Arriba, imagen de la Weissenhof de Stuttgart de 1927. Debajo,
imagen de la Interbau 1957 celebrada en Berlín.
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Las vanguardias arquitectónicas que alumbrarían el Movimiento Moderno fueron consolidándose
en la década de 1920. El funcionalismo sería su gran credo y se mantendría
vigente, dentro del marco canónico, hasta finales de los años cincuenta.
Durante esos treinta años, los arquitectos racionalistas se fueron reuniendo
periódicamente en los Congresos
Internacionales de Arquitectura Moderna (los CIAM), en los que se iría
definiendo una buena parte de su doctrina y, en particular, las bases de la Ciudad Funcional, el modelo de ciudad
más característico del siglo XX.
Aunque hubo propuestas teóricas sobre la Ciudad Funcional (como la Ville Radieuse de Le Corbusier) y se
lograron construir ejemplos completos en países del Tercer Mundo, como Chandigarh, Brasilia o Islamabad, en Europa se levantaron dos “muestras”
singulares. Fue en el principio y en el final del Movimiento y se convirtieron en “manifiestos construidos”. Fueron
dos exposiciones internacionales de
arquitectura que reunieron arquitectos afines y ofrecieron una colección de
obras representativas. En 1927 se construyó en Stuttgart la Weissenhof
Siedlungen, expresando los valores de la vanguardia de ese momento,
mientras que tres décadas después se levantó en el barrio Hansaviertel de Berlín la Interbau 1957 que supondría el canto del cisne del Funcionalismo que, a partir de entonces, evolucionaría hacia otros
horizontes menos dogmáticos.
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Las tres
décadas del apogeo del Funcionalismo
tuvieron dos hitos emblemáticos, que marcaron el inicio y el final de esa
época. Fueron dos exposiciones internacionales de arquitectura celebradas en
1927 en Stuttgart y en 1957 en Berlín.
La Weissenhof
Siedlungen de Stuttgart fue
un barrio experimental que mostró los avances tecnológicos y tipológicos alcanzados
por las investigaciones realizadas en Europa respecto a la renovación de la
vivienda social. La exposición marcó, en cierto modo, el arranque del periodo
de esplendor del Estilo Internacional
y, de forma indirecta, ayudó al establecimiento de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (los CIAM) que fijaron la doctrina del
movimiento.
En el otro
extremo temporal se celebró la Internationale Bauausstellung (Interbau 1957) de Berlín. Esa cita, acompañada de una gran componente
ideológica en el contexto de la Guerra Fría, pretendió recuperar el modelo canónico
de las vanguardias arquitectónicas. La construcción del nuevo barrio Hansaviertel sobre las ruinas del
anterior, que había sido arrasado durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo
también un fondo reivindicativo del Funcionalismo
ortodoxo frente a las propuestas de reconstrucción europea que habían
desvirtuado el modelo racionalista.
En ambos casos, la arquitectura se priorizó sobre las
ordenaciones urbanas, cuestión que era de hecho una de las señas de identidad
del credo funcionalista.
Imagen aérea de la Weissenhof en 1927, año de la
exposición.
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La Weissenhof Siedlungen de
Stuttgart.
A diferencia
de otras experiencias de colonias residenciales coetáneas, que se estaban
desarrollando en Frankfurt o en Berlín, y cuyo objetivo era solucionar
problemas de alojamiento, la Wiessenhof
Siedlungen de Stuttgart nació con la
voluntad de construir un manifiesto arquitectónico que expresara la ideología
de vanguardia.
La colonia Weissenhof debía ser un producto
propagandístico de la Nueva Construcción
que se estaba consolidando en aquellos años y por eso se concibió como una
“exposición internacional de arquitectura”. El tema fue “La Vivienda” (Die Wohnung)
con el objetivo de transmitir dos mensajes: se iniciaba una nueva forma de construir y una nueva forma de vivir.
