Fachadas como libros de piedra: de izquierda a derecha,
Colegio de San Gregorio (Valladolid); Iglesia de San Pablo (Valladolid); y
Universidad de Salamanca.
|
La
arquitectura tiene un lenguaje propio, aunque también puede ejercer como un
mero “soporte” de comunicación, destacando en esta labor las fachadas, que pueden transmutarse en un sostén privilegiado
desde el que lanzar mensajes, disimulando u ocultando su función constructiva
bajo el “añadido” informativo.
En este
artículo nos interesan los muros que actúan como si fueran atriles en los que
desplegar una hoja escrita con esculturas, asemejando a una novela gráfica de piedra, o en los que colgar unas pantallas gigantes de LEDs, siendo las
estatuas y relieves o las imágenes de video las que transmiten los mensajes.
Vamos a
profundizar en seis casos, tres de cada categoría y lo haremos en dos
artículos. En el primero viajamos para “leer
en piedra” a Valladolid, en las fachadas de la iglesia de San Pablo y del
Colegio de San Gregorio, y a Salamanca, en la fachada de la Universidad,
tres brillantes ejemplos del gótico
tardío y del plateresco español, así
como de la noción de fachada-retablo.
En el segundo, acudiremos a Nueva York (Times Square), Londres (Picadilly
Circus) y Tokyo (Shibuya Hachiko)
para “ver la televisión”.
La comunicación
arquitectónica y la arquitectura como canal de comunicación.
La arquitectura tiene un lenguaje
propio que admite lecturas diversas. Podemos atender a cuestiones
estilísticas fijándonos, por ejemplo, en la retórica clásica (con elementos
de repertorio variado como columnas, capiteles, frontones, etc. y una
“gramática” particular). También existe un lenguaje técnico más centrado en programas y tipologías funcionales,
distribuciones o usos; igualmente dispone de una voz espacial que puede resultar abstracta-racional o poética-emotiva
al expresar temas de forma, luz, ritmo, escala o color entre otros. Por
supuesto también está el idioma simbólico
que nos refiere conceptos topológicos como puede ser la noción de entrada o las
de estancia o circulación. Incluso la
arquitectura propone comunicaciones de carácter histórico-social demostradas por la capacidad de revelar aspectos
sobre la sociedad que la creó y también sobre las comunidades que la habitan en
cada momento.
Ahora bien,
independientemente de esta capacidad comunicativa inherente, la arquitectura también puede ejercer como
un mero “soporte” informativo. Otras artes han aprovechado esa facultad de
servir de canal para para transmitir ideas o para contar historias. Así sucedió
con las fabulosas columnas votivas clásicas, con los monumentales arcos de
triunfo del imperio romano, con los capiteles de los claustros románicos, o con
las abigarradas portadas de las catedrales góticas, pero entre todas las
posibilidades, destacan las fachadas
que pueden transmutarse en un sostén privilegiado desde el que lanzar mensajes.
Los muros
siempre han fascinado al ser humano para “escribir” en ellos. A veces de una
forma tan vulgar y espontánea como un grafiti que pretende recordar que una
determinada persona estuvo allí (esto es, desgraciadamente, una constante
histórica); y a veces de forma mucho más sofisticada, con rotulaciones muy
elaboradas para expresar, por ejemplo, el reconocimiento al promotor del
edificio en cuestión. En ocasiones la comunicación resulta explícita (con
escritura de textos), pero en otras es simbólica, necesitando códigos para
descifrarla (por ejemplo, requiriendo conocer el significado de figuras,
escudos o motivos ornamentales intencionados).
En
determinadas épocas, las fachadas han sido muy utilizadas como vehículo
informativo, recurriendo a técnicas no arquitectónicas, como puede ser la
pintura, la escultura (destacando en este caso el plateresco español con sus
conocidas fachadas-retablo y fachadas-telón) o el vídeo en nuestro
tiempo. En estos casos, las fachadas disimulan u ocultan su misión constructiva
para soportar un “añadido” informativo. En este artículo nos interesan las
fachadas que actúan como si fueran atriles en los que desplegar una hoja
escrita con esculturas, asemejando a una
novela gráfica de piedra, o en los que colgar unas pantallas gigantes de LEDs. Son las estatuas y relieves o las
imágenes de video las que transmiten los mensajes.
