Seguimos aproximándonos al arte del esgrafiado profundizando en sus dos modelos estilísticos principales y hasta cierto punto
opuestos: uno basado en la repetición
abstracta y otro en la exclusividad figurativa, aunque ambos tengan como
objetivo primordial la ornamentación. En la primera parte del artículo atendimos
al esgrafiado segoviano, caracterizado
por la reiteración de motivos decorativos. En esta, presentamos el segundo
modelo, de origen italiano y dentro del que se incluye el esgrafiado catalán barroco. Sus obras son singulares, privilegiando
los temas alegóricos y simbólicos que se adaptan a las características del muro
y a los mensajes que se pretenden transmitir (haremos hincapié en un caso paradigmático,
la Casa de la Seda de Barcelona).
También referenciaremos su prolongación en el Modernismo.
Pero la casuística del esgrafiado es muy variada ofreciendo
interesantes propuestas intermedias. Por eso, finalizaremos con un panorama sobre alternativas a los dos
modelos principales, seleccionando ejemplos nacionales e internacionales (con
particular atención a los esgrafiados de Picasso en la sede del Colegio de
Arquitectos en Barcelona).