Filadelfia en el siglo XVIII (frente al rio Delaware grabado
por George Heap desde la orilla de Jersey)
|
Filadelfia
fue una ciudad pionera, tanto en su planteamiento urbano (fue una de las
primeras ciudades planificadas por los británicos en el Nuevo Mundo); como,
sobre todo, socialmente, ya que nació
para demostrar que una nueva forma de organización política era posible.
Su fundador,
William Penn, había sido perseguido por sus creencias religiosas (cuáqueras) y
alumbró la idea de crear una comunidad basada en las ideas de igualdad y
tolerancia. Su visión, que recibió el nombre de Holy Experiment (Santo
Experimento), se plasmó en 1682 con la creación de Filadelfia (que
significa “amor fraternal”).
El Santo Experimento funcionó durante casi cien
años, pero acabaría desapareciendo tras el empuje de la enorme prosperidad de
la ciudad (llegaría a ser la más poblada de la Norteamérica británica y
ejercería de capital de los Estados Unidos independientes). También el trazado original
(una retícula ortogonal finita) sufriría importantes variaciones en los siglos
siguientes porque, aunque se respetó su espíritu geométrico, se fueron
modificando dimensiones y programas, sustituyendo edificaciones o incorporando
grandes vías rodadas. Hoy, el sueño de Penn es difícil de reconocer en el
centro histórico de Filadelfia, que ofrece una sorprendente amalgama de
estilos, tamaños y escalas.
Una nueva idea de
sociedad (el “Santo Experimento” de Filadelfia).
Las reformas
establecidas por Enrique VIII en la Iglesia de Inglaterra tras su repudio a la
autoridad del Papa en 1534, abrirían un periodo de fuertes controversias
religiosas. No solamente entre los católicos y los reformistas, sino también
entre estos últimos. Por eso, frente a la corriente protestante mayoritaria,
los anglicanos, fueron naciendo numerosas disidencias que la discutían. Los
enfrentamientos entre los distintos credos convertirían a la Inglaterra de los
siglos XVI, XVII y XVIII en un lugar turbulento en cuestiones religiosas.
Uno de los
grupos disidentes que tuvo una gran difusión en el siglo XVII fue la Sociedad Religiosa de los Amigos (Religious Society of Friends) que el
reformador George Fox había fundado a mediados de la centuria. Los “amigos”
serían conocidos popularmente como “cuáqueros” (quakers) como burla de sus enemigos ante las exhortaciones del
fundador, quien llamaba a “temblar ante la palabra del Señor” (quake significa temblor en inglés). La doctrina de Fox buscaba “encontrar la verdad” y
proclamaba que cada persona podía tener un contacto directo con la divinidad,
sin intermediación de sacerdotes ni la necesidad de sacramentos. A partir de
esas bases, los cuáqueros buscaban revivir las experiencias del cristianismo
primitivo, y su fe les invitaba a llevar una vida sencilla, defendiendo la
justicia, la honradez y el pacifismo (cuestión que les llevaría a oponerse
frontalmente a la esclavitud, por ejemplo).
Muchos de
esos grupos disidentes, que eran perseguidos en Gran Bretaña (encarcelados e
incluso quemados), optaron por buscar una nueva vida en el Nuevo Mundo que se
había descubierto al otro lado del Atlántico. Uno de ellos fue, precisamente,
un grupo de cuáqueros que, dirigidos por William Penn, fijaría su rumbo hacia
Norteamérica.
William Penn
(1644-1718) fue un personaje singular. Nacido en una influyente familia de
rígido comportamiento (su padre fue almirante británico), pronto mostró su
disconformidad con el orden establecido. Encontraría su camino en la senda del
cuaquerismo, lo cual le ocasionaría muchos problemas, como el rechazo familiar
(fue desheredado), la expulsión de la universidad o diversos encarcelamientos.
No obstante, se mantuvo firme en sus convicciones y se dedicó a escribir
obras teológicas en las que defendía la tolerancia y rechazaba las leyes
discriminatorias. En sus textos criticaba las actitudes de los grupos
religiosos dominantes en la Inglaterra del siglo XVII (anglicanos, católicos o
puritanos) lo que le llevó a emigrar y a ejercer de misionero por diversos
países europeos.