Vamos a
profundizar en seis casos, tres de cada categoría y lo haremos en dos
artículos. En el segundo, acudiremos a Nueva York (Times Square), Londres (Picadilly Circus) y Tokyo (Shibuya Hachiko) para “ver la
televisión”, mientras que, en este primero, viajamos para “leer en piedra” a Valladolid (en las fachadas de la iglesia de San
Pablo y del Colegio de San Gregorio) y a Salamanca (en la portada de la
Universidad), tres brillantes
ejemplos del gótico tardío y del plateresco
español, así como de la noción de fachada-retablo.
En estas tres fachadas escucharemos
interesantes historias porque las vallisoletanas mezclan relatos de devoción, de iniciación y de ambición mientras que la
salmantina es un manifiesto político.
Caso 1: Libro de piedra: Fachada del Colegio de San Gregorio de Valladolid (hacia 1492)
Portada del Colegio de San Gregorio de Valladolid (hoy
Museo Nacional de Escultura)
|
La Universidad de Valladolid fue fundada en 1241 y su existencia motivó la aparición de Colegios para alojar y complementar la instrucción de alumnos. El modelo surgió en Salamanca, en 1401, cuando se levantó el Colegio Mayor de Anaya o Colegio Viejo (actual Colegio Mayor de San Bartolomé). En Valladolid se construiría entre 1486 y 1492 el Colegio Mayor Santa Cruz por iniciativa del Cardenal Mendoza (Pedro González de Mendoza) siguiendo el modelo del salmantino. Entre 1488 y 1496 se levantaría un segundo, el Colegio de San Gregorio por el impulso del obispo Alonso de Burgos.
Fray Alonso
de Burgos (c.1415-1499) fue un personaje singular en la época, monje dominico y
confesor de la reina Isabel la Católica, llegaría a ocupar varias cátedras
episcopales (Córdoba, Cuenca y Palencia) y a ejercer de Canciller Mayor del
Reino. Había nacido en el asturiano Valle de la Mortera y quizá por eso (o
debido a su formidable afán constructor) fue conocido como “fray Mortero”. Fue
prior del convento dominico de San Pablo de Valladolid y ejerciendo de obispo
de Palencia (entonces Valladolid pertenecía a la diócesis de Palencia) quiso
potenciar su antiguo cenobio con la creación de un Colegio de Teología que se
levantaría junto al mismo (su actividad docente cesaría en el siglo XIX y en
1933 fue transformado en el Museo Nacional de Escultura).
Imágenes del obispo Alonso de Burgos en las dos
portadas vallisoletanas que promovió. A la izquierda en San Pablo y a la
derecha en San Gregorio.
|
Entre los
muchos valores de este edificio representativo del gótico tardío español (el
estilo “Reyes Católicos”) destaca la portada, con la deslumbrante entrada que
contrasta con el largo, austero y opaco muro que la soporta. En su construcción
se utilizó piedra caliza de Campaspero y Hontoria. No se tiene certeza sobre su
autor, pero algunos investigadores apuntan al escultor Gil de Siloé, quien
podría haberla diseñado, aunque la ejecución pudiera haber corrido por cuenta
de los miembros de su taller.
La portada es
una elaborada alegoría de la iniciación
al conocimiento y de las virtudes que acarrea mezclada con un homenaje a los Reyes Católicos por su
reciente conquista del Reino de Granada (una cortesía que podía tener que
ver con el hecho de que Alonso de Burgos nombró en su testamento a la monarquía
como heredera y patrona del colegio para garantizar su subsistencia). Además, el ego del fraile obispo promotor queda
satisfecho con la dedicatoria del edificio que el mismo realiza a San Gregorio
Magno. Son los dos grandes temas del retablo que se ven reforzados por
otros complementarios.
Formalmente,
la portada se construye entre dos planos diferentes: el del muro de base y otro
que avanza hacia el exterior para dar volumen y enfatizar el acceso. Esquemáticamente,
la composición tiene dos partes, la
inferior vinculada a la entrada y la superior que es el retablo propiamente
dicho. Las dos se encuentran flanqueadas por dos pilastras que recorren la
totalidad de la altura de la composición. La puerta queda en el plano retranqueado
abocinando sus jambas para enlazar con el plano avanzado que marcan tanto las
pilastras como el retablo superior. Horizontalmente, la articulación entre las
dos partes y sus distintos planos se realiza por medio de dos arcos. El primer
arco, que está situado en el plano retrasado, es un arco carpanel que forma un
tímpano sobre el dintel de la puerta (en el cual se escenifica la dedicatoria).
