Antes de que
naciera la concepción territorial y metropolitana de la ciudad, las grandes urbes solucionaron los problemas
con sus vecinos de una manera particular.
Para evitar
los problemas jurisdiccionales, las
ciudades principales zanjaron el tema con la “eliminación” del rival, es decir,
se anexionaron los municipios contiguos. Este hecho se produjo en ambas
ciudades con una diferencia de unos cincuenta años, en Barcelona primero y
luego en Madrid. Con ello ampliaron su extensión y aumentaron su población de
forma significativa, configurando lo que se llamó la Gran Barcelona y el Gran
Madrid.
Entre 1896 y 1921, Barcelona, se
anexionó siete municipios contiguos a ella. Por su parte, Madrid realizó la misma operación sobre trece localidades limítrofes,
entre 1948 y 1954.
Chamartín,
Carabanchel, Vallecas, Gracia, Sarrià ó Sant Andreu, entre otros, perdieron su
autonomía histórica y su capacidad de decisión independiente pasando, de la
noche a la mañana, a ser barrios de la gran ciudad.
Pero estas
operaciones eran solo una solución temporal ya que, con el tiempo, volverían a
surgir los mismos problemas con los “nuevos vecinos”. Fue el momento de
formular los planeamientos metropolitanos que deberían basarse en una visión
unitaria del hecho urbano y en el recurso al consenso político. La
planificación territorial tardaría todavía en llegar.
Cuando había
que tomar una decisión que afectara a varios municipios, solían surgir
rivalidades y agrios enfrentamientos entre los responsables políticos de las
localidades afectadas. En algunos casos, la falta de entendimiento derivaba en
inacción y el problema se hacía mucho mayor.
Para superar
esta situación de conflicto acabaría surgiendo la concepción metropolitana y
territorial del urbanismo. Pero antes de
que la planificación metropolitana y territorial existiera y de que los
consensos se situaran en la base de los planteamientos políticos, las grandes
ciudades resolvieron sus problemas por el camino del medio. Es decir,
absorbieron los municipios contiguos convirtiéndolos en barrios-distritos
de la ciudad central, que se transformaba así en una “gran metrópoli”.
Barcelona realiza la anexión entre los
años 1896 y 1921, mientras que Madrid lo hace entre 1948 y 1954. Aunque la situación de principios del
siglo XX es muy diferentes a la de los años cincuenta, podemos comparar las
estrategias de absorción ya que están fundamentadas en motivos similares y
buscan resolver problemas parecidos. Y, en ambos casos, los municipios incorporados,
además de contribuir con nueva población y superficie, aportan una serie de
estructuras urbanas creadas y evolucionadas de forma independiente que afectarán
al crecimiento de la ciudad.
Barcelona, se anexionó siete
municipios contiguos
a ella, multiplicando por cinco su territorio, pasando de los 15,5 km2 hasta
los 77,8 km2. Con este crecimiento “instantáneo”, la población de Barcelona, aumentó
casi en un 50%, pasando de 383.908 habitantes a 559.589. (Con este “salto” Barcelona igualó la población de Madrid en esas
fechas. Barcelona alcanzo el millón de habitantes en 1930)
Por su parte,
Madrid realizó la misma operación sobre
trece municipios limítrofes. Con ello, la superficie se amplió hasta los
605 km2 (multiplicando por 8 su territorio, aunque también incluiría el inmenso
Monte del Pardo como zona verde protegida). La población se elevó hasta 1.618.435
habitantes. (Con el “salto”, Madrid
superó a Barcelona que en esas fechas se acercaba a 1.400.000 habitantes.
Madrid había alcanzado el millón de habitantes en 1940)
La formación de la
“Gran Barcelona” (anexión de los municipios del llano)
A finales del
siglo XIX, Barcelona se enfrentaba a varios problemas urbanos. El Eixample de Cerdà sobrepasaba los
límites de la ciudad, colisionando o superponiéndose a diferentes tramas
urbanas de los municipios del entorno. A esta circunstancia se le sumaba que el
crecimiento demográfico e industrial, se estaba produciendo por todo el llano, y
mientras que en Barcelona se controlaba por medio del Eixample, esto no quedaba tan claro en el resto de municipios.
El conflicto
era permanente. Y a todo esto, había que añadir el trasfondo político de una
sociedad burguesa y nacionalista, que necesitaba un proyecto vertebrador y
ambicioso para Barcelona, capaz de generar una idea de ciudad-capital (siguiendo
el modelo centroeuropeo). El hecho de ampliar el ámbito de competencia de
Barcelona sintonizaba totalmente con sus aspiraciones.
