22 feb 2014

Collage Urbano: Los Angeles, un inabarcable conglomerado espacial, social y étnico.

Mosaico, puzzle o collage son algunas de las muchas analogías, que con diferentes matices, son utilizadas para explicar que la ciudad es un conjunto formado por partes. Entre ellas, la palabra collage remite a la yuxtaposición de materiales diversos, muchas veces sin solución de continuidad y en ocasiones ensamblados sin orden aparente.
Si hay una ciudad que puede ejemplificar la noción de collage urbano, esa es Los Angeles, una ciudad inabarcable que se desparrama por su territorio fagocitando todo lo que encuentra a su paso.
Los Angeles es una ciudad que desborda cualquier calificativo. Es un conglomerado de tramas urbanas diversas y heterogéneas, implantadas sobre un conjunto de topografías de lo más variado, entre las que se encuentran colinas, llanuras, playas o desiertos. Es un mosaico étnico de millones de personas (cuya primera muestra multicultural se produjo en el mismo momento de su fundación). Cuenta con una extraña delimitación municipal que informa de una tensa historia de intereses contrapuestos. Es también una mezcla de realidades y deseos, ya que Los Angeles se ha instalado en el inconsciente colectivo como un mito, una fábrica de sueños nacida en aquella lejana Fiebre del Oro californiano y potenciada en los últimos tiempos por la poderosa industria cinematográfica.
Los Angeles es una ciudad joven, ya que fue fundada en 1781 y su vitalismo explosivo la ha llevado a reunir en 233 años más de 18 millones de personas (el Greater Los Angeles ocupa la segunda posición de EEUU  y 13ª del mundo). En su breve historia, Los Angeles muestra muchas contradicciones, aunque ha logrado hacer de ello una de sus principales señas de identidad.

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Collage Urbano
Mosaico, puzzle o collage son algunas de las muchas analogías que se han utilizado para explicar que la ciudad es un conjunto formado por partes. Los matices de cada una de las metáforas remiten a diferentes objetivos didácticos.
Un puzzle es un conjunto de piezas que encajan perfectamente para construir un modelo determinado. Un mosaico reúne teselas, a veces muy diferentes, pero capaces de configurar una imagen final coherente. Ambas palabras son utilizadas como analogía para referirse a la ciudad como un todo formado por partes. Pero entre los términos habituales, collage es quizá la que mejor se adapta a la ciudad actual, ya que es una obra producida con materiales diversos, fragmentarios, generalmente descontextualizados, que se yuxtaponen para transmitir un mensaje que supera la individualidad de cada uno de ellos.
La utilización del término collage para describir la ciudad contemporánea se convirtió en una analogía afortunada, sobre todo a partir de la publicación del libro Collage City que escribieron Colin Rowe y Fred Koetter en 1978 (traducido al español en 1981, “Ciudad Collage”).
Los autores presentaron la ciudad como un espacio de colisiones diversas, producto de la complejidad de nuestro tiempo. Estos choques son evidentes en el enfrentamiento entre muchas construcciones físicas, pero también se aprecian en otros planos, como el psicológico o el temporal. El collage también se manifiesta en segmentaciones de carácter social que afectan a la morfología, fraccionando la ciudad, incluso “privatizando” partes de la misma, ya que hay lugares públicos a los que muchas personas no pueden o no se atreven a entrar.
La Ciudad Collage es la expresión para designar la realidad compleja, confusa y heterogénea en sus múltiples apariencias. Es una ciudad consciente de su naturaleza dispar, alejada de la “visión única central”, libre de encasillamientos, que conjuga elementos de épocas y culturas diferentes, o que amalgama muchos elementos irreconciliables.
