21 nov 2015

La “Ruta 66”, la calle mayor de Estados Unidos, y sus ciudades (primera parte)

Hay rutas que marcaron épocas y están sólidamente implantadas en nuestro acervo cultural. Algunas tuvieron un carácter comercial, otras encauzaban peregrinaciones religiosas o incluso vertebraron y comunicaron territorios. Algunas han perdido su función y otras continúan en servicio. En todos los casos, la importancia adquirida las elevó a la categoría de mito. Estas largas rutas legendarias, se hacían por etapas y por eso estaban jalonadas por ciudades, que se engarzaban al recorrido como perlas en un collar.
Una de estas rutas transcurrió por Norteamérica, entre Chicago y Los Ángeles. Es la Ruta 66, cuya trascendencia fue tal que llegó a ser calificada como la “calle mayor” (main street) de los Estados Unidos. Construida entre 1926 y 1938, recorre casi 4.000 kilómetros por ocho Estados. Se convirtió, durante la Gran Depresión de la década de 1930, en el camino hacia la “tierra prometida” que representaba California y, en la década de 1960, encauzó los sueños de la generación beat que ansiaba la libertad que disfrutaba la costa oeste. El trazado histórico iría siendo sustituido por modernas autopistas, pero aún es posible recorrer buena parte de sus antiguos tramos, que ofrecen a quienes los recorren (sea por turismo, por nostalgia, por mitomanía o por cualquier otra razón), un encuentro con una parte esencial de Norteamérica, con su historia, con sus paisajes, con sus leyendas, incluso con algunos de sus mitos colectivos.
Abordaremos la Ruta 66 en dos artículos. En este primero recorreremos desde Chicago hasta Oklahoma City (pasando por Saint Louis, Springfield Missouri, y Tulsa). En el segundo, completaremos el recorrido para llegar al destino: Los Ángeles.

7 nov 2015

Nueva York, década de 1930: el swing de las big band y los grandes iconos arquitectónicos.

El Chrysler Building y el Empire State Building son dos de los iconos arquitectónicos neoyorquinos que acompañaron el florecimiento del swing y las big bands.
En la década de 1930, el jazz cambió de hogar. Nueva York sustituyó a Chicago como foco principal de aquella música que enfebrecía a la población. La Gran Manzana acogería a unos músicos que habían emprendido una “segunda migración” (la primera les llevó desde Nueva Orleans a Chicago) y Harlem se convertiría en el lugar donde florecería el swing y reinarían las big bands.
Tras los “felices veinte”, el crack de la bolsa de 1929 dio origen a la Gran Depresión, que sumió a los Estados Unidos y al mundo occidental en una profunda crisis. Pero Nueva York se recuperaría con más rapidez que otros lugares y, en un contexto tan adverso, levantaría alguno de sus iconos más reconocidos, como el Chrysler Building, el Empire State Building o el Rockefeller Center, y emprendería un programa de infraestructuras y equipamientos que transformarían la ciudad.
El swing y las big band serían el antídoto frente a las miserias de la Gran Depresión. Las grandes bandas de Duke Ellington, Count Basie, Benny Goodman o Fletcher Henderson, entre otros, pondrían una banda sonora a esa década que conduciría a la Segunda Guerra Mundial.