Letchworth Garden City fue la primera ciudad-jardín.
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El siglo XIX
fue prolífico en la proposición de modelos alternativos a la denostada ciudad
industrial y posliberal. El último de ellos, nacido con el cambio de centuria, protagonizaría
la siguiente.
Ebenezer
Howard presentó su idea de la ciudad-jardín en 1898. En ella
recogía parte de la tradición residencial inglesa para fundamentar sobre la
misma un modelo urbano y territorial para el futuro de las ciudades, aunque su objetivo
principal era la reforma de la sociedad. Howard, que no era arquitecto, reivindicó
una nueva organización social, planteó diagramas y distribuciones, propuso
fórmulas de gestión y financiación, y definió una estrategia de implantación;
pero, no se limitó a establecer sus bases teóricas, él era un hombre de acción
y se puso en marcha para hacer realidad su sueño. Para ello contó con la
trascendental colaboración inicial de Raymond Unwin y Barry Parker, quienes
materializarían la utopía: en 1904 se inició, en el norte de Londres, Letchworth, la primera ciudad-jardín.
La difusión
internacional y el éxito de la idea fueron formidables. Y, a pesar de que se fueron
produciendo hibridaciones con otras visiones e interpretaciones que desvirtuaron
el original, la ciudad-jardín se convertiría en uno de los modelos
urbanos esenciales en la ciudad del siglo XX.
Los problemas urbanos
del Londres de la segunda mitad del siglo XIX.
Londres ya
era una gran ciudad a mediados del siglo XIX, pero durante la segunda mitad de la centuria, su crecimiento demográfico fue
explosivo. Pasó de 1.995.846 residentes en 1851, a 4.670.177 en 1901,
duplicando su población; y si nos fijamos en las cifras del “Gran Londres”, el
aumento fue desde los 2.286.609 habitantes hasta los 6.226.494, prácticamente
el triple.
El Imperio
británico y su Londres victoriano habían alcanzado la cúspide. La capital de la
principal potencia mundial había fundamentado su predominio en una industria innovadora
y floreciente que le permitió erigirse como centro financiero internacional y
referente del comercio mundial. Todo ello conllevó una gran prosperidad que
atrajo a una ingente masa de emigrantes de muchos lugares, como reflejan las
cifras comentadas anteriormente.
La primera consecuencia fue la inevitable
expansión urbana, ya
que la mayor parte de los nuevos residentes tuvieron que aposentarse en las
periferias de la ciudad, ampliando considerablemente el área londinense. Los
transportes públicos (principalmente el ferrocarril, tanto de superficie como
subterráneo) facilitaron que la ocupación territorial de la capital británica
pasara de tener un radio de cinco kilómetros a contar con uno de quince. Pero
hubo una segunda derivada trascendental
producida por ese hecho: la imperiosa necesidad de viviendas. La gran
demanda puso en marcha un proceso de construcción acelerado que mezcló, en
muchos casos, el desarrollo especulativo con una baja calidad de los edificios,
principalmente en los casos destinados a alojar a la clase obrera. Ciertamente
hubo urbanizaciones exteriores bien ejecutadas, pero su destino eran las clases
pudientes (como Bedford Park).
Desgraciadamente, esa no fue la norma, y las urbanizaciones precarias (con
problemas de muchos tipos, entre ellos de salubridad) se convirtieron en focos
de enfermedades que propagaron epidemias variadas por toda la ciudad. Esto creó
una situación general de alarma que hizo que las autoridades tomaran cartas en
el asunto para intentar reconducir la situación.
En 1888 se
constituyó el London County Council (LCC)
entre cuyas atribuciones estaría la de velar por el desarrollo urbano de la
capital y su entorno. En paralelo, la ciudad se convertiría en un tema de
discusión en círculos intelectuales y artísticos que alumbrarían desde la
denuncia social (la literatura de Dickens es un ejemplo) hasta propuestas de
todo tipo para mejorar el modo de vida (entre las que destacarían muchas que reivindicaban
la vida en el campo como alternativa). En este contexto comenzarían a cuajar
ideas y proyectos, entre los que destacaría la reflexión de un polifacético personaje,
Ebenezer Howard, quien publicaría en
1898 un estudio en el que explicaba su solución para los problemas de las
ciudades y la forma de abordar el crecimiento urbano: las denominadas
“ciudades-jardín”.