Los
municipios absorbidos y las fechas fueron:
- Sants (1896)
- Les Corts (1896)
- Gracia (1896)
- Sant Gervasi (1896)
- Sant Martí de Provençals (1896)
- Sant Andreu del Palomar (1896)
- Horta (1904)
- Sarrià (1921)
El núcleo original de Barcelona y los límites
municipales de las localidades contiguas con la delimitación final tras la
anexión.
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Sants
Sants,
oficialmente Santa María de Sants, estaba organizado en dos núcleos
principales. Sants, el principal y la Marina de Sants, en torno al antiguo
barrio del puerto barcelonés. El primer asentamiento surgió apoyándose en el Camino Real, que desde finales del siglo
XVIII fue la base para la construcción
de la carretera que serviría de acceso a Barcelona desde la zona del río Llobregat.
El asentamiento inicial fue prosperando, especialmente durante la primera mitad
del siglo XIX, cuando fueron instalándose allí numerosos establecimientos
comerciales que buscaban evitar los impuestos de la ciudad de Barcelona. Por la
misma razón fue elegido como ubicación de industrias que acabaron por
configurar un municipio de población mayoritariamente obrera.
Les Corts
Les Corts
nació de una escisión del municipio de Sarrià realizada en 1836. Su
independencia duraría solamente duraría sesenta años. En el momento de su
anexión, Les Corts era un municipio agrícola con numerosas masías.
Gracia
La
construcción, en 1626, del convento de Nuestra Señora de Gracia, por parte de
los carmelitas descalzos (conocidos como los Josepets) originó un asentamiento en su entorno. En la zona ya se habían
ubicado dos conventos más, el Convento de Jesús de los franciscanos y el de los
Capuchinos viejos. Con el tiempo surgió el municipio que contaba con una base
económica fundamentalmente agraria y artesanal.
A lo largo
del siglo XVIII comenzaron a instalarse, en las faldas de la sierra,
residencias de verano de la burguesía barcelonesa.
No obstante,
Gracia también recibió alguna industria durante el siglo XIX, principalmente
algodonera (destacando Vapor Vilaregut “vapor vell” y Vapor Puigmartí “vapor
nou”). Gracia fue creciendo con nuevas industrias, convirtiéndose en una
referencia textil y transformando la base social que pasó a ser principalmente
obrera llegando a protagonizar momentos de intensa conflictividad.
Plano de Barcelona de 1891, previo a la anexión.
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Sant Gervasi
En las faldas
de la Sierra de Collserola fue proliferando la construcción de masías y casas
solariegas, pero debido a la accidentada geografía causada por la presencia de
numerosos torrentes, generaron un hábitat disperso sin llegar a constituir un
núcleo urbano central. Inicialmente la zona estaba incluida en el municipio de
Sarrià, pero en 1714 alcanzó el estatus de municipio independiente.
Durante el
siglo XIX Sant Gervasi (denominado así por la pequeña iglesia rural allí
existente) fue descubierto por la burguesía barcelonesa que comenzó a instalar
allí sus torres de verano. El pequeño
municipio rural fue transformándose hasta convertirse en una zona residencial
para la alta burguesía. La parte baja del municipio (Galvany) comenzó a
urbanizarse en 1866. El tren de Sarrià estructuraría la zona.
Sant Martí de Provençals
La intersección
entre el perímetro de la zona de protección militar, en la que estaba prohibido
construir, y el camino que salía desde Barcelona hacia Francia, fue el lugar
donde se ubicó un asentamiento que, con el paso de los años, adquiriría
relativa importancia (El Clot).
El término
municipal de San Martí constaba de cinco núcleos de población. Cuatro de ellos
estaban conectados por una vía paralela a la delimitación militar que recorría
el llano desde las faldas de la montaña (Camp
del Arp) pasando por el núcleo principal (El Clot) y dirigiéndose hacia el mar por La Llacuna hasta el Poble Nou.
El quinto asentamiento era La Sagrera,
próximo al Clot y en continuidad con
la vía férrea, que se convirtió en el eje y razón de la zona.
En el momento
de plantear el Eixample, San Martí
era poco más que esos núcleos dentro de un vasto territorio casi vacío pero,
con el tiempo, se convirtió en el lugar principal para la ubicación de las
industrias barcelonesas. Por eso, San Martí llegó a ser conocido como el
“Manchester español”.