El análisis de Rowe y Koetter no concluye con la descripción de los hechos y sus circunstancias, para ellos, el collage también designa un método específico para construir la ciudad. La ciudad se presenta como una obra de “bricolaje”, ajustándose más a la noción de espontaneidad intuitiva que a la de racionalidad planificada. Los autores defendían la idoneidad de un método de trabajo que resulta más deseable para la ciudadanía porque se acomoda mejor a su realidad social. Los arquitectos y urbanistas actuarían como “bricoleurs”, como practicantes del bricolaje que trabajan con “lo que tienen a mano”, utilizando cualquier recurso con imaginación, alejándose de la dinámica unidireccional de los planeamientos tradicionales. La Ciudad Collage se convierte así en una mezcla variopinta, sobre la que se aplica tanto un pensamiento científico como procedimientos azarosos (cuestión fundamental para comprender el desarrollo de una ciudad). No obstante, la Ciudad Collage aspira a conseguir un equilibrio, aunque sea inestable, entre esos dos polos, la racionalidad y la ambigüedad, pretendiendo construirse como un espacio mucho más humanizado y democrático, para enriquecer la experiencia personal de sus habitantes.

Si hay una ciudad que puede ejemplificar la noción de collage urbano, esa es Los Angeles. Los Ángeles es una ciudad fragmentaria desde muchas ópticas. Ofrece un conglomerado de tramas urbanas heterogéneas, justificadas por razones diversas. La topografía se convirtió en una primera causa ya que la urbanización se enfrentó a soportes territoriales muy diferentes entre los que había llanuras, a veces fértiles y en ocasiones desérticas, laderas de colinas más o menos abruptas, playas o ríos y canales. Pero hay más, porque Los Ángeles se ha visto obligada a conjugar culturas muy diferentes encarnadas en millones de individuos de todas las etnias humanas posibles que, en muchos casos, forman comunidades que segmentaban la ciudad social y tipológicamente. La fragmentación angelina también se aprecia en las desigualdades sociales. En la ciudad cohabitan increíbles fortunas junto a las pobrezas más absolutas y en ella pululan poderosos y vagabundos, snobs y humildes, alternativos y adaptados, integrados y rebeldes, marginados y aceptados, soñadores y materialistas, en un cóctel que, en más de una ocasión, ha provocado conflictos de gran violencia. También Los Ángeles ha sido, es y será el resultado de un tumultuoso mercado inmobiliario, con crecimientos vertiginosos en los que los propietarios del suelo se erigían como planificadores, concibiendo su parte de ciudad como un lugar autoreferenciado. Pero entre todos estos choques, más o menos físicos, sobrevuela una colisión muy propia de esta ciudad, la surgida del contraste radical entre realidad y deseo, entre el mito y la vida descarnada, entre el sueño y la consciencia, entre la expectativa y la verdad. Los Ángeles ha sido capaz de crearse un avatar, originando una entidad mental muy rotunda en el inconsciente colectivo planetario. Su atractivo como destino soñado no para de reforzarse, desde aquella primera Fiebre del Oro, hasta la promesa de un idílico “estilo de vida” exportado por su poderosa industria cinematográfica, y ratificado por su privilegiado clima.
No obstante, Los Ángeles, el gran collage espacial, social y étnico, la gigantesca y contradictoria conurbación, suele proporcionar a sus inmigrantes más frustraciones que satisfacciones. Y a sus visitantes esporádicos, que tienen la oportunidad de comparar, aunque sea superficialmente, su imagen mental con la física puede tanto asombrarlos como decepcionarlos. Pero nunca los dejará indiferentes.

El nacimiento de Los Angeles
Los Ángeles fue el segundo asentamiento colonial español en la Alta California tras la construcción del Presidio y la Misión de San Diego de Alcalá en 1769. Habían transcurrido doce años desde aquella primera implantación cuando en 1781 se apostó por la creación de un nuevo núcleo. El gobernador de las Californias, Felipe de Neve, denominó a la nueva población como El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de Porciúncula, ya que se asentó en la proximidad del Río de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de Porciúncula, bautizado así por su descubridor, el fraile franciscano Juan Crespí. Porciúncula, es una palabra clave en la espiritualidad franciscana. En italiano, significa “terreno pequeño, pequeña porción de tierra”, y con ese nombre fue conocida la diminuta iglesia-capilla que se construyó en Asís en el siglo IX y en la que San Francisco  encontró su vocación en el año 1208, dando comienzo al movimiento franciscano (y que actualmente se encuentra en el interior de la Basílica de Santa María de los Ángeles).
