Nueva Guatemala sería planteada siguiendo los ideales
ilustrados de orden y racionalidad característicos del siglo de las luces (Luis
Díez Navarro, 1776)
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En 1492, España
descubrió un continente desconocido para los europeos (América) y se lanzó a su
conquista. Esa empresa le permitió forjar el Imperio Español durante el siglo
XVI. La metrópoli colonizaría y reorganizaría aquellas ignotas tierras transatlánticas
apoyándose en las numerosas ciudades que serían construidas para ello.
En el siglo
XVIII, las principales urbes coloniales estaban ya en marcha, pero a finales de
la centuria, los frecuentes seísmos sufridos por la sede de la Capitanía
General de Guatemala (Santiago de los
Caballeros de Guatemala, hoy más conocida como Antigua Guatemala) recomendaron su traslado, buscando un nuevo
lugar, más seguro, donde refundarla.
En 1776, se
trazó el primer plano de esa nueva ciudad que sería planteada siguiendo los
ideales ilustrados de orden y racionalidad, característicos del siglo de las luces. Así, recogiendo la
experiencia secular en planificación urbana e incorporando algunas novedades (aunque
no todas se llevarían a la práctica) surgiría Nueva Guatemala, el
proyecto más destacado de la última hornada de ciudades coloniales españolas.
La creación del
Virreinato de Nueva España y la Capitanía General de Guatemala.
La isla de Cuba
fue el centro de operaciones desde el que partieron las expediciones españolas a
“tierra firme”. En 1517 se arribaría a la costa de Yucatán y a la región de
Tabasco, contactando desde allí con el Imperio Azteca que dominaba Centro
América en aquella época.
En 1519,
partiría hacia esos nuevos territorios Hernán Cortés, quien lideraría la
conquista que acabaría con los aztecas, tomando Tenochtitlán, su capital, en 1521.
Al año
siguiente, Cortés sería nombrado gobernador de aquella región que fue bautizada
como “Nueva España”. Al igual que sucedería poco después con el Imperio Inca
sudamericano, los españoles aprovecharían buena parte de la estructura azteca para
fundamentar sobre ella su organización política y territorial. Como
consecuencia, el Imperio Español transatlántico se constituyó inicialmente con
dos grandes virreinatos: el Virreinato de
Nueva España, con capital en Ciudad de México y el Virreinato del Perú, con centro en Lima.
Mapa del Virreinato de Nueva España en 1716.
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Desde el
principio, el gobernador Cortés se lanzaría a ampliar sus dominios, tanto por
el norte como por el sur. Por eso la extensión de Nueva España iría
modificándose conforme se avanzaba en la conquista. Una de esas expediciones
iría al mando del adelantado Pedro de Alvarado y tomó rumbo, en 1524, hacia el
sureste del istmo continental con el objetivo de controlar la región maya (aunque
la conquista definitiva de aquellos territorios se realizó tanto desde Nueva
España como desde Panamá, que pertenecía al Virreinato del Perú). Finalmente,
las tierras que iban desde Yucatán hasta Panamá serían integradas en la Capitanía
General de Guatemala, creada en 1542 y que también sería conocida como Reino de Guatemala (indebidamente,
porque nunca tuvo un rey).
Esta
Capitanía, aunque oficialmente se encontraba integrada dentro del Virreinato de Nueva España (y por eso
dependiendo teóricamente del virrey), dispuso de una gran libertad operativa.
Esta fue, desde luego, militar, porque las decisiones en ese ámbito dependían directamente
del Capitán General. Además, el hecho de contar, desde 1549, con tribunales de
justicia propios (Real Audiencia de
Guatemala o Real Audiencia de los
Confines de Guatemala y Nicaragua), que no dependían del virrey (como
sucedía con otras Audiencias), sino directamente del Consejo de Indias, le proporcionaría una gran autonomía, incluso
política (en la práctica los tres grandes cargos del poder institucional,
Capitán General, Gobernador y Presidente de la Audiencia fueron ostentados por
la misma persona en muchas ocasiones). Otro dato que apunta en la misma línea
es que la Capitanía acabaría acuñando moneda propia.
El territorio
de la Capitanía General de Guatemala se estructuró en gobernaciones y
corregimientos que presentarían diferentes distribuciones a lo largo del tiempo.