Publicidad de la década de 1920 sobre Welwyn Garden
City expresando las bondades de la ciudad-jardín.
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El modelo de ciudad-jardín (Howard, Unwin y Parker).
Ebenezer Howard (1850-1928), no era un planificador urbano sino un reformador social. Peter
Hall, en su libro “Ciudades del Mañana”, defiende esta tesis diciendo que “el mayor error es que lo consideran un
planificador físico, ignorando que sus ciudades jardín eran sólo el medio para
reconstruir la sociedad capitalista convirtiéndola en una infinidad de
sociedades cooperativas”. Su utopía propugnaba una “tercera vía” social y
política que pretendía alejarse del capitalismo y del socialismo convencional para
proponer un modelo de convivencia basado en el colectivismo, la organización
local y el autogobierno. Esto se manifestaba en un nuevo modo de hábitat, otra
“tercera vía” que perseguía la unión de las bondades del campo y de la ciudad,
y que sistematizaba la implantación territorial de las ciudades a partir de la
adición estructurada de núcleos limitados y autónomos.
Esas ideas
estaban en sintonía con la tradición utopista del siglo XIX, que buscaba alternativas
a la ciudad existente (desde las de Fourier, Owen, Cabet o el resto de los
llamados “socialistas utópicos” hasta propuestas como la Ciudad Lineal construida en Madrid por Arturo Soria). Para concretar su visión, Howard
recogió la arraigada tradición anglosajona de vida en contacto con la
naturaleza (practicada sobre todo en los entornos rurales) y la reelaboró desde
una óptica original. En esta línea, ya se habían producido algunas
aproximaciones anteriores, más intuitivas que reflexivas, y que no fueron más
allá de ser actuaciones concretas sin aspiraciones de generalidad, como Birkenhead y sus viviendas en el parque,
desarrolladas en 1843 por Joseph Paxton; o Riverside, planificada en 1868 por
Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux en Chicago. Por cierto, que es muy
probable que Howard, que residió en Chicago entre 1872 y 1876, conociera la
propuesta de Olmsted y se viera influido por ella.
Howard publicó
en 1898 un libro denominado “To-morrow: A
Peaceful Path to Real Reform” (Mañana: una vía pacífica hacia la reforma
social) en el que exponía su propuesta habitacional y organizativa. La buena
acogida de sus ideas llevó a la reedición del texto en 1902, apareciendo
entonces con el que sería su título definitivo para la posteridad: Garden
Cities of tomorrow. (Versión española
“Las ciudades jardín de mañana” en “Orígenes y desarrollo de la ciudad
moderna”, Ed. Gustavo Gili, Barcelona 1972).
Ebenezer Howard. Diagrama nº 1 de la ciudad-jardín,
expresando la teoría de los tres imanes.
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En su libro,
Howard comenzaba desarrollando su teoría de los “tres imanes” reflejando como el
primero (la ciudad victoriana), era un lugar problemático pero que ofrecía
oportunidades; mientras que el segundo (el campo) ofrecía aire puro y
naturaleza, pero escasas posibilidades de desarrollo. El tercero (la
ciudad-campo) emergía como la cuadratura del círculo, reuniendo lo mejor de
cada uno de los anteriores. Esta nueva ciudad soñada sería una entidad
autogobernada y contaría con unas dimensiones limitadas (unas 32.000 personas
en un recinto urbano de unas 400 hectáreas dentro de un entorno verde de unas
2.000 hectáreas).
Ebenezer Howard. Diagrama nº 2 de la ciudad-jardín. La
ciudad y su entorno (32.000 habitantes para unas 2.000 hectáreas)
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Ebenezer Howard. Diagrama nº 3 de la ciudad-jardín,
mostrando un sector circular con la distribución de la ciudad.
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Ebenezer Howard. Diagramas nºs 4 y 5 de la ciudad-jardín,
comparando el crecimiento habitual (desordenado) con el propuesto para las
ciudades jardín (ordenado).
