El jardín seco es quizá el más conocido de los modelos
de la jardinería japonesa, pero no es el único (Ryoan-ji en Kioto, Japón)
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Tras habernos
aproximado a los modelos clásicos de la jardinería europea (el Jardín renacentista italiano, el Jardín formalista francés y el Jardín paisajista inglés) repasaremos las claves esenciales de la jardinería
oriental, concretamente, de los jardines japoneses.
Los
historiadores consideran que en el año 552 se introdujo la cultura china en
Japón (llevando el budismo, la escritura, el arte y también la jardinería) dando
fin a la “prehistoria” nipona. Desde entonces las islas pasarían por distintos
periodos políticos y artísticos que alumbraron diferentes modelos de jardín
japonés.
Porque no hay un único “jardín japonés”, a
pesar de esa tendencia simplificadora establecida en Occidente que suele
asimilarlo con uno de sus tipos: el jardín seco o kare-sanshui. Este modelo puede ser el más reconocible, pero la
creatividad nipona es mucho más rica y variada. Confirmando esa diversidad,
pueden citarse los denominados “jardines de islas y lagos” o los de la
“ceremonia del té”, así como las propuestas geométricas más recientes, que
convierten a la jardinería japonesa en
una de las más originales e influyentes de la arquitectura del paisaje.