El turismo funerario o necroturismo es una actividad en alza. |
La pintura es frágil; la música, evanescente; la literatura, individual. Solo la arquitectura y la escultura pueden ofrecer solidez, permanencia y experiencia colectiva. Debido a esos rasgos particulares, ambas artes son proclives a desencadenar pensamientos sobre la trascendencia. Más aún cuando son las elegidas para acompañar el descanso eterno. Los cementerios son, en cierto modo, una “ciudad de los muertos” injertada en la ciudad vital. Algunos de ellos, se han convertido en atractores urbanos, seduciendo a viajeros y activando un nuevo ámbito turístico a medio camino entre a la experiencia personal y colectiva: el turismo funerario o necroturismo. Arquitectura y escultura se alían para proporcionar un escenario en el que el espíritu religioso se ve desbordado por la seducción ejercida mediante el arte, la historia, o el paisaje, a los que los visitantes añaden dosis de fascinación y extravagancia.