La exposición
(aunque luego las viviendas serían puestas a la venta) fue promovida por el Deutscher Werkbund, la asociación que
había creado en 1907 Hermann Muthesius agrupando a arquitectos, artistas y
empresarios comprometidos con el diseño moderno y que se dedicaba a fomentar el
encuentro del arte con la industria. La coordinación de la muestra fue
encargada a Ludwig Mies van der Rohe en 1925 (que era vicepresidente de la
asociación) y gozaba de un creciente prestigio. La selección de los
participantes no estuvo exenta de polémica, sobre todo con los arquitectos de
Stuttgart. La lista final quedó integrada por once arquitectos alemanes
(incluido el propio Mies) y seis extranjeros.
La ubicación
escogida fue una colina situada en la periferia norte de Stuttgart sobre la que
el propio Mies van der Rohe realizó el
planteamiento urbanístico. La ordenación fue muy elemental ya que no tenía como
objetivo la creación de ciudad sino el dar soporte a la implantación de la novedosa
arquitectura que se pretendía construir. Por eso, Mies van der Rohe se limitó a
fragmentar el espacio disponible en parcelas que se ajustaron a las sugerencias
de la topografía de la colina manteniendo una ortogonalidad común en casi todos
los casos (siguiendo aproximadamente los puntos cardinales). La curva de la Rathenhaustrasse limitaba la
intervención por el este, la Friedrich-Ebert-Strasse
lo hacía por el sur, la calle Am
Weissenhof por el oeste, y la pequeña Hölzelweg
por el norte. En el interior, las calles Pankokweg
y Brurckmannweg ayudaban a la
distribución parcelaria. El único gesto compositivo de Mies fue la ubicación de
uno de los bloques de viviendas plurifamiliares en lo alto de la colina (que
proyectaría el mismo) mientras que el otro (diseño por Behrens) ejercía como
cierre exterior de la actuación por el norte.
Se
condicionaron los proyectos para que todos se resolvieran con cubiertas planas
y color blanco en los acabados exteriores. Siguiendo las directrices de la
exposición, los arquitectos plantearon las viviendas como prototipos
experimentales, tanto desde el punto de vista tipológico como en lo referente a
los sistemas constructivos, que apostaron por la racionalización de los
procesos.
Los diecisiete
participantes y sus obras fueron los siguientes (los números corresponden con
el plano adjunto):
Plano de la Weissenhof de Stuttgart de 1927. La
numeración corresponde con el listado de arquitectos y obras del texto.
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- Viviendas 1-4: Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969), Berlín.
- Viviendas 5-9: J.J.P. Oud (1890-1963), Rotterdam.
- Vivienda 10: Victor Bourgeois (1897-1962), Bruselas.
- Viviendas 11 y 12: Adolf Gustav Schneck (1883-1971), Stuttgart.
- Viviendas 13-15: Le Corbusier (1887-1965) y Pierre Jeanneret (1896-1967), París.
- Viviendas 16 y 17 (desaparecidas): Walter Gropius (1883-1969), Dessau.
- Vivienda 18 (desaparecida): Ludwig Hilberseimer (1885-1967), Berlín.
- Vivienda 19 (desaparecida): Bruno Taut (1880-1938), Berlín.
- Vivienda 20 (desaparecida): Hans Poelzig (1869-1936), Berlín.
- Viviendas 21 y 22 (desaparecidas): Richard Döcker (1894-1968), Stuttgart.
- Viviendas 23 y 24 (desaparecidas): Max Taut (1884-1967), Berlín.
- Vivienda 25 (desaparecida): Adolf Rading (1888-1957), Breslau.
- Viviendas 26 y 27: Josef Frank (1885-1967), Viena.
- Viviendas 28-30: Mart Stam (1899-1986) Rotterdam.
- Viviendas 31 y 32: Peter Behrens (1868-1940), Viena.
- Vivienda 33: Hans Scharoun (1893-1972), Breslau.
Weissenhof 1927. Edificios proyectados por Ludwig Mies
van der Rohe (nº 1-4).
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Las viviendas
de la Weissenhof mostraron,
efectivamente, una nueva forma de
construir. Esto era apreciable, por ejemplo, en la estructura de las edificaciones. El hormigón armado (utilizado por
Le Corbusier) o la estructura de acero (presente en las propuestas de Mies,
Rading, Bruno y Max Taut o Gropius) fueron la opción predominante. No obstante,
también hubo algún caso más convencional en el que se escogió una estructura de
madera que quedaba oculta (casos de Poelzig y Döcker), aunque igualmente se
experimentó con los revolucionarios prefabricados de hormigón (como hicieron Behrens,
Gropius o Bourgeois).
