Cartel del CIAM VII celebrado en Bérgamo.
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A lo largo de
treinta años, entre 1928 y 1959, los CIAM
(Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) reunieron a los
arquitectos de vanguardia, quienes fueron levantando acta del movimiento que caracterizó
el siglo XX. En esos encuentros se fue construyendo buena parte del cuerpo teórico de la arquitectura y de la
ciudad racionalista.
Como todas las
obras clásicas de teatro, el conjunto de los once CIAM se desarrolló en tres
actos: planteamiento, nudo y desenlace. Durante los cuatro primeros se
definieron las bases que culminarían en la Carta
de Atenas, el manifiesto de la Ciudad
Funcional escrito en 1933. Los cuatro siguientes consolidaron las claves
del movimiento, a la vez que asistían a la emergencia de discrepancias
internas. Los tres últimos prepararían la necrológica del movimiento. Aquel
extraordinario edifico doctrinal se resquebrajaría dinamitado desde dentro por
una nueva generación de arquitectos (la denominada tercera generación) que reivindicaron las emociones humanas como
ingrediente ineludible de la arquitectura y de la ciudad.
En 1959, el
CIAM XI cerró la historia de unos congresos que tendrían una relativa
continuidad en las posteriores reuniones del TEAM X, el grupo “rebelde”.
La década de
1920 fue consolidando las bases de la arquitectura moderna y los pioneros del
funcionalismo comenzaron a materializar sus ideas. Una de las muestras más
reconocidas fue la Weissenhof Siedlung,
construida en Stuttgart en 1927 y que fue concebida como una exposición
internacional de arquitectura moderna. Promovida por el Deutscher Werkbund y organizada por Ludwig Mies van der Rohe, el
conjunto residencial acogió treinta y tres edificios de dieciséis arquitectos
representativos de la vanguardia racionalista, particularmente germana,
holandesa y francesa.
En ese mismo
año 1927 surgió una intensa polémica con el concurso convocado para la
construcción del Palacio de la Sociedad
de Naciones de Ginebra. Aunque los arquitectos de prestigio presentes en el
jurado estaban inclinados a favor de una propuesta moderna (presentada por Le
Corbusier y Pierre Jeanneret), el resto de los miembros logró neutralizar esa
proposición de vanguardia otorgando nueve primeros premios ex-aequo. En cualquier caso, el fallo del concurso acabaría siendo
rechazado para ser sustituido por un encargo directo a un grupo internacional
de arquitectos que generó una arquitectura neoclásica.
Los arquitectos
más destacados del nuevo estilo, que habían estrechado lazos durante la
construcción de la Weissenhof Siedlung,
estaban indignados y pensaron en la necesidad
de crear un foro para defender y promocionar la arquitectura moderna frente al
academicismo imperante. La aristócrata y mecenas suiza Hélène de Mandrot
prestó su castillo de La Sarraz, junto al lago Leman, para que se celebrara el
primer encuentro.
Planteamiento: hacia
la Ciudad Funcional (los cuatro primeros congresos, I-IV).
En 1928,
veinticuatro arquitectos de ocho nacionalidades se reunieron en el castillo
suizo de La Sarraz, dando inicio a los CIAM (Congresos Internacionales de
Arquitectura Moderna), aunque no recibirían oficialmente ese nombre hasta el
segundo encuentro. Le Corbusier, junto al historiador Siegfried Giedion, sería
el gran impulsor del encuentro y lideraría esa primera convocatoria en la que
hubo alguna ausencia destacada (como la de Walter Gropius o la de Ludwig Mies
van der Rohe, que tendrían relevancia en convocatorias posteriores). La
presidencia del congreso se asignó al veterano arquitecto suizo Karl Moser,
quien no participó en las sesiones, y la secretaría recayó en Giedion, cargo
que ocuparía durante toda la existencia de los CIAM.
Sin un plan
previo, aunque con una gran coherencia ideológica entre los participantes, las
intervenciones desembocaron en una Declaración de Principios con vocación de
manifiesto. También se confirmó la continuidad de los encuentros.
