El Gran Buenos Aires nocturno,
según las fotografías realizadas por los satélites de la NASA.
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El nuevo Papa Francisco I ha dicho que han ido a buscarlo al
“fin del mundo”. Esto depende del punto de vista adoptado, porque Buenos Aires es un nodo internacional que cuenta
con una población cercana a los 14 millones de personas (es la segunda
aglomeración sudamericana tras Sao Paulo que supera los 20 millones). Esta
inmensa conurbación tuvo unos orígenes difíciles y modestos, e incluso necesitó
dos intentos para consolidar su fundación, que finalmente se realizó en 1580.
La historia de la
conquista española de América ofrece muchas claves para aproximarnos a las
razones que llevaron a crear ese asentamiento: desde el peculiar “reparto” territorial
del continente sudamericano, a los esfuerzos por encontrar la vía de unión
entre los océanos Atlántico y Pacífico, la rivalidad entre portugueses y
españoles y, sobre todo, las
expectativas creadas ante extraordinarias riquezas.
El planteamiento
urbano de Buenos Aires respondió a los criterios de las ciudades de
colonización española de la época: un damero de manzanas cuadradas. Pero la
ciudad, que era la puerta atlántica del imperio español en Sudamérica, no tuvo
un desarrollo significativo hasta que se convirtió en capital del Virreinato
del Rio de la Plata en 1776 y especialmente desde la capitalidad del nuevo
país, Argentina, surgido tras la declaración de independencia de 1816.
Desde entonces, la evolución de Buenos Aires ha sido
espectacular y muchos opinan que es una
ciudad europea que no está en Europa.
El “reparto” de Sudamérica: las Gobernaciones de 1529
y 1534.
La codicia y el ansia de poder pronto sustituyeron al afán
de aventura y la búsqueda de oportunidades de los primeros descubridores. Esto
obligó a la Corona española a “repartir” los nuevos territorios entre sus
exploradores, más aún cuando éstos comenzaron a financiar, con sus propios
recursos, las expediciones y, lógicamente, buscaban rentabilizarlas.
En el caso de Sudamérica hubo una primera distribución realizada
con la conocida como Capitulación de Toledo que se celebró en 1529. Entonces,
se reservó el norte denominado “Castilla de Oro”/"Nueva Andalucía" (aproximadamente las actuales
Colombia, Venezuela y parte del istmo centro americano) y se fijaron dos
grandes territorios para sus descubridores. Francisco Pizarro, el conquistador
de los Incas, recibió un territorio de 200 leguas (más de mil kilómetros) medidas
hacia el sur desde la boca del río Santiago (aunque finalmente recibió 70
leguas suplementarias). En él se constituiría la Gobernación de Nueva Castilla. También se entregaron a Simón de
Alcazaba los territorios que iban a continuación, otras 200 leguas hacia el sur (inicialmente denominados Nueva León).
Pero los acontecimientos se precipitaron forzando a una nueva distribución en
1534.
En 1534 se fijaron los límites de cuatro gobernaciones. La
primera, consolidaba la Gobernación de Nueva Castilla, liderada por Francisco
Pizarro. La segunda, la Gobernación de
Nuevo Toledo fue para Diego Almagro, compañero de conquista de Pizarro que había
sido marginado en 1529. Estas dos primeras tenían como límite oriental a la línea
del Tratado de Tordesillas que separaba los territorios españoles de los
portugueses.
La tercera, la Gobernación
de Nueva Andalucía que no debe ser confundida con el territorio del norte que acabaría siendo llamado Nueva Granada), fue para Pedro de Mendoza, (que es la que aquí nos interesa y desarrollamos más adelante). La
cuarta, la Gobernación de Nueva León
fue la recibió Simón de Alcazaba que veía desplazadas sus “posesiones” hacia el
sur del continente.
El “reparto” del
territorio sudamericano planteado con las Gobernaciones de 1534.