Los acabados
interiores mostraron una gran diversidad de opciones, aplicando materiales
novedosos (tableros de madera, contrachapados, corcho o morteros de áridos
ligeros) mientras que los acabados
exteriores fueron más comunes: fachadas estucadas en blanco y cubiertas
planas. La racionalización de los sistemas constructivos fue uno de los
objetivos perseguidos, buscando la rapidez de construcción con productos
industrializados y mecanizados frente a la artesanía tradicional. Se pretendía
conseguir además un abaratamiento de la vivienda. El caso de las viviendas
prefabricadas de Gropius fue, quizá, el más radical, primando el objetivo
constructivo sobre el de la concepción espacial de la vivienda. Los parámetros
de confort, eficacia y austeridad determinaron las propuestas, que atendieron
con detalle a temas novedosos en ese tiempo, como el aislamiento, tanto del
ruido como térmico.
Weissenhof 1927. Edificios proyectados por Le Corbusier
y Pierre Jeanneret (nº 14-15). Resulta llamativo el contraste de la
arquitectura con la evolución del diseño automovilístico.
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Las tipologías fueron también variadas. Se
construyeron diecisiete casas unifamiliares o pareadas, dos conjuntos de
viviendas adosadas en hilera (Oud y Stam) y dos edificios en bloque de pisos
(Mies y Behrens). La concepción de la viviendas pretendía expresar
una nueva forma de vida, el habitar moderno, cuyo diseño reflejaba los nuevos
criterios imperantes, como la
importancia de una buena orientación, la búsqueda de la luz, de la ventilación,
la eficiencia de los espacios, etc. Esto se reflejaba, por ejemplo, en la
propuesta de ventanas mayores (más anchas, gracias a las nuevas técnicas). La
vivienda debía adaptarse a la filosofía funcionalista (como dijo Le Corbusier
al definirla como una machine à habiter,
máquina de habitar). Por eso, la eficacia del funcionamiento interno de las
viviendas fue una preocupación y las propuestas fueron novedosas en este
sentido. Se buscó la reducción de circulaciones y pasillos, la agrupación de
espacios afines (por ejemplo, dormitorios por una parte, cocina y comedor por
otra). En algunos casos se pretendió presentar una nueva forma de vida (como en las propuestas de planta libre con
espacios polivalentes de Le Corbusier o en la distribución flexible de los
apartamentos de Mies en los que solamente cocina, baño y aseo son fijos). Le
Corbusier propuso dos alternativas, una casa unifamiliar (en la línea de las
casas “Citrohan” que estaba ensayando
desde los primeros años veinte) y dos casas pareadas en las que experimentó con
la vivienda mínima y una innovadora distribución interior.
Weissenhof 1927. Edificios proyectados por Josef Frank
(nº 26-27), arriba y, debajo, por J.J.P. Oud (nº 5-9).
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Finalmente, para
conseguir esa visión integral de la nueva vivienda, los arquitectos también se preocuparon por el mobiliario,
buscando la coherencia de estilo entre la vivienda y los elementos
interiores. La presentación de las
viviendas totalmente equipadas y decoradas pretendía influir en el gran público
buscando la aceptación de la nueva arquitectura. En general, las propuestas de
amueblamiento eran austeras, ligeras y estilizadas en consonancia con el credo
funcionalista. Algunos, como Mies, Le Corbusier, Oud o Stam, diseñaron sus
propios muebles, otros los seleccionaron entre el catálogo existente primando
los muebles modernos, como hizo Gropius con los diseños de la Bauhaus (de
Marcel Breuer). En general, los mobiliarios antiguos fueron rechazados, salvo
la aceptación en algún caso de los diseños de Thonet. Novedosas resultaron las
propuestas de mobiliarios abatibles y escamoteables, armarios empotrados, etc.
Weissenhof 1927. Edificios proyectados por Peter
Behrens (nº 31-32), izquierda y, derecha, por Hans Scharoun (nº 33).
