9 sept 2012

Deconstruyendo la ciudad antigua: Elementos de la Ciudad Islámica (1). Medina, Kasbah y Mellah.

Medina de Marrakech.

Entre las diferentes morfologías urbanas que caracterizan a las ciudades antiguas, el modelo de ciudad islámica es uno de los de personalidad más acusada.
Las ciudades que fueron concebidas con ese patrón, o las que sin ser fundación musulmana recibieron esta influencia en su evolución, presentan unos rasgos comunes muy particulares.
Las tres denominaciones de esta entrada, medina, kasbah y mellah, hacen referencia a tejidos urbanos diferenciables. Pero mientras medina es una denominación general, las otras dos se relacionan con sectores particulares que se incluyen en la anterior.



Medina, es una palabra árabe (Madinat) que indica, de forma genérica, a la ciudad. Pero desde este significado amplio, con el tiempo, ha ido adquiriendo algunos matices interesantes.

Primero por la identificación con un determinado tipo de ciudad, la islámica.
Una medina, era en principio una “ciudad” sin más, pero con la extensión de la civilización árabe y con la creación de nuevas ciudades en los territorios conquistados (que eran construidas según los criterios islámicos), medina comenzó a significar “ciudad musulmana”. Con esa palabra, los árabes identificaban sus asentamientos frente a los preexistentes (fueran romanos, persas o de cualquier otro pueblo nativo).
Sin entrar a analizar sus claves morfológicas, la medina, la ciudad musulmana, puede asociarse con esa imagen prototípica de ciudad “privada”, con largos, estrechos y sinuosos callejones, acompañados por casas patio, volcadas hacia el interior y con poca interacción con el espacio urbano.
Esto fue así durante largo tiempo, pero las circunstancias históricas, con la colonización europea, hicieron que desde entonces, muchos de los crecimientos urbanos se realizaran con otros criterios radicalmente distintos. De esta forma, el núcleo original islámico de muchas ciudades quedó “encapsulado” dentro de los nuevos desarrollos, casi al margen del pulso urbano naciente, en muchos casos inadaptado a las condiciones exigidas por la vida moderna y además, en la mayoría de los casos, sin recibir intervenciones que lo hubieran amoldado a las nuevas necesidades.
Estas circunstancias llevaron a limitar el significado de la palabra medina identificándola, únicamente, con los núcleos originales diseñados conforme al ideario islámico, en oposición a los nuevos barrios.
Las principales ciudades del norte de África cuentan con medinas. La medina de El Cairo es la mayor del mundo y se encuentra catalogada como patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Por otra parte, la palabra medina ha adquirido otro tipo de significados, más abstractos, derivados de su conversión en toponímico, comenzando por la primera “Medina”, que es la ciudad ubicada en Arabia Saudí. Medina, antes de Mahoma se conocía como Yatrib. En el año 622, Mahoma y sus primeros seguidores huyeron de La Meca hacia Yatrib, emigración que se conoce como la Hégira. En Yatrib murió el profeta en 632 y el nombre la ciudad acabó siendo cambiado por el de “Ciudad del Profeta”, Medina del Profeta, (Madinat An Nabi) y en la actualidad, simplemente Medina.
Hay muchas localidades que tienen como toponímico el vocablo “medina”, indicando, por lo general, su origen islámico (Medina del Campo, Medina de Rioseco, Medinaceli, Medina-Azahara, …). Incluso aparece en algunas ocasiones con distorsiones, como en el caso de la Almudena de Madrid (Al-Mudayna) que era el pequeño asentamiento que acompañaba a la fortaleza islámica inicial.