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De la Gobernación
de Nueva Andalucía al Virreinato del
Rio de la Plata
La Gobernación de
Nueva Andalucía (1534-1542)
En el sur del continente americano, en su parte atlántica, el
Rio de la Plata es un gran estuario formado por la desembocadura de los ríos
Paraná y Paraguay.
Este estuario
fue explorado por primera vez en 1516 por Juan Díaz de Solis, quien estaba
buscando el paso hacia oriente. Fue bautizado como “Mar Dulce”, pero el descubridor
falleció en el intento quedando la misión sin concluir.
Años después,
en 1527, la misión interrumpida fue continuada por Sebastián Gaboto, quien
llegó a fundar el fuerte de Sancti
Spiritu aguas arriba del río Paraná (en la desembocadura del río Carcarañá). Fue entonces
cuando el estuario se rebautizó como “Rio de la Plata” ya que los informes
apuntaban a que era la vía de acceso a extraordinarias minas de plata (que
serían encontradas en Potosí). Pero tampoco Gaboto logró consolidar las
posiciones españolas.
Esa inestable
situación preocupaba a la Corona española, que temía los avances de los
portugueses, quienes tras el descubrimiento de Brasil progresaban hacia el sur
poniendo en riesgo las aspiraciones españolas. Carlos I recibió la propuesta de
Pedro Mendoza para iniciar una expedición que sería financiada por él mismo. El
rey aceptó y lo nombró en 1534 “adelantado” para el territorio que le sería
asignado en las Gobernaciones fijadas ese mismo año.
Un
“adelantado” era un alto dignatario español que llevaba a cabo (o “adelante”)
una misión militar y civil por mandato real. Las expediciones eran financiadas
con cargo a su propio patrimonio y posteriormente, intentaban recuperar el
capital invertido. Era en definitiva un comandante militar de la zona a
conquistar con potestad para fundar fortalezas y pueblos. El cargo, que era
hereditario, combinaba funciones diversas, como gobernador, jefe militar y
magistrado, y ofrecía grandes expectativas económicas.
Pedro de Mendoza y Luján (1487-1537), como primer adelantado
y gobernador de la entonces denominada Gobernación de Nueva Andalucía, recibió
a su cargo un territorio que se encontraba comprendido entre la gobernación
concedida a Diego de Almagro (situada al norte) y la gobernación concedida a
Simón de Alcazaba y Sotomayor (situada al sur). Los límites se fijaron en
leguas que, aproximadamente, coincidían con los paralelos 25° 31’ y 36° 56’ por
el norte y el sur, mientras que por el este y oeste eran ambos océanos
(Atlántico y Pacífico). No obstante las delimitaciones eran bastante imprecisas
dadas las posibilidades técnicas de la época.
Esta gobernación tuvo una existencia autónoma breve, ya que
en 1542 quedaría integrada en el naciente Virreinato del Perú.
Durante ese corto periodo, Mendoza realizó la primera
fundación de Buenos Aires (en 1536, aunque fue fallida ya que en 1541 se
abandonó el asentamiento). En 1537 Mendoza vuelve a España (moriría durante el
viaje) dejando como heredero a Juan de Ayolas.
El Virreinato del Perú
creado en 1542 (la línea roja señala el Camino Real que unía Lima con Buenos
Aires pasando por Potosí).
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El Virreinato del
Perú (que incorporaba la Gobernación del Rio de la Plata) (1542-1776)
La conquista
del Imperio Inca se dio por finalizada en 1535 con la toma de la ciudad de
Cuzco. por parte de Francisco Pizarro. Pero la distribución territorial de 1534
no había satisfecho las ambiciones de los socios de conquista, Pizarro y Diego
Almagro, cuyas desavenencias desembocaron en una Guerra Civil entre ellos por
el dominio de esas regiones. Ambos murieron asesinados en la contienda que, no
obstante, fue continuada por sus familiares. Para solucionar el conflicto, la Corona
española anuló las divisiones de 1534 y creó en 1542 el Virreinato del Perú, reuniendo las antiguas gobernaciones bajo el
mandato de un Virrey designado directamente por el Rey de España. Se fijó la
capital en la Ciudad de los Reyes (posteriormente
Lima), ciudad que había sido fundada
por Pizarro en 1535.