Por encima de ese arco aparece el segundo en el plano adelantado de la portada:
un espectacular arco conopial trilobulado.
Como decimos,
en el tímpano, se presenta la escena
en la que el promotor, Fray Alonso de Burgos, realiza una ofrenda a San
Gregorio Magno (con sus atributos habituales de tiara papal de tres niveles y
báculo), acompañado de dos personajes especiales: santo Domingo de Guzmán, fundador
de la Orden de Predicadores (el nombre oficial de los dominicos) y San Pablo, el titular de la advocación del convento
contiguo. La puerta presenta repetidamente el motivo de la flor de lis que
adoptó como propio Alonso de Burgos (aparece profusamente en las jambas y en el
tímpano). La flor de lis sigue apareciendo dentro de un escudo en varios lugares:
por ejemplo, sobre el Papa, bajo el lóbulo central del arco superior, sujetado
por dos ángeles (y otro tercero muy pequeño) o también sobre las jambas
abocinadas de la puerta con nuevos ángeles tenantes.
Las pilastras laterales que enmarcan el
conjunto se dividen en tres pisos, acogiendo hornacinas en cada uno de ellos,
con figuras que evolucionan según la altura simbolizando el ascenso al
conocimiento. En el nivel inferior, a la misma altura que otras figuras
presentes en las jambas de la puerta, aparecen seres aparentemente salvajes,
barbudos y peludos que representarían la imagen del hombre “natural” sin
instrucción. Mientras que en el nivel intermedio son caballeros, con sus
armaduras, lanzas y escudos manifestando su condición civilizada. En el nivel
superior nuevos hombres semidesnudos aparecen indicando la consecución de la
virtud y el rechazo a los bienes materiales tras finalizar el proceso de
iniciación en el conocimiento.
Detalles de la portada del Colegio de San Gregorio:
izquierda, personajes salvajes del primer nivel; derecha, caballeros del nivel
intermedio.
|
Sobre el arco trilobulado se organiza
la fachada-retablo propiamente dicha, en tres calles: las dos laterales
con dos cuerpos horizontales mientras que la calle central, del doble de
anchura que las otras, presenta una escena única. El arco trilobulado obliga a
que el arranque de los pisos de las tres calles se produzca a un nivel
diferente.
El espacio que
queda entre el arco y la base del primer cuerpo de las calles laterales está ocupado por sendas figuras que abren las
fauces a un león, imágenes identificadas con Sansón o Hércules y que han sido
interpretadas como un gesto de advertencia defensiva frente a lo salvaje. Los
dos pisos no son simétricos formalmente pero sí lo son programáticamente: en
los inferiores, bajo un dosel, dos ángeles sujetan el escudo con la flor de lis
(otra vez, el emblema del Alonso de Burgos); en los superiores, también bajo
dosel, dos personajes con túnicas cortas, parecen escoltar el gran escudo de
los Reyes Católicos que se encuentra a su altura.
Portada del Colegio de San Gregorio de Valladolid.
Parte superior con el retablo propiamente dicho.
|
La calle central presenta el gran tema del
conjunto (más allá de la dedicatoria) conjugando la alusión al paraíso que espera a los que atraviesen la puerta para
adentrarse en el conocimiento con el homenaje a los Reyes Católicos. La
escena está protagonizada por un granado lleno de frutos que enmarca el escudo
de los monarcas. El fructífero árbol es interpretable como el Árbol de la Ciencia y su identificación
con un granado responde a la mencionada conquista del reino nazarí. El blasón
de los Reyes Católicos está sujeto por dos leones que se encaraman al árbol
mientras agarran los símbolos de Isabel y Fernando, el haz de flechas y el
yugo, respectivamente. El escudo, que está también soportado por el águila de
San Juan, situada tras él, ya muestra el entado inferior donde se aloja el
símbolo de Granada (cosa que no ocurre con los blasones interiores del patio del
Colegio, que son anteriores a la fecha de la conquista). El árbol nace de un
pilón hexagonal que representaría la Fuente
de la Vida y del Conocimiento. La
escena cuenta como la presencia de numerosos querubines desnudos que expresarían la felicidad del Paraíso.
