Imagen aérea del centro de Vällingby en los años
cincuenta.
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Tras la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción y la
afluencia masiva de inmigración a las ciudades originaron nuevos problemas
urbanos. Varios países asumieron el
papel de “nación-guía” en la investigación urbanística moderna en Europa encaminada
a ofrecer soluciones. Inglaterra, sobresaldría por su propuesta de crecimiento
basado en nuevas ciudades autónomas, puesto en práctica con las new towns británicas. Por otra parte,
Holanda sería protagonista gracias a su enfoque de las obras de reconstrucción
de los centros históricos, con muestras tan influyentes como la experiencia de Rotterdam. Pero, sobre todo, destacarían
los países nórdicos, cuya
“solución” para la extensión urbana revisaría las bases de la Ciudad Funcional a través de una
relación particular con el territorio y una vinculación muy directa con el
transporte público.
Entre las
propuestas que llegaron del norte europeo destacarían las ciudades-satélite construidas
alrededor de Estocolmo durante las décadas de 1950 y 1960. Estas nuevas
ciudades (denominadas ABC-stad,
acrónimo de “Arbete, Bostad, Centrum”, es decir “Trabajo,
Vivienda, Centro”) fueron concebidas en el marco del Plan General Urbano de
Estocolmo de 1952, bajo la dirección de Sven Markelius, uno de los arquitectos más
relevantes del funcionalismo.