Reconciliado
con su padre (que lo restituyó como heredero) recuperó su elevada posición
social, circunstancia que le permitiría impulsar su plan para crear nuevas
comunidades regidas por el ideario y la fe que defendía. La oportunidad definitiva
se presentó gracias al rey Carlos II, que había sido apoyado en su retorno al
trono por el padre de Penn y con quien había adquirido una importante deuda
económica. William Penn propuso al monarca saldar la deuda a cambio de terrenos
en las colonias británicas de Norteamérica. El rey aceptó los términos
propuestos y concedió la propiedad de unos extensos territorios boscosos
situados al sur de la colonia de Nueva Jersey. Aunque Penn denominó a su
posesión inicialmente “Nueva Gales” y
luego “Sylvania” (tierra de bosques),
el rey, en deferencia al almirante Penn, la rebautizó en los acuerdos firmados
en 1681 como “Pennsylvania” (los
bosques de Penn), algo que no gustó a William Penn, porque podría parecer que
se homenajeaba a sí mismo, aunque ya no pudo hacer nada.
William Penn y el rey Carlos II acuerdan el nacimiento
de Pensilvania (“The birth of Pennsylvania 1680” obra del pintor norteamericano
Jean Leon Gerome Ferris, 1863-1930)
|
El objetivo
de William Penn era que aquellas tierras se convirtieran en el lugar que
demostraría que una comunidad humana presidida por la justicia y la paz era
posible. De hecho, a pesar de haber recibido la propiedad de las tierras, Penn
negoció con los indígenas acuerdos de compra con la intención de mantener unas
buenas relaciones con los nativos (hecho que se lograría y se mantendría
durante casi un siglo).
Penn sería el
primer gobernador de Pensilvania y una de sus primeras decisiones sería fundar
una nueva ciudad que fuera el escenario urbano de ese nuevo modelo social al
que aspiraba. Así, en 1682, nacería Filadelfia (Philadelphia) que significa “amor fraternal”.
Antes de ser
planificada, Filadelfia estaba concebida conceptualmente en la mente de Penn.
La nueva ciudad debía ser la demostración al mundo de sus ideas. Penn denominó
la experiencia como Holy Experiment,
el Santo Experimento.
La capital
del Santo Experimento comenzó siendo regida por una asamblea en la que
participaban todos los residentes (siguiendo el ideal cuáquero de igualdad
humana). De hecho, el gobernador (que era el propio Penn) era un cargo con un
poder limitado y la gestión política se encomendaba a “funcionarios”, en
consonancia con el antiautoritarismo cuáquero. En el Santo Experimento habría
libertad de culto y ninguna creencia religiosa sería perseguida. También se
estableció la libertad de comercio en el interior de la colonia, así como el
respeto a las libertades civiles e igualdad de derechos para todos los colonos.
También sería destacable la reivindicación de la dignidad de las mujeres, que
tendrían una participación activa en la vida pública. Pensilvania carecería de
ejército propio, cuestión que se vio favorecida por las cordiales relaciones
existentes con los indígenas americanos, que tenían libre circulación por la
colonia y disfrutaban de unos tratos comerciales favorables.
Idealización de la llegada de Penn al Nuevo Mundo (“The
Landing of William Penn” obra del pintor norteamericano Jean Leon Gerome Ferris,
1863-1930)
|
Impregnada
del espíritu cuáquero, la solidaridad y la generosidad caracterizaron los
primeros tiempos de la nueva colonia, lo que la convirtió en una “utopía hecha
realidad”, atrayendo a numerosos inmigrantes de otras partes de Europa (y
también del resto de colonias norteamericanas) que profesaban otras religiones y,
en muchos casos, se encontraban perseguidos en sus lugares de origen. El propio
Penn se encargaría de la publicitar por todas partes las virtudes de su colonia
y las favorables condiciones de cesión de terrenos para su explotación (además
de la filantropía, Penn también atendía a sus intereses económicos).
Pero el gran
éxito de Pensilvania y de Filadelfia comenzaría a plantear problemas para aquel
“paraíso social”. El Santo Experimento funcionaría durante un tiempo, pero el
aumento de población y su diversidad, obligarían a cambiar algunas de las
reglas originales. Por ejemplo, surgieron problemas de orden público que pusieron
en cuestión el pacifismo cuáquero (comenzó a haber disputas entre colonos, y
entre estos y los indígenas, ya que algunos de los colonos no cuáqueros no
estaban por la labor del respeto a los nativos) y hubo que nombrar un cuerpo de
policía. También el régimen asambleario dejó de ser efectivo y acabó
nombrándose un consejo de representantes que comenzaron a tomar decisiones sin
las “preceptivas” consultas ciudadanas.