Foto de “familia” del primer CIAM celebrado en el
Castillo de La Sarraz.
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La Declaración de La Sarraz fue la
conclusión del CIAM I. El escrito
comenzaba manifestando que “los
arquitectos abajo firmantes, representantes de los grupos nacionales de
arquitectos modernos, afirman su unidad de opinión sobre los conceptos
fundamentales de la arquitectura y sobre sus obligaciones profesionales hacia
la sociedad” y se estructuró sobre la base de cuatro temas:
I. economía general (tratando de la producción industrial
y la estandarización)
II. urbanismo (desde la escala urbana a la
territorial)
III. la arquitectura y la opinión pública (buscando la aceptación de los
principios modernos por
parte de la ciudadanía), y
parte de la ciudadanía), y
IV. la arquitectura y sus relaciones con
el Estado (exhortando
al compromiso del poder con la arquitectura moderna).
Los firmantes
fueron: Hendrik Petrus Berlage (La Haya), Victor Bourgeois (Bruselas), Pierre
Chareau (París), Josef Frank (Viena), Gabriel Guevrekian (París), Max Ernst
Haefeli (Zurich), Hugo Häring (Berlín), Arnold Höchel (Ginebra), Huib Hoste
(Brujas), Pierre Jeanneret (París), Le Corbusier (París), André Lurçat (París),
Ernst May (Frankfurt), Fernando García Mercadal (Madrid), Hannes Meyer
(Dessau), Werner Max Moser (Zurich), Carlo Enrico Rava (Milán), Gerrit Rietveld
(Utrecht), Alberto Sartoris (Milán), Hans Schmidt (Basilea), Mart Stam
(Rotterdam), Rudolf Steiger (Zurich), Henri-Robert von del Muhll (Lausana) y
Juan de Zavala (Madrid).
La
preparación del siguiente congreso, el CIAM
II (1929), corrió a cargo de Ernst May quien estaba experimentando en el Nuevo Frankfurt la construcción económica (Frankfurt
sería la sede del nuevo encuentro). El tema, en correspondencia con esas
propuestas, sería el análisis de la “vivienda
mínima”. El congreso acogió una exposición sobre diferentes experiencias
sobre ese punto que se estaban desarrollando en diferentes partes de Europa. Se
pretendía ofrecer una alternativa moderna a las exiguas e miserables propuestas
que se estaban construyendo dentro de los modelos edilicios de los ensanches de
la ciudad postliberal (como las Mietkasernen
del ámbito germánico). Se reclamó el planteamiento de viviendas dignas y
habitables dentro de la economía superficial, e incluso se sugirió la necesidad
de creación de una normativa que impidiera la construcción especulativa.
El CIAM III (1930) abordó el tema de la
agrupación de viviendas para formar “barrios” bajo el título “Métodos constructivos racionales. Casas
bajas, medias y altas”. La preparación corrió a cargo de Victor Bourgeois y
el grupo belga (Bruselas sería la sede del encuentro). Bajo la presidencia de
Cornelius van Eesteren (que había sustituido en el cargo a Moser), se
presentaron propuestas sobre la interrelación entre los esquemas de viviendas y
sus agrupaciones, así como opciones volumétricas, distancias óptimas entre
bloques o su conexión con los trazados viarios. Las conclusiones se centraron
en recomendar una planificación urbana científica, basada en previsiones
demográficas, datos estadísticos y cálculos técnicos.
Otra cuestión
abordada en el congreso fue la densidad urbana. Le Corbusier lideró los partidarios
de la concentración frente a los que defendían los paradigmas de ciudad jardín.
El arquitecto francés opinaba que el gran reto de la modernidad era dar
satisfacción a los problemas de las grandes aglomeraciones urbanas, sobre todo
en lo que respecta a los transportes y a la distribución de los equipamientos y
las viviendas. En esa línea presentó las trazas básicas de su proyecto de Ville Radieuse como el modelo a seguir
(que completaría en los siguientes años y publicaría en 1935). En una onda más política,
Le Corbusier argumentó que para conseguir un verdadero urbanismo moderno
debería cuestionarse la propiedad del suelo, y defendió su carácter público.
