A la izquierda, el Eixample de Barcelona. A la derecha, el Ensanche de Madrid. Ambos aparecen con la misma escala y la misma
orientación, con el norte hacia arriba.
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Madrid y
Barcelona se enfrentaron a mediados del siglo XIX al mismo problema: la incapacidad de dar respuesta a los
requerimientos de la emergente sociedad industrial.
Las dos
ciudades se encontraban constreñidas dentro de unas murallas levantadas siglos
atrás y se encontraban congestionadas, con una densidad extraordinaria, con problemas
de salubridad y con pocas opciones de futuro. Aunque hubo reformas interiores
que intentaron paliar la situación, finalmente no quedó otra opción que
proponer el derribo de las murallas y ampliar las ciudades de una forma
considerable.
Barcelona
tuvo a Ildefonso Cerdá como artífice de
su Eixample. Cerdá fue un personaje
de gran relevancia para la historia internacional del urbanismo. En Madrid, fue Carlos María de Castro quien
realizó el proyecto de Ensanche.
Siendo el Ensanche de Madrid y el Eixample de Barcelona contemporáneos, y aparentando planteamientos similares, son en su esencia muy diferentes.
Quizá la mayor de sus divergencias sea la intención conceptual de ambos, pues
mientras que Carlos María de Castro cumplió ampliando la ciudad existente, que
siguió siendo el centro neurálgico de Madrid; Ildefonso Cerdà, fue más allá,
pretendiendo levantar una Ciudad Ideal, totalmente desmarcada de la Barcelona
antigua.