Robert Moses (1888-1981) fue un personaje muy polémico. Sus proyectos y su determinación, lo convirtieron en un personaje adorado por unos y odiado por otros.
Su papel en la planificación urbana de la Nueva York moderna le valió el apodo de “New York City's Master Builder” (maestro constructor de Nueva York), llegando a compararse su labor con la del Barón Haussmann en el París del Segundo Imperio.
Su visión sobre cómo debían ser las ciudades tuvo gran influencia en los técnicos de la época que extendieron su modelo de renovación urbana a lo largo del país.
Robert Moses no tuvo cargos políticos pero su influencia en las órbitas del poder fue inmensa. Moses fue Comisionado de Parques (1934-1960) y presidente de la Autoridad de Túneles y Puentes de la ciudad (1946-1968). En una ciudad como Nueva York, con sus particulares procedimientos de planificación urbana, Moses fue, durante más de 30 años, el auténtico director del planeamiento de la ciudad.
Moses fue un visionario idealista que perseguía un modelo de renovación urbana basado en la zonificación a gran escala y la cultura del coche. La planificación de una red de grandes autopistas, puentes y túneles para el vehículo privado impulsó la suburbanización (especialmente de Long Island). Sobre estas bases también promovió grandes equipamientos urbanos, particularmente espacios verdes. Su visión también incluía la construcción de edificios altos, rodeados de plazas y de coste económico para la clase media (los superblocks).
Fue un gran defensor de la iniciativa privada frente a la pública, creía en las posibilidades ilimitadas de la ingeniería y presentaba un coraje inquebrantable ante los obstáculos, fueran humanos, financieros o topográficos.
Pero sus infraestructuras (principalmente las grandes autopistas) demolieron barrios enteros (de clases trabajadoras como en el Bronx o en Manhattan noroeste) y desplazaron a miles de neoyorquinos.
Por esto tuvo grandes enfrentamientos tanto con otros urbanistas o teóricos de la ciudad que en los años sesenta defendían un modelo urbano opuesto (una de ellas fue Jane Jacobs, la célebre autora de The Death and Life of Great American Cities) como con los ciudadanos que realizaron muchas protestas públicas en la calle.
Las actuaciones de Robert Moses transformaron Nueva York en una metrópoli surcada por autopistas, puentes, parques, o equipamientos monumentales. Algunas de sus obras son:
· El conjunto de puentes Triborough Bridge (actual Robert F. Kennedy Memorial Bridge) que unen Manhattan, Queens y el Bronx. También el Verrazano Narrows Bridge.
· Grandes autopistas como la Brooklyn-Queens Expressway, la Staten Island Expressway, la Cross-Bronx Expressway o el Belt Parway.
· Grandes equipamientos como el complejo Lincoln Center o el de las Naciones Unidas (parece que tuvo gran responsabilidad en la instalación de la ONU en Manhattan frente a la candidatura de Filadelfia)
· La evolución de los parques de Manhattan, como la extensión del Riverside Park en el Upper West Side, la creación del East River Park, o la transformación de Central Park (que en 1934 se encontraba muy deteriorado y con el impulso de Moses se convirtió en el parque actual)
· Grandes parques como Flushing Meadows-Corona Park (concebido inicialmente para albergar la Feria Mundial de 1939) o, en el condado de Nassau, el Jones Beach State Park (Moses también fue presidente de la Long Island State Park Commission)
· Multitud de zonas de ocio, y entre éstas 11 piscinas municipales (Moses, gran aficionado a la natación, realizó muchas construcciones de este tipo para crear zonas salubres, en una ciudad rodeada de aguas contaminadas) o la Orchard Beach en el Bronx.
No todo fueron éxitos, también cosechó alguna derrota. Un ejemplo de ello es cuando intentó la prolongación de la Quinta Avenida hacia el sur, atravesando Washington Square Park, o también cuando propuso la construcción de una autopista en la zona sur de Manhattan.
En la biografía The Power Broker: Robert Moses and the Fall of New York, del periodista Robert Caro (que ganó con este libro el Premio Pulitzer en 1974), abundan las críticas hacia su modelo urbano y también sobre sus relaciones con el poder y el capital o sobre su despreocupación por las consecuencias que sufrían los ciudadanos.
"Estamos reconstruyendo Nueva York, no abandonándola", replicó en 1956 a sus críticos.
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