La Ville Radieuse, la ciudad ideal propuesta por Le
Corbusier.
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La deriva
paulatina hacia los planteamientos urbanos se hará más patente en el siguiente
congreso, el CIAM IV (1933) en el
que se establecieron los “puntos doctrinales” de la “Ciudad Funcional”. Inicialmente estaba previsto que el encuentro se
celebrara en Moscú, pero los inconvenientes puestos por las autoridades
soviéticas obligaron a que la reunión se produjera a bordo de un barco que
salió de Marsella para recabar en Atenas. La involución cultural ocurrida en la
Unión Soviética, y la que se estaba comenzando en la Alemania nazi, mostraba un
fuerte rechazo a la visión de las vanguardias.
Las dificultades
para acudir al congreso de los arquitectos soviéticos y germanos (nuevamente se
produjo la ausencia de Gropius) se vio compensada por el incremento de
mediterráneos y nórdicos. Si en los dos congresos anteriores fueron los
arquitectos alemanes los que marcaron la impronta, en éste encuentro (y en
buena parte de los siguientes) sería Le Corbusier el que adquiriera el
protagonismo.
Le Corbusier
provocó un cierto revuelo al proponer la noción de armonía como superación de la de función. No obstante, se rechazaron esas propuestas para reforzar
la visión del urbanismo funcional. Las conclusiones del encuentro quedarían
reflejadas en la Carta de Atenas, el documento-manifiesto sobre la ciudad
moderna en el que se codificaban los aspectos esenciales que debían regirla.
Entre sus determinaciones destacaron aspectos como la zonificación o las cuatro funciones primarias sobre las que fundamentar la planificación
urbana: habitar, trabajar, recrearse y circular. La doctrina funcional se
presentaba como un método de trabajo, no como un modelo morfológico (como era
el caso de la Ville Radieuse
corbusierana que se presentaba como referencia espacial, aunque había mucha
coincidencia entre esta ciudad ideal contemporánea y las indicaciones de la Carta de Atenas).
El CIAM IV
fue la culminación de una etapa en la que las reflexiones y las propuestas
alcanzaron un gran nivel de consenso entre los participantes. Pero las
circunstancias históricas (el ascenso de los regímenes totalitarios, que
desembocaría en la Segunda Guerra Mundial) afectarían a la cohesión del grupo
y, en consecuencia, los siguientes congresos tendrían otro cariz.
Nudo: Los debates
internos entre razón y emoción (los cuatro
congresos intermedios, V-VIII).
En un
ambiente enrarecido, marcado por el exilio de muchos arquitectos fuera de
Europa, en 1937 se reúne el CIAM V.
El encuentro se celebró en París para reflexionar sobre el tema de la vivienda
y el tiempo libre (Logis et Loisir). Las discusiones se centraron en profundizar
en los principios del Carta de Atenas
y en su adaptación a las ciudades industriales contemporáneas. La ciudad, según
las conclusiones alcanzadas, debía ser entendida como parte de un conjunto
económico, social y político, articulado con la complejidad de las actividades humanas.
La noción de ciudad-región
protagonizó buena parte del debate que, por otra parte, no resultó demasiado
fructífero.
Portadas de los libros de Le Corbusier y Josep Lluis
Sert
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La Segunda Guerra
mundial interrumpiría las citas durante una década, pero los miembros del CIAM
se mantendrían activos. En pleno conflicto bélico, Josep Lluis Sert edita en
Estados Unidos la obra “Can Our Cities
Survive?” (1942) en el que frente a la visión oficialista se matizan algunas
cuestiones sobre la ciudad funcional
y, un año después, Le Corbusier publica su versión de la Carta de Atenas en el libro “La
Charte d’Athènes”. También en 1943, Sert junto a Giedion y el pintor
Fernand Lèger lanzan el manifiesto sobre la Nueva
Monumentalidad en cuyos nueve puntos se expresan cuestiones como que “la
gente quiere que los edificios que representan su vida social y colectiva les
ofrezcan algo más que una satisfacción funcional. Desean satisfacer sus
aspiraciones de monumentalidad, alegría, orgullo y esperanza”. Esa llamada
de atención hacia la representatividad y a la emoción, solicitando una
arquitectura más significativa, será la primera alarma que salte en el
colectivo de vanguardia.