Sant Andreu del Palomar
Se tiene
noticia de la existencia de este municipio desde finales del siglo X. El
asentamiento era un núcleo con una intensa agricultura de regadío que
aprovechaba el agua de la acequia del Rec
Comtal en el camino entre Montcada y Barcelona. También era una zona de
molinos.
El eje
principal, la antigua calzada romana, estructuró un municipio que fue creciendo
a partir de ella. A finales del siglo XIX comenzó una intensa industrialización
con la implantación de industrias que requerían importantes extensiones de
superficie (por ejemplo Fabra i Coats
o La Maquinista)
Horta
Horta cuenta
con una historia antigua. Era un municipio extenso que ocupaba el valle situado
entre las laderas del Collserola al norte y el conjunto conocido como la
Montaña Pelada al sur. Tuvo dos núcleos de población Sant Genís dels Agudells y Sant Joan
d'Horta. El valle (hoy conocido como Vall d’ Hebron) prosperó por la existencia
del desaparecido Monasterio de San Jeroni de la Vall d’ Hebron y por su
abundancia en agua (fueron conocidas sus lavanderías). Al margen de los núcleos
tuvo un poblamiento disperso protagonizado por masías y zonas de cultivo.
Sarrià
El último de
los municipios absorbidos por Barcelona tuvo una historia compleja. Sufrió la
escisión de Les Corts (1836) pero a su vez también se anexionó el municipio de
Vallvidrera (1890).
El núcleo de
Sarrià comenzó a asentarse en los siglos XII y XIV siendo eminentemente rural.
El municipio fue evolucionando hacia un carácter más urbano con la llegada de
artesanos y menestrales. Entre los siglos XVI y XVII fueron construyéndose
villas y torres de verano para la burguesía barcelonesa de una forma
significativa.
La formación de “Gran
Madrid” (anexión de los municipios limítrofes)
El
crecimiento de la ciudad chocó con los municipios de su entorno. Estos a su vez
presentaban igualmente expansiones que en algunos casos eran importantes. Era
evidente la necesidad de un planeamiento conjunto y por ello se tomó la
decisión de anexionar estos términos municipales a Madrid. La resistencia de
estos municipios a perder su independencia dificultó la creación del “Gran
Madrid”. Las ideas unificadoras tardaron mucho en poder ponerse en práctica,
pero tras la Guerra Civil la operación se llevó a cabo.
Al margen de
las consideraciones urbanas, la operación del “Gran Madrid” también tuvo que
ver con las aspiraciones del nuevo régimen de potenciar la capital como un gran
centro administrativo, financiero e industrial para lo cual necesitaba ampliar
sus límites y propiciar la reestructuración que la convirtiera en la gran ciudad
deseada.
Los problemas
de estructura fueron importantes, puesto que la disparidad morfológica de los
núcleos absorbidos (donde se encontraban municipios con historia, arrabales
marginales y espontáneos, colonias residenciales, etc.), sumado al carácter
discontinuo de todos ellos, dificultarían el “cosido” de tramas tan
independientes. Todo ello llevará a Madrid a ofrecer una nueva fisonomía en la
que su estructura urbana modificó su tradicional centralidad radial, evolucionando
hacia un relativo carácter polinuclear.
Los
municipios absorbidos y las fechas fueron:
- Chamartín de la Rosa (orden 1947, anexión efectiva 1948)
- Carabanchel Alto (1948, 1948)
- Carabanchel Bajo (1948, 1948)
- Canillas (1949, 1950)
- Canillejas (1949, 1950)
- Hortaleza (1949, 1950)
- Barajas (1949, 1950)
- Vallecas (1949, 1950)
- El Pardo (1950, 1951)
- Vicálvaro (1950, 1951)
- Fuencarral (1950, 1951)
- Aravaca (1949, 1951)
- Villaverde (1954, 1954)
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El núcleo original de Madrid y los límites municipales
de las localidades contiguas con la delimitación final tras la anexión.
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Chamartín de la Rosa
Hasta
mediados del XIX, el término de Chamartín de la Rosa presentaba algunas
edificaciones aisladas que servían de base al aprovechamiento agrícola del mismo,
y un núcleo principal que era prácticamente una villa agrícola dominada y
presidida por el palacio y las posesiones del Duque de Pastrana.