Su ordenación final surgiría en 1812, con la Constitución aprobada en las
Cortes de Cádiz, que organizó políticamente el territorio en dos provincias:
Guatemala (que incluía las regiones de Chiapas, Guatemala, San Salvador y
Comayagua) y la provincia de Nicaragua y Costa Rica. Aunque la abolición de esa
Constitución en 1814 anularía esa separación, la restitución de la Carta Magna en
1820 permitiría su restablecimiento. No obstante, en 1821 la provincia de
Guatemala sería segregaría en cuatro: Ciudad Real de Chiapas, Guatemala, San
Salvador, Comayagua (Honduras).
Distribución territorial de la Capitanía General de Guatemala.
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Apéndice poscolonial
Ese mismo año
1821, sería proclamada la independencia de Nueva
España, originándose la Regencia del
Imperio de México, presidida por Agustín de Iturbide. Las provincias de la Capitanía General de Guatemala colonial se
adhirieron inicialmente a la Regencia
(las seis, porque ese mismo año 1821, tras la conseguir la independencia,
Nicaragua y Costa Rica se constituyeron como provincias diferentes). En 1822,
Iturbide fue coronado emperador con el nombre de Agustín I, pero su reinado
sería muy breve, siendo obligado a abdicar en 1823, fecha en la que se
proclamaría la República de México. Entonces,
las provincias centroamericanas se separaron de la matriz (salvo Chiapas que
continuaría integrada en la nueva república mexicana) y formaron, en 1824, un
nuevo estado federal independiente: las Provincias
Unidas de Centroamérica. Pero esta federación se disgregaría en 1839 dando
origen a los estados de Guatemala, El
Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
En el
territorio centro americano se daría una situación particular cuando, en 1638,
se asentó en la desembocadura del rio Belice
una colonia británica, que originaría muchas disputas entre los dos imperios (incluso
enfrentamientos bélicos), pero que acabaría siendo aceptada por los españoles en
1798. Tras la independencia de la región respecto a España, esa colonia seguiría
vinculada a su metrópoli (Reino Unido) y se convertiría en la Honduras
británica en 1862, dependiente de Jamaica hasta 1884, año en el que obtuvo su
propio estatuto. El estado guatemalteco rechazaría esa presencia y
reivindicaría durante décadas ese territorio como propio, pero Belice (que adoptaría ese nombre en
1974) acabaría alcanzando su independencia en 1981 y el reconocimiento definitivo
de Guatemala en 1991.
Santiago de los
Caballeros de Guatemala, la Antigua Guatemala.
El
conquistador Pedro de Alvarado fue avanzando por las tierras del sureste
centroamericano, sacando provecho de las disputas existentes entre los diversos
pueblos mayas. En su triunfal recorrido, se instaló en 1524 en Iximché, la ciudad principal del reino
maya kaqchikel. Alvarado mantendría
el rango de Iximché designándola como
primera capital del Reino de Guatemala (con
el nombre de Santiago de los Caballeros
de Guatemala), pero su primacía urbana fue breve porque las desavenencias entre los españoles y los nativos
forzaron su abandono (hoy Iximché es
un sitio arqueológico).
Corría el año
1527 y los españoles levantaron un nuevo asentamiento (también llamado Santiago de los Caballeros) en el Valle de Almolonga para situarlo en la
cúspide jerárquica de la región. Pero tampoco este lugar prosperaría al verse arrasado
por las inundaciones de 1541.
Fue entonces
cuando, tras seleccionar un nuevo sitio más protegido en el Valle de Panchoy, se fundó
definitivamente Santiago de los
Caballeros de Guatemala (más conocida actualmente como Antigua Guatemala). Esta tercera capital, que
fue construida a partir de 1543, acogería las principales instituciones de la
Capitanía General que se acababa de constituir y ejercería como cabecera de la
Real Audiencia de Guatemala desde 1549.
Plano de Santiago de los Caballeros de Guatemala, la
Antigua Guatemala.
