30 ago 2014

Genealogía del espacio residencial del siglo XXI

Los dos modelos originales que caracterizaron el espacio residencial del siglo XX: Arriba la vivienda unifamiliar urbana de la Ciudad Jardín (Welwyn Garden City). Debajo, los Bloques lineales de Toulouse-Le Mirail.
La vivienda fue el gran tema de la arquitectura y el urbanismo del siglo XX. La imperiosa necesidad de alojamiento en las ciudades (producida por una ingente emigración desde los entornos rurales), la evolución de la sociedad en general y de las familias en particular, la inadecuación de los espacios heredados y los grandes avances técnicos, impulsaron una prolífica investigación arquitectónica y urbana, que iría alumbrando las nuevas tipologías residenciales que caracterizan la ciudad actual.
En cambio, en este comienzo del siglo XXI la situación es bien distinta. Durante sus primeros años, de gran expansión, la vivienda padeció el desinterés de un mercado inmobiliario poco propicio a la innovación (dado que cualquier cosa se vendía) y, en estos últimos tiempos, la grave crisis que atenaza nuestra economía y que ha derrumbado al sector inmobiliario ha hecho, aparentemente, innecesaria la investigación, que se ha visto relegada a unas escasas excepciones sobre la tónica general. Pero la sociedad sigue evolucionando con gran rapidez y acabará por requerir viviendas que se adapten a la nueva ciudadanía.
Es importante conocer de dónde venimos para poder fijar correctamente el rumbo que pretendemos seguir. Por eso, es fundamental indagar y profundizar en la “genealogía” de los espacios residenciales que identifican nuestras ciudades. Este es el objeto de los siguientes apuntes universitarios, correspondientes a sesiones impartidas a los alumnos de la asignatura “Introducción al Urbanismo”.

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La reflexión sobre la vivienda arranca en el siglo XX con una ácida crítica sobre la ciudad heredada, tanto hacia la Ciudad Antigua, que se mostraba incapaz de albergar los nuevos requisitos de la vida moderna, como hacia la Ciudad Posliberal, la respuesta decimonónica al desconcierto urbano provocado por la Revolución Industrial.
La Revolución Industrial había convertido a las ciudades en un organismo con graves complicaciones, debido fundamentalmente  a los nuevos usos que había incorporado (principalmente las fábricas) y a los movimientos migratorios que produjo (la incesante población que llegaba desde el campo). La ciudad preindustrial no estaba preparada para afrontar ese nuevo panorama y las “adaptaciones” que sufrió, se realizaron dentro de una estrategia de “todo vale” que desembocó en la denominada Ciudad Liberal de principios del siglo XIX. En esa Ciudad Liberal se acumularon un buen número de problemas (contaminación, insalubridad, congestión, densidad excesiva, inseguridad, inhabitabilidad, infravivienda, etc.).
Imágenes de la Ciudad Liberal. Arriba, grabado de Gustave Doré, “Over London by Rail” (c. 1870), mostrando la densidad de infravivienda del Londres industrial. Debajo grabado de la época denunciando la incompatibilidad de los usos industriales con el resto.
La solución aportada, a mediados del siglo XIX, a ese descontrol urbano fue la Ciudad Posliberal, un modelo que abordaba los crecimientos con Ensanches regulares (por ejemplo, el Eixample barcelonés) y acometió la reforma interior de la ciudad histórica con radicales transformaciones en su estructura (por ejemplo, el París haussmanniano).
Imágenes de la Ciudad Posliberal. Arriba Reforma Interior de París, mostrando la apertura de los nuevos bulevares. En el centro la Avenida de la Ópera parisina, flanqueada por las nuevas manzanas residenciales. Debajo, Eixample de Barcelona.