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La exposición
fue un éxito registrando una notable afluencia de visitantes (se superó el
medio millón de personas) y tuvo mucha repercusión en los medios de
comunicación (aunque tuvo aceradas críticas desde parte de la profesión
arquitectónica por considerarlas propuestas “lujosas” alejadas de las
concepciones de vivienda social).
La Weissenhof siedlungen se convirtió
rápidamente en un “santuario” de la
arquitectura moderna y como tal comenzó a ser un lugar de peregrinaje. Los
arquitectos acudían con fervor (y en menor medida siguen haciéndolo todavía)
para beber en la fuente del Funcionalismo.
Pero aquella
colina “sagrada” situada en la periferia de la ciudad, perdió su aislamiento,
absorbida por el crecimiento de la ciudad. Por otra parte, la involución
cultural promovida por el régimen nazi intentó vilipendiar su valor. Es muy
conocida la imagen que circuló en aquella época mostrando un fotomontaje en el
que la arquitectura blanca y de cubierta plana era interpretada como un pueblo
árabe (con lo que esto significaba en 1940 en pleno “auge” de la “raza aria”
alemana).
Arriba imagen de la Weissenhof y debajo interpretación
de la misma como poblado árabe, realizada en 1940 como parte de la campaña
anti-vanguardias realizada por el régimen nazi.
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No obstante,
lo peor estaba por llegar. Los bombardeos sufridos por Stuttgart durante la
Segunda Guerra Mundial afectaron a parte de las viviendas, algunas de las
cuales quedaron destruidas. Tras la guerra, las ruinas de las diez viviendas
más afectadas fueron eliminadas para dejar lugar a otras construcciones
convencionales que desde entonces acompañarían a los famosos iconos del Movimiento Moderno que habían
sobrevivido al conflicto.
Aunque la Weissenhof actual es solo un reflejo de
la exposición de 1927, sigue testimoniando los tiempos heroicos del Estilo Internacional y las viviendas
originales que permanecen (de la 1 a la 15 y de la 26 a la 33) han sido
restauradas en los últimos años. Dos de ellas, las viviendas pareadas 14 y 15,
obra de Le Corbusier y Jeanneret, albergan actualmente el Museo de la Weissenhof.
Imagen aérea del barrio Hansaviertel, sede de la mayor
parte de la Interbau 1957.
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La Internationale Bauausstellung (Interbau) 1957
de Berlín.
Berlín, en la década de 1950, era un centro de máxima tensión como
consecuencia de la Guerra Fría. La ciudad estaba segregada en dos zonas
políticamente irreconciliables: el sector oeste (pro-occidental) y el este
(pro-soviético). Berlín era una ciudad bipolar, aunque todavía no se había
levantando el muro que formalizaría esa diferencia convirtiendo a la capital
alemana en una Ciudad Doble, (quedando
el Berlín occidental como una isla rodeada por la Alemania socialista, la DDR, Deutsche
Demokratische Republik, ó RDA, República Democrática de Alemania). Los
intentos de reconstrucción conjunta de la ciudad tras la guerra habían
fracasado y cada sector tomaría sus propias decisiones respecto a la
planificación urbana.
El sector
oriental fue el primero en abordar su reconstrucción, optando por métodos que rechazaban el valor autónomo de la
arquitectura y buscaban recuperar los valores históricos (y
reconocibles) de la ciudad compacta europea, proponiendo calles, plazas y
espacios públicos formalizados, que habían sido denostados por el Movimiento Moderno. De hecho frente a l Carta de Atenas, el bloque soviético
estableció los “Principios de Urbanismo”,
16 puntos que orientaban la construcción de la ciudad “socialista”. La
intervención más destacada fue la apertura de la Stalinallee (actualmente Karl-Marx-Allee)
sobre el viejo trazado de la Frankfurter
Strasse. La gran avenida fue comenzada en 1952 según el diseño de los
arquitectos Hermann Henselmann, Richard Paulick, Hans Hopp, Karl Souradny y
Kurt Leucht. No obstante, poco después, el Berlín Este abandonaría este modelo
urbano configurando sus periferias con bloques de vivienda repetitivos y
espacios urbanos residuales que crearon barrios muy deshumanizados.
