La Ciudadela de Lille es uno de los grandes ejemplos de
fortificación ideados por el Marques de Vauban. Se conserva perfectamente
integrada en un gran parque urbano.
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Una de las
construcciones características de los siglos XVI al XVIII fueron las Ciudadelas, recintos militares que
dominaron algunas ciudades que se convirtieron en “plazas fuertes” dentro de un
periodo de intensos conflictos bélicos. Con el tiempo esas espectaculares y
geométricas fortificaciones perdieron su razón de ser y las ciudades se
encontraron frente al dilema de qué hacer con ellas.
El debate de fondo expresa el
posicionamiento ante el patrimonio histórico heredado y, particularmente, ante
un legado que no se adapta con facilidad a los requisitos de la ciudad
contemporánea.
Como ejemplo,
vamos a aproximarnos a cinco casos muy distintos respecto a la consideración de
esas antiguas Ciudadelas. Las
diferentes posturas van desde la conservación,
manteniendo en cierta medida el uso original (la Ciudadela de Jaca), hasta
la eliminación radical borrando
cualquier rastro en el trazado urbano (la Ciudadela de Turín), pasando por diversas
posiciones intermedias: el mantenimiento
de lo esencial con amputaciones parciales (como es el caso de la Ciudadela de Pamplona); el reciclado drástico para adaptar los
espacios útiles a nuevos usos (como se hizo en la Ciudadela de Montpellier);
o la desaparición relativa, puesto
que la supresión física no evita su recuerdo, tanto por su influencia en la
trama del entorno como por la conservación de algún resto (como sucedió con la Ciudadela
de Barcelona).