Los Grands Ensembles marselleses de “La Rouviere” (o
“Super-Marseille”) y “Super-Rouviere”, el inmenso bloque quebrado que aparece
como telón de fondo.
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Le Corbusier renegó
de la ciudad tradicional y tuvo un sueño en el que se le aparecían
arquitecturas de geometrías puras y ordenadas que se apoyaban delicadamente
sobre extensas praderas verdes. Soñó una Ciudad-Parque que formalizó en su
propuesta genérica de Cité-Ville Radieuse
(Ciudad Radiante), cuyas piezas fundamentales, las Unités d’ Habitation,
logró construir en cinco ocasiones.
Pero ese
sueño, urgido por la necesidad imperiosa de viviendas en la posguerra y desvirtuado
por la ambición del sector inmobiliario, se trastocó en pesadilla. La
construcción masiva encontró una extraordinaria justificación en esa visión
antiurbana de Le Corbusier en la que la arquitectura era autónoma y no se veía
condicionada por localizaciones y normativas.
Este
“estrategia” contó con un amplio seguimiento internacional. En Francia produjo,
durante el periodo de 1955 a 1975, gigantescos conjuntos residenciales
denominados Grands Ensembles. Marsella tuvo un papel especial porque
recibió la primera de las Unidades de Habitación que Le Corbusier construyó y
porque fue una de las ciudades en las que se desarrollaron más Grands Ensembles, con casi 500 conjuntos
que albergan en torno a 125.000 viviendas.
Los Grands Ensembles fueron (y son) muy
polémicos. El rechazo de la población a esas
inmensas “colmenas” (además, muchas de ellas se convirtieron en guetos de
inmigración), abanderó un descontento social altamente significativo. Por eso,
la indudable calidad arquitectónica de algunos de estos conjuntos, no debe
ocultar su fracaso como rumbo urbano. La
ciudad, y éste es un argumento subyacente en todas las críticas, se construye
desde el espacio urbano, con todos sus atributos, tanto estructurales como
funcionales, relacionales, de escala o simbólicos.
La estrategia de los Grands Ensembles murió de indigestión, al ser éstos incapaces de fagocitar miles de años de historia urbana, que enseñan que el espacio público es la auténtica e imprescindible alma de la ciudad.
La ciudad moderna soñada
por Le Corbusier.
Le Corbusier (1887-1965)
era un gran propagandista de sus ideas. Su genialidad como arquitecto (es
considerado por muchos como el más influyente del siglo XX) tuvo una
repercusión muy importante gracias a su capacidad de comunicación.
Una de sus obsesiones era transformar (modernizar)
el modo de vida de los ciudadanos a través de la Arquitectura: los nuevos edificios
racionalistas educarían a sus habitantes. Había que rechazar los espacios heredados de épocas
anteriores y crear el entorno adecuado para la tecnológica sociedad
contemporánea. Para ello, Le Corbusier proclama la Arquitectura autónoma,
despojada de sus condiciones urbanísticas previas.
Desde que lanzó
su idea para la ciudad contemporánea (“la ciudad de tres millones de
habitantes”) en 1922, o su propuesta para el centro de París, el Plan Voisin de 1925, Le Corbusier puso
de manifiesto una lógica urbana particular que se enfrentaba radicalmente a la
ciudad tradicional. En el Plan Voisin,
hacia tabula rasa con el centro de la
capital francesa, manteniendo algunos monumentos como testimonio y proponiendo
un nuevo modelo de arquitectura residencial, con torres puntuales y bloques
lineales que zigzagueaban creando grecas quebradas (los redents).
Pero los redents, acabarían desapareciendo y la
propuesta se haría más abstracta, más esencial, quedando en bloques lineales
sin quiebros. Este proceso de “purificación” arquitectónica quedaría plasmado
en la propuesta que denominó Cité Radieuse. La Cité Radieuse era la culminación del edificio
que suplantaba a la ciudad, que mostraba su autosuficiencia, ajeno a cualquier
condición urbana (salvo el soleamiento). El lugar sería únicamente un tapiz
sobre el que se levantarían estas nuevas arquitecturas (Unités d’ Habitation)
para los nuevos seres humanos. La negación del lugar se manifiesta también en
la aparición de los pilotis como
sistema de relación entre el suelo y el edificio. Las grandes columnas
levantaban la edificación y la alejaban del terreno. El espacio urbano tradicional
desaparece sustituido por un continuo natural (o pseudo-natural) que atraviesa
los edificios por debajo. Las calles desaparecen, las plazas también, solo
queda un parque sin límites en el que se dibujan las líneas de los recorridos
para los automóviles de la manera más delicada posible.