El primer
Virrey, Blasco Núñez Vela tuvo un difícil papel entre los beligerantes
“pizarristas” y “almagristas”. De hecho, acabó siendo asesinado por Gonzalo
Pizarro (que finalmente fue detenido y ejecutado). El Virreinato no consiguió
la estabilidad hasta el quinto Virrey, Francisco Alvarez de Toledo, que gobernó
entre 1569 y 1581 acabando con cuarenta años de desorden en la región.
La
Gobernación de Nueva Andalucía, que se había mantenido bastante al margen de
los conflictos acaecidos en el norte, quedó integrada en el Virreinato del Perú
como una provincia del mismo. La sede del gobierno se situó en Asunción,
fundada en 1541.
Desde
Asunción se fueron colonizando los territorios circundantes, dándoles en algún
caso autonomía provincial que los vinculaba directamente con el Virreinato
(Gobernación de Tucumán, 1552; Gobernación de Santa Cruz de la Sierra, 1560)
En 1617, la Gobernación de Nueva Andalucía fue dividida en
dos, creándose la Gobernación del
Paraguay (que inicialmente se llamó del Guayrá) con sede en Asunción y la Gobernación del Rio de la Plata (o de
Buenos Aires, ya que esta ciudad se convirtió en residencia del gobernador).
Las divisiones
administrativas del territorio sur del Virreinato del Perú.
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El Virreinato del Rio
de la Plata (1776-1814)
La gran
extensión que había alcanzado el Virreinato del Perú dificultaba mucho su
gobernabilidad y para favorecer su administración, en 1776 se realizaron dos importantes
escisiones. Una por el norte, con la creación del Virreinato de Nueva Granada y otra por el sur, con el Virreinato del Rio de la Plata (la Capitanía
General de Chile mantuvo su relación con el Virreinato del Perú pero con mucho
autonomía).
En el Virreinato
del Rio de la Plata se integraron los territorios de las gobernaciones de
Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra, el corregimiento de
Cuyo de la Capitanía General de Chile y los corregimientos de la provincia de
Charcas. Buenos Aires sería su capital.
Pero desde
1810, las Guerras de Independencia de los pueblos sudamericanos acabarían con
el Virreinato y darían lugar a nuevos estados (Argentina, Paraguay, Uruguay y
Bolivia) iniciando una nueva etapa en la evolución de estos territorios.
Argentina
declaró su independencia en 1816.
El Virreinato del Rio
de la Plata, constituido en 1776.
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Primeras fundaciones urbanas en la Gobernación del Rio
de la Plata.
La colonización del extenso territorio de la Gobernación del
Rio de la Plata fue apoyándose en la creación de ciudades. Esta parte de
Sudamérica carecía de ellas.
En el continente americano las sociedades más avanzadas
antes de la llegada de los españoles fueron los Aztecas (en la parte norte de
América central, actual México) y los Incas (en los Andes centrales). También
destacaron los Mayas (en América Central, península del Yucatán) pero éstos no
llegaron a consolidar un imperio como los anteriores ya que se organizaban en
ciudades-estado. Hubo algunos pueblos menores que eran subsidiarios de los
imperios descritos (como los diaguitas del norte argentino)
Las partes habitadas del resto del continente, como el
Caribe, Brasil o la mesopotamia argentina, estaban ocupadas por pueblos
cazadores-recolectores que se desplazaban sin fijar un asentamiento definitivo.
La Gobernación del
Rio de la Plata, por tanto, no contaba con preexistencias que pudieran alcanzar
el rango urbano como sucedía en los territorios situados al norte y los
españoles, para consolidar sus posiciones, fueron localizando sus ciudades en
puntos neurálgicos. La localización de estas ciudades se realizó a través
de la selección de lugares estratégicos vinculados al transporte fluvial o al terrestre.