Esquema básico de la Ciudad Posliberal del siglo XIX.
Todos los esquemas presentados son un sistema diédrico aproximado, en el que la línea blanca sería la “Línea de Tierra”. Bajo ella se representa una planta abstracta del modelo urbano y, sobre la misma, se levanta un teórico alzado volumétrico.
Los diferentes colores expresan tanto usos (con el marrón para el residencial y el rojo para otras funciones) como carácter del espacio (crema para los espacios libres de predominio “mineral” y verde para los espacios libres de predominio “natural”)
El esquema presenta las claves esenciales del modelo de la Ciudad Posliberal para el espacio residencial. Este esquema servirá para comparar dichas cuestiones fundamentales entre los diferentes modelos futuros y sus espacios residenciales.
El modelo de Ciudad Posliberal presenta una estructura compacta materializada en una retícula ortogonal, que crea “manzanas” de propiedad privada, claramente diferenciadas del espacio público exterior. Estas manzanas eran “parceladas” entre los diversos propietarios y cada uno de ellos construía su edificio respetando una serie de condiciones volumétricas.
El espacio urbano se caracteriza por una fuerte artificialidad, expresada en el trazado de las líneas rectas de las calles o de las plazas, que suelen  crearse en manzanas que se dejan vacías, así como en la sumisión geométrica de los elementos vegetales (en caso de existir).
Por otra parte el modelo propone una mezcla de usos que se acabará mostrando inadecuada debido a la incompatibilidad, por ejemplo de las fábricas con las viviendas.
Por último, respecto a los espacios residenciales, la tipología casi exclusiva es la manzana cerrada de crujía múltiple. La manzana era cerrada porque los edificios del perímetro envolvían un espacio interior (patio central) de carácter privado que, aunque estaba proyectado como espacio libre, la mayoría de las veces, se encontraba ocupado por usos productivos. La crujía se refiere a la anchura de la edificación (la palabra procede de la construcción aludiendo a la separación entre pórticos estructurales) y suele asociarse con el número de viviendas existentes en profundidad. La crujía era habitualmente doble, con viviendas exteriores a la calle y viviendas interiores al patio central, pero en bastantes casos esa crujía se convertía en múltiple, sumando viviendas hacia el interior, separadas por mínimos patios de ventilación, creando hábitats de una densidad muy elevada y de baja calidad.

Crítica y Objetivos para los nuevos modelos urbanos (y residenciales)
La crítica hacia el modelo de Ciudad Posliberal fue la base para establecer los objetivos y aspiraciones que la modernidad requería para la ciudad y sus espacios residenciales.
Su rígida estructura, con escasos espacios libres y donde la circulación rodada se convirtió en prioritaria sobre los recorridos peatonales, planteó la necesidad de liberar espacios y conseguir lugares públicos para mejorar el hábitat de los ciudadanos. También se reivindicó la presencia de la naturaleza, aspirando a obtener zonas verdes que dulcificaran la dureza de la ciudad. Uno de los reproches más importantes fue acerca de la incompatibilidad de funciones. La fábrica (con sus humos y circulaciones de mercancías) no podía convivir con unas viviendas que requerían lugares tranquilos y saludables. La zonificación, que debía separar esos usos, fue uno de los argumentos emblemáticos del Movimiento Moderno.
Respecto a la vivienda, la crítica y los nuevos objetivos se dirigieron hacia la mejora de la habitabilidad. Para ello se exigía una reducción de la densidad, que había alcanzado cotas extraordinarias, y la higienización (por ejemplo, procurando ventilaciones adecuadas).
Los modelos urbanos del siglo XX coincidirán en esos planteamientos de base, aunque su formalización será bien diferente. En consecuencia, todas las tipologías residenciales que caracterizarán el siglo XX, buscarán esos mismos objetivos, aunque cada una lo hará con sus peculiaridades.