La
intervención de la Stalinallee fue un
acicate para el sector occidental, que pondría en marcha su propia
reconstrucción. Una de las actuaciones en esta línea sería la celebración de
una Exposición Internacional de
Arquitectura (Internationale
Bauausstellung, Interbau en su versión reducida) cuyo planteamiento se
opondría al seguido inicialmente por el Berlín oriental. El sector oeste
apostaría por la “modernidad”, por el seguimiento de los criterios urbanos de
vanguardia que habían quedado definidos en la Carta de Atenas, aplicándolos como muestra de identidad contemporánea.
El lema escogido para la exposición fue “La
Ciudad del Mañana” (die Stadt von
Morgen). La operación comenzó en 1953, previendo su terminación para 1956,
aunque por diversas circunstancias hubo retrasos que obligaron a que se
celebrara en 1957.
En esos años,
el debate sobre la Ciudad Funcional estaba
en plena efervescencia. Los arquitectos de la “vieja guardia” moderna, defensores
de la ortodoxia funcionalista, se encontraban enfrentados a las nuevas
generaciones que reclamaban una revisión en profundidad de la Carta de Atenas. A pesar de esas
discrepancias internas, la decisión fue seguir los dogmas del racionalismo como
expresión de que Berlín Oeste “miraba hacia el futuro” frente a un sector oriental,
que según los occidentales, se encontraría “anclado en el pasado”.
Para la
realización de la exposición internacional de arquitectura se escogió el barrio de La Hansa (Hansaviertel) que había quedado
totalmente arrasado durante la Segunda Guerra Mundial con los bombardeos sufridos en 1943 por la
ciudad. Hansaviertel había sido un
barrio construido hacia 1870, con densas manzanas residenciales, ubicado en el
noroeste del parque Tiergarten, junto
al rio Spree.
El primer
paso fue la convocatoria de un concurso para la ordenación general. La
competición fue ganada por Gerhard Jobst y Willy Kreuer con una propuesta, que
tras varias versiones acabaría reflejando los principios canónicos del
funcionalismo. El planteamiento seguía la idea de una “ciudad en un parque”,
concretada en una colección de edificios autónomos, de tipologías diversas,
sobre un continuo verde. Las diferentes arquitecturas se convertirían en
edificios-escaparate de los logros del Funcionalismo.
Para ello fueron invitados a participar más de cuarenta arquitectos entre los
que se encontraban algunas de las figuras más relevantes del Estilo Internacional. La selección fue
larga y tuvo sus polémicas. Primero porque los arquitectos debían haberse
distinguido por su adscripción al Movimiento
Moderno, cerrando el paso a cualquier otra corriente arquitectónica y,
además, porque se priorizaron arquitectos del Berlín occidental o se vetaron
los que tuvieron un pasado vinculado al nazismo. En cualquier caso, estuvieron
la mayoría de las figuras internacionales más reconocidas (entre los que
estaban Gropius, Le Corbusier o Bruno Taut, quienes ya habían participado en la
Weissenhof de Stuttgart treinta años
antes). Algunos de los maestros excusaron su participación, como Ludwig Mies
van der Rohe y Eero Saarinen, mientras que otros, como Otto Bartning y Hans
Scharoun, se retiraron una vez comenzado el proceso.
