grupo social respecto de un gobierno si sintoniza con sus ideas. Pero en Amsterdam las diferencias ideológicas se diluyeron en temas urbanos y por eso, en ese caso, el contexto político favorable significó que todos los partidos políticos impulsaron el crecimiento urbano y su carácter vanguardista.
un suelo público. Aunque no es imprescindible, trabajar sobre un suelo público favorece la investigación y las propuestas innovadoras como fue el AUP. El suelo de propiedad privada sería un hándicap para la Ciudad Funcional como muestran las deformaciones del modelo original provocadas por la especulación y la búsqueda del máximo aprovechamiento inmobiliario.
el liderazgo de personajes comprometidos con la modernidad. La implantación de una Ciudad Funcional requería determinación por su enfrentamiento con el modelo tradicional. En este sentido, los ejemplos más emblemáticos llevan asociados políticos carismáticos de fuerte liderazgo y creadores muy implicados: Chandigarh-Nehru-Le Corbusier-, Brasilia- Kubitscheck-Costa y Niemeyer, Islamabad-Ayud Khan-Doxiadis). En el caso del AUP de Amsterdam, el personaje clave fue el arquitecto Cornelis van Eesteren.
La conjunción de esos elementos hizo posible que, en ese momento, Amsterdam se erigiera como un innovador faro que orientaría a los funcionalistas de todo el mundo.

2. Estudiar el “manual de instrucciones” (la metodología)
[2. El bricoleur lee detenidamente las indicaciones recogidas en el manual de instrucciones para el correcto montaje del mueble]
Detalle de manual de instrucciones para el montaje de un mueble de Ikea.
El CIAM IV (1933) estableció los “puntos doctrinales” de la Ciudad Funcional. Esas teorías, así como la filosofía de la Carta de Atenas, fueron llevadas a la práctica en Amsterdam, en 1934. El AUP fijaría una nueva metodología de trabajo que buscaba conjugar técnica, arte y ciencia y que realizaba una llamada definitiva a la multidisciplinariedad. Este planteamiento metodológico fue una de las principales aportaciones del Plan. Se fundamentó en un detallado análisis de las necesidades de sociedad (tras una minuciosa recogida de información en los estudios de base sobre la ciudad) que debían orientar las propuestas urbanísticas, aunque no se pretendía que el proyecto fuera un reflejo directo de una determinada coyuntura ya que su desarrollo sería largo.
Pongamos como ejemplo el análisis demográfico. En 1935, Amsterdam había alcanzado los 750.000 habitantes y las proyecciones demográficas realizadas (pensadas para el año 2000), teniendo en cuenta las expectativas de crecimiento vegetativo, migratorio y también los cambios en las condiciones familiares (como la reducción del tamaño medio de las familias que se estimó en 3,37 frente al 3,74 anterior) dieron como resultado una previsión 84.000 viviendas (lo que implicaba un aumento de población de unas 300.000 personas). A esta cifra se le sumó la cantidad procedente de las viviendas que se esperaba demoler por problemas de calidad (unas 13.000) y las que perdían el uso tradicional al transformarse en espacios para la actividad económica (la terciarización del centro) que otro análisis estimó en unas 12.000. La cifra de 110.000 viviendas fue con la que trabajó el AUP.
Croquis realizado por Cornelis van Eesteren en 1929 sobre la zona oeste de Amsterdam.
Pero este espíritu “científico” no sería el rasgo más destacado de la nueva metodología, sino su carácter procesual y revisable. El Plan nacía como un marco de organización abierto, más que como una propuesta formal concreta. Las proyecciones buscaban anticipar la Amsterdam del año 2000 que era un horizonte temporal muy lejano para aquel año 1934. Aunque el tiempo se encargaría de invalidar las previsiones, la extensión planteada era muy ambiciosa y por eso se establecieron sectores que serían desarrollados gradualmente y dotados de la capacidad de ser modificados en función de las necesidades futuras (como así sucedió).