En ese año 1781, acompañados por un destacamento militar y dos frailes, 11 familias compuestas por 22 adultos y 22 niños fueron los primeros pobladores del embrión angelino. Solamente eran 44 personas pero mostraban una variedad étnica sorprendente. De los once hombres, dos eran españoles (uno peninsular, nacido en España, y otro criollo, español nacido en Nueva España), dos mulatos (mezcla de español y negro), dos negros (de ascendencia africana), cuatro indios (nativos americanos) y uno mestizo (mezcla de español e indio). De las once mujeres, seis eran mulatas y cinco indias. Excepto los dos españoles, todos los adultos procedían de Nueva Navarra (de Sonora y Sinaloa), territorio situado un poco más al sur. En su forma originaria, Los Angeles era ya una realidad multicultural y diversa, algo que con el tiempo será uno de sus rasgos característicos.
Las Leyes de Indias y el Reglamento español para las nuevas ciudades planificadas en la Alta California fijaban cuatro leguas cuadradas de tierra como superficie para el asentamiento.  Desde el centro se medía la distancia de una legua en cada una de las cuatro direcciones cardinales, formando un área cuadrada.
El núcleo original consistió en unas cuantas viviendas alrededor de una plaza pero, debido al deterioro sufrido por inundaciones, fue abandonado gradualmente. El asentamiento fue trasladado a una nueva ubicación más resguardada y prácticamente contigua a la anterior. Este traslado debió hacerse a partir del año 1815. El nuevo poblado se articuló también alrededor de una gran plaza (la actual The Plaza). Además de las viviendas se fueron construyendo edificios institucionales, como la Iglesia de Nuestra Señora la Reina de Los Ángeles que sigue presidiendo la plaza. Este poblado se conserva parcialmente en la actualidad (conocido como “El Pueblo” y uno de los destinos turísticos de la ciudad).
El núcleo original de Los Angeles fue trasladado a partir de 1815 hacia el sureste debido al deterioro producido por inundaciones. La nueva plaza e iglesia presidirían el “moderno” núcleo que se desarrolló a su alrededor y que es el que actualmente se conserva (muy modificado). En la imagen derecha se compara la ubicación inicial estimada con la definitiva. 
En 1821, con la independencia lograda por el nuevo estado de México, finalizó el dominio español en la región. Pero la política expansionista de los Estados Unidos generó grandes tensiones en las regiones septentrionales mexicanas. En ese contexto, Texas proclamó su independencia, provocando un conflicto armado entre los dos países que se inició en 1846 y que acabaría en 1848 con la derrota mexicana, que le supuso la pérdida de la mayoría de sus posesiones situadas al norte del Río Grande, incluyendo la Alta California.
En ese año se produjo un hecho relevante para la región californiana, el descubrimiento de oro que originó una Fiebre del Oro provocando fuertes oleadas de inmigrantes. California se convertiría  oficialmente en un Estado en 1850 (el 31º) y Los Angeles adquirió entonces el rango de ciudad.

Las primeras piezas del collage urbano: Los planes iniciales y el urbanismo de “Tracts”.
Aquel pequeño poblado, que acababa de adquirir el estatus norteamericano, comenzó a sentir la presión urbanizadora. La Fiebre del Oro inició el sueño que hizo de California el destino de miles de personas y Los Angeles se tuvo que preparar para recibir una importantísima inmigración.
Los Angeles, 1849. Plan Ord. (el norte aproximadamente a la derecha)
El Plan Ord (1849)
Cuando Bennett C. Riley fue nombrado gobernador de California, decidió parcelar y poner en marcha la venta de fincas. Con ese fin encargó, en 1849, la realización de un plano regulador a Edward Otho Cresap Ord, un oficial del ejército de los Estados Unidos con conocimientos de topografía.
Ord levantó el plano del pueblo de Los Angeles y propuso su extensión trazando dos tramas reticulares, similares pero con distinta orientación debido a las dificultades topográficas que ocasionaban las Elysian Hills. Fueron 30 parcelas rectangulares por el sur y 10 más por el norte que bordeaban las estribaciones de las colinas occidentales. Ord también dejó previsto continuación por el sur de la retícula trazada, sugerencia que solo sería atendida parcialmente.
