San Francisco es la constatación de la inquebrantable voluntad del ser humano por imponerse a la naturaleza.
Con la controvertida decisión de que la ciudad fuera trazada como una retícula ortogonal sobre un territorio poco apto para ello, por estar plagado de colinas, se puso en marcha un “gen contestatario” que tiene tendencia a enfrentarse a lo convencional.
Los españoles, dueños de Las Californias, captaron el interés de la península y la Bahía, y comenzaron su colonización con la estrategia habitual: la cruz y la espada. Se fundó la Misión de San Francisco de Asís y el Presidio Real de San Francisco (Presidio era un tipo de fortificación militar). Con el tiempo surgiría la población de Yerba Buena que, al pasar a manos estadounidenses en 1847, cambió su nombre por el de San Francisco.
En 1839, por encargo del alcalde mexicano de Yerba Buena (la independencia de España se produjo en 1821), el topógrafo suizo Jean Jacques Vioget (1799-1855), trazó el primer plano de ordenación de los terrenos que hasta entonces estaban ocupados por ranchos, cabañas y tiendas provisionales, sin una estructura urbana ni los servicios comunes que comenzaban a ser necesarios (más allá de la asistencia que proporcionaban la Misión y el Fuerte).
Portsmouth Square en torno a 1850. Mirando hacia el norte, la Telegraph Hill avisaba de las dificultades de implantar la trama ortogonal |
Vioget trazó un plano torpe, bastante rudimentario y con errores geométricos, que intentaba compaginar la existencia de los ranchos con el trazado de una estructura de calles inspirada en el modelo de ciudad colonial española. Las manzanas, en un trazado de damero, debían rodear una plaza (actual Portsmouth Square).
La herencia española marcaba la trama reticular.
En 1847, el nuevo mayor norteamericano de la recién bautizada San Francisco, encargó al técnico Jasper O'Farrell (1817-1875) la corrección de los errores del plano de Vioget y la ampliación de la ciudad. Las ideas iniciales de O'Farrell de adaptar las calles a la topografía fueron abandonadas debido a la presión de las propiedades consolidadas a partir de la base trazada por Vioget. Se decidió continuar esa trama a pesar de la evidencia de que resultaría muy complicada su implantación sobre las colinas y sus laderas de fuertes pendientes.
Esta decisión convertirá a San Francisco en una ciudad singular.
Este giro forzó la existencia de una vía diagonal para articular las dos mallas (Market Street). Esta vía se proyectó con una anchura de 120 pies (36,6 metros) y se convertiría en el gran eje de comunicación del primer San Francisco.
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