3. Tener claro donde se va a ubicar (el tema del suelo)
[3. El bricoleur conoce la posición donde se va a ubicar el mueble y comienza el proceso de ensamblaje en ese lugar (entiéndase para el caso de muebles voluminosos y pesados)]
Buena parte de los Países Bajos se encuentra por debajo del nivel del mar. Sus suelos han sido ganados al agua gracias a esforzados y costosos rellenos de tierras, financiados desde el presupuesto público. Así, el paisaje tradicional holandés es el de un terreno llano, constituido mayoritariamente por polders (el nombre que reciben los suelos ganados al mar), protegido por diques y acompañados de canales de desagüe y los históricos molinos que servían para achicar el agua y mantener secos los terrenos (aunque en la actualidad las tecnologías para ello son más sofisticadas).
Comparación del territorio ocupado por el distrito Slotermeer entre su situación previa en 1930 y la final en 1970. Se aprecia la influencia de la orientación de los canales de desagüe vinculados a los pólderes en el trazado urbano.
El fabuloso esfuerzo tecnológico y económico de la sociedad neerlandesa para conseguir ampliar su territorio, así como la exigente y continua atención para su mantenimiento, justifican el estatus público del suelo y su consideración como un bien preciado. sobre el que conviene pensar el destino más adecuado y eficaz. Así, el suelo público favoreció la innovación, ya que los profesionales pudieron trabajar, investigar y experimentar, protegidos de la presión habitual del mercado inmobiliario privado, coactivo, maximalista y con, por lo general, poco afán de novedad.
Para disponer de suelo en el que albergar la extensión prevista por el AUP, Amsterdam anexionó varios municipios de su entorno. La ampliación principal se realizó por el oeste, optando por la continuidad con la ciudad existente para favorecer la movilidad, aunque su desarrollo fuera por sectores.

4. Separar las piezas por “familias” (cuestiones de zonificación y jerarquía funcional)
 [4. El bricoleur separa las piezas por “familias” y las organiza según su función y prioridad de uso: por un lado, las tablas, quizá los vidrios; por otro, tornillos, herrajes, mecanismos, etc.]
La reflexión del Movimiento Moderno sobre las actividades urbanas identificó cuatro funciones vitales: habitar (residir), trabajar, recrearse y circular. Cada una de ellas debía tener su diseño específico para cumplir adecuadamente su misión porque, según los funcionalistas, la eficacia solo podía conseguirse desde la especialización (siguiendo las teorías de la industrialización). Estas ideas darían origen a uno de los rasgos más representativos del modelo de Ciudad Funcional: la zonificación. Esta sectorización se estructuraría a partir de una red de comunicaciones jerarquizada (podemos recordar la teoría de las “7 vías” de Le Corbusier) que proporcionarían acceso a las otras tres categorías espaciales: los lugares para “vivir”, los destinados al “trabajo” y los que albergarían el “ocio”. Las vías también favorecían la conveniente separación entre barrios que se vería reforzada por abundantes zonas verdes articuladoras.
Detalle del plano del AUP de 1934. El diseño organizaba la propuesta en sectores y establecía sus diferentes funciones por colores.
La AUP se concibió desde estas ideas, definiendo “unidades vecinales” que contenían las viviendas (mayoritariamente bloques lineales abiertos) y los diferentes equipamientos de servicio de primera instancia (comerciales, educativos, etc.). Esas unidades se unirían para crear distritos y estos constituirían “fragmentos” de ciudad, que irían recibiendo los equipamientos de mayor escala.