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El resultado
final sería un gran sistema urbano descentralizado en gran medida (no obstante,
los primeros análisis de Howard aplicaban su teoría al entorno de Londres, y
planteaban las ciudades-jardín como
satélites respecto a la posición baricéntrica de la capital).
Ebenezer Howard. Diagrama nº 7 de la ciudad-jardín.
Esquema de implantación territorial y relación con la ciudad central.
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Había nacido la ciudad-jardín como concepto. Howard, que no era arquitecto, definió los principios
que debían guiar su construcción y fijó el modelo a seguir para
implantarlas territorialmente.
No obstante, como hemos comentado, estaba menos interesado en la forma física
de la ciudad que en el proceso social que la definía. Pero desgraciadamente
para él, su “revolución social” quedaría relegada y, muy pronto, cayó en el
olvido, sepultada tras el éxito de la propuesta residencial. La “forma” anuló
el “fondo” y la ciudad-jardín
acabaría siendo gestionada como cualquier otra actuación inmobiliaria. Fue el
primer golpe que desvirtuó el modelo original, pero no sería el último, como
veremos más adelante. En cualquier caso, para la cultura urbanística, el gran legado de Howard fue la creación de
un modelo completo, urbano y territorial, que se postulaba como alternativa al
desarrollo de las ciudades, y que sería trascendental a lo largo del siglo XX:
la propuesta urbana acabaría convirtiéndose un exitoso estilo de vida
aspiracional y su planificación territorial influiría en la estrategia de
crecimiento de muchas grandes urbes que optaron por implantar núcleos-satélite en
su entorno.
Interpretación del esquema de la ciudad-jardín tipo.
Estructura vial.
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Interpretación del esquema de la ciudad-jardín tipo.
Estructura de las zonas verdes.
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Interpretación del esquema de la ciudad-jardín tipo.
Estructura de la edificación.
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Para
promocionar su modelo, Ebenezer Howard constituyó en 1899 la Garden City Association (esta asociación
sigue en funcionamiento, aunque su denominación actual es Town and Country Planning Association, TCPA). Desde esta
organización, impulsaría la construcción de los primeros ejemplos. Para su
materialización inicial colaboró con dos arquitectos, que habían resultado
vencedores en un concurso que convocó a tal efecto, y que resultarían
fundamentales para la traslación del concepto a la realidad: Raymond Unwin (1863-1940) y Barry Parker (1867-1947).
Unwin y
Parker, eran cuñados y se habían asociado profesionalmente en 1896 (una
relación que duraría hasta 1914). Unwin había manifestado con anterioridad su
preocupación por los temas sociales, llegando incluso a colaborar con la Liga
Socialista británica. Además, se encontraba muy influenciado por la lectura de las
obras de John Ruskin y William Morris, siendo un fervoroso seguidor del
movimiento Arts and Crafts. En sus
primeros años, el equipo había ido acumulando experiencia en construcciones
suburbanas, cuestión que les había permitido madurar una serie de ideas acerca
de cómo abordar el diseño urbano y arquitectónico de la periferia de las
ciudades. De hecho, en 1901 publicaron el libro The Art of Building a Home y, entre 1902 y 1904, proyectaron el
pueblo de New Earswick. Además, su
bagaje les permitió organizar, en 1903, en Manchester, una exposición titulada Cottages near a Town. Por eso, su
participación en la ciudad-jardín no
se limitó a aplicar las ideas de Howard, sino que supuso una importante
contribución a su definición morfológica (y arquitectónica). Unwin y Parker extrajeron
elementos de la arquitectura popular, gestando una propuesta ciertamente
pintoresca, con tintes medievales y aderezada con las influencias artesanales del
movimiento Art and Crafts y las
sugerencias compositivas de Camillo Sitte (1843-1903), quien en 1889 había
publicado su influyente libro “Construcción de ciudades según principios
artísticos".