Líneas de trabajo para los Modelos Urbanos del Siglo XX.
En general, ante una situación controvertida, caben dos posturas básicas.
La primera es el rechazo total y el planteamiento de alternativas. En esta opción, la generación de nuevos rumbos puede apoyarse en la experiencia aportada por el pasado o, por el contrario, intentar cortar radicalmente con cualquier reminiscencia anterior, inventando nuevos caminos.
Pero también cabe la aceptación de lo que hay, aunque esta conformidad puede ser total o matizada. En este último caso, las propuestas intentan mejorar en la medida de lo posible la realidad presente.
  • Línea 1: La aceptación total, que sin apreciar los problemas advertidos, continuó planteando estructuras reticulares con manzanas similares a las decimonónicas.
  • Línea 2: La aceptación con modificaciones, proponiendo una revisión del modelo anterior, con nuevas opciones estructurales y originando nuevas fórmulas de edificación en manzana.
  • Línea 3: El rechazo total mirando hacia el pasado, que pondría en marcha un tipo de vida que expresaba cierta nostalgia de los ambientes rurales: la Ciudad Jardín (CJ).
  • Línea 4: El rechazo total, pero mirando hacia el futuro, es decir inventado un modelo urbano radicalmente nuevo, como fue la ciudad racionalista propuesta por el Movimiento Moderno (MM)

Estos cuatro planteamientos se dieron en la ciudad de principios del siglo XX poniendo en marcha cuatro líneas de trabajo diferentes como reacción frente a la Ciudad Posliberal:
Estos dos últimos modelos son las innovaciones que va a aportar el siglo XX y van a convertirse, con las variantes que irán surgiendo, en los más característicos de la centuria. No obstante, el modelo de Ensanche decimonónico seguirá existiendo para ir desapareciendo paulatinamente, en ocasiones transmutado en la nueva versión ofrecida por el siglo XX.

El Espacio Residencial en los Modelos Urbanos del Siglo XX.
Las cuatro líneas de trabajo convivieron a lo largo del siglo XX generando cuatro modelos urbanos bien diferenciados, y sus espacios residenciales (que es lo que nos interesa en esta sesión) enfrentaron cuatro tipos generales de vivienda muy distintos:

  • La manzana del siglo XIX (MXIX), que siguió realizándose como expresión de los deseos de un mercado inmobiliario especulativo que veía en ella un buen camino para extraer el máximo beneficio al suelo. No obstante, esta tipología residencial iría decayendo hasta desaparecer totalmente, conforme la sociedad iba volviéndose más exigente.
  • La manzana del siglo XX (MXX), que revisaría las principales cuestiones de la tipología, mejorando sensiblemente los defectos que se encontraban en el tipo anterior. No obstante, la estrategia de urbanización con manzanas atravesará un desierto durante los años de vigencia incontestable del Movimiento Moderno, quien abominó de la misma como emblema de la ciudad que se rechazba. Pero a pesar de ese descrédito durante los años centrales del siglo, al principio y al final del mismo, la manzana aparecerá como tipología protagonista.
  • La Ciudad Jardín pondría en marcha la vivienda unifamiliar urbana (VU), una de las tipologías que, con sus múltiples variantes, obtendría un gran éxito a lo largo del siglo. Desde los comienzos, en los que adoptó imágenes un tanto anacrónicas recordando a los cottages ingleses, la vivienda unifamiliar ofreció muchas versiones, destacando su reconversión hacia la imagen racionalista que le imprimió el Movimiento Moderno. El racionalismo, adoptó la vivienda unifamiliar, en su versión de vivienda en hilera, como una pieza importante para sus propuestas (por ejemplo en las siedlungen alemanas).
  • Por último, el Movimiento Moderno, apostaría por el Bloque Lineal abierto y las Torres de viviendas (BT) como nuevas tipologías. La manzana se desintegraba quedando las pastillas construidas liberadas de la imposición de alineaciones que se volvían sobre sí mismas para encerrar un espacio privado. Los Bloques modernos indicarían líneas pero nunca se cerraban para privatizar espacios y las Torres, que actuaban como hitos concentradores, se dispondrían con gran libertad sobre un espacio urbano continuo y desfigurado.
Estas últimas tipologías, la vivienda unifamiliar urbana y los Bloque y Torres modernos, serán las que identificaran principalmente la ciudad del siglo XX.