Propuesta de Le Corbusier para la Cité Radieuse de
Meaux, no realizada.
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Le Corbusier
no consiguió desarrollar ninguna Cité Radieuse
(el proyecto de Meaux fue el que más
avanzó, pero finalmente se quedó en el papel), pero sí construyó alguna de sus
piezas fundamentales, las Unités d’ Habitation.
Logró levantar cinco en diferentes lugares, siendo la primera la de Marsella (1947-1952).
Luego vendrían Nantes-Rezé (1950-1955),
Berlín (1956-1957, en el contexto de
la Interbau), Briey (1959-1960) y Firminy-Vert
(1965-1967).
Esta última
no llegó a verla concluida puesto que Le Corbusier murió en 1965 (la obra fue
acabada por su discípulo André Wogenscky), pero sí pudo contemplar, la que
quizá sea la mejor aproximación a su sueño. Se construyó en Alton West, en el suroeste de Londres,
en las proximidades de Richmond Park.
Este conjunto de bloques lineales y torres dispuestos sobre un espacio verde
fue diseñado entre 1954 y 1958 por el departamento de arquitectura del London County Council, LCC (en el
proyecto trabajaron Howell, Killick, Partridge & Amis antes de agruparse
como equipo, bajo la dirección de Colin Lucas).
Alton West, en el suroeste de Londres, es la
materialización del sueño corbuseriano.
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Pero las influyentes ideas de Le
Corbusier tomarían forma de una manera distinta a como él lo había previsto. Las décadas siguientes a la Segunda
Guerra Mundial exigirían un arduo esfuerzo de reconstrucción para dar
alojamiento no solo a los residentes que habían perdido sus casas, sino a la
extraordinaria inmigración que se dirigió a las ciudades. La construcción masiva encontró una
extraordinaria justificación en esa visión antiurbana de Le Corbusier en la que
la arquitectura era autónoma y no se veía condicionada por localizaciones y
normativas. Las periferias de las principales ciudades comenzaron a ver
aparecer, sin ordenaciones previas, grandes agrupaciones de viviendas, en
bloques y torres, que no se articulaban adecuadamente con la ciudad existente,
ni entre sí, en una suerte de urbanismo discontinuo en el que no solo había
desaparecido la planificación general sino que también se había desvanecido el
espacio urbano.
Esta
estrategia contó con un amplio seguimiento internacional. En Francia generó conjuntos residenciales denominados Grands Ensembles que levantaron miles de edificios. En España surgieron los
conocidos “Polígonos” de viviendas del desarrollismo.
Marsella, la segunda ciudad francesa, tuvo
un papel muy relevante.
Allí se alumbró la primera de las Unidades de Habitación que Le Corbusier
construyó y allí fue donde los Grands
Ensembles encontraron un campo abonado. La complejidad de un
planeamiento unitario debido a las dificultades topográficas de un territorio
muy escarpado en las periferias, la necesidad urgente de reconstrucción de las
extensas zonas afectadas por la contienda y, sobre todo, la inmigración sin
precedentes que recibió, particularmente del mundo árabe tras el abrupto final
de la relación entre Francia y Argelia, facilitaron la implantación de esta
estrategia de construcción masiva que
produjo casi 500 conjuntos en dos décadas, acogiendo en torno a 125.000
viviendas.
Unité d’ habitation de Marsella. Fachada al Boulevard
Michelet.