El cruce de Hollywood Freeway (101), que discurre aproximadamente de oeste a este,  con la Harbor Freeway (110), trazada de norte a sur, marca un nuevo centro referencial para el tráfico rodado, contiguo al Downtown de la ciudad. Estas autopistas y los rascacielos del Downtown desfiguraron el antiguo centro angelino. En su entorno se encuentran, muy modificados, el antiguo núcleo español de Los Angeles y sus primeras extensiones. La imagen superior es el plano de H.J. Stevenson de 1884 y la inferior la ortofoto de Google en 2013. Las líneas rojas enmarcan la primera ampliación de la ciudad fijada por el Plano de Ord. En naranja aparece la extensión previa del Pueblo y el pequeño rectángulo de línea roja marca el lugar del núcleo español (tras su traslado) con su plaza central (hoy una atracción turística de la ciudad).
En 1850, Los Angeles se convirtió en City y redujo su largo nombre al breve con el que sería conocida a partir de entonces.
Entonces se marcaron los límites para el desarrollo del municipio. Curiosamente, como veremos después, no lo hizo enmarcándose en uno de los township indicados por la “centuriación” norteamericana que había establecido la Land Ordinance de 1785. Los Angeles mostró su vena rebelde hispana y mantuvo su propia delimitación que sería confirmada en 1856.
(Para ampliar la información sobre la organización territorial estadounidense ver el artículo de este blog “Claves de las ciudadesnorteamericanas (de colonización): cuadrícula, bidimensionalidad y “pecados originales”).
Los Angeles 1857. Plan Hancock.
La Supervisión de Hancock (1857)
En 1856, la United States Land Commission confirmó las cuatro leguas cuadradas de tierra para la ciudad de Los Angeles, según había establecido el criterio hispano previo. Se tomó la Plaza como centro urbano y desde allí se calcularon los límites de la ciudad, una legua en cada dirección cardinal hasta formalizar un cuadrado de dos leguas por lado (8,5 kilómetros), albergando una superficie aproximada de 72,5 kilómetros cuadrados.
En 1858 el topógrafo oficial, Henry Hancock, trazó con exactitud los límites establecidos por el decreto de 1856 y dibujó un nuevo plano de la ciudad, planificando el interior del cuadrado. Este cuadrado se reconoce fácilmente en la ciudad actual. El lado oeste está marcado por Hoover Street, el lado norte por el teórico alargamiento de la línea iniciada en Fountain Avenue, por el sur no hay un vía límite específica pero el lado meridional coincidiría con una hipotética prolongación de West Exposition Boulevard, y por el este, el cuadrado quedaría cerrado por North y South Indiana Street. Dentro de estos límites, se trazó una retícula girada aproximadamente 15 grados respecto a la ortogonalidad del cuadrado. Esta rotación hace muy identificable el trazado de Hancock, ya que a partir de los límites del cuadrado el esquema urbanizador seguiría fielmente la ortogonalidad sugerida por la Land Ordinance.
No obstante, el Plan Hancock dejó un gran hueco central sin planificar debido a las dificultades topográficas de las colinas y al sinuoso trazado del rio y las acequias (la zanja madre y sus derivaciones) que condicionaban esa parte. Este vacío urbano sería completado paulatinamente, a través de numerosos “tracts”, que eran urbanizaciones promovidas por los propietarios del suelo según su criterio particular. Por eso en el “corazón” de Los Ángeles, colisionando con la malla girada de Hancock, aparecen “piezas” extrañas formando un heterogéneo collage de tramas urbanas. Como ejemplo, comentamos dos “tracts” muy significativos.
Arriba, ubicación del Mott Tract  (verde) y del Park Tract (azul) en el plano de Los Angeles de H.J. Stevenson realizado en 1884 (la línea discontinua negra indica el trazado de Ord y el círculo discontinuo, la situación del centro). Debajo detalle del Park Tract.
El Mott Tract (1868)
El Mott Tract supuso el comienzo de la urbanización de Bunker Hill. El promotor Stephen Mott encargó el diseño del área de su propiedad a George Hansen (quien había trabajado con Hancock en el trazado de Los Angeles). El diseño continuó el ejemplo trazado por E.O.C Ord que ya había sido respetado por el Beaudry Tract anterior. Se propusieron 27 manzanas que se identificaron alfabéticamente, desde la A hasta la Z. Las calles fueron Fort, Hill, Olive, Charity, Hope, Flower y Grasshopper. En la dirección ortogonal, comenzando por Temple Street siguiendo por Court St. y las numeradas First, Second,Third y Fourth Street.