Portada de la iglesia de San Pablo de Valladolid.
|
La iglesia de San Pablo es el templo del convento homónimo fundado en 1276 en Valladolid para la Orden de los Predicadores por Violante de Aragón, esposa de Alfonso X el Sabio. A mediados del siglo XV fue ampliado por orden del obispo y cardenal dominico Juan de Torquemada y sería completado a finales de la centuria por el también obispo Alonso de Burgos (igualmente fraile dominico como sabemos), particularmente con su fachada, en la que participaron los arquitectos Simón de Colonia y Juan Guas. Así el edificio de San Pablo es anterior al contiguo de San Gregorio, pero su fachada es un poco posterior. No obstante, a principios del XVII, el Duque de Lerma ampliaría de nuevo el templo (y su fachada).
A la izquierda primera portada de la iglesia de San
Pablo y a la derecha su versión definitiva tras la ampliación realizada por el
Duque de Lerma.
|
Su elemento
más notable es la portada que, como
decimos, se realizó en dos etapas debido a una circunstancia histórica muy
singular vinculada al referido duque. Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja
(1553-1625), el primer Duque de Lerma tras recibir el título en 1599, fue un
destacado político de su época que actuó como valido de Felipe III entre 1598 y
1621. En 1601, el Duque de Lerma convenció al rey Felipe III para trasladar la capital de España desde Madrid
a Valladolid. La aceptación del monarca puso en marcha una serie de obras
para adaptar la ciudad castellana al nuevo rango. Entre ellas estuvo la remodelación
de la Iglesia de San Pablo que iba a ser el centro religioso de un conjunto
palaciego que acogería a la Corte. El templo sufrió importantes modificaciones
entre las que destacan la elevación de las bóvedas de la nave hasta igualar la
altura de las del crucero y la remodelación de la fachada que, como
consecuencia de lo anterior, vio aumentada su altura considerablemente. También
se reforzaría su estructura con los dos contrafuertes laterales que simulan
torres-campanario (rematadas con espadañas y campanas). Esta intervención
explica que la fachada fuera realizada
en dos etapas que se ven reflejadas en la composición del “retablo” (y
explica también porque se repite la presencia de ciertos santos y evangelistas).
Portada de la iglesia de San Pablo. Parte inferior
vinculada a la entrada al templo.
|
La composición original se corresponde
con la parte inferior, separándose de
la superior por una imposta situada justo encima del rosetón central (también
el frontón que remata la fachada pertenece a la propuesta inicial promovida por
Alonso de Burgos, pero este se elevó sobre el añadido del duque para continuar
rematando el nuevo conjunto). Además del rosetón mencionado, la estructura de
esta parte está protagonizada por el acceso, formado por un gran arco carpanel
que sobresale y protege la puerta de entrada, enmarcada por pilastras y
arquivoltas que alojan a santos dominicos y, sobre todo, por la escena
desarrollada sobre el dintel que presenta la Coronación de la Virgen por la Santísima Trinidad y justifica el gran tema de la fachada ya que la
advocación mariana es quizá la principal de la Orden de los Predicadores puesto
que consideran que su fundación fue
motivada por la intercesión de la Virgen María.
Tímpano de la portada de la iglesia de San Pablo con la
escena de la coronación de la Virgen.
|
Pero la devoción y la sumisión no
eliminan el orgullo y la vanidad. Nuevamente, como en el caso de San Gregorio, el obispo Alonso de
Burgos es espectador de excepción del acontecimiento de la coronación de la
Virgen María dejando constancia para la posteridad de su acto de fervor (y de
su ego). En el centro de la escena, la Virgen recibe la corona que le es
entregada por Dios Padre y por Jesucristo en presencia del Espíritu Santo (en
forma de paloma), escena remarcada por la presencia de un dosel superior y por
el acompañamiento de un conjunto de ángeles músicos. A la derecha, de pie, se
encuentra San Juan Bautista (identificable por el cordero) y a la izquierda
también de pie, San Juan Evangelista (identificable por la copa), quien apoya
su mano en el arrodillado obispo (reconocible por los atributos pontificales
mitra y báculo y su capa decorada con flores de lis). Tras los santos juanes,
sendos ángeles cierran la escena sujetando dos escudos de los que fue borrado
el emblema de la flor de lis que tuvieron originalmente para incluir las barras
(izquierda) y las estrellas (derecha) del duque de Lerma (hecho al que nos
referiremos más adelante).