El modelo,
más o menos abstracto de Howard, cobró vida en manos de Unwin y Parker, quienes
fijarían los principios formales de la ciudad-jardín: predominio de la
vivienda unifamiliar con una amplia parcela para cada una, combinaciones de las
mismas creando diversas agrupaciones o “unidades vecinales” (que generaban
pequeñas placitas verdes, espacios semipúblicos, muy en la línea de los closes de la tradición anglosajona),
trazados que mezclaban líneas rectas con otras curvas para adaptarse a los
terrenos y propiciar perspectivas limitadas, predominio de la vegetación en la
configuración de los espacios públicos, etc. La construcción de la primera ciudad-jardín aportó la imagen formal
que sería la referencia morfológica del modelo. Unwin expondría sus ideas y
experiencias en “Town Planning in
Practice”, el influyente libro que publicó en 1909 (“Town Planning in Practice”, Ed. Parker, Londres, 1909.
Versión española “La práctica del Urbanismo”, Ed. Gustavo Gili, Barcelona 1989)
Con el
decidido impulso de Howard y el apoyo financiero de diferentes socios, se
emprendió la realización del modelo en el entorno de Londres. En 1904, comenzó
la construcción de Letchworth Garden City, la primera ciudad-jardín, planificada por Unwin y Parker. A esta actuación
pionera le seguiría Hampstead Garden Suburb (1906), donde estos mismos autores
aplicarían sus ideas para crear, no una ciudad, sino un nuevo barrio londinense,
que llamarían suburbio-jardín (en
este caso promovido por la filántropa Henrietta Barnett). Pocos años después,
en 1919, nuevamente Ebenezer Howard pondría en marcha su segunda ciudad-jardín: Welwyn Garden City,
planificada en este caso por Louis de Soissons.
Letchworth Garden City. Plan de Barry Parker y Raymond
Unwin.
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Letchworth Garden
City (1904),
la creación de un modelo formal.
Letchworth fue la primera ciudad-jardín construida a partir del modelo propuesto por Howard e
impulsada por él mismo. Para ello, en 1903, constituyó una empresa (First Garden City Limited) en la que
integró a socios interesados en la operación inmobiliaria y seleccionó (y compró)
unos extensos terrenos de unas 1.600 hectáreas, situados a poco más de
cincuenta kilómetros al norte de Londres, que estaban bien comunicados con la
capital tanto por carretera como por ferrocarril. Pero el nacimiento de Letchworth presentó enormes dificultades
financieras, que impusieron modificaciones en la estrategia de inversión (y que
pusieron en cuestión las ideas cooperativas de Howard), aunque, a pesar de eso,
Letchworth sería finalmente una
realidad.
Para el
diseño de la ciudad contrataría a Raymond Unwin y a Barry Parker quienes
presentaron la planificación en 1904. El plan de Unwin y Parker recogía, en
cierto modo, la sugerencia de los diagramas de Howard adaptándolos a la
realidad topográfica de la zona y a sus propias ideas urbanas (como hemos
dicho, los arquitectos tuvieron un peso muy importante en la definición formal
del modelo). El planteamiento de la ciudad es aproximadamente radioconcéntrico (parecido a los
diagramas de Howard) con bulevares que convergen en el gran espacio central,
todo ello con un predominio “verde”. Pero si el trazado recuerda a la hipótesis
inicial, no sucedió así con otras cuestiones. Por ejemplo, no se logró cumplir
con parte del programa de equipamientos principales y se incrementó
considerablemente la proporción residencial (para la que Unwin y Parker
diseñaron viviendas, y agrupaciones de las mismas, que marcarían una impronta
para el futuro). Estas circunstancias pondrían en cuestión la pretendida fuerza
de atracción de la nueva ciudad frente al campo y a la metrópoli.
Letchworth Garden City. Postal histórica.
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Aunque, desde
el punto de vista del modelo original de Howard, Letchworth dejaría bastante que desear, lo cierto es que acabaría
siendo un desarrollo exitoso comercialmente, aunque tardó muchos años en
consolidarse (su población fue creciendo lentamente y, en la actualidad, ronda
los 30.000 habitantes, tal como había previsto Howard). En cualquier caso, a
pesar de haber sido despojado de su revolucionario contenido social, de muchas
de sus claves de gestión, y de una parte sustancial de su programa de usos, Letchworth
supondría la creación de un modelo formal para la ciudad-jardín, que sería la base para los siguientes desarrollos.