A pesar de
ser la obra de su vida, William Penn pasó poco tiempo en su colonia. Llegó en 1682
y retornó a Inglaterra en 1684 para resolver algunos problemas con el
patrimonio familiar. Volvería a Pensilvania en 1699 para encontrar una próspera
colonia que alcanzaba los 18.000 habitantes, de los cuales 3.000 residían en
Filadelfia, pero también para constatar algunos de esos cambios que se
desviaban del ideario del Santo Experimento. Paradójicamente, el tolerante
Penn, en su intento de reconducir el rumbo de la colonia, se convirtió en un
rígido gobernante, adoptando leyes y decisiones autoritarias. Penn regresaría a
Inglaterra en 1701 para resolver temas financieros (descubrió que sus asesores
le estaban estafando) y familiares (alguno de sus hijos mayores estaba
descarriado generando deudas muy elevadas). Los graves problemas económicos que
padecía le llevaron a intentar vender Pensilvania a la Corona Inglesa, sin
conseguirlo. Acabaría sufriendo un infarto cerebral en 1712 que lo
incapacitaría y moriría arruinado en Inglaterra en 1718.
Aunque la
familia Penn mantendría la propiedad de la colonia hasta la Revolución
Americana, tras la muerte del fundador, se iría apartando del ideal igualitario
y solidario para adoptar criterios bien distintos. Por ejemplo, con el
militarismo (en 1756 el gobernador declaró la guerra a los indígenas), la
insolidaridad e intolerancia derivadas de la diferente prosperidad de los
colonos, o con agresivo espíritu comercial que había sustituido a la serenidad
religiosa. Así, casi un siglo después de su implantación, el Santo Experimento
tendría su final definitivo: los ideales originales habían desaparecido.
No obstante,
el legado conceptual de Penn no desapareció totalmente y algunas de sus ideas
serían recogidas por los padres fundadores de los Estados Unidos en la
Constitución del país (no solamente los ideales, como la igualdad entre las
personas, sino también aspectos operativos como la estrategia de las enmiendas
que adaptan la Carta Magna a las circunstancias sobrevenidas).
Filadelfia
prosperaría hasta convertirse en la ciudad más poblada de la Norteamérica
británica, que sería referencia cultural, política y económica, y uno de los focos
principales de la Revolución estadounidense. Cuando las Trece Colonias
declararon su independencia en 1776, Filadelfia contaba con 30.000 habitantes
(aunque sería superada poco después por Nueva York) y llegaría a ejercer como
capital del nuevo país hasta 1800 fecha en la Washington asumió ese rango
principal.
El sitio de
Filadelfia.
En 1609, la
nave Half Moon, fletada por los holandeses y comandada por Henry Hudson, llegaba a
las costas norteamericanas. Era el tercer viaje que realizaba el capitán en
busca del ansiado “paso del Noroeste”. No lo encontró, pero en su intento,
exploró dos cauces fluviales que serían trascendentales en la futura evolución
de la región. El primero, que sería denominado inicialmente “rio norte”, es el
actual Hudson River (bautizado en
honor a su descubridor). Hudson remontaría el río y descubriría la isla de
Manhattan, aunque ya había sido vista en 1524 por el navegante Giovanni da
Verrazzano quien, al servicio de Francisco I de Francia, también buscaba el
mismo paso hacia las Indias. Pero lo que Verrazzano no encontró fue la amplia
bahía que se abría algo más al sur, en la que desembocaba otro rio, que sería
identificado como “rio sur” (el actual rio Delaware).
Los
holandeses centraron sus esfuerzos colonizadores en el norte, en la isla de
Manhattan, en la que, en 1625, fundarían un asentamiento al que denominarían
Nueva Amsterdam (la futura Nueva York). Esa atención prioritaria a la región
septentrional les llevó a descuidar aquel cauce meridional que se mantuvo casi
olvidado hasta que en 1638 una expedición sueca levantó Fort Kristina,
el primer establecimiento construido en la bahía de Delaware (aunque acabaría bajo control holandés en 1655 y
posteriormente, a partir de 1664, bajo dominio británico). Hasta entonces esa
zona, la futura Pensilvania, era un territorio boscoso, escasamente poblado por
tribus indígenas del pueblo leni-lenape,
que formaba parte del grupo lingüístico algonquino.
Las tribus Leni-Lenape se extendían por la región del
rio Hudson y del rio Delaware.
|
Y
prácticamente así lo encontraría unos años después William Penn, cuando se
dirigió a aquellos territorios que había obtenido del rey y en los que quería
crear la comunidad ideal que soñaba.