La necesidad
de suelo no resuelta con el Plan Castro va a provocar la aparición y
consolidación de barrios obreros de rápido crecimiento apoyados en la red de
caminos existente, como Prosperidad. También
se instalaron quintas de recreo de la alta burguesía sobre el margen de la
vaguada de la Castellana (Villa Rosa, Pinillos, Maudes, etc.), así como
equipamientos que inician un cierto “carácter terciario” de la zona (el
velódromo, el Museo de Ciencias Naturales o el Hipódromo). Por otra parte se
ubican también instituciones benéficas y religiosas que se trasladan de
posiciones centrales por medio de beneficiosas operaciones inmobiliarias. Y con
la aprobación de la ley de Casas Baratas se van a ejecutar toda una serie de
colonias de vivienda unifamiliar.
El
crecimiento había carecido de planificación, creando un tejido urbano inconexo
y con graves problemas de estructura. La anexión posibilitará actuaciones
estructurantes de gran importancia para Madrid (prolongación de la Castellana,
prolongación de Príncipe de Vergara, apertura de María de Molina) que van a
suponer en algunos casos la destrucción de parte de esas tramas espontáneas
surgidas en los años anteriores.
Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo
La situación
de ambos términos en los años de la anexión ofrecía la imagen típica del
crecimiento tentacular, que partiendo de Madrid se apoyaba en las principales
vías de comunicación que estructuraban el territorio. La evolución urbana de
los Carabancheles antes de su anexión a Madrid había sido importante y en la década de 1930 llegaron a su unión
física.
Por otra
parte, la carretera de Extremadura, que estructuraba la parte oeste del
territorio presentará crecimientos autónomos muy significativos como el barrio
de Colmenares (hoy Puerta del Angel).
La zona
adquiere marcado carácter militar con la implantación de varios cuarteles a
ambos lados de la vía. En 1875 aparece un campamento militar y a partir de
1916, un ferrocarril, el Aeródromo de Cuatro vientos (Escuela de aviación
militar), La Escuela Central de Tiro, la Casa Cuartel de la Guardia Civil, una
estación radiotelegráfica y el Hospital Militar. Estas instalaciones se van
complementando con la aparición de colonias residenciales para estos
colectivos.
Los Carabancheles
tuvieron antiguamente un carácter de centro de vacaciones de la aristocracia y
la burguesía del XIX pero se fue perdiendo poco a poco en favor de barrios
obreros.
Canillas y Canillejas
Las
repoblaciones cristianas que acompañaban a la reconquista del territorio se
encuentran en el origen de estos pequeños municipios. Canillejas se situó en el
camino que conectaba Madrid con Aragón y Cataluña, mientras que Canillas lo
hacía en las proximidades.
Fueron municipios
rurales en cuyo territorio se ubicaron varias fincas de recreo.
En Canillas y
Canillejas se levantó una parte de la Ciudad Lineal de Arturo Soria (la que
estaría más poblada inicialmente)
Hortaleza
La antigua
villa de Hortaleza se encontraba encaramada en la divisoria entre las
vertientes de los ríos Manzanares y Jarama. Esta situación hace sospechar a
algunos historiadores la existencia de una antigua fortaleza, aunque otros
derivan el nombre de las pequeñas huertas que se encontraban regadas por los
arroyos Abroñigal y Valdebebas.
La zona
comenzó a ser lugar para de fincas de verano de una parte de la sociedad
madrileña. Algunas de esas quintas fueron construcciones relevantes (Huerta de
La Salud, Palacio de Buenavista, La Quinta de Torrepilares, etc.)
El municipio
mantendría su economía agraria prácticamente hasta la mitad del siglo XX.
Barajas
Barajas tiene
su origen como núcleo de población en la repoblación castellana ordenada por Alfonso
VI de Castilla en el siglo XI (con categoría de Señorío y Villa de Realengo,
encargando de su administración a un Conde). El entorno de Barajas fue apreciado
por la sociedad cortesana madrileña como lugar para el descanso veraniego (allí
se construyeron los duques de Osuna el “Capricho” (de la Alameda de Osuna),
espacio de gran reconocimiento por sus extraordinarios jardines).
El gran
acontecimiento para esa zona del noreste madrileño fue la creación del
aeropuerto, cuya primera terminal se inauguró en 1931. Este hecho condicionará
definitivamente el desarrollo de todo el territorio de Barajas.
Plano de Madrid de 1944, previo a la anexión.
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Vallecas
Vallecas fue
un lugar poblado desde tiempos remotos (en el Cerro de la Gavia se han hallado
restos paleolíticos) pero hasta la edad media no se consolidó como núcleo de
población. Su ubicación en el camino hacia Valencia y el mar mediterráneo lo
convirtió en un punto de referencia en el este madrileño. Sus extensos campos
de trigo (y la posterior elaboración del pan) le otorgaron el sobrenombre del “granero”
de Madrid.