5. Tener la habilidad necesaria para realizar el montaje (contar con un órgano de desarrollo y control)
[5. El bricoleur posee la habilidad necesaria para ensamblar todas las partes y dispone en su casa de las herramientas necesarias para efectuar el montaje, teniendo en cuenta que en el paquete solamente se incluye una modesta llave tipo Allen.]
El Plan Sur (Plan Zuid) de Berlage, aprobado en 1917, no tenía capacidad para cubrir toda la demanda de vivienda de la Amsterdam de entreguerras. Por eso, continuaron las propuestas de extensión de la ciudad. El siempre atareado departamento de Obras Públicas presentó en 1924 un esquema para el crecimiento (el Plan Bos) que anticipaba líneas futuras, como la extensión por el oeste en continuidad con lo existente, el planteamiento de un gran espacio libre central o la distinción espacial entre funciones. Ese plan no fue aprobado, como tampoco las diferentes alternativas que se propusieron desde otras instancias.
Finalmente, en 1928, el Ayuntamiento de Amsterdam creó, dentro del Departamento de Obras Públicas, el Departamento de Urbanismo para atender específicamente el desarrollo de la ciudad. Su director sería el ingeniero, L.S.P. Scheffer quien contaría con el apoyo del arquitecto Theo K. van Lohuizen. Al año siguiente se incorporaría Cornelis Van Eesteren (1897-1988) como arquitecto-jefe de diseño urbano. El trío impulsaría el AUP, aunque Van Eesteren sería su alma ideológica, dado su total compromiso con las ideas del Movimiento Moderno (hay que recordar que fue presidente de los CIAM entre 1930 y 1947).
Cornelis van Eesteren presenta el Plan General de Expansión (AUP) a los delegados del CIAM en Amsterdam en junio de 1935.
En 1934 se presentaría oficialmente el AUP, culminando un largo periodo de análisis y ajuste de la propuesta; en 1935 resultaría aprobado oficialmente por el Ayuntamiento (por eso, suele ser esta la fecha que se asocia al Plan); y en 1939 sería ratificado por la Corona. No obstante, el largo plazo de las previsiones iniciales y la gran escala de la actuación evidenciaban que el desarrollo del Plan iba a prolongarse durante mucho tiempo (cuestión que obligaría ineludiblemente a realizar adaptaciones). Además, el alto coste de las intervenciones estructurantes y la fragilidad del territorio conllevaban una responsabilidad muy elevada, de manera que se hizo imprescindible efectuar un intenso control público sobre los avances del Plan.
Más aún cuando el AUP no tenía un carácter finalista, sino que se presentaba como un proceso abierto a desarrollar por sectores cuyo detalle se dejaba para propuestas que se irían concretando posteriormente. El Departamento de Urbanismo se convertiría en el garante de la coherencia de un proyecto a lo largo de las siguientes décadas. Van Eesteren trabajaría en ello hasta 1959.
Plano de 1963 con la propuesta de los barrios de posguerra (en blanco) sobre el plano del AUP de 1934.

6. Y, por último, construir.
[6. El bricoleur se lanza a ensamblar todas las piezas con habilidad, destreza y altas dosis de paciencia, para conseguir el mueble deseado]
Los nuevos barrios residenciales definidos por el AUP irían construyéndose a lo largo de varias décadas. En 1935 se comenzó el primero de ellos, Bos-en-Lommer, ubicado en el oeste de la ciudad. Este barrio, previsto para 10.000 viviendas, se culminó en 1938. Ese mismo año arrancaría la construcción de Slotermeer, con otras 10.000 viviendas, pero la Segunda Guerra Mundial paralizó su desarrollo y no pudo ser retomado hasta 1951. Los primeros habitantes llegaron en 1952 pero la actuación finalizó en 1954. Tras este se irían construyendo los siguientes núcleos previstos por el plan. Entre 1953 y 1958 se levantaría Geuzenveld; Slotervaart lo haría entre 1954 y 1960; Osdorp entre 1956 y 1962; Overtoomse Veld entre 1958 y 1963; y finalmente, Buitenveldert, el barrio del sur, que tomaría forma entre 1958 y 1966.
Esquema con la identificación de los sectores occidentales del AUP por orden de ejecución: 1. Bos-en-Lommer; 2. Slotermeer; 3. Geuzenveld; 4. Slotervaart; 5. Osdorp; 6. Overtoomse Veld.
El diseño general de los barrios residenciales, a partir de Slotermeer, respondería a la idea de “ciudad jardín” privilegiando la luz, el aire y el espacio libre (y verde) como piezas estructurantes, complementando el papel de los inmuebles (que serían bloques abiertos). Por eso, los barrios occidentales fueron conocidos como las “ciudades jardín” del oeste (Westelijke Tuinsteden). Se organizaron a partir de varios ejes urbanos (viario y ferroviarios) que integraban también los lugares de trabajo y de ocio. Destacan el lago artificial (Sloterplas) y el parque que lo envuelve (Sloterpark) que se constituyen en el “centro” gravitacional del conjunto.
Vista aérea del lago Sloterplas y su entorno en la década de 1960.
Evolución del barrio Bos-en-Lommer. Arriba plano de 1935. En el centro, imagen aérea de 1963. Debajo, ortofoto actual.

[Para profundizar en el AUP se recomienda el libro de Julián Galindo González “Cornelis van Eesteren, la experiencia de Amsterdam 1929-1958” basado en la tesis doctoral del autor y editado por la Fundación Caja de Arquitectos en el año 2003]

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