Penn había
reflexionado sobre las organización física y política que debía tener
Pensilvania. Comenzó estructurando su territorio en condados y distribuyendo
tierras entre los primeros colonos (en seis meses había concedido más 300.000
acres, 1.200 km2, a unos 250 pobladores iniciales). Entre sus primeras
decisiones, quizá la más trascendente sería fundar un nuevo asentamiento para
lo que procuró seleccionar la ubicación más adecuada. Filadelfia estaba a punto
de nacer.
En 1681, Penn
envió con ese cometido a tres delegados que conducirían al primer grupo de
colonos y explorarían la zona con el fin de seleccionar el lugar idóneo para la
implantación de Filadelfia. Les entregó una serie de instrucciones muy precisas
en las que detallaba las condiciones que debería reunir la ubicación. Debía
situarse junto al rio Delaware, en
algún lugar que garantizara una buena navegabilidad debido a la importancia que
se le otorgaba el puerto. Esto implicaba un determinado calado que permitiera a
las naves fondear junto a la orilla para evitar que los barcos tuvieran que
descargar por medio de barcazas y botes. Pero complementariamente se debía
buscar un lugar que estuviera suficientemente elevado para evitar inundaciones
y que por tanto se mantuviera seco y salubre. Más aún, pedía que se comprobara
la calidad de las aguas y la fertilidad de las tierras, así como la facilidad
de provisión de víveres. Las instrucciones también se referían a la selección de
la superficie necesaria para la construcción de la futura ciudad. Penn advertía
que, si se localizaba el lugar adecuado y contaba con residentes nativos,
habría que negociar con ellos su salida comprándoles los terrenos necesarios.
Localización de Filadelfia en el istmo de la península
formada junto a la desembocadura del rio Schuylkill en el Delaware.
|
A pesar de
las muchas condiciones, se encontró el lugar que respondía a todas ellas, en el
istmo de una península que se había formado junto a la desembocadura del rio Schuylkill en el Delaware. En esa localización, el rio Delaware había excavado un canal que proporcionaba la profundidad
necesaria y además permitiría el acceso de las naves hasta la tierra. Por otra
parte, el terreno de la margen derecha del rio en ese punto ofrecía una
elevación continua junto a la orilla que garantizaba la defensa frente a
inundaciones y mareas. Además, existía una pequeña ensenada que penetraba en la
península que podría funcionar con un pequeño puerto fácilmente protegible. Se
comprobó la existencia de otras condiciones que refrendaban la elección, la
calidad del agua dulce, los bosques en las cercanías y las posibilidades
agrícolas del suelo, además de ser relativamente llano para facilitar la
urbanización.
El siguiente
paso sería el trazado de la ciudad, para lo cual Penn, que todavía permanecía
en Inglaterra contaría con la colaboración del capitán Thomas Holme que fue
designado topógrafo general. Holme llegó a Pensilvania en junio de 1682 y
aunque no pudo intervenir en la elección del sitio llevaba también instrucciones
precisas sobre el trazado que debería tener Filadelfia, realizando un primer
plano para la ciudad, del que se tienen referencias, pero no se conserva
ninguna copia.
Filadelfia, la ciudad
finita.
El plano
inicial dibujado por Thomas Holme abarcaba solamente la mitad del istmo
peninsular, la contigua al rio Delaware,
pero Penn, que llegó a Pensilvania en octubre de 1682, ordenó su prolongación
hasta el rio Schuylkill para que la
nueva ciudad tuviera dos frentes fluviales.
Las
instrucciones iniciales de Penn describían una ciudad de calles rectas, con
parcelas alineadas y una gran plaza central para almacenes y mercado. Las
viviendas deberían construirse en el centro de las parcelas dejando espacio
para huertos y jardines. El objetivo de esta medida era doble: por una parte,
incrementar las zonas verdes de la ciudad y por otro separar las edificaciones
para evitar la propagación de eventuales incendios (Penn había vivido el
terrible incendio de Londres de 1666). Es probable que la influencia londinense
fuera más allá y que uno de los proyectos propuestos para la reconstrucción de
la capital británica, concretamente el planteado por Richard Newcourt, se
convirtiera en un modelo para el trazado de Filadelfia (los dos planos muestran
planteamientos similares)
Proyecto para la reconstrucción de Londres tras el
incendio de 1666 realizado por Richard Newcourt. Pueden apreciarse las
similitudes con el planteamiento realizado para Filadelfia en 1683.