El CIAM VI (1947) es el primer congreso
celebrado tras el conflicto bélico. El encuentro se produjo en Bridgwater
(Inglaterra). El ánimo de muchos de los participantes había cambiado y
particularmente el del grupo anfitrión, los arquitectos británicos, que
funcionaban coordinadamente como grupo desde 1932 bajo la denominación MARS (Modern Architecture Research Group, Grupo de Investigación de la
Arquitectura Moderna). En las reuniones preparatorias no hubo acuerdo sobre el
tema principal a tratar y finalmente se decidió que la cita debía servir para
el reencuentro tras la guerra y la puesta en común de la situación de cada país
para poder así consensuar un programa de trabajo para el siguiente congreso. Quizá
fuera la irracionalidad de la guerra la que hizo recapacitar a los técnicos
sobre la necesidad de tener en cuenta, además de las cuestiones materiales, las
expectativas emotivas del ser humano. Las cuestiones estéticas, que habían sido
proscritas expresamente desde el primer congreso, resurgen y comienzan a tenerse
en cuenta aspectos como el carácter simbólico del espacio. El CIAM VI sería un
congreso de transición, en el que además se produciría el relevo en la
presidencia de los CIAM: Cornelius van Eesteren cedería el puesto a Josep Lluis
Sert.
En 1949, el CIAM VII se concentra en Bérgamo
(Italia) y empiezan a atisbarse síntomas de crisis. El congreso defraudó las
expectativas puestas en él, entre otras cosas porque el impulso y la intensidad
de los congresos de preguerra se estaban desvaneciendo y los conflictos entre
delegaciones comenzaban a aflorar. No obstante el congreso se iniciaría con dos
temas principales “La Carta de Atenas en práctica” y la “Síntesis de las artes mayores”. La
organización corrió a cargo de ASCORAL (Assemblée
de Constructeurs pour una Renovatión Architecturale, Asamblea de Constructores
para la Renovación Arquitectónica) grupo que había sido fundado en 1942 por Le
Corbusier y en el que se reunían profesionales muy diversos, miembros del
sector de la construcción, y también sociólogos, filósofos y gente común. Su
objetivo era establecer una doctrina instrumental sobre arquitectura y
urbanismo, difundirla entre la opinión pública, conseguir su adopción por parte
de las autoridades y velar por su correcta aplicación. Con un claro liderazgo
de Le Corbusier, el Congreso de Bérgamo sancionaría ese nuevo instrumento de
pensamiento y acción propuesto. En este congreso, también se presentó la
conocida CIAM Grille (Trama CIAM), un sistema gráfico de organización de
la información para proyectos urbanos desarrollado por Le Corbusier y ASCORAL.
Con la CIAM Grille se pretendió unificar el sistema de
análisis urbano.
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El CIAM VIII (1951) se realizaría en Hoddesdon
(Inglaterra) y plantearía como tema “el
corazón de la ciudad”. El tema era muy pertinente en una Europa que había
sido devastada por la Segunda Guerra Mundial. Los arquitectos vuelven su mirada
hacia los centros históricos de las ciudades. Hasta entonces, la arquitectura
moderna se había visto obligada a desarrollarse en las periferias urbanas, y
tras el desastre bélico, se abría el desafío de proponer soluciones para los
centros destruidos. Algunos de los participantes veían en esa destrucción la
oportunidad de realizar la utopía de la “tabula
rasa” sobre la ciudad histórica para levantar sobre su solar la nueva
arquitectura.
