La monumentalidad y uniformidad de estilo de la
arquitectura de a planificada Regent Street (arriba, imagen de The Quadrant)
contrasta con la espontánea diversidad de Oxford Street (debajo).
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Las calles de
la ciudad suelen tener dos orígenes principales (aunque no son los únicos). En
el primero de ellos, las calles surgen como consolidación espontánea de caminos
preexistentes, mientras que en el segundo son el resultado de un trazado que
sigue un proyecto predeterminado. En este artículo, vamos a explorar lo espontáneo y lo planificado en
la urbanización de la ciudad, recurriendo al ejemplo de las calles,
acercándonos a las circunstancias de cada tipo y a sus implicaciones.
Aunque todas
las ciudades cuentan con muestras de ambos modelos, nos dirigimos a Londres,
concretamente a Oxford Street y Regent Street, dos calles muy singulares
del centro de la capital británica por diversas razones. Una de ellas es,
precisamente, morfológica, porque la
primera supone la consolidación
espontánea de un antiguo e importante camino romano, mientras que la segunda procede
de uno de los proyectos pioneros en la planificación londinense.