El trazado de Hansen y alguna de las denominaciones de calles han cambiado con el tiempo, Grasshopper St. se renombró como Figueroa St., Charity St. se transformó en Grand St. y Fort St. se denominó Broadway. Court Street y su entorno se convirtieron en el soporte del Civic Center, ya que el Mott Tract fue el soporte para la creación del Downtown de Los Angeles (ver el artículo “¿Dónde estás corazón? El Grand Avenue Project buscarevitalizar el Downtown de Los Angeles”).
El Park Tract
El Park Tract se enfrentó a dificultades topográficas que complicaron la aplicación reticular, además el diseño intentó ejercer de rótula articuladora entre la ortogonalidad propuesta en la supervisión de Hancock y la marcada por Ord. Park se situaba en la altura de Bunker Hill(se alcanzaba a ver el océano en días claros) y por eso su parcelación estaba destinada a las clases más pudientes de la ciudad. Fue promovido por Prudent Beaudry (que ya había realizado el Beaudry Tract y desarrollaría posteriormente el Beaudry Tract Nº 2). Beaudry fue un empresario de éxito de origen canadiense que tras varias iniciativas fallidas se reorientó hacia los negocios inmobiliarios y llegó a ser alcalde (mayor) de Los Angeles en 1874.
El Park Tract desaparecería completamente con la construcción de la Hollywood Freeway (101), que discurre aproximadamente de oeste a este,  y la Harbor Freeway (110), trazada de norte a sur. El cruce entre ambas autopistas se situó sobre el Park Tract, y determinó un nuevo centro referencial para el tráfico rodado, contiguo al Downtown de la ciudad (que se levantó sobre el Mott Tract)

Los Angeles en 1894. Las líneas rojas marcan el trazado base sugerido por la Land Ordinance de 1785. El cuadrado amarillo es el límite municipal fijado en 1850 (una “legua” en cada punto cardinal desde la “plaza” que se ubica en el punto amarillo). Es apreciable el giro de la trama Hancock y la heterogeneidad central frente a la ortogonalidad que empieza a adivinarse en el entorno.
Hasta el año 1890, Los Ángeles se mantuvo dentro del “cuadrado” fijado con la constitución de la ciudad en 1850 y que contaba con 72,5 kilómetros cuadrados de superficie. Pero a partir de entonces, el límite administrativo fue extendiéndose con la anexión de pequeños núcleos surgidos en su entorno dando comienzo a una nueva etapa en la construcción del gran collage.

LA urbe inabarcable
Los Angeles era ya el resultado de un collage y continuaría siéndolo de manera todavía mucho más ostensible en la compleja configuración de la ampliación de sus límites municipales.
La ampliación de los límites de la ciudad.
A partir de la década de 1890, la City de Los Ángeles comenzó a crecer administrativamente, ya que de facto, la presión de la inmigración y los precios del centro habían originado muchos crecimientos exteriores al gran “cuadrado” municipal. La previsión de problemas entre la ciudad y estos nuevos núcleos llevó al planteamiento de la ampliación de los límites de Los Angeles.
Comenzó entonces una numerosa sucesión de anexiones (additions). Por ejemplo, en 1896 se sumaron las fracciones de Southern Extensión, Southern Addition y Western Addition, por el sur y Highland Park y Garvanza por el norte.
La ciudad continuaría creciendo de una forma muy particular, absorbiendo núcleos de manera discontinua, que se conectaban con la ciudad por medio de estrechas franjas “tentáculares”, otorgando a la delimitación administrativa una forma totalmente irregular. En este sentido, quizá la anexión más sorprendente fue la que llevó la ciudad hasta el Océano Pacífico, con la absorción del Puerto de Los Angeles (Los Angeles Harbor) situado en los municipios de Wilmington y San Pedro. El puerto y los dos municipios fueron agregados a Los Ángeles  en 1909 y enlazados con ella a través de la Shoestring Addition (el “cordón de zapatos”) cuyo nombre es suficientemente revelador. La misma estrategia de absorciones discontinuas y corredores de conexión, fue adoptada en casos como la West Coast Addition, o las extensísimas San Fernando Addition (1915) o Westgate Addition (1916).