Pero el sueño
moderno de construir un nuevo espacio sobre un suelo colectivo chocó
frontalmente con la realidad. A pesar de las destrucciones sufridas, los ciudadanos
reclamaban su antigua identidad y, sobre todo, conservar la propiedad del suelo
preexistente (los dueños exigieron el mantenimiento de las delimitaciones
previas de fincas y solares). Identidad
y Propiedad emergieron como
condiciones inevitables cuestionando el ideal moderno. La constatación de la
fuerza de la realidad sobre las idílicas ensoñaciones vanguardistas comenzó a quebrar la unidad de los
congresistas. Se empezó a manifestar entonces, aunque todavía de forma tímida,
un enfrentamiento entre los defensores radicales del funcionalismo maquinista y
los que exigían un replanteamiento atendiendo a las nuevas circunstancias.
Desenlace: La crisis
y la disolución (los tres congresos finales, IX-XI).
En el
siguiente encuentro se reveló con fuerza el dilema entre la continuidad y la
crisis, que había quedado larvado en el anterior congreso. Organizado bajo el
lema “Hábitat humano”, el CIAM IX (1953) celebrado en Aix-en-Provence
(Francia) asiste a una revuelta en toda regla protagonizada por jóvenes
arquitectos (de la llamada tercera
generación). La revolución, liderada por el holandés Aldo van Eyck y los
ingleses Alison y Peter Smithson, proponía una revisión en profundidad de la
“dogmática” Carta de Atenas.
Reclamaban que las necesidades “psíquicas” debían incorporarse a la
planificación de la ciudad, de forma que los planes urbanos recogieran las
expectativas socio-emotivas de sus habitantes. Por ejemplo, atendiendo a la identidad y al sentimiento de pertenencia, que la arquitectura moderna no había
conseguido transmitir a la ciudadanía. El grupo crítico propuso, frente a las
abstracciones de la “vieja guardia”, una nueva forma de abordar el hecho urbano,
partiendo de una investigación sobre los principios estructurales del
crecimiento de la ciudad a partir de la célula familiar. Para ellos la Carta de Atenas era un modelo simplista
que requería una nueva formulación más compleja.
Surgió el
enfrentamiento entre los modelos habitacionales tecnocráticos y los espontáneos
deseos colectivos, entre el intelectualismo elitista y el populismo. Las
espadas quedarían en alto para el próximo congreso.
La
organización del décimo congreso correría a cargo del grupo de jóvenes
arquitectos que se habían rebelado en el encuentro anterior. Por eso, en sus
reuniones de preparación adoptaron la denominación de TEAM X (Equipo 10). Los miembros más activos del grupo fueron los
holandeses Jaap Bakema y Aldo van Eyck; los ingleses Alison y Peter Smithson; el
griego afincado en Francia, Georges Candilis; el italiano Giancarlo De Carlo; y
el norteamericano afincado en Francia, Shadrach Woods. A éstos se les sumarían
otros componente entre los que cabe destacar al español José Antonio Coderch,
el japonés Kenzo Tange, el británico afincado en Suecia, Ralph Erskine, el
francés de origen serbio, Alexis Josic, el finlandés Reima Pietilä, el alemán
Oswald Mathias Ungers o el también holandés
Herman Hertzberger.
En 1954, los
miembros principales del TEAM X publicaron el Manifiesto de Doorn, en el que rechazaban las cuatro funciones urbanas del
CIAM como categorías de diseño, y en su
lugar proponían unas nuevas referencias, basadas en las fórmulas de “asociación
humana” y en la relación de los edificios con entorno. El ambiente para el
próximo congreso se iba calentando.
El CIAM X (1956) reunió en Dubrovnik
(Yugoslavia, actual Croacia) a los arquitectos para continuar debatiendo sobre
el tema del “hábitat humano” enunciado en el anterior congreso. El encuentro evidenciaría las posturas
irreconciliables y se disolvió con la sensación de que sería el último. De
hecho, muchos de los pioneros se dieron de baja (Le Corbusier ya había declinado
su presencia desde 1955). Los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna
quedarían al borde de la desaparición.