La construcción
del desaparecido Puente de Vallecas o puente de los tres ojos (aunque tuvo
siete) en el siglo XVIII para salvar el arroyo Abroñigal, tendría una
importante repercusión urbana. Con la llegada de la revolución industrial la
zona comenzó a transformarse al ubicarse allí muchas familias obreras inmigrantes
que encontraban un alojamiento más asequible que en la capital. Así comenzó a desarrollarse
un núcleo muy importante, algo alejado de la villa original, que se conocería
como Puente de Vallecas. La villa mantendría durante algún tiempo su carácter
rural, pero finalmente se convertiría también en el lugar de residencia de una
buena parte de la clase trabajadora madrileña. Desde su anexión la inmigración
crecería exponencialmente, dando origen a extensiones muy importantes de
infravivienda.
El Pardo
La anexión
del término municipal de El Pardo no tuvo grandes consecuencias para la
morfología urbana de Madrid, pero fue una decisión trascendente desde el punto
de vista medioambiental. El Pardo, por proceder de propiedad real y al estar a
cierta distancia de la capital, había mantenido su carácter de pequeño
municipio rural dentro de un entorno de alto valor ecológico. Su anexión y la
posterior catalogación del Monte del Pardo como espacio protegido han
posibilitado la existencia de un gran “pulmón” verde para la capital.
Vicálvaro
El territorio
de Vicálvaro, al este de Madrid, estuvo poblado desde tiempos muy antiguos (se
han encontrado restos paleolíticos en el Cerro Almodóvar). Su origen como
núcleo urbano se encuentra en la estrategia de repoblación impulsada por Alfonso
VI de Castilla en el siglo XI. Fue un municipio rural, aunque recibió algunos
equipamientos singulares vinculados a la proximidad de la Corte (Real Fabrica
de Tejidos de San Fernando, o la primera sede de la Caballería de la Guardia
Civil, incorporados hoy al Campus de Vicálvaro de la Universidad Rey Juan
Carlos). Hasta el siglo XX, siguió siendo un típico núcleo rural castellano, con
dedicación agrícola y ganadera, pero acabó recibiendo alguna industria
importante como la fábrica
de cemento "Portland Valderrivas". Su anexión a la capital
transformaría radicalmente el entorno.
Fuencarral
Fuencarral
fue una antigua villa situada al norte de Madrid, cuyo nombre, parece asociarse
a la existencia de una fuente que era alto en el camino del transporte entre la
capital y el norte.
Mantuvo su
carácter rural prácticamente hasta el siglo XX, cuando empezaron a instalarse
algunas industrias (destacando las jaboneras).
Aravaca
El término
municipal de Aravaca era un territorio de carácter rural que había permanecido
bastante ajeno a los problemas urbanos de la capital. Su ubicación, más allá de
la barrera física del valle del Manzanares, lo alejó lo suficiente para
mantener hasta la fecha de su anexión un estado similar a épocas anteriores. El
territorio se encontraba estructurado por la carretera que unía Madrid con La
Coruña y presentaba casi exclusivamente el núcleo rural de Aravaca.
Villaverde
Dentro de la
política de repoblación decretada por el rey Alfonso VI de Castilla se crearon
dos núcleos (Santiago el Verde y La Algarrada) que acabaron despoblados a favor
de un tercero mejor ubicado, entre los arroyos Butarque y Malvecino. El pueblo agrícola fue prosperando,
sobre todo a partir del otorgamiento de la capitalidad a Madrid, ya que se
encontraba en el camino hacia Aranjuez, y se convirtió en punto de paso para
los desplazamientos de la Corte al sitio real.
Otro aspecto
que diferenció a Villaverde fue el terreno arcilloso en el que se encontraba y
que fue la base para la implantación de diversas explotaciones cerámicas. La
construcción del ferrocarril Madrid-Aranjuez fue el arranque de la instalación
de más industrias en la zona.
La Guerra
Civil lo dejó prácticamente devastado y tuvo que ser reconstruido durante la
posguerra. Tras la anexión se convertiría en destino de una gran parte de la
inmigración que recibió la capital.
La serie sobre los Paralelismos y Divergencias entre Madrid y
Barcelona cuenta con las siguientes entradas:
Siempre Madrid y Barcelona.... de Valencia no hablamos? Pues también se está comiendo a sus vecinos desde hace años.
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