Esquema básico de la Ciudad Jardín.
El esquema adjunto sitúa, al lado del realizado para la Ciudad Posliberal, la aproximación a las claves de la Ciudad Jardín y sus espacios residenciales.
La Ciudad Jardín ya no es una ciudad compacta y densa, sino todo lo contrario, su estructura es dispersa y extensa, de baja densidad, y aunque sus primeros diagramas teóricos eran muy geométricos, poco a poco fue adquiriendo una gran organicidad en sus trazados. (El esquema pretende expresar el gran aumento de superficie necesaria para alojar al mismo número de personas)
En contra de la Ciudad Posliberal, en la Ciudad Jardín predominan los espacios verdes. La naturaleza (aunque sometida y dirigida por el hombre) se manifiesta en calles y plazas arboladas, en praderas de césped, y en los jardines privados.
La Ciudad Jardín es un espacio zonificado, en el que se segregan las diferentes funciones urbanas. Así pues, el tejido residencial queda separado de los lugares de ocio y productivos. Los diagramas presentados por sus autores incidían en esa cuestión para diferenciarse de la ciudad heredada que se rechazaba.
Por último, respecto al espacio residencial, la Ciudad Jardín apuesta claramente por la nueva vivienda unifamiliar urbana (“A cada familia, una casa. En cada casa, una huerta y un jardín” como manifestaba Arturo Soria respecto a su Ciudad Lineal, un modelo original aunque muy relacionado con la Ciudad Jardín “ortodoxa”). Estas viviendas unifamiliares se alejan de la noción de vivienda rural y se materializan con unas claves propias, de programa y dimensiones, claramente urbanas. Esta vivienda ofrecerá variantes, sobre todo cuando la tipología sea revisada con los ojos del Movimiento Moderno generando una imagen muy diferente a las anteriores.

Esquema básico de la Ciudad Racionalista.
El esquema adjunto sitúa, al lado de los presentados para la Ciudad Posliberal y la Ciudad Jardín, la aproximación a las claves de la Ciudad Racionalista del Movimiento Moderno y sus espacios residenciales.
La estructura de la Ciudad Racionalista rompe radicalmente con cualquier criterio anterior. A partir de aquellas frases en las que, por ejemplo Le Corbusier, exigía la “muerte de la calle-corredor”, la arquitectura se fue desvinculando de su responsabilidad de creación de espacio urbano. Las edificaciones se transformarían así en objetos autónomos que, además, apostarían por la concentración arquitectónica para poder liberar grandes superficies de suelo, que formarían un espacio “verde continuo”.  Así pues, en la Ciudad Racionalista el espacio verde adquieren mucha importancia (vivir en un parque o en un jardín” como se publicitaba entonces) pero, como consecuencia, el espacio urbano quedará desfigurado convirtiéndose en un fondo difuso sobre el que emergen los edificios. (Hay que advertir que el predominio natural acabará siendo una aspiración más que una realidad ya que el mercado inmobiliario, fuertemente especulativo, desvirtuará esas ideas).
La Ciudad Racionalista es un espacio zonificado, en el que se segregan las diferentes funciones urbanas, e incluso las vías son jerarquizadas conforme a las misiones encomendadas. La ciudad se asemejaba a una gran máquina compuesta por piezas especializadas que debían funcionar al unísono. El tejido residencial queda nítidamente separado de los lugares de ocio y productivos.
Por último, respecto al espacio residencial, la Ciudad Racionalista propone una nueva arquitectura que se estaba gestando desde tiempo atrás con las vanguardias del Movimiento Moderno. Los Bloques Lineales se liberan de la “dictadura” de la manzana y de la calle-corredor para disponerse con mucha libertad sobre el fondo verde del espacio urbano. Las Torres de Viviendas ejercerán de complemento compositivo y favorecerán el incremento de densidad puntual que libera suelo.