Los miembros del TEAM X certificaron (con humor) la
defunción de los CIAM en Otterlo
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No obstante,
todavía se convocaría un nuevo encuentro, el CIAM XI (1959), que se celebraría en Otterlo (Holanda) con la
ausencia de los grandes maestros. Hay que tener en cuenta que, al margen de las
profundas discrepancias, muchos ya eran ancianos. El CIAM XI sería el último congreso
y su cometido sería certificar la defunción de esos encuentros. Los miembros
presentes del TEAM X apostarían por volver a reunirse pero renunciando al
nombre CIAM por su vinculación a una época y a unos arquitectos con los que no
se identificaban. Sus reuniones se prolongarían a lo largo de las décadas de
1960 y 1970 como las de una “pequeña familia” de arquitectos, en palabras de
Alison Smithson.
A pesar de la reticencia de algunos de los arquitectos
(como la del propio Mies van der Rohe), los
CIAM fueron unos congresos más preocupados por el urbanismo que por la
arquitectura. En ellos se fue conformando buena parte del cuerpo teórico de
la Ciudad
Funcional, que logró materializarse en tres ejemplos desarrollados en
la década de 1950 en tres países de la periferia no alineada (el Tercer Mundo): Chandigarh (India) en 1951 proyectada por Le Corbusier; Brasilia (Brasil) en 1956 diseñada por
Lucio Costa y Oscar Niemeyer; e Islamabad (Pakistán) en 1959 obra de Constantinos
Doxiadis.
La “tríada” de la Ciudad Funcional: Chandigarh,
Brasilia e Islamabad.
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Esta tríada de la Ciudad Funcional pudo mostrar la planificación completa
de una ciudad moderna, pero quedaba la asignatura pendiente de su aplicación
canónica en la vieja Europa (aunque fuera en un crecimiento parcial). No
servían los casos levantados con urgencia dentro de la estrategia de
reconstrucción europea, porque sus promotores (Estados e iniciativa privada),
que aparentemente habían adoptado las claves del funcionalismo, solo se
aprovecharon instrumentalmente del mismo y desvirtuaron completamente las ideas
de las vanguardias racionalistas. Por eso, los ideólogos del racionalismo
canónico aspiraban a crear un ejemplo que rescatara los ideales del Movimiento
Moderno. Esto se consiguió (relativamente) con una nueva Exposición Internacional de Arquitectura, que se
celebraría en Berlín en 1957 (Interbau 1957). Pero la
reestructuración moderna del barrio Hansaviertel
berlinés (que había quedado arrasado por la guerra) significó el canto del
cisne del funcionalismo ortodoxo. Los CIAM estaban heridos de muerte y el
Movimiento Moderno evolucionaba hacia otros horizontes. Pocos años después, en
1961, el equipo formado por Georges Candilis, Alexis Josic y Shadrach Woods
proyectaron en Toulouse (Francia) el nuevo barrio Toulouse-Le Mirail, un
crecimiento urbano que expresaría las ideas del TEAM X, marcando un nuevo
rumbo.
Resumen de los CIAM
celebrados (fecha, lugar y tema):
1928: CIAM I, La Sarraz (Suiza). Congreso constituyente (Declaración de La Sarraz)
1929: CIAM II, Frankfurt (Alemania). “La
vivienda mínima”.
1930: CIAM III, Bruselas (Bélgica). “Métodos
constructivos racionales. Casas bajas, medias y altas”.
1933: CIAM IV, Atenas, (Grecia). “La Ciudad
Funcional” (Carta de Atenas).
1937: CIAM V, París (Francia). “La
vivienda y el ocio”.
1947: CIAM VI, Bridgwater (Inglaterra). Sin tema específico, las sesiones trataron
sobre la situación urbana tras la IIWW.
1949: CIAM VII, Bérgamo (Italia). “La Carta
de Atenas en práctica” y “Síntesis
de las artes mayores”.
1951: CIAM VIII, Hoddesdon (Inglaterra). “El
corazón de la ciudad”.
1953: CIAM IX, Aix-en-Provence (Francia). “Hábitat
humano”.
1956: CIAM X, Dubrovnik (Yugoslavia, actual Croacia). Continuación del tema del
anterior congreso: “Hábitat humano”.
1959: CIAM XI, Otterlo (Holanda). Congreso extraordinario para la disolución del
CIAM.
Gracias. Excelente resumen.
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