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La Unité d’ habitation de Marsella
Le Corbusier
apostó fuertemente por su innovador modelo de ciudad. Entre 1931 y 1933 redacta
el libro que finalmente publicaría en 1935 (“La Ville radieuse. Soleil, espace, verdure”, Éditions de
l'Architecture d'Aujourd'hui, Boulogne-sur-Seine), dicta conferencias o
presenta sus propuestas en diversas convocatorias (como en 1937 en la
Exposición internacional de París, donde declaró a las Unités d´Habitation como las claves del urbanismo moderno)
En plena
Segunda Guerra Mundial, en 1943, Le Corbusier lidera la creación de la ASCORAL
(Association de Constructeurs pour un
Renouvellement Architectural), una asociación multidisciplinar que agrupaba
arquitectos, ingenieros, científicos y empresarios, interesados en la renovación
de la arquitectura en Francia. Esta asociación fue una plataforma que le
proporcionó visibilidad y propició la contratación de la Unité d´Habitation de Marsella.
Tras
finalizar la guerra en 1945, el Ministro de la Reconstrucción y Planificación
Urbana, Raoul Dautry, encarga a Le Corbusier la primera Unité d´Habitation para Marsella. El proyecto se plantea como una
obra experimental, un edificio piloto liberado de cualquier restricción
normativa y que mostraría la nueva forma de vida para la sociedad que había
dejado atrás la contienda. Tras una tortuosa selección de su ubicación, la Unité tomó forma en el número 280 del Boulevard Michelet , adoptando una
orientación norte-sur que contradice la alineación de la vía y sobre un solar
de unas cuatro hectáreas que debían mantenerse verdes.
Unité d’ habitation de Marsella. Detalle de Fachada
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El edificio, cuyas dimensiones son 137
m. de largo, 24 m. de anchura y 56 m de altura, comprende 337 apartamentos
(unas 1.500 personas) y servicios complementarios en 18 niveles y coronados por
su peculiar terraza.
La Unité
d´Habitation se concibe como una auténtica ciudad vertical. La Arquitectura acogerá todos los
usos necesarios para la comunidad. La de Marsella es la más completa y
coherente de todas las que se construyeron, ya que en su programa funcional,
además de las viviendas aparecen oficinas y diversos servicios
comerciales como pastelería, restaurante, hotel o librería. También la terraza
cumple la misión social asignada, siendo de acceso libre y estando ocupada por
equipamientos comunes como guardería, gimnasio, pista de atletismo, piscina
infantil o auditorio al aire libre, convirtiéndose en una superficie útil que apoya el cumplimiento de las
tres palabras que Le Corbusier asoció a su Ville
Radieuse: soleil, verdure,air
(sol, vegetación y aíre). Las siguientes construcciones (Nantes, Berlín, Briey
y Firminy) vieron desaparecer los programas comerciales por inviabilidad
económica quedando en un conjunto de viviendas casi exclusivamente.
Unité d’ habitation de Marsella. Detalle de Planta
Baja.
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Tres palabras permiten acercarse a las
claves formales de la Unité d´Habitation:
Célula, Módulo y Estructura. El establecimiento de tipos repetitivos y su coherencia
dimensional facilitó la prefabricación de muchos de sus elementos, uno de los
argumentos que vinculaban la Unité al
mundo industrial y su eficacia productiva, tan admirada por Le Corbusier.
La estructura, de hormigón armado visto,
ofrece una imagen muy singular que influiría mucho en la posterior aparición
del brutalismo como movimiento
arquitectónico caracterizado por el uso de formas rotundas ejecutadas con
hormigón visto. El hormigón de la Unité,
realizado “in situ” para los pilares, vigas y losas de forjados, se complementa
con piezas prefabricadas (también de hormigón) que ayudan a conformar las
fachadas (como los brise-soleils).
Unité d’ habitation de Marsella. Planta de los
apartamentos y esquema de inserción.
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Sobre la
estructura portante se van “introduciendo” las células habitacionales. Éstas consisten en apartamentos alargados
que recorren toda la crujía de la Unité
para obtener la deseada doble
orientación. Aunque hay varios tipos, los apartamentos más típicos son dúplex, disponiendo de una segunda
planta cuya superficie es algo menor que la mitad de la principal y se sitúa
encima o debajo de ella según corresponda siguiendo el esquema. Estas piezas se
encajan en la estructura dejando una calle interior entre las dos medias
plantas desde la que se accede a cada apartamento (hay cinco “calles”).