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La ciudad se
trazó conforme al modelo colonial español habitual: una retícula ortogonal,
orientada en este caso según los puntos cardinales, en la que destacaba la
característica gran plaza central. Esta Plaza
Mayor (también llamada Plaza de Armas
o Plaza Real) fue el espacio más
representativo de la nueva capital y acogería sus edificios principales, como
la Catedral de Santiago (actualmente
Parroquia de San José), que había sido iniciada en 1545, pero tuvo que ser demolida
en 1669, como consecuencia de un seísmo, para ser levantada de nuevo en 1680
según el proyecto de Juan Pascual y José de Porres. También se encontraba en la
plaza el Palacio de los Capitanes
Generales, o Palacio Real, que también tuvo una primera construcción en
1558 y tuvo que ser reconstruido tras el terremoto de 1751 con proyecto de Luis
Díez Navarro (fue concluido en 1768 y hoy alberga diversos servicios públicos).
Con el edificio del Ayuntamiento
sucedería lo mismo, el original tuvo que ser reedificado entre 1740 y 1743 con
proyecto de Luis Díez Navarro, Juan de Dios Aristondo y Diego de Porres,
continuando con su función en la actualidad.
Arquitectura de Antigua Guatemala. De arriba abajo:
antigua Catedral (Parroquia de San José), iglesia de la Merced, Compañía de
Jesús, y Palacio del Gobernador.
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La Antigua Guatemala, atesora, además otros
magníficos ejemplos del barroco colonial
hispanoamericano como la Iglesia de las Capuchinas; la Iglesia y convento
de La Recolección; la Iglesia de San Francisco; la Iglesia y convento de la
Merced; la Iglesia, Convento y Colegio de la Compañía de Jesús; el Convento de
Santo Domingo; la Iglesia Escuela de Cristo; la Iglesia de Nuestra Señora del
Carmen; el Hospital de San Pedro; o el Convento de la Concepción.
Antigua Guatemala. Arco de Santa Catalina.
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Todos estos
edificios han sufrido avatares muy diversos como consecuencia de los
recurrentes terremotos, porque la ciudad se vería sacudida desde su fundación
por frecuentes y violentos seísmos (destacando los ocurridos en 1565, 1575,
1577, 1585, 1651, 1679, 1689, 1717, 1751 o 1773), que causarían importantes daños.
Los esfuerzos de rehabilitación se verían frustrados por nuevas destrucciones,
consolidando un gran miedo a la repetición de las catástrofes que acabaría
recomendando el traslado de la capital a
un nuevo asentamiento (Nueva Guatemala).
Con esa decisión, que se oficializó en 1776, Santiago de los Caballeros de
Guatemala perdería su condición de sede oficial de la Capitanía General de
Guatemala, dignidad que ostentaba desde su fundación. Pero a pesar de la
pérdida de rango, la ciudad no sería abandonada, comenzando a ser conocida como
Antigua Guatemala. En la medida de lo
posible, fueron reconstruyéndose algunos de sus monumentos más destacados (aunque
seguiría padeciendo movimientos sísmicos como los de 1874, de 1917 o el 1976,
por lo que todavía perduran algunas ruinas producidas por aquellos siniestros).
Hoy, Antigua Guatemala es el
testimonio de un esplendoroso pasado y, por esa razón, en 1979, la UNESCO la incluyó
en su lista como Patrimonio de la
Humanidad.
Nueva Guatemala de la
Asunción, el proyecto ilustrado.
El desastroso
terremoto de Santa Marta, ocurrido en 1773, dio origen a una situación
excepcional: el traslado de una ciudad de unos 35.000 habitantes y numerosas instituciones
administrativas y religiosas. La nueva ubicación se encontraría en el Valle de
la Ermita. Por esta razón, Guatemala disfruta de dos ciudades singulares: Santiago de los Caballeros de Guatemala,
conocida como Antigua Guatemala, una
ciudad barroca y Nueva Guatemala de la
Asunción, la Nueva Guatemala que
sería construida siguiendo el neoclasicismo vigente.
En 1776, se
trazó el primer plano de esa nueva ciudad, que sería planteada siguiendo los
ideales ilustrados de orden y racionalidad, característicos del siglo de las luces. Pero además del
trazado, la nueva capital construiría sus principales edificios en el nuevo
estilo que revisaba el clasicismo más ortodoxo. Ese primer trazado fue obra de Luis
Díez Navarro.
