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Fuggerei, en Augsburgo, es el
proyecto de vivienda social más antiguo del mundo. Imagen de una de las calles
interiores del conjunto.
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Hace quinientos años, en pleno Renacimiento, la Europa septentrional
asistió a la creación de dos desarrollos urbanos que marcaron orientaciones opuestas en la controvertida
relación entre urbanismo y capitalismo. La especulación inmobiliaria y la
responsabilidad social aparecerían, respectivamente, en Amberes y Augsburgo, ciudades que
ocuparon puestos de privilegio en la jerarquía urbana del siglo XVI.
En la ciudad belga, que era entonces la más importante del norte
continental, se ejecutó una ampliación, Nieuwstadt (ciudad nueva), que sería
desarrollada por Gilbert van
Schoonbeke, un hombre de negocios que vio la oportunidad para
obtener grandes beneficios económicos con la planificación y venta de parcelas.
Por su parte, en la ciudad alemana, Jakob
Fugger, el principal banquero de la época, realizó un temprano y pionero ejercicio
de solidaridad construyendo la actuación de vivienda social más antigua del
mundo porque, sorprendentemente, después de tanto tiempo, Fuggerei sigue
funcionando con ese mismo carácter altruista.