Portada de la iglesia de San Pablo. Detalle de la parte
central protagonizada por el rosetón.
|
Sobre el arco
carpanel aparece una primera imposta que divide la composición (y bajo la cual,
en las esquinas sobre el arco vuelven a aparecer los omnipresentes emblemas del
duque). Sobre esa línea los cuatro evangelistas de fondo con tres figuras
sobresalientes: en el centro Dios Padre y a sus lados San Pedro y San Pablo,
estando las tres figuras protegidas por pináculos-doseles remarcando su
importancia. El dosel central queda delante del rosetón que indica el final de
la fachada original.
Portada de la iglesia de San Pablo. Detalle de la parte
superior añadida por el Duque de Lerma.
|
La parte superior de la fachada es el
añadido posterior
realizado por el Duque de Lerma. Presenta un tipo de composición muy diferente
(el goticismo anterior se ha convertido en un racionalismo renacentista).
Estructurada como un retablo con tres cuerpos horizontales y cinco calles
verticales ofrece una serie de marcos rectangulares, separados por columnas e
impostas cilíndricas. En esos marcos, de distintas proporciones (los extremos
son la mitad de sus contiguos y estos, a su vez, la mitad del central), se muestra
una colección de figuras y blasones. Las calles extremas son hornacinas, al
igual que la calle central del cuerpo superior. En este nivel alto, las calles
intermedias alojan sendos emblemas del Duque de Lerma, iguales y en posición
simétrica. Los tres cuerpos centrales de los dos pisos inferiores muestras
figuras y escenas en bajo relieve sobre un fondo estrellado muy homogéneo, cambiando
el tema de la fachada original que en este caso se centra en el Triunfo de Jesucristo. Así, en esas calles de los
dos cuerpos inferiores se desarrollan seis escenas bajo dosel que representan a
las Marías ante el sepulcro, la Resurrección, el encuentro camino de Emaús, la
aparición a los discípulos, San Juan y San Pedro ante el sepulcro y la Duda de
Santo Tomás. En los laterales vuelven a aparecer los evangelistas, así como
profetas y los reyes David y Salomón (constructores del Templo de Jerusalén).
El cuerpo superior recupera a la Virgen, aunque con el niño, “escoltada” por
cuatro santos dominicos (San Pedro de Verona, Santo Domingo de Guzmán, Santo
Tomás de Aquino y San Vicente Ferrer) que repiten presencia ya que también
aparecen en las jambas de la puerta. Y, como no, dos grandes escudos con las
armas del Duque de Lerma.
Portada de la iglesia de San Pablo. Frontón superior
con el escudo de los Reyes Católicos.
|
La
composición se completa con el frontón
triangular que había rematado la traza original y que había sido “ascendido”
hasta el nivel definitivo de cubierta, recogiendo también toda la anchura del
“retablo”. En él, sobre un fondo escamado, destaca el gran escudo de los Reyes
Católicos sujetado por leones tenantes a cada lado (que además portan uno el
yugo y otro las flechas, emblemas de los monarcas). Por encima de la corona del
blasón surge el águila de San Juan. El
escudo presenta un campo cuartelado que está formado, en sus cuarteles primero
y cuarto, por un contracuartelado de las armas de Castilla y de León; y, en sus
cuarteles segundo y tercero, por un partido de Aragón y Sicilia. Asimismo,
cuenta con un entado en la punta para alojar las armas de Granada conseguidas
en 1492 (como sucede en el escudo de la fachada de San Gregorio).