La particular delimitación del municipio de Los Angeles (en 1918 y la actual) con sus apéndices y agujeros. El cuadrado amarillo remarcado en el plano de 1918 corresponde con los límites iniciales fijados en 1850.
Estas ampliaciones no fueron siempre obligadas, muchas fueron motivadas desde los propios núcleos del entorno, que querían formar parte de la ciudad principal. Una razón importante para este deseo fue la construcción del acueducto de Los Ángeles, que proveyó de mucha agua a la ciudad, más de la que necesitaba, frente a la escasez que padecían esos núcleos vecinos. Los Ángeles hizo valer su tesoro y, o bien cobraba el agua a precios muy elevados o simplemente se negaba a suministrarla. Muchos municipios vecinos vieron en la anexión una solución a sus problemas de abastecimiento y solicitaron su incorporación a Los Angeles con el aval de los ciudadanos que se habían pronunciado favorablemente en referéndum.
La mayoría de las adiciones fueron áreas no consolidadas, pero Los Ángeles también fagocitó ciudades. Concretamente fueron diez: Wilmington (1909), San Pedro (1909), Hollywood (1910), Sawtelle (1922, actualmente "West Los Angeles”), Hyde Park (1923), Eagle Rock (1923), Venecia (1925), Watts (1926), Barnes City (1927), y Tujunga (1932).
Esta extravagante forma de ampliar los límites de la ciudad ha convertido el término municipal en una extraña forma, con apéndices que se proyectan hasta lugares lejanos y grandes “agujeros” producidos por los municipios que se negaron a ser absorbidos, entre ellos algunos tan conocidos como Beverly HIlls, Santa Mónica o Malibú. En 2004 se paralizó el proceso de anexiones dejando el municipio de Los Angeles en 1.215 km2, habiendo multiplicado casi por diecisiete su superficie.
Greater Los Angeles en 1955.
Greater Los Angeles
Pero independientemente de los límites municipales, el área urbanizada del entorno de Los Ángeles es una enorme extensión que alcanza los 12.500 km2 (en España, por ejemplo, esa superficie es la de la provincia de Salamanca) formando un continuo urbano integrado por 184 ciudades y que aloja a más de 18 millones de personas. El área incluye ciudades como Anaheim, Burbank, Glendale, Long Beach, Ontario, Pasadena, Riverside, San Bernardino, o Santa Ana. Este conjunto metropolitano es conocido como Greater Los Angeles, una institución que intenta organizar de forma conjunta  la gestión de los grandes temas comunes como el trasporte o algunos equipamientos supramunicipales. Una nueva constatación del collage.
La extensión metropolitana (paradigma del fenómeno del sprawl) y su baja densidad, complica enormemente la gestión de las infraestructuras, con kilómetros de autopistas, unos cuantos aeropuertos, líneas ferroviarias o puertos marítimos comerciales y deportivos, así como el abastecimiento energético, de agua, de recursos o el casi imposible transporte público.
Los Ángeles es también un collage étnico. En la ciudad conviven nacionalidades y razas de prácticamente todo el planeta, lo que la convierte en uno de los mayores exponentes de la diversidad humana. El 55,1% de los habitantes del Greater Los Angeles son blancos (39,0% no hispanos), el 10,4% asiáticos, 0,3% proceden de las islas del Pacífico, el 7,6% son afroamericanos, el 0,9% indios nativos, 21,0% pertenecen a otras etnias y el 4,7% son mezcla de dos o más razas. La diversidad étnica se cruza con la de las nacionalidades de origen, y éstas con las clases sociales o con la creación de comunidades poco interesadas en integrarse con el resto. No es de extrañar la proliferación de conflictos sociales que en ocasiones han alcanzado elevadas cotas de violencia. 
Evolución de la mancha urbana de la región de Los Angeles, en 1850, 1893 y 2010.

Hay analistas urbanos que ven en el gran área metropolitana de Los Angeles un campo de experimentación que podría ser un adelanto del futuro que les espera a muchas ciudades del planeta.

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