Primer plano de Nueva Guatemala de la Asunción (Luis Díez
Navarro, 1776)
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El diseño propuesto
por Díez Navarro para la Nueva Guatemala
consistía en un cuadrado de trece manzanas de lado, que aportaba ciertas novedades
frente al trazado tradicional de las ciudades coloniales españolas. Por una parte,
el damero indiscriminado se transformaba
en un juego más sutil, con manzanas de tamaños diversos que presentan
simetría respecto a los ejes principales. Por otra parte, las calles se disponían según una jerarquización inédita y la gran
plaza central se veía complementada por otras plazas secundarias que
aparecían en cada cuadrante. Además, la ciudad ofrecía un borde delimitado por unos paseos de ronda arbolados que contaban con
exedras, también arboladas, en los extremos de las calles que configuraban
la plaza central.
Segundo plano de Nueva Guatemala de la Asunción (Marcos
Ibáñez, 1778)
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Pero, estas
aportaciones serían aplicadas solo parcialmente porque este proyecto sufriría
modificaciones de importancia. Las primeras surgirían a instancias del arquitecto
de la Corte, Francesco Sabatini, quien supervisó el proyecto y envió a Marcos
Ibáñez para revisar su trazado (Ibáñez sería nombrado Arquitecto Principal de
Guatemala). En este segundo plano de Nueva Guatemala, presentado en 1778, se
perdía la contundencia del primer trazado. Las plazas secundarías cambiarían su
disposición diagonal por otra en forma de cruz, se transformarían las jerarquías
viarias, variarían los tamaños de manzana, se perdería la simetría axial e
incluso la rotundidad de la delimitación (y por supuesto sus paseos
perimetrales).
Nueva Guatemala de la Asunción (Félix Consuegra, 1787)
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Pero, tampoco
esta segunda versión sería definitiva ya que sufriría transformaciones al pasar
del plano a la realidad, como muestra el plano de la ciudad dibujado por Félix
Consuegra en 1787. Este plano se ajusta con bastante precisión al resultado
final que se construyó.
El actual Centro
Histórico de Nueva Guatemala se corresponde con los límites del trazado inicial
de la ciudad, identificados con la 1ª calle por el norte; la 18ª calle por el
sur; la Avenida Elena por el oeste; y la 12ª avenida por el este (aunque este
límite oriental es un poco menos claro porque en algunos tramos llega hasta la
13ª avenida).
En esa área
se fueron construyendo los nuevos edificios para la nueva capital. Marcos Ibáñez
comenzaría con el diseño de la Catedral (Catedral Primada Metropolitana de
Santiago o simplemente Catedral
Metropolitana de la Ciudad de Guatemala), el primer edificio que marcaría
la senda neoclásica que identificaría a la Nueva
Guatemala. Pero Ibáñez abandonaría por problemas de salud y la obra sería
continuada por su ayudante Antonio Bernasconi. Bernasconi sería autor del
Palacio Arzobispal en 1783 y del Hospital de San Juan de Dios. Otros
arquitectos destacados serían Bernardo Ramírez, que realizó el convento de las
Capuchinas, y finalizó el de Santa Catalina en 1809; Santiago Marqui quien
proyectaría la iglesia de La Recolección (1809) o San Francisco (1800); o Pedro
Garci Aguirre autor de la iglesia y convento de Santo Domingo, conocida también
como Basílica Menor de Nuestra Señora del Rosario (1788).
Arquitectura de Nueva Guatemala. De arriba abajo: Catedral
Metropolitana, iglesia de la Recolección, iglesia de Santo Domingo.
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Nueva Guatemala se mantendría dentro de los límites
establecidos en su planificación inicial hasta finales del siglo XIX, cuando
comenzaría su expansión en todas las direcciones, especialmente hacia el sur.
La evolución derivada del crecimiento acelerado de la ciudad llevaría a la colonial
Nueva Guatemala de la Asunción a
convertirse en un distrito más de una gran ciudad (que también había absorbido
núcleos del entorno). En la actualidad, aunque mantiene su nombre oficial, es
conocida como Ciudad de Guatemala, una aglomeración urbana de 2,1 millones de
personas que ascienden a 4,7 millones al contabilizar el total de su extensa área
metropolitana (según datos de 2015).
Ortofoto del Centro Histórico de Guatemala en 2016. |
Nueva Guatemala se mantendría dentro de los límites establecidos en su planificación inicial hasta finales del siglo XIX, cuando comenzaría su expansión en todas las direcciones, especialmente hacia el sur https://ideandando.es/como-tomar-silicio-organico/
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