Portada de la iglesia de San Pablo. Ángeles tenantes
portando el escudo del Duque de Lerma.
|
Llama la atención
la presencia repetitiva, casi obsesiva ya que aparece hasta ocho veces, del
emblema del Ducado de Lerma. El ego del
Duque llevó a la eliminación de los emblemas de Fray Alonso de Burgos y la
incorporación de los suyos (incluso en las torres laterales donde ubicó dos
gigantescos junto a lapidas conmemorativas). El escudo que aparece en la
fachada muestra su campo partido entre las armas Sandoval/Rojas a la izquierda
(respectivamente, una banda de sable y cinco estrellas de ocho puntas, puestas
en sotuer) y las armas del condado de
Medinaceli a la derecha debido a su esposa Catalina de la Cerda (que era hija
de Juan de la Cerda y Silva, IV Duque de Medinaceli): un cuartelado con los
cuarteles primero y cuarto con un partido de Castilla (castillo) y de León
(león rampante coronado) y los cuarteles segundo y tercero de Francia, de los
borbones (tres flores de lis puestas dos sobre una).
La
capitalidad de Valladolid se mantuvo hasta 1606, fecha en la que retornó a
Madrid. Los historiadores han descubierto evidencias sobre el interés
inmobiliario y especulativo que motivó al Duque tanto en el traslado a
Valladolid de la capitalidad del reino como en la recuperación madrileña. San
Pablo y su fachada quedarían como testimonio de una aspiración que no se
consolidó.
Caso 3: Libro de piedra: Fachada de la Universidad de Salamanca (hacia 1525)
Fachada plateresca de las Escuelas Mayores de la Universidad
de Salamanca.
|
Salamanca es una ciudad universitaria. En 1218 se creó la que está
considerada primera universidad española (considerando que los Estudios Generales creados en Palencia
entre 1208 y 1212 acabarían desapareciendo). No obstante, los denominados
actualmente “edificios históricos” se construyeron en el siglo XV. Se otorga
esta calificación a tres edificios, el de Escuelas
Mayores, el de Escuelas Menores y
el Hospital del Estudio que se reúnen
en la plaza llamada Patio de Escuelas.
Nos interesa el edificio de las Escuelas Mayores, comenzado a construir en
1411, y particularmente su fachada, aunque esta sería levantada entre los años
1525 y 1529, convirtiéndose en un prodigio comunicativo y para muchos en la
obra cumbre del plateresco español.
Construida en
piedra arenisca de Villamayor (la piedra característica de Salamanca), la
maravilla escultórica nos ofrece un
manifiesto político “gráfico”, homenajeando a Carlos V (I en España) y narrando
las bases del imperio y las aspiraciones del emperador. Investigaciones
recientes (Alicia M. Cantó, 2014) atribuyen la obra a Juan de Talavera, escultor
y arquitecto de la escuela toledana. La financiación habría corrido a cargo de
la reina Juana I de Castilla.
En palabras
de José Antonio Pascual, catedrático de Lengua española y miembro de la Real Academia
Española, la fachada lanza “un mensaje en el que se sitúa al emperador en
una misión imperial que quería ser continuadora de la de la antigua Roma, pero
marcada también por el signo del toisón y conducente a un perfeccionamiento
moral cristiano”
En el libro “El mito imperial. Estudio iconológico de los
relieves de la universidad salmantina”, publicado en 2012 por Paulette
Gabaudan, su autora apunta que “La
fachada de la Universidad en Salamanca (fechada en torno al año 1525) es
imperial romana y esculpida a la gloria del emperador Carlos. La fachada
aparece pues dominada por la presencia imperial de Roma, vertiente política del
pensamiento carolino. Se presenta materialmente dividida en tres cuerpos y
cinco calles. Los tres cuerpos corresponden a una estructura ideológica clara:
en la base, cuerpo bajo, figura la monarquía española, es decir los abuelos
fundadores; en el centro está el emperador reinante con sus símbolos, es la
razón de ser del conjunto; en el cuerpo alto está Roma, desde el papa hasta los
dioses romanos y sus héroes: es el modelo ofrecido al Emperador, la meta a la
que aspira. Nuestra tesis se funda en el cruce de tres presencias simbólicas:
el Imperio romano, encarnado en Venus, madre de los césares y en Hércules,
príncipe bueno; el Sacro Imperio, fundado por Carlomagno para la “renovatio
Imperii Romani”, cuyo emblema es el águila bicéfala; y los héroes legendarios
de la Antigüedad, modelos ineludibles en el Renacimiento, que figuran en los
medallones. Las tres presencias se enraízan en Roma y convergen hacia el
Emperador, cuyo escudo campea en el centro de la fachada”.