Las
localizaciones estratégicas vinculadas al transporte fluvial darían lugar a ciudades
como Asunción, Santa Fe o Buenos Aires.
Entre los
recorridos terrestres destacó el Camino
Real, que fue la principal vía de comunicación, transporte y comercio que a
lo largo de 3.000 kilómetros unía Buenos Aires y Lima, la capital del Virreinato
del Perú que necesitaba una salida hacia el Atlántico (especialmente para el Alto Perú y Potosí). Este objetivo llevó a la
creación de asentamientos a lo largo del itinerario, algunos de los cuales
llegarían a convertirse en prósperas ciudades (como Córdoba, Salta o San
Miguel de Tucumán).
Buenos Aires, primer intento fallido (1536)
Pedro de Mendoza fundó en 1536 en la estuario del Rio de la
Plata un asentamiento esencialmente militar denominado Nuestra Señora del Buen Ayre. Pero las enfermedades y el
hostigamiento de los indígenas dificultaron su mantenimiento y fue finalmente
abandonado en 1541. No quedó rastro de él.
Imagen del
asentamiento levantado por Pedro Mendoza en 1536 según el dibujo realizado por
Ulrico Schmidl, integrante de la expedición.
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Asunción (1541)
En 1541 se fundó el asentamiento que recibió el nombre de Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora
Santa María de la Asunción en el lugar donde ya se encontraba un fuerte
militar que había construido en 1537 Juan de Salazar. Su primer gobernador fue
Domingo Martínez de Irala.
Asunción se convirtió en el punto de partida de varias
expediciones que tenían la misión de fundar otros asentamientos. Por eso llegó
a ser conocida como “madre de ciudades”. De Asunción partieron los fundadores y
colonos de ciudades como Santa Cruz de la
Sierra (1561), Santa Fe (1573), Buenos Aires (en su segundo intento
definitivo de 1580) o Corrientes
(1588) y algunas otras que con el tiempo serían abandonadas, como Concepción del Bermejo, Santiago de Jerez o Ciudad Real del Guayrá.
San Miguel de Tucumán (1565)
En 1565 se fundó otro asentamiento interior que recibió el
nombre de San Miguel de Tucumán y Nueva
Tierra de Promisión. El sitio escogido por su fundador Diego de Villarroel,
fue abandonado en 1685, parece que por la baja calidad de las aguas, trasladando
la ciudad a la localización actual, unos 60 km hacia el noreste, cerca del río
Sali, y que además estaba mejor relacionado con el Camino Real.
Córdoba (1573)
El Virrey del Perú, Francisco de Toledo nombró gobernador
del Tucumán a Jerónimo Luis de Cabrera y le encargó colonizar el Valle de
Salta, para establecer núcleos intermedios seguros en los viajes por ese
territorio. Cabrera fundó la nueva ciudad en 1573 con el nombre de Córdoba de la Nueva Andalucía. En 1577
se trazó el plano definitivo siguiendo las claves de las ciudades de
colonización.
Santa Fe (1573)
En 1573, el Gobernador de Asunción, encargó al capitán Juan
de Garay una expedición por el río Paraná. La exploración tenía como objeto la fundación
de un asentamiento que facilitara la salida al mar de la ciudad y en
consecuencia la comunicación con España, la metrópoli colonial. En ese año,
Garay funda Santa Fe en la
confluencia de los ríos Paraná y Salado (o Saladillo).
Buenos Aires, segundo intento definitivo (1580)
Años después, Garay recibe un nuevo encargo similar. Debía encargarse de la “segunda fundación”
del desaparecido asentamiento que creara
Pedro de Mendoza en 1536 en la boca del Rio de la Plata. El motivo de esta refundación
fue la necesidad de darle una salida al Atlántico a todo el territorio que
existía desde Potosí hacia el sur. Garay denominó al nuevo asentamiento Ciudad de La Santísima Trinidad y Puerto de
Santa María del Buen Ayre.