Ubicación de la Kasbah de los Udayas en el norte de la medina de Rabat.
Kasbah, Qasbah o Qassabah es una palabra árabe que significa “fortaleza” o “ciudadela” militar. El vocablo es la base de las palabras españolas alcazaba o alcázar o de la portuguesa alcáçova que indican un recinto militar amurallado.
La kasbah era la fortaleza donde residía el gobernante local con sus guerreros, algo similar a los castillos ibéricos. Su ubicación se encontraba en los puntos altos de colinas que fueran fácilmente defendibles. No obstante frente a la fortaleza militar en sentido estricto, la kasbah, iba más allá, al incorporar otros usos urbanos que la asimilaban a una pequeña ciudad. La aparición de una mezquita, la utilización temporal de los espacios abiertos (patios de armas) como mercado o el caserío residencial del personal auxiliar, convertían el recinto interior en una pequeña comunidad completa. Por ello, y por extensión, la palabra ha llegado a identificarse con los centros históricos, por lo general amurallados, de las ciudades de origen islámico y por lo tanto ha llegado a ser considerada sinónimo de “medina”.
Con el crecimiento de arrabales exteriores y la ampliación de los recintos amurallados, es decir con la construcción de las medinas, las kasbahs acabaron formando parte de las mismas, como un barrio peculiar dentro de ellas, que habitualmente ocupaba una posición privilegiada.
Otra derivación de la palabra la ha llevado a ser identificada con la arquitectura militar. Inicialmente con los “castillos” y posteriormente con las edificaciones rotundas de tipo defensivo. Otra derivación de esta palabra da nombre a algunas localidades del sur marroquí o de los desiertos mauritanos (ksar y en plural ksours) que son pueblecitos amurallados vinculados, por lo general a algún oasis.
La Kasbah de Argel (patrimonio de la humanidad) o la Kasbah de los Udayas de Rabat se encuentran entre las más significativas.

Ubicación de la mellah de Fez, al sur de Fez el-Jdid, (la nueva Fez) y  en las proximidades del Palacio de Sultán.
En el ámbito magrebí, mellah es la denominación que recibe el barrio judío. La existencia de barrios específicos para la población judía es una constante en muchas de las ciudades antiguas. Sin entrar a analizar las causas de esta segregación, lo cierto es que tanto las ciudades de occidente como las de oriente, tanto las de Europa como las del norte de África, todas, suelen presentar la segregación de las “juderías”.
La mellah, dentro de la medina, es perfectamente identificable ya que solía rodearse por una muralla propia, de forma que, las poblaciones, musulmana y judía, se encontraran separadas. Mellah es una palabra hebrea que significa “sal” y designa el lugar donde se conservan los productos en salazón. Cuenta la tradición que la asignación de esa palabra a los barrios judíos de las ciudades islámicas (marroquís principalmente) surge de la terrible y siniestra costumbre que durante un tiempo tuvieron los gobernantes musulmanes. Éstos decapitaban a los rebeldes judíos y salaban su cabeza para que se conservara y pudiera exponerse al público durante mucho tiempo como advertencia. Otras fuentes, la vinculan al hecho, menos violento,  de que la sal fuera moneda de cambio habitual entre los judíos.
La población hebrea jugaba un papel muy importante en las actividades económicas urbanas, desde comerciales hasta financieras. Su tradicional sentido de grupo dificultó su integración y la interacción con sus vecinos. También las relaciones de la comunidad hebrea con sus gobernantes fueron muy diversas, con periodos de acercamiento y tiempos de odio profundo. 
Las mellahs no eran guettos cerrados, ya que los judíos podían transitar por el resto de la ciudad y los musulmanes por las zonas hebreas. Desde el punto de vista morfológico no se diferenciaban del resto de la medina, salvo por la presencia de las sinagogas. Un detalle arquitectónico llamativo es que, mientras las viviendas musulmanas se abren al interior, cerrándose a las calles, las viviendas judías contaban con balcones que las relacionaban con el exterior.
Estos barrios judíos fueron formándose a partir del siglo XV. La primera y más importante mellah de Marruecos se encuentra en Fez. Fue creada en 1438 debido al deseo del sultán de proteger a los judíos del fanatismo religioso. Por esta razón suelen encontrarse próximas al Palacio del Sultán. En 1558 se creó la segunda en Marrakech. Muchas ciudades marroquís tienen su mellah, e incluso, Mequinez (Meknes) contiene dos, la antigua de 1682 (fue la tercera) y una nueva creada a principios del siglo XX. Durante el siglo XIX muchas ciudades como Rabat (1808), Salé, Essaouira (Mogador) o Tetuán vieron formalizados sus respectivos barrios judíos. En Tetuán, por influencia española, la mellah se denomina judería.
La colonización europea abrió las ciudades a los judíos. No obstante, la emigración de muchos de ellos a Israel (tras su constitución como estado en 1948) fue deshabitando las mellahs. Hoy se encuentran poco ocupadas (y principalmente por residentes musulmanes, ya que la mayoría de los judíos que han permanecido en esas ciudades se han mudado a los nuevos barrios).

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