Unité d’ habitation de Marsella. Corredor
de acceso a los apartamentos y planta baja del edificio.
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Le Corbusier
quería reforzar el sentimiento de pertenencia a una comunidad que era
autosuficiente en lo básico. Por eso, la Unité
de Marsella propone también una galería-deambulatorio que debía comportarse
como plaza pública y el conjunto de servicios aludido anteriormente.
La Unité se construye a partir del sistema de proporciones ideado por Le
Corbusier: el Modulor (cuya imagen emblemática se encuentra impresa en bajo
relieve en la superficie de hormigón de la entrada principal). El Modulor es un
sistema dimensional en el que el cuerpo humano se convierte en la referencia
base. Le Corbusier argumentaba que el habitante se sentiría cómodo y feliz si
su espacio y su mobiliario se había diseñado partiendo de sus propias medidas.
Por ejemplo, la altura libre de los apartamentos, 2,26 metros, corresponde con
el Modulor con el brazo elevado; su anchura, 3,66 metros, equivale a dos veces el Modulor; y el mobiliario (sillas, mesas, armarios,
etc.), se diseña ajustándolo a este sistema de medidas.
El edificio de Marsella es el más
cercano a la propuesta inicial de la Cité
Radieuse (de
hecho así suele ser conocido, al menos oficialmente, ya que popularmente recibe
el sobrenombre de la maison du fada,
“la casa del loco”, en francés-occitano).
Los Grands Ensembles de Marsella
Marsella,
tras ser liberada en agosto de 1944, se encontraba al borde del desastre. La
ciudad se había convertido a su pesar en un importante centro de organización
para el ejército alemán, que la ocupó desde 1942. Hubo miles de desplazamientos
forzados de personas y se calcula que cerca de 20.000 edificios fueron
afectados por los bombardeos, tanto ítalo-alemanes en 1940 y 1943 como
anglo-americanos en 1944.
La primera década de posguerra, con las
dificultades financieras, son años de la reconstrucción
más básica (como la del Vieux Port
o la ciudad antigua), del establecimiento
de planes y modelos para el futuro (desde generales como el Plan Directeur d’Urbanisme, a concretos,
destacando la Unité d’ habitation de
Le Corbusier como primer modelo moderno) y de la preparación de instrumentos legislativos y de gestión (desde la Ley
de Alquileres de 1948 o la de Expropiación de 1953 hasta sociedades de crédito
o la creación de las HLM, Habitation à
Loyer Modéré, viviendas de alquiler regulado).
La llegada en
1953 de Gaston Deferre a la alcaldía de la ciudad acelerará los procesos de
reconstrucción. El liderazgo político de este abogado socialista y miembro
destacado de la resistencia anti alemana supondrá un gran impulso a la tarea
comenzada. Deferre enlazará mandatos hasta 1986 (fecha de su fallecimiento) y
será un personaje clave para entender la Marsella de esa época.
Con una
industria de la construcción recuperada, y los instrumentos legislativos y
financieros necesarios, el país en general y Marsella en particular se lanzan a
un proceso de construcción masiva de viviendas. El ciclo de los Grands Ensembles
desarrollado en Francia entre 1955 y 1975 incrementó el patrimonio residencial
galo en ocho millones de viviendas. Algunas ciudades como Marsella vieron
proliferar esos conjuntos como solución a los graves problemas de alojamiento
que se planteaban en esos años. En torno a 125.000 viviendas se construyeron en
Marsella durante esas dos décadas.
Planta e imagen del Grand Ensemble “La Viste”.
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En la segunda
mitad de la década de 1950 se desarrollan conjunto que, en algunos casos,
habían sido planificados en la década anterior, como por ejemplo: Le
Square Michelet (1956, G.Delbes, 692 apartamentos), La
Pauline (1957, G.Delbes, A. Michel y L.Olmeta, 975 apartamentos), Saint-Barthélemy
SNCF (1955, C.Lestrade, 672 apartamentos) o Bois Lemaître (1955, L.
