“El deporte se configura como una palanca de transformación para definir la agenda vital de cada uno de nosotros y un gran acelerador del cambio cultural”.
En su artículo publicado en 2Playbook, la plataforma de negocios para la industria del deporte, Alfonso Arroyo defiende la necesidad de una digitalización responsable y el fomento del ejercicio y el deporte, razonando cómo solo es posible un modelo de sociedad sostenible si está compuesto por personas activas y corresponsables.
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La digitalización responsable
El deporte se configura como una palanca de transformación para definir la agenda vital de cada uno de nosotros y un gran acelerador del cambio cultural.
Situados como
estamos en nuestro país, en plena consolidación del estado de bienestar, pero
sin permanecer ajenos a los nubarrones que se sitúan sobre los desajustes del
mismo, me llama muchísimo la atención la facilidad con la que podemos difuminar
el foco sobre algunos asuntos que nosotros mismos definimos como cuestiones de
rabiosa actualidad y supuesta prioridad.
Hemos
incorporado a nuestro espacio de convivencia, con pasmosa cotidianidad,
millones de terminales que interactúan con nosotros o entre sí de manera
consciente o inconsciente. Esta nueva situación ha inducido la generación de un
flujo creciente de millones de datos, hace apenas una década inimaginable, que
el estar viviendo en plena era del desarrollo de la tecnología digital nos
permitirá recoger y tratar de múltiples maneras.
Pues bien, parece
que esta reciente realidad informativa está sirviendo de soporte para producir
un gran número de publicaciones sobre las crecientes turbulencias, alrededor de
los diferentes ámbitos de la salud mental de una parte importante de la
ciudadanía. En consecuencia, cada vez con mayor frecuencia aparecen opiniones
más o menos sesudas sobre la necesidad de articular pautas claras a la hora
de acometer programas específicos que permitan restaurar los impactos
negativos de la arquitectura de vida de la sociedad actual.
Es más, en
los últimos meses está entrando de lleno en los objetivos y programas de las
políticas públicas. Teniendo claro este marco de referencia, debería resultar
fácil diseñar las acciones de mejora sobre el estado físico y emocional que
consigan aumentar la confianza y la seguridad en nosotros mismos.
Es en ese
contexto donde resulta difícil de entender como cualquier dirigente, en el
nivel de competencias que le permita su institución, no contempla la
utilización del fomento del ejercicio y el deporte como una terapia de
largo impacto y solo con efectos colaterales positivos, como por ejemplo el aporte
extra de motivación.
Hoy, se
cuenta con innumerables evidencias científicas sobre como nuestra mejora física
aumenta la autoestima y el amor por uno mismo. Sobre cómo la obtención de los
resultados planificados es símbolo de esfuerzo y es una recompensa que favorece
el ánimo. Es más, nos ayuda a dominar la mente y beneficia la capacidad de
concentración.
Con el
ejercicio físico conseguimos liberar tensiones físicas y mentales que hemos
acumulado y en consecuencia rebaja los niveles de estrés. Es capaz de
reducir los síntomas en estados depresivos o de elevada ansiedad. Mejora la
memoria y la capacidad de aprendizaje. Da herramientas para que el cerebro
responda mejor antes las situaciones de estrés. Mejora las relaciones sociales.
Previene el deterioro cognitivo. Aporta energía y ayuda a rendir más durante el
día. Favorece la relajación y mejora el tiempo de sueño reparador.
Teniendo
todos estos efectos positivos más que documentados, resulta muy complicado
entender que esta potente herramienta de bajo coste en el medio plazo y mínimo
en el largo no se incorpore en posición de preferencia, en el ámbito de la
promoción de la salud y en la construcción de una supuesta estrategia de país,
que apuesta de manera decidida por su compromiso con la sostenibilidad.
Es el momento de ejercer lo que supone ser una verdadera sociedad adulta, que mira de frente a la complejidad del futuro, sin refugiarse o en el victimismo o en el paternalismo institucional y asumir su protagonismo ante los grandes retos y sus soluciones. Es el momento de asumir que solo es posible un modelo de sociedad sostenible si está compuesto por personas activas y corresponsables. En este contexto el deporte se configura como una palanca de transformación para definir la agenda vital de cada uno de nosotros y un gran acelerador del cambio cultural para conseguir este irrenunciable compromiso.
Alfonso Arroyo Lorenzo
Doctor economista especializado en Marca Ciudad.
Director general de la plataforma España
Deporte.
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