Hampstead Garden
Suburb (1906),
la renuncia a la autonomía urbana.
Poco después
del arranque de Letchworth, Henrietta
Barnett, una filántropa de la alta burguesía inglesa, que llevaba tiempo como
benefactora de diferentes instituciones y que soñaba con la creación de una
comunidad ideal, decidió promover un nuevo barrio en Londres, que se apoyaría en
la ciudad-jardín.
La extensión
del metro londinense hacia el noreste (hasta Golders Green) proporcionó una gran accesibilidad a unos terrenos
de su propiedad que, además, fueron ampliados con la compra de varias fincas
del entorno. Su primera intención era cederlos al LCC para la creación de un
parque, pero cambió de idea gracias, en parte, a la lectura de los escritos que
Raymond Unwin había ido publicando sobre su trabajo, en los que reflexionaba
sobre las posibilidades de las nuevas comunidades, en las que habría mezcla de
clases y se posibilitarían adecuadas relaciones de vecindad entre personas. Convencida
de ello, Henrietta Barnett constituyó, en 1906, una compañía (Hampstead Garden Suburb Trust Limited) que
promovería las aproximadamente 100 hectáreas de las que disponía en los altos
de Hampstead, en el Londres
septentrional.
Hampstead Garden Suburb. Plan inicial de Barry Parker y
Raymond Unwin.
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Hampstead Garden Suburb pretendía ser
un escenario ideal de integración social para todas las clases. Su
planteamiento debía alejarse de las monótonas extensiones que caracterizaban
las periferias de las principales urbes industriales inglesas de finales del
siglo XIX y, por supuesto, no debía tener nada que ver con las congestionadas e
insalubres áreas centrales. La planificación del nuevo barrio sería encargada
también a Raymond Unwin y a Barry Parker, quienes aplicaron sus ideas a un
marco diferente, porque Hampstead Garden Suburb no nacía como
una ciudad autónoma, sino como un crecimiento en continuidad, como un nuevo barrio
de la capital, cuestión que sería una diferencia fundamental con el modelo de
Howard.
El nuevo barrio residencial tomaría la
apariencia formal de ciudad-jardín,
con una densidad edificatoria que pretendía garantizar el carácter urbano sin
perder el contacto directo con la naturaleza, dando prioridad a los espacios
libres verdes y desarrollando un extenso catálogo de agrupaciones de vivienda,
que se convertiría en referencia para el futuro.
Hampstead Garden Suburb. Detalle del centro urbano.
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Hampstead Garden Suburb. Ortofoto actual del centro
urbano.
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El modelo original recibió nuevos “golpes”
(ya había perdido su
carácter revolucionario) porque la pretendida autonomía urbana se desvanecía y se
demostraba que la filosofía formal de la ciudad-jardín
era perfectamente aplicable a los crecimientos suburbanos residenciales, sin
necesidad de plantear limitaciones. No serían los últimos, ya que, además, su
carácter, casi exclusivamente residencial, también negaba la deseada
programación de usos mixtos y, por su fuera poco, el éxito comercial de la
operación impidió el cumplimiento de la motivación social inicial, ya que Hampstead se fue consolidando como
residencia de clases acomodadas.
Despojada de su visión territorial, de su autonomía, de su
limitación, de su programación de usos o de su orientación social, la ciudad-jardín
caminaba hacia su reducción conceptual, que la llevaría a convertirse simplemente
en sinónimo de un estilo de vida vinculado a la vivienda unifamiliar con parcela,
integrada en conjuntos de baja densidad caracterizados también por el
predominio de la vegetación en los espacios urbanos.
Welwyn Garden City (1919), hacia la codificación del
modelo.
Welwyn sería la segunda ciudad-jardín
impulsada por Ebenezer Howard, a unos veinte kilómetros al norte de Londres.
Howard crearía otra sociedad específica (inicialmente Second Garden City Limited y, a partir de 1920, Welwyn Garden City Limited) que reuniría
capital de numerosos accionistas para promoverla, siendo la mayoría hombres de
negocios que buscaban rentabilidad económica.