Los
participantes y sus obras fueron los siguientes (los números corresponden con
el plano adjunto):
Plano de la Interbau de Berlín de 1957. La numeración
corresponde con el listado de arquitectos y obras del texto
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- 22 viviendas en 4 plantas. Hans Christian Müller (1921-2010), Berlín
- 32 viviendas en 4 plantas. Günther Gottwald (1907-), Graz (Austria)
- 28 viviendas en 4 plantas. Wassili Luckhardt (1889-1972) y Hubert Hoffmann (1904-1999), Berlín
- 20 viviendas en 4 plantas. Paul Schneider-Esleben (1915-2005), Dusseldorf
- Guardería. Günther Wilhelm, Stuttgart
- Iglesia St. Ansgar. Willy Kreuer (1910-1984), Berlín
- Grips-Theater (actualmente). Ernst Zinsser (1904-1985) y Hansrudolf Plarre (1922), Hannover/Berlín
- 131 viviendas en 17 plantas. Luciano Baldessari (1896-1982), Milán (Italia)
- 73 viviendas en 16 plantas. Jo van den Broek (1898-1978)y Jaap Bakema (1914-1981),Rotterdam
- 76 viviendas en 16 plantas. Gustav Hassenpflug (1907-1977), Munich
- 87 viviendas en 16 plantas. Raymond Lopez (1904-1966) y Eugene Beaudouin (1898-1983), París
- 61 viviendas en 16 plantas. Hans Schwippert (1899-1973), Dusseldorf
- Academia de Arte. Werner Düttmann (1921-1983), Berlín
- 16 viviendas en 4 plantas. Otto H. Senn (1902-1993), Basilea (Suiza)
- 16 viviendas en 3-4 plantas. Kay Fisker (1893-1965), Copenhague (Dinamarca)
- 19 viviendas en 3-4 plantas. Bruno Taut (1880-1938), Berlín
- 21 viviendas en 3 plantas. Franz Schuster (1892-1972), Viena (Austria)
- 96 viviendas en 8 plantas. Egon Eiermann (1904-1970), Karlsruhe
- 78 viviendas en 7 plantas. Oscar Niemeyer (1907-2012), Rio de Janeiro (Brasil)
- 69 viviendas en 10 plantas. Fritz Jaenecke (1903-1978) y Sten Samuelson (1926-2002), Malmoe
- Biblioteca. Werner Düttmann (1921-1983), Berlín
- 78 viviendas en 8 plantas. Alvar Aalto (1898-1976), Helsinki (Finlandia)
- 59 viviendas en 9 plantas. Pierre Vago (1910-2002), París (Francia)
- 67 viviendas en 9 plantas. Walter Gropius (1883-1969) y TAC, Cambridge (Mass. EEUU)
- 164 viviendas en 16 plantas. Klaus Müller-Rehm (1907-1999) y Gerhard Siegmann (1911-1989), Berlín
- Iglesia Kaiser-Friedrich. Ludwig Lemmer (1891-1951), Berlín
- 8 viviendas en 3 plantas. Paul Baumgarten (1900-1984), Berlín
- 5 viviendas unifamiliares. Edward Ludwig (1906-1960), Berlín
- 4 viviendas unifamiliares. Arne Jacobsen (1902-1971), Copenhague (Dinamarca)
- 2 viviendas unifamiliares. Gerhard Weber (1909-1986), Frankfurt
- 3 viviendas unifamiliares. Alois Giefer (1908-1982) y Hermann Mäckler (1910-1985), Frankfurt
- 3 viviendas unifamiliares. Johannes Krahn (1908-1974), Frankfurt
- 1 vivienda unifamiliar. Wolf von Möllendorff (1908-1992)y Sergius Ruegenberg (1903-1996), Berlín
- 2 viviendas unifamiliares. Sep Ruf (1908-1982), Munich
- 1 vivienda unifamiliar. Günter Hönow (1923-2001), Berlín
Interbau 1957. Edificios proyectados por Raymond Lopez-
Eugene
Beaudouin (nº 11 , arriba y, debajo, por Gustav Hassenpflug (nº 10).
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Edificios
no incluidos en la Interbau 1957
37. vivienda unifamiliar (1960). Klaus Kirsten (1929-1999), Berlín
38. vivienda (1960). Bodamer y Berndt, Berlín
Edificios
de la Interbau fuera del recinto de la exposición
- Escuela Primaria La Hansa. Bruno Grimmek (1902-1969), Berlín
- Unidad de Habitación. Le Corbusier (1887-1965), París (Francia)
- Palacio de Congresos. Hugh A. Stubbins (1912-2006), Cambridge (Mass. EEUU)
La actuación en Hansaviertel
acogería 1.236 viviendas en
diferentes tipologías (viviendas unifamiliares, torres de 16-17 plantas, y bloques de 3-4 plantas y
de 8-10 plantas) junto a varios equipamientos (iglesia, escuela, guardería,
biblioteca, etc.). Complementariamente, la Interbau
integró también alguna otra edificación fuera del recinto principal de Hansaviertel, particularmente la Unidad
de Habitación de Le Corbusier con sus 530 viviendas o el singular Palacio de
Congresos de Stubbins.
Interbau 1957. Edificios proyectados por Hans
Schwippert (nº 12) , arriba y, debajo, por Jo van den Broek-Jaap Bakema (nº 9).