Olmeta, 933 apartamentos)
El proceso se
aceleró en 1958, con la creación de nuevos organismos promotores (cooperativas,
sociedades empresariales o instituciones públicas) con ejemplos como Saint
Just Bellevue (1961, J. Lajarrige y L. Poutu, 584 apartamentos) Consolat,
(1961, 570 apartamentos), La Rouguière (1961, 632
apartamentos) ambas proyectadas por el equipo formado por P.Jaume, A.Devin, F.
Bart, J. Berthelot et H. Faure-Ladreyt, o La
Viste (1962), 700 apartamentos desarrollados por Georges Candilis, Alexis
Josic y Shadrach Woods.
Una de las
operaciones emblemáticas es el conjunto La Rouviére (Super Marseille)
/Super-Rouvière, que actualmente es el mayor condominio de Europa con
sus 2.144 apartamentos (realizado por Raoul Guyot con Xavier Arsène-Henry en el
plan de urbanización y desarrollados por fases entre 1961 y 1964).
Planta e imagen del Grand Ensemble “La Rouviere” en la
Panouse, un lugar escarpado del 9º arrondisement.
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Las
realizaciones posteriores a 1966 muestran una renovación formal en operaciones
como Aux
Lierres (1966, P. Averous, M. Scialom, 312 apartamentos), L’Américaine (1966, P. Averous, M. Scialom, 806 apartamentos) y
destacando entre todas Château Sec (1966, B. Laville et M.
Fabre, 499 apartamentos).
A partir de
1968, la estrella de los Grands Ensembles
comienza a declinar ante la emergencia de las Villes nouvelles como nueva estrategia de crecimiento urbano
(Marsella también tendrá la suya en el entorno de la Laguna de Berre). En ese
año, la ciudad alcanza los 890.000 habitantes, ve finalizar las operaciones en La Corniche que habían durado 11 años,
cubre el rio Jarret (tras 13 años de trabajo) o finaliza el túnel del Vieux Port. Pero los Grands Ensembles siguen, sobre todo
impulsados por una industrialización cada vez mayor que permite la aparición de
grandes conjuntos como Massalia-Jaurès (1969, G.Carta, E.
Gardeil, A. Michel, M. Scialom, 630 apartamentos), La Castellane (1969,
F. Boukobza, P. Jameux, P. Mathoulin y P. Meillassoux, 1.249 apartamentos), Air Bel
(1971 à 73, P.Liogier y R. Theric, con B. Lassus y G. Lefèvre, 1.200 apartamentos)
con su identificable malla hexagonal, o Les Iris y les Flamands (1971, 72, 1.123
apartamentos) y La Savine, (1973,1.378 apartamentos), ambos conjuntos diseñados
por Charles Delfante y Jacques Carrot.
Planta e imagen del Grand Ensemble “Chateau Sec”.
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No obstante
el problema del chabolismo todavía no se había erradicado totalmente y el
intento de solución definitiva impulsa algunos de los últimos Grands Ensembles como La
Solidarité (1974, P. Laugier y R. Theric, 1.004 apartamentos)
La crisis del
petróleo pondrá fin a este periodo de construcción asombrosa en el que se
levantaron viviendas en Marsella para más de 500.000 personas
(Este periodo ha sido investigado en profundidad por la Direction
régionale des affaires culturelles Provence-Alpes-Côte d’Azur, bajo la dirección de Thierry Durousseau).
Los Grands Ensembles fueron (y son) muy
polémicos. El rechazo de la población a esas
inmensas “colmenas” (además, muchas de ellas se convirtieron en guetos de
inmigración), abanderó un descontento social altamente significativo. Por eso,
la indudable calidad arquitectónica de algunos de estos conjuntos, no debe
ocultar su fracaso como rumbo urbano. La
ciudad, y éste es un argumento subyacente en todas las críticas, se construye
desde el espacio urbano, con todos sus atributos, tanto estructurales como
funcionales, relacionales, de escala o simbólicos.
La estrategia de los Grands Ensembles murió de indigestión, al ser éstos incapaces de fagocitar
miles de años de historia urbana, que enseñan que el espacio público
es la auténtica e imprescindible alma de la ciudad.
Me parece una visión general de la vivienda después de la Segunda Guerra Mundial, las aberraciones de la Ville rádiese y les grandes ensambles
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