Welwyn Garden City. Plan inicial de Louis de Soissons.
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El arquitecto
Louis de Soissons (1890-1962) sería el responsable de planificar la nueva
ciudad. Soissons planteó un trazado aprovechando parte de los caminos existentes,
adaptándose a las peculiaridades topográficas de los terrenos, e incluso
protegiendo algunos de los árboles más significativos. Su propuesta inicial
tendría cierta inspiración beauxartiana, aunque
la realidad final presentaría diferencias respecto del plan original. Son
particularmente interesantes las múltiples disposiciones que Soissons diseñó
para las agrupaciones vecinales. El carácter de las propuestas de Unwin y
Parker (más cercanas a la reinterpretación del espacio entre casas de campo) se
convirtieron en Welwyn en ejercicios
más sofisticados y variados, mostrando las posibilidades, más “urbanas”, de
agregación de las viviendas pareadas y en hilera.
Welwyn Garden City. Detalle del plan inicial para el
área de “The Quadringle” y “Handside Walk”
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Welwyn Garden City. Variaciones sobre el tema de la
agrupación de viviendas desarrolladas por Louis de Soissons.
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Welwyn iniciaría el proceso de
“codificación” del modelo de ciudad-jardín que quedaría reducido a la sistematización
de unas cuantas claves, principalmente formales, que se repetirían en las numerosas urbanizaciones
residenciales de baja densidad realizadas, sobre todo, en el periodo
entreguerras.
(Welwyn volvería a la primera plana urbanística
cuando, en 1948, se designó su ampliación dentro de la estrategia de las New Towns de posguerra).
La evolución del
modelo de ciudad-jardín.
El éxito en
el ámbito británico fue extraordinario, pero la ciudad-jardín también tendría una formidable propagación
internacional. La intensa actividad de la Garden
City Association de Howard recibió un espaldarazo con la Town Planning Conference, organizada en
1910 por el RIBA (Royal Institut of
British Architects) con la intensa colaboración de Raymond Unwin. Esa
reunión animaría la fundación en Londres, en 1913, de la International Garden Cities and Town Planning Association que,
presidida por Ebenezer Howard, acabaría transformándose en una federación de las
numerosas asociaciones y movimientos generados en torno a la ciudad-jardín en otros países. Esta
institución continúa actualmente su actividad bajo el nombre de International Federation for Housing and
Planning (IFHP).
Pero la
exitosa difusión de la idea de ciudad-jardín
conllevaría muchas interpretaciones del modelo original, que irían perdiendo
buena parte de los fundamentos fijados por Howard y también de las referencias establecidas
por Unwin y Parker. Garden-City se
convirtió en una etiqueta de éxito comercial y fueron muchas las urbanizaciones
que imitaron su apariencia formal pero no el espíritu (la denominación de ciudad-jardín adquirió un gran prestigio
d impulsó enormemente la venta de viviendas). A pesar de esto, y aunque tampoco
pueda hablarse de un movimiento unitario, las diferentes versiones de los
núcleos suburbanos inspirados en la ciudad-jardín
(mayoritariamente residenciales) sí mantendrían un denominador común expresado en una densidad media-baja, con una
importante presencia de zonas verdes y un cierto pintoresquismo general.
Posters publicitarios de la época anunciando las bondades
de las nuevas ciudades-jardín de Letchworth y Welwyn.
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La
gran acogida de las ideas de Howard haría proliferar los ejemplos en otros
países, particularmente fértil fueron los Estados Unidos, con muestras tan
tempranas como Forest Hills Gardens en Nueva
York (Queens) según el diseño que Frederick Law Olmsted Jr. realizó en 1909 o
la paradigmática Radburn, en Nueva Jersey, proyectada por
Clarence Stein y Henry Wright en
1923.
