Fue levantada
en tiempos del rey Carlos III para una doble función. Por una parte, cumplía la
misión de control de acceso, obligado en toda ciudad amurallada, y, por otra, era
un elemento con una gran responsabilidad en la representación de una nueva
etapa para la capital del Imperio español. Esto la convirtió en un canal
informativo para quienes se acercaban o salían de la Villa y Corte.“Mírala,
mírala, ¡la Puerta de Alcalá!” dice el estribillo de una canción dedicada al monumental acceso histórico
a Madrid y que se ha convertido en un himno festivo. Pero la Puerta también puede
ser escuchada a través de los mensajes que transmite.La iconografía de la madrileña Puerta de Alcalá esconde detalles sorprendentes. En la imagen, capiteles sobre los que aparecen pequeños monstruos que tienen algo que transmitir.
Analizamos la Puerta en dos artículos. En el segundo, profundizaremos en su composición arquitectónica, dotada de un fuerte simbolismo; mientras que, en este primero, atendemos a su iconografía escultórica y a sus comunicados porque, en su momento, mirar la Puerta era también escucharla. Algunos mantienen su vigencia, particularmente en lo que respecta a las recomendaciones sobre valores y comportamientos tan necesarios en los tiempos actuales. Hoy, descontextualizada en el tiempo y en el espacio, la Puerta sigue hablando, pero solo a quien quiere oírla.