Esquema básico de los Ensanches con Manzana del siglo XX.
El esquema adjunto sitúa, al lado de los presentados para la Ciudad Posliberal, la Ciudad Jardín, y la Ciudad Racionalista, la aproximación a las claves de los Ensanches con manzana  del siglo XX y sus espacios residenciales.
La revisión que efectúa este modelo afecta tanto la estructura urbana, abriéndose a posibilidades más amplias que el cuadrado o rectángulo e introduciendo una geometría intencionada para singularizar los espacios urbanos, como a la propia definición de los edificios que conformarían la manzana.
El espacio busca un equilibrio entre lo artificial y lo natural. La componente “verde” de la vegetación suele protagonizar patios interiores y acompañar determinadas vías y plazas.
Los nuevos modelos que apuestan por la manzana, una vez descartadas las funciones incompatibles, apuestan por la mezcla de usos, conjugando residencia con espacios terciarios de diverso tipo.
Por último, respecto al espacio residencial, los nuevos ensanches del siglo XX presentan una nueva consideración acerca de la manzana. Por ejemplo, se apuesta por edificios de crujía única lo cual posibilita la doble orientación de las viviendas (al exterior y al patio interior) y en consecuencia también la ventilación cruzada. También es relevante la consideración del patio interior como un espacio libre (asociado al ocio vecinal o a actividades comunitarias). El resultado conlleva densidades medias. Es muy relevante la consideración de “arquitectura urbana” que han recibido estas tipologías ya que se fundamentan principalmente en las necesidades del espacio ciudadano y en consecuencia, la forma de las manzanas y las características de los edificios responden a conceptos previos urbanísticos. En cierto modo es la visión contraria a la autonomía racionalista.

Las Tipologías residenciales del Siglo XX  y su evolución cronológica.
A lo largo del siglo XX, fueron surgiendo las innovaciones residenciales que producirían las tipologías de viviendas características del siglo.

  1. A principios de siglo, en el periodo anterior a la Primera Guerra Mundial (IWW) se propusieron las nuevas viviendas unifamiliares urbanas que pretendían convertirse en una alternativa a la denostada ciudad de finales del siglo XIX. Sus primeras materializaciones ofrecieron una imagen algo nostálgica y anacrónica, mirando a los “cottages” ingleses. (VU 1)
  2. En ese mismo periodo, se alumbró una nueva manzana que, partiendo de las claves del modelo, vigentes desde la Ciudad Posliberal, exploraba las posibilidades de adaptación del sistema a las necesidades modernas. La manzana tendría un primer momento de protagonismo en ese periodo prebélico y caería en descrédito tras esa primera contienda. (M1)
  3. El periodo entre guerras asistió a la “modernización” de la vivienda unifamiliar urbana. Su imagen pasó evolucionó desde las primeras versiones, un tanto anticuadas, hasta convertirse en una pieza revolucionariamente moderna en manos de los arquitectos racionalistas. En ese mismo tiempo se comenzó a conformar la tipología de Bloques y Torres de viviendas que será la gran triunfadora (al menos en cantidad) de las décadas posteriores. Durante este periodo entreguerras la conjunción de ambas tipologías (unifamiliares y multifamiliares) dio origen a algunas de las experiencias residenciales más interesantes del siglo, sobre todo en el ámbito alemán. (VU2) y (BT 1)
  4. Tras la Segunda Guerra Mundial (IIWW) la imperiosa necesidad de reconstrucción europea, encumbró al éxito a las propuestas racionalistas (gracias a su flexibilidad, al no tener que adaptarse a planteamientos urbanos previos, cuestión muy apreciada por las políticas de urgencia y las especulaciones inmobiliarias). Hasta entonces, las experiencias que se venían desarrollando habían sido relativamente modestas. Pero con la posguerra, se definió una tipología definitiva de Bloques y Torres que se convertirían prácticamente en el modelo exclusivo de la reconstrucción europea. (BT 2)
  5. Los años de las décadas de 1960 y 1970 intentarán recuperar el prestigio perdido por las tipologías modernas (que se habían mostrado tan diferentes en la realidad construida de aquellos sueños iniciales). Se propuso entonces una “humanización” de los Bloques y a las Torres de viviendas, que buscaban, entre otras cosas, crear espacios urbanos para los ciudadanos, lugares en los que éstos se identificarían como grupo. (BT 3)
  6. Por último, el siglo, en sus dos últimas décadas, y como respuesta a la acerada crítica que recibió el Movimiento Moderno y todas sus realizaciones, los espacios residenciales se volvieron hacia la denostada manzana. Partiendo de las bases que se habían dejado en aquella manzana de preguerra, el siglo finalizará con nuevas propuestas de manzana modernizada, incorporando muchas de las ideas que habían dirigida las realizaciones racionalistas. Esta tipología postrera se presentó como la fusión entre los logros modernos y los requisitos urbanos. (M2)