El “retablo”
propiamente se superpone a la fachada a partir de las puertas que dan acceso al
edificio (dos arcos carpaneles contiguos). Desde esta entrada se levanta propiamente
la fachada-retablo, estructurada en tres cuerpos (horizontales) y cinco calles
(verticales) flanqueadas por dos pilastras que arrancan desde la altura de los
capiteles de las puertas llegando hasta la crestería superior.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de
Salamanca. Cuerpo inferior.
|
El cuerpo bajo está dedicado a la base
del estado español
recordando la unión dinástica realizada por los Reyes Católicos, abuelos del
emperador Carlos. En la calle central aparece el medallón con la efigie en bajo
relieve de estos monarcas quienes sujetan un cetro entre ambos. La imagen está
rodeada por una inscripción en griego que dice ΟΙ ΒΑΣΙΛΕΙΣ Τῌ ΕΓΚΥΚΛΟΠΑΙΔΕΙᾼ,
ΑΥΤΗ ΤΟῖΣ ΒΑΣΙΛΕYΣΙ (Los Reyes a la Universidad y esta a los Reyes). Sobre
Fernando aparece la divisa del yugo con el nudo gordiano cortado y sobre Isabel
el haz de flechas.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de
Salamanca. Detalle del Medallón con le efigie de los Reyes Católicos.
|
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de
Salamanca. Cuerpo central.
|
El segundo cuerpo está presidido por el escudo
imperial que aloja los símbolos de los territorios de la corona hispánica
(un contracuartelado con Castilla, León, Aragón, Navarra, Sicilia, Jerusalén,
Hungría y Granada, por una parte; y Austria, Borgoña, antigua y moderna,
Brabante, Flandes y el Tirol, por otra). A sus lados aparece el águila bicéfala
(izquierda) que es el símbolo del imperio y a la derecha el águila de San Juan,
identificada con Isabel la Católica. Las calles laterales representan, la
izquierda a Hércules (quien se identificaría con Carlos V) y a la derecha Hebe,
en la que sería la representación de la reina Juana (algunas interpretaciones
asignaban esta figura a la emperatriz Isabel de Portugal, pero parece que los
atributos corresponderían más a la madre del emperador que, además, financió la
obra). En este cuerpo intermedio aparecen cuatro conchas que albergan a la
Sibila profética (un signo de buenos augurios) y a tres de los denominados “seis
medallones de la fama” por Gabaudan: Trajano, Escipión “el africano” y Marco
Aurelio.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de
Salamanca. Detalle del cuerpo superior.
|
El cuerpo superior está presidido por el
Papa (identificado por la tiara y las llaves de San Pedro, que podría ser Martín
V entregando las Constituciones de la
Universidad). El sumo pontífice se encuentra ejerciendo su magisterio ante
varias personas (es la escena que se recuerda en el escudo de la Universidad
de Salamanca). A sus lados, ocupando las dos calles laterales surgen dos dioses
paganos: a la izquierda, Venus (fecundidad y pasión) y a la derecha, Hércules
(fuerza y esfuerzo). Algunas interpretaciones creen ver a Adán y Eva, pero los
atributos de la figura masculina apuntarían en la dirección del héroe semidios.
Cada figura tiene a sus lados sendos medallones: Baco, el dios civilizador; y
los tres personajes restantes de los “seis de la fama”, que son Julio César; el
emperador Octavio Augusto; y Alejandro Magno. Debajo de estas cuatro figuras
aparecen alegorías de las
cuatro virtudes cardinales: Fortaleza, Justicia, Prudencia y Templanza. Gabaudan
relaciona estas presencias con la obra de Jorge Manrique, “Coplas
por la muerte de su padre”, escrita hacia la década de 1470:
“En
ventura Octaviano;
Julio César en vencer y batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber y trabajar;
en la bondad, un Trajano”
Gabaudan justifica
estas alegorías virtuosas debido a que “el soberano había de practicar esas virtudes, porque de él dependía la
vida y la felicidad de muchos hombres”.
Fachada de las Escuelas Mayores de la Universidad de
Salamanca. Detalle del cuerpo superior con Hércules en el centro y las efigies
del emperador Augusto (izquierda) y de Alejandro Magno (derecha).
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
urban.networks.blog@gmail.com