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A pesar de la pretendida ausencia de
una ordenación urbanística limitante, la planificación del nuevo barrio respondió
a ciertos criterios compositivos que se alzaron como una referencia organizativa para la arquitectura.
El barrio de La Hansa se encuentra
limitado por el norte y el oeste por la curva de la línea ferroviaria, en tanto
que por el sur y el este se abre al Tiergarten,
el gran parque berlinés. Sobre esta base y, en cierto modo, recogiendo el
trazado anterior, surgen los dos ejes principales. El primero (Altonaer Strasse) parte de la gran
rotonda del parque (en la que se encuentra la icónica Columna de la Victoria, Siegessäule) y cruza en diagonal el Hansaviertel mientras que el segundo eje
(Klopstockstrasse-Bartning Allee) discurre más o menos
paralelo a las vías del tren realizando una curva similar. Esta “cruz” ordena
la actuación distribuyendo las diferentes tipologías. En el cruce se sitúan las
principales dotaciones (biblioteca, iglesia, teatro) mientras que en la corona
exterior se ordenan los bloques de cuatro alturas (al suroeste, entre Klopstockstrasse y la vía férrea) y las
grandes torres (al norte, entre Bartning
Allee y el tren) proyectadas por Baldessari, van den Broek-Bakema,
Hassenpflug, Lopez-Beaudouin, y Schwippert.
Interbau 1957. Edificios proyectados por Walter
Gropius-TAC (nº 24), arriba y, debajo, por Pierre Vago (nº 23).
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Por el lado
interior del eje curvo, enfrentados a los bloque de cuatro alturas, van a
apareciendo los bloques de ocho plantas (Aalto, Vago, Gropius) y, más hacia el
norte, esa misma tipología “escolta” el cruce entre las dos avenidas
principales (bloques de Eiermann, Niemeyer, Jaenecke-Samuelson) con una cierta
voluntad de delimitación central. Más al interior, apoyándose en la vía anular
trazada (Händelallee) y resguardadas
por la vegetación, aparecen las viviendas unifamiliares, principalmente
viviendas-patio, para solucionar el tema de la privacidad.
Como hito de
entrada desde el gran eje del parque y de Berlín oeste (Strasse des 17 Juni) aparece la torre de 16 plantas diseñada por
Müller-Rehm y Siegmann.
Interbau 1957. Edificios proyectados por Óscar Niemeyer
(nº 19) , izquierda y, derecha, por Alvar Aalto (nº 22).
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La Interbau de 1957, como muestra canónica
de un Estilo Internacional que se
encontraba fuertemente cuestionado, fue el blanco de muchas críticas,
particularmente desde que fue perdiendo su vigencia a favor de un retorno a la
concepción morfológica de la ciudad. En Hansaviertel
desapareció la antigua parcelación burguesa para dar paso a un modelo urbano
basado en un espacio abierto y fluido en el que emergen prototipos de vivienda
de índole muy diversa, tanto en dimensiones como en altura. No hay por tanto
ningún tejido conectivo que los enlace y la interrelación entre los edificios
es escasa (por no decir inexistente más allá de la creación de un ambiente
conjunto). Los edificios se convierten en objetos autónomos respondiendo
únicamente de sí mismos; las calles han
desaparecido transformadas en espacios de circulación gracias al “dibujo” de su
recorrido en el plano horizontal; o las plazas y los lugares públicos de
estancia se desvanecen en un espacio continuo, verde, difuso e indeterminado
(incluso en ocasiones residual).
Así pues, el resultado de Hansaviertel, tanto arquitectónico como urbanístico, fue
contradictorio. A la indudable calidad de muchos de sus edificios debe
confrontarse la falta de carácter de un espacio de la ciudad central que más
bien parece una zona periférica (típica de la desurbanización), y al interés ambiental de sus amplias zonas
verdes debe contraponerse la pérdida de la identidad respecto del tejido
histórico (característico de Berlín). Hoy Hansaviertel
es un extraño remanso residencial en el centro de la capital alemana, pero su
planteamiento no tendría continuidad ya que supondría el canto del cisne
de un movimiento que, a partir de entonces, evolucionaría hacia otros
horizontes menos dogmáticos.
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