Los Escenarios de las innovaciones residenciales del Siglo XX.
Siguiendo el diagrama anterior, podemos aproximarnos a los escenarios privilegiados donde fueron surgiendo las diferentes tipologías residenciales características del siglo XX. Fueron seis ciudades europeas, en seis momentos sucesivos, las que lograron materializar esas innovaciones. (No obstante, hay que advertir que la simplicidad de este planteamiento se justifica por criterios docentes, ya que esas tipologías tuvieron una gestación realmente más compleja y dispersa).

  1. La vivienda unifamiliar urbana inicial, podemos investigarla siguiendo los postulados de Ebenezer Howard o Raymond Unwin en sus propuestas de Ciudad Jardín realizadas en el entorno del Londres, hacia 1900.
  2. Años después se realizará la primera reflexión sobre las posibilidades de la manzana al aplicarle los nuevos criterios. La creación de la nueva manzana modificada podemos rastrearla en el Amsterdam de 1920, con la propuesta del Plan Sur diseñado por Hendrik Petrus Berlage entre 1902 y 1917.
  3. La evolución de la vivienda unifamiliar urbana hacia la modernidad y algunas de las primeras formalizaciones de bloques lineales modernos, pueden observarse en el Frankfurt del periodo entreguerras (hacia 1930), con las urbanizaciones y colonias construidas para el Neue Frankfurt , el “Nuevo Frankfurt” que crearon Ernst May y sus colaboradores entre 1925 y 1930.
  4. Tras la Segunda Guerra Mundial, en la década de 1950 se realizó la puesta de largo de las tipologías de Bloques lineales y Torres de viviendas, que llevaba muchos años de gestación teórica y de realizaciones puntuales. El hecho se produjo en la Exposición Internacional de Arquitectura de 1957 celebrada en Berlín (la Interbau) en la que se construyó un barrio experimental que debía ser la muestra que inspirara el porvenir. Los grandes maestros del Movimiento Moderno, dejaron en Berlín su visión para la vivienda del futuro.
  5. La fecha de 1970 puede servir como referencia para descubrir los deseos de humanización del Movimiento Moderno que se intentaron plasmar en Toulouse (Francia) con una nueva aproximación a los Bloques y Torres residenciales. No obstante, el nuevo barrio Toulouse le Mirail (1961-1981) realizado por los arquitectos Georges Candilis, Alexis Josic y Shadrach Woods no estaría exento de críticas, sobre todo porque no lograría alcanzar las aspiraciones de sus autores.
  6. En el entorno del año 1990 encontramos la última revisión de la noción de manzana y su reivindicación como pieza fundamental para la creación de ciudad. Uno de los lugares más significativos donde se produjo esta recuperación fue Barcelona, ciudad en la que se preparaban los Juegos Olímpicos de 1992, y particularmente en su singular Villa Olímpica, concebida por Josep Martorell, Oriol Bohigas, David Mackay y Albert Puigdomènech, y desarrollada por numerosos arquitectos.

No obstante, la historia tipológica del siglo XX será una lucha entre el deseo y la realidad, entre las aspiraciones de artistas, técnicos y ciudadanos que perseguían unos ideales y la dura realidad de un mercado inmobiliario, muchas veces desbordado por la demanda y otras por los afanes especulativos, cuyo pragmatismo era capaz de acabar con los sueños más exaltados. Por eso, una misma tipología podía ofrecer tanto resultados de gran brillantez y aceptación como producir espacios inhóspitos y desgraciados.

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