24 nov 2018

Pienza, Urbino y Ferrara: las primeras ciudades del primer Renacimiento.


Pienza fue la primera experiencia urbana del humanismo renacentista. En la imagen la plaza central, Piazza Pio II.
Algo empezó a cambiar a lo largo del siglo XIV. La transformación fue gradual, pero terminaría siendo disruptiva, afectando a todos los órdenes de las sociedades occidentales. Los protagonistas eran conscientes de estar superando la Edad Media y proponían un Renacimiento, que ocurrió con especial intensidad en ciertas ciudades del norte de Italia y particularmente en Florencia. No obstante, esa nueva mentalidad no se encuentra plenamente instalada hasta bien entrado el siglo XV (el Quattrocento italiano). Es entonces cuando puede hablarse con propiedad de Renacimiento.
Desde el punto de vista del arte, más allá de la inspiración en el pasado idealizado y de la aparición de nuevas herramientas (como la perspectiva), en ese tiempo, se cambió la naturaleza de la labor artística y la consideración social de los creadores. En el caso de la arquitectura, personajes como Brunelleschi o Alberti establecerían nuevos métodos de trabajo y fijarían el nuevo lenguaje formal, pero, esas ideas que se materializaron en la arquitectura tardarían mucho en trasladarse al urbanismo.
Habría que esperar hasta la segunda mitad del siglo XV para encontrar las primeras realizaciones propiamente renacentistas. Esto sucedió en tres ciudades italianas que se convertirían en laboratorios urbanos: Pienza, Urbino y Ferrara.

5 nov 2018

Cómo construir una “Ciudad Funcional” (a modo de mueble de Ikea) siguiendo el manual de instrucciones elaborado en Amsterdam en 1934.


El Plan de Extensión de Amsterdam, aprobado en 1935, se convirtió en una especie de manifiesto construido de la Ciudad Funcional. En la imagen, Buitenveldert, el último barrio que se desarrolló.
Los modelos urbanos son referencias aspiracionales que basculan entre la abstracción narrativa y la figuración ejemplar para fijar el rumbo de las ciudades. En algunas ocasiones excepcionales, esos anhelos toman forma, apareciendo como una utopía realizada.
Esto sucedió en Amsterdam, en 1934, cuando el Plan de Extensión de la ciudad (Algemeen Uitbreidingsplan, AUP) se convirtió en un manifiesto construido de la Ciudad Funcional. La capital de los Países Bajos se erigió como un innovador faro que orientaría a los funcionalistas de todo el mundo. A ello contribuyeron la abierta sociedad holandesa, su contexto legislativo y político, el disponer de suelo público o el liderazgo de un personaje muy comprometido con la modernidad: Cornelis van Eesteren.
La singularidad de la metodología y del proceso que siguió el AUP de Amsterdam nos permitirán aproximarnos al Plan siguiendo una analogía con el proceso de ensamblaje de un mueble de Ikea, como si fuéramos un bricoleur urbano construyendo una Ciudad Funcional.