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Brondby (Dinamarca)
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A pesar de su
rotundidad geométrica y de su potencia simbólica, el círculo no ha sido utilizado con frecuencia como base estructural de
las ciudades. Desde el punto de vista urbano, resulta una figura
contradictoria porque además de las dificultades para su implantación, sus virtudes
iniciales suelen convertirse en inconvenientes para su desarrollo.
No obstante,
el círculo protagoniza algunas de las más espectaculares construcciones urbanas,
tanto en modelos unitarios, como formando parte de sistemas más amplios, en
racimo (cluster) o en malla. También
destaca puntualmente en inmensas vías circulares o condicionando territorios a
través de proyecciones radiales, así como en el diseño de paisajes y, por
supuesto, en la arquitectura, aunque en
este artículo nos ocuparemos de su utilización urbanística. No obstante,
hay que precisar que dejaremos para otra ocasión los círculos de pequeña escala
(como plazas o rotondas de tráfico) para centrarnos aquí en los grandes
diagramas de planificación.
El círculo ha
ofrecido su especial magia a todas las civilizaciones, como demuestra el hecho
de encontrarlo en los primitivos poblados africanos o norteamericanos, en las
ruinas de ciudades persas y musulmanas, en las ciudades ideales concebidas por
los renacentistas europeos, en los trazados barrocos o en los mandalas urbanos
hindúes y, desde luego, en las ciudades contemporáneas. Vamos a aproximarnos a
sus claves morfológicas y simbólicas, categorizando y reseñando algunos de sus
ejemplos más representativos, dividiendo el artículo en dos partes (de los treinta
casos expuestos, en esta primera entrega abordamos los ocho primeros y en la parte segunda se presentarán los veintidós restantes).