La Segunda Guerra Mundial fue traumática para muchas ciudades.
Algunas sufrieron destrucciones terribles y otras, aunque lograron escapar de
ellas, no pudieron evitar la depresión que generaba el conflicto. París se
encontraba entre estas últimas y la Ville lumière vio como sus luces
se apagaban.
Pero tras la finalización de la contienda, la capital
francesa, cual ave fénix, resurgiría de sus cenizas. Unas nuevas luminarias
iban a alumbrar la ciudad, que recuperaría su influencia como referencia
internacional para la cultura. La Rive Gauche del rio Sena y el barrio
latino serían los escenarios de una intelectualidad primero existencialista
y después estructuralista. Es más, en mayo de 1968, ese caldo de
cultivo originaría otro movimiento social, la revuelta estudiantil que, desde
esas mismas calles, dejaría una huella indeleble en la historia. París volvía a
marcar el ritmo.