|
El nuevo
plano, preparado entre Penn y Holme en 1683, presentaría una ciudad
rectangular, con los lados cortos pegados a cada uno de los dos ríos. A partir
de esa forma general la distribución interior se organizaba con gran rigor. Los
ejes del rectángulo estaban formados por las dos calles principales de la
ciudad: la que unía los dos frentes fluviales cruzando la ciudad de este a
oeste recorriendo una distancia de unos tres kilómetros de largo, la “calle
mayor” (High Street); y la
perpendicular a esta por su centro que discurría de norte a sur a lo largo de
un kilómetro y medio, la “calle ancha” (Broad
Street). Ambas tenían 30 metros de anchura y en su cruce se ubicaba la gran
plaza, de 4 hectáreas, que debía acoger los principales edificios de la ciudad
(mercado, asamblea, escuela, etc.). Además, esas dos grandes calles dividían la
ciudad en cuatro cuartos, cada uno de los cuales contaba con su propia plaza de
3 hectáreas cada una.
El plano de Filadelfia trazado por William Penn y
Thomas Holme en 1683.
|
La trama se
completaba con la serie de calles de norte a sur, dos de la cuales cumplían la
misión de acompañar a los muelles, las “calles frontales” (Fronts Streets) y otras veinte de menor anchura, de quince metros. En
la dirección perpendicular, se trazó otra serie de ocho vías de este a oeste,
también de quince metros de anchura. Las manzanas resultantes se agrupaban en
varios tipos, siendo las más habituales las de 130 por 205 metros y las de 130
por 150 metros.
Filadelfia en 1777 donde se aprecia la basculación del
crecimiento hacia la orilla del rio Delaware.
|
Filadelfia en 1807 mostrando el desequilibrio entre
los dos frentes fluviales.
|
El desarrollo
urbano fue rápido: a los tres años ya se habían construido 600 casas y al final
del siglo XVII ya eran unas 2.000. Pero la consolidación de Filadelfia no
siguió las previsiones que tenía Penn, que deseaba un crecimiento equivalente
en todas las partes de la ciudad. Las diferencias surgieron del distinto peso
económico de los dos muelles. El puerto del rio Delaware se consolidó como el principal de la ciudad con mucha
diferencia respecto al Schuylkill. De
hecho, la ciudad iría adquiriendo una forma aproximadamente triangular con la
base en el frente fluvial del Delaware
y su altura siguiendo la High Street. En
1794, la plaza central no estaba consolidada todavía y de las plazas
residenciales solo funcionaba la sureste. Filadelfia prosperaría con rapidez y
desatendería las instrucciones de su fundador. Si bien la trama general se
mantuvo, se trocearon las parcelas y se plantearon nuevas calles intermedias
para obtener mayores aprovechamientos, construyéndose los edificios públicos
donde se creyó conveniente (fuera de las plazas previstas por Penn para esos
equipamientos).
Filadelfia en 1824, extendiéndose fuera de los límites
originales junto a la orilla del Delaware, antes de completar el trazado
inicial marcado por Penn.
|
A mediados del siglo XIX, Filadelfia parecía una media luna que
seguía la curva del rio Delaware. Se
había comenzado la urbanización fuera de los límites de la ciudad original
junto a ese río y el rectángulo de Penn tenía completada solamente su mitad
oriental. Hasta finales del siglo XIX, Filadelfia no completaría su trama
original, aunque ya presentaba importantes desarrollos exteriores a la misma.
Sería entonces cuando esa parte de la ciudad funcionaría de una forma más
cercana a las previsiones originales. La gran plaza (Central Square), aunque quedaría “descentralizada” respecto a la
localización inicialmente prevista, se convirtió en el nodo urbano principal,
construyéndose allí el nuevo ayuntamiento, que ejerció de reclamo para
compañías que se situarían en su entorno llegando a configurar un distrito
central de negocios.
Filadelfia en 1898, el trazado original se difumina
ante el gran crecimiento de la ciudad
|
Filadelfia en
su evolución sufriría cambios importantes en el trazado. Aunque mantuvo su
espíritu geométrico se fueron modificando dimensiones y programas, sustituyendo
edificaciones o incorporando grandes vías rodadas. Hoy, el sueño de Penn es difícil
de reconocer en el centro histórico de Filadelfia, que ofrece una sorprendente amalgama
de estilos, tamaños y escalas.
El actual centro histórico de Filadelfia es una
amalgama sorprendente de estilos, tamaños y escalas (Broad Street desde el
norte hacia el Ayuntamiento).
|
increíble!!
ResponderEliminarEsto es épico!!!
ResponderEliminar