Corrientes (1588)
La "Ciudad de
Vera de las Siete Corrientes" fue fundada por Juan Torres de Vera en
1588. Su misión era servir como estación intermedia entre Asunción y Buenos
Aires.
La “infancia” de Buenos Aires (1580-1776)
La ubicación seleccionada por Juan de Garay no coincidía con
la que Pedro de Mendoza escogió 44 años antes ya que Garay eligió el lugar que
consideró más adecuado.
Esa parte de la costa había sido esculpida durante miles de
años por las variaciones de nivel del estuario y el mar, dejando un litoral
abrupto con notables desniveles (las “barrancas”). Actualmente estos desniveles
casi han desaparecido por la acción combinada del rio y del hombre, siendo el
encuentro entre tierra y agua, en general, suave.
Topografía del entorno
de la ciudad de Buenos Aires, con los “valles de inundación” del Riachuelo y el
Arroyo Maldonado enmarcando la loma fundacional.
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Por otra parte varios arroyos desembocaban en el estuario
creando unas zonas de menor cota que solían inundarse con las mareas (los
“valles de inundación”). El terreno presentaba ondulaciones ligeras que se
interrumpían por el sur en el amplio valle de inundación provocado por la
desembocadura del Riachuelo. Este
rio, conocido como rio Matanza en
gran parte de su recorrido (y denominado Riachuelo
en su parte final), es un curso de agua de poco más de 60 kilómetros, pero que
tuvo gran importancia en la definición urbana de Buenos Aires (hoy sigue
marcando el límite sur de la Ciudad Autónoma y su desembocadura caracteriza al
barrio porteño de La Boca). Por el
norte el Arroyo Maldonado (hoy
entubado en su mayor parte) creaba otra depresión.
En una loma entre el Riachuelo
y el Arroyo Maldonado se trazó el
primer plano de Buenos Aires. Las barrancas existentes en ese lugar permitían
ejercer un buen control sobre el tráfico fluvial. Además, las aguas no eran
allí muy profundas dificultando el acceso a naves enemigas. Todo ello confirmaba
el solar escogido para la refundación de la ciudad como una zona con buenas
defensas naturales.
Plano del trazado
propuesto por Juan de Garay en la refundación de Buenos Aires (1580).
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No hay un acuerdo unánime entre los historiadores sobre el
número de manzanas (cuadras) reales que se trazaron. El plano de Garay indica
16x9, es decir, 144 manzanas pero hay historiadores que defienden que
finalmente se construyeron 15x9. Estos últimos indican que el territorio
marcado por Garay se encuentra aproximadamente determinado por las actuales calles
25 de Mayo y Balcarce (por el oeste), Independencia
(por el sur), Salta y Libertad (por el este) y Viamonte (por el norte).
Las manzanas fueron cuadradas, con 140 varas de lado. La
vara es una medida complicada por la por la variedad de equivalencias numéricas
asignadas en los diferentes lugares a este patrón de longitud. La vara castellana tenía 83,6
centímetros pero la argentina se fijo en 86,6 cm., dando un resultado aproximado
de entre 117 y 121 cada manzana/cuadra. Las calles se plantearon de 11 varas (entre
9,2 y 9,5 metros). La medición aproximada en la actualidad ronda los 130 metros
entre ejes de calles.
Juan de Garay repartió entre los colonos los lotes obtenidos
por el trazado de la cuadrícula. Asignó manzanas para su edificación, dividiendo
alguna de ellas en cuatro para su adjudicación a colonos, y reservó otras para
granjas (“chácaras”). También determinó la ubicación de los equipamientos
principales, fijando la manzana libre para ubicar la plaza principal de la
nueva ciudad (Plaza de Mayo) que
recibiría en su contorno la iglesia, el cabildo (ayuntamiento) y la residencia
del gobernador. También se asignó en esa plaza una manzana para sí mismo (la
que ocupa actualmente el Banco de la Nación Argentina).