A lo largo de
la centuria se irían produciendo hibridaciones
del modelo con otras tendencias emergentes. Es particularmente interesante
la revisión de la ciudad-jardín
realizada por el Movimiento Moderno. En ella, los primeros racionalistas
(especialmente los alemanes) incorporarían
los avances estilísticos, tipológicos y tecnológicos del funcionalismo, así
como la visión desde una óptica social. Pueden reseñarse significativos casos
en ciudades como Frankfurt (con el “Nuevo Frankfurt” de Ernst May, desarrollado entre 1925 y 1930),
Stuttgart (con la Weissenhof de 1927) o Berlín, con las siedlungen
construidas durante la República de Weimar (seis de las cuales fueron
declaradas Patrimonio de la Humanidad en 2008).
Tras la
Segunda Guerra Mundial, la influencia llegaría hasta las New Towns construidos en Gran Bretaña y en otros
países europeos. También puede rastrearse el influjo en las urbanizaciones de
viviendas unifamiliares de la segunda mitad del siglo (construidas, la mayoría
de las veces, para las clases más acomodadas) e, incluso, en la filosofía
suburbial del sprawl, aunque en estos
últimos casos el alejamiento de las ideas originales sería cada vez mayor.
Con todo, a
pesar de la adulteración del modelo original, y generalizando sus múltiples
versiones, puede decirse que la ciudad-jardín se convirtió en uno de los
modelos urbanos esenciales en la ciudad del siglo XX.
Es muy interesante y útil. El tema no es conocido y aquí nos muestra detalles. Gracias.
ResponderEliminarResulta bastante interesante estos, puntos sería bueno que incluyeran ahora la intervencion de los juegos olimpicos y sus influencias y legados
ResponderEliminarExcelente aporte y muy bien detallado. Super útil para saber uno de los principios urbanisticos posterior a la revolución industrial. Gracias.
ResponderEliminarExcelente aporte para saber los inicios del urbanismo posterior a la revolución industrial.
ResponderEliminarGracias.
Muy buen material, muchas gracias por compartir esta entrada. Me gustaría saber si puedo citar el material en mi blog. Desde ya mucha gracias.
ResponderEliminarGracias Claudia por tu comentario. Puedes citarlo. Saludos
EliminarBuen material, es amplia la explicación. Felicidades.
ResponderEliminarmuy buena información. tanto el video como este blog. simplemente queria contarles que vivo en una de estas ciudades planificadas que se encuentran en argentina, y me gustaria decirles que todos aquellos que les interesa el tema visiten en argentina donde vivo que es se CIUDAD JARDIN que actualmente cumplio 75 años y se mantiene casi original en un 80 %. esta ciudad es patrimonio del partido de 3 de febrero con cual ya no se permiten modificaciones y nuevas construcciones. la ciudad esta tan bien planificada que es digna de ser visitada. muchas gracias.
ResponderEliminarme alegra mucho el ver el comentario de una persona que vive e interactua contante mente en una de esas ciudades , y me llena de interés el saber como es su calidad de vida, me refiero a saber como se sienten las personas que viven hay ?? se sienten cómodas,por ejemplo: ¿hay mucho trafico automovilístico ??
EliminarYo vivo también en Ciudad Jardín en Argentina. Antes vivia en Palermo, en Buenos Aires. Mi vida ha mejorado totalmente, es otra calidad: Los jardines, las callecitas, la gente hacen que todo sea más fácil. Hay 4 calles donde hay mucho tránsito, son las que llevan a las salidas; las demás son tranquilas. De todos modos hay mucho auto. Pero los fines de semana es un paraíso.
EliminarMe llama la atención que el concepto sociológico se basa en contraponerse al sistema capitalista y el socialismo. El colectivismo me impacta...aca donde yo vivo (Los Mochis Sinaloa_Topolobampo -Maxico-- existió un proyecto trunco llamado Ciudad pacifico (1884)---con esa misma concepcion sociournbana..
ResponderEliminarMuchas gracias al autor y a todos por comentar con datos tan interesantes para el conocimiento y el estudio de este tipo de ciudades jardín! Un saludo a tod@s!
ResponderEliminarMuchas gracias por aportar estos conocimientos.
ResponderEliminarUn saludo
llama la atención que el concepto sociológico se basa en contraponerse al sistema capitalista y el socialismo. El colectivismo me impacta...aca donde yo vivo (Los Mochis Sin la-voz.net/ramon-castilla/
ResponderEliminarExelente artículo y material de estudio
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