Plano de 1713 en el
que aparece el Fuerte que defendía la ciudad de las agresiones extranjeras.
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Un hito en la ciudad antigua fue la construcción de su
fortaleza. A pesar de sus buenas condiciones naturales, la posición estratégica
de Buenos Aires requería reforzar su defensa militar contra los ataques (fundamentalmente
de la piratería inglesa, holandesa y portuguesa). Para ello, en 1595 se comenzó
la construcción del Fuerte de Buenos
Aires, en los terrenos situados al oeste de la plaza principal, entre la
ciudad y el rio de la Plata. Allí residieron los Virreyes hasta 1810, cuando el
último fue depuesto como consecuencia de la Revolución de Mayo. La fortaleza
fue demolida en 1882 y en su ubicación se levanta actualmente la Casa Rosada, sede del poder ejecutivo.
La Catedral
Metropolitana ocupa el lugar determinado por Garay para la primera iglesia
de Buenos Aires, pero el edificio actual (que es el sexto a lo largo de la
historia) comenzó sus obras en 1753, según proyecto del arquitecto italiano
Antonio Masella. Se inauguraría en 1791 (aunque la fachada neoclásica definitiva
sería posterior).
Después de la primera iglesia fueron levantándose otras que
servirían de motor urbano ya que a su alrededor fueron consolidándose nuevos
barrios (estirando la trama cuadrada pero sin modificar sus directrices). En
1769 se estructuró la ciudad en seis parroquias: Catedral, San Nicolás, El
Socorro, Montserrat, La Piedad y La Concepción. El censo realizado en 1778,
indicaba que Buenos Aires estaba habitada por unas 26.000 personas.
Plano de 1750, en el
que se aprecia la extensión de la trama urbana aunque con poca densidad (salvo en
los lugares centrales).
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La “infancia” de
Buenos Aires fue modesta y difícil. La tensión permanente con los indios de
la zona y las trabas que encontraba para desarrollarse comercialmente limitaron
y postergaron su crecimiento. Lima era el gran centro de referencia de esa
parte del imperio y monopolizaba las rutas comerciales frenando el progreso de
otros puertos. Con la creación del Virreinato del Rio de la Plata en
1776 la situación comienza a cambiar. Buenos Aires inicia el despegue que la llevará a
convertirse en un centro portuario y aduanero muy importante pero, sobre
todo, tras la independencia del país (declarada en 1816) al convertirse en la
capital de la naciente Argentina. Buenos
Aires tendrá grandes crecimientos, importantes remodelaciones, y otras muchas
operaciones urbanas que la llevarían a ser la gran ciudad actual. Pero esa
es otra historia.
Ortofoto actual
indicando los límites del primer plano de Juan de Garay en la opción de 15x9
manzanas/cuadras.
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La siguiente etapa de la evolución urbana de Buenos Aires: El complejo de Edipo de Buenos Aires: la ciudad postcolonial (1810-1930).
Saludos! Vivo en las afueras de Asunción, y de hecho estoy haciendo mi Trabajo Final de Grado sobre el loteamiento de esta cidad; por lo que me permito hacer un par de aclaraciones menores:
ResponderEliminar1) El Río de la Plata está formado por las desembocaduras de los rios Paraná y Uruguay. El río Paraguay desemboca en el Paraná, a 950 kilómetros del Río de la Plata.
2) El asentamiento que se convertiría en la actual Asunción fue fundado en 1537 (o 1536, según historiadores anteriores al siglo XX). Si bien es cierto que fue elevada a la categoría de "Ciudad" (esto es, el derecho/deber de instituir un cabildo) recién mediante Cédula Real de septiembre de 1541, esta distinción no modificó en absoluto las condicionas urbanas del asentamiento; por lo que considero que no corresponde considerar esta última fecha como la de fundación.
Por lo demás, el artículo (y, en realidad, todo el blog) resulta muy útil e interesante. Gracias por tan valioso aporte.