Brondby (Dinamarca)
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A pesar de su
rotundidad geométrica y de su potencia simbólica, el círculo no ha sido utilizado con frecuencia como base estructural de
las ciudades. Desde el punto de vista urbano, resulta una figura
contradictoria porque además de las dificultades para su implantación, sus virtudes
iniciales suelen convertirse en inconvenientes para su desarrollo.
No obstante,
el círculo protagoniza algunas de las más espectaculares construcciones urbanas,
tanto en modelos unitarios, como formando parte de sistemas más amplios, en
racimo (cluster) o en malla. También
destaca puntualmente en inmensas vías circulares o condicionando territorios a
través de proyecciones radiales, así como en el diseño de paisajes y, por
supuesto, en la arquitectura, aunque en
este artículo nos ocuparemos de su utilización urbanística. No obstante,
hay que precisar que dejaremos para otra ocasión los círculos de pequeña escala
(como plazas o rotondas de tráfico) para centrarnos aquí en los grandes
diagramas de planificación.
El círculo ha
ofrecido su especial magia a todas las civilizaciones, como demuestra el hecho
de encontrarlo en los primitivos poblados africanos o norteamericanos, en las
ruinas de ciudades persas y musulmanas, en las ciudades ideales concebidas por
los renacentistas europeos, en los trazados barrocos o en los mandalas urbanos
hindúes y, desde luego, en las ciudades contemporáneas. Vamos a aproximarnos a
sus claves morfológicas y simbólicas, categorizando y reseñando algunos de sus
ejemplos más representativos, dividiendo el artículo en dos partes (de los treinta
casos expuestos, en esta primera entrega abordamos los ocho primeros y en la parte segunda se presentarán los veintidós restantes).
El círculo y
la circunferencia no son habituales en la naturaleza, aunque, podemos descubrir,
por ejemplo, superficies circulares en algunas plantas acuáticas y
circunferencias en la formación de ondas al caer una piedra en un estanque. Pero
ciertamente, no son formas que se prodiguen (el sol o la luna, que apreciamos
como discos celestes, son en realidad esferas, lo cual no les ha impedido
aportar un gran poder simbólico al círculo, como veremos). La naturaleza
prefiere otras formas más útiles y eficaces (desde hexágonos, esferas,
fractales o hélices, por citar algunas de las más reiteradas). Por el
contrario, círculos y circunferencias son manifestaciones de la presencia
humana, siendo construcciones geométricas que nos acompañan desde tiempos
remotos fascinándonos por su perfección y sin dejar nunca de asombrarnos y de
subyugarnos.
Al margen de
su aplicación urbana, a la que dedicamos este artículo, son reseñables otras
muchas apariciones circulares que tienen que ver con el territorio.
Stonehenge y Avebury (Inglaterra). Debajo, restos de la
fortaleza vikinga de Trelleborg (Dinamarca)
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Earthworks (Inglaterra, 2009) y círculos de irrigación
agrícola (EEUU)
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Más allá de
la aparición de esas intrigantes construcciones prehistóricas, los paisajes
también se han visto transformados por la acción humana creadora de círculos.
Un caso que aporta fascinantes grupos de formas redondas es la agricultura, sobre todo por los
sistemas de irrigación pivotante, que provocan contrastes radicales entre el
verde del cultivo, situado dentro del regadío circular, y el yermo (pardo o
amarillo habitualmente) del secano improductivo. También el diseño de paisajes,
y especialmente los contemporáneos, se han apoyado en múltiples ocasiones en
círculos. Los earth works o el land art han, por ejemplo,
“recortado” campos de cultivo en efímeras y complejas composiciones o han
colocado piedras para crear obras de arte territorial. Muchas de estas
operaciones son perecederas y están vinculadas al mundo de la fotografía para
dejar constancia de su existencia (más aún cuando, en la actualidad, resulta
sencillo fotografiar desde el aire este tipo de intervenciones que, a ras del
suelo, no pueden apreciarse en su integridad).
Burning Man Festival. Black
Rock (Nevada, EEUU)
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En otro orden
de cosas, y relacionado tanto con la fugacidad del momento como con una cierta
estructuración urbana circular, encontramos un acontecimiento sorprendente: el Burning
Man, un festival que se celebra anualmente en el desierto de Black Rock en Nevada (a 150 kilómetros
al noreste de Reno). Este evento, que dura una semana, culmina con la quema de una
gran figura humana de madera (algo que recuerda a las Fallas de Valencia y a la
romería del Rocío). El encuentro es muy concurrido (se congregan más de
cincuenta mil personas) y las caravanas, tiendas de campaña, etc., se disponen
siguiendo circunferencias concéntricas, alrededor del centro ritual (donde se
ubica la gran escultura del futuro “hombre ardiente”). Esta asombrosa “ciudad
temporal”, adopta la misma estructura circular año tras año, aunque desaparece
sin dejar rastro tras finalizar la breve reunión (los asistentes se comprometen
con la limpieza pulcra del lugar). El desierto recupera su esencia vacía hasta
la nueva aparición al año siguiente, recuperando la misma disposición
transitoria (es llamativo que en google
maps queda reseñada su traza en su ubicación fija, que es lo único que
permanece: 40°47′13″N, 119°12′16″W)
Por supuesto
el círculo es uno de los grandes recursos en la arquitectura. Aparece en la sustentación de edificios por medio de
arcos y bóvedas de cañón, igualmente como base compositiva para plantas, alzados
o secciones, y lógicamente, también está presente en motivos decorativos o
elementos de carpintería y mobiliario. El círculo y la circunferencia también
son relevantes en la pequeña escala de
la ciudad, con muchos otros ejemplos tanto en el espacio urbano,
formalizando plazas o rotondas, como en pequeños sectores vinculados a
disposiciones curvilíneas de las edificaciones. Dejaremos estos temas para otra
ocasión.
Las disposiciones arquitectónicas circulares pertenecen
a la pequeña escala urbana. Leipzig (Alemania). Rundling, proyectado por Hubert
Ritter entre 1929 y 1930.
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No obstante,
es necesario hacer una precisión, ya que muchas ciudades han crecido a partir
de un núcleo central, desarrollándose desde él en todas las direcciones y aparentando
un crecimiento circular, que muestra, incluso, vías radiales (como es el caso,
por ejemplo, de Milán, que tuvo su origen como cuadrangular
ciudad de colonización romana).
Milán, planos de 1472 (arriba) y del siglo XVII (abajo),
una ciudad con apariencia circular pero cuyo origen es cuadrangular.
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La simbología del
círculo.
El círculo es
una superficie que extrae su fuerza
simbólica de la referencia ineludible a su centro y de su delimitación. Es
decir, de la existencia de un punto singular (el centro), único, privilegiado
sobre todos los demás, que se encuentran referidos a él; y también de la propia esencia de la línea
perimetral, una línea sin principio ni final, una línea “eterna” en su infinitud.
Esa frontera es una circunferencia,
una línea que se define como el lugar geométrico de todos los puntos que se
encuentran a la misma distancia de uno dado previamente (el centro). Esto
produce un efecto de igualdad, de isotropía en todos los puntos del límite. En
ese sentido el círculo (que es una
superficie) englobaría a todos los puntos ubicados a menor o igual distancia,
es decir en el interior del recinto demarcado.
De estas dos nociones
(centro y límite) se desprende un
conjunto de simbolismos ancestrales que han fortalecido a su ya poderosa
configuración formal. No son las únicas porque, también, círculo y
circunferencia se relacionan con la infinitud, con la complementariedad
interna, con el movimiento, entre otras cuestiones. Juan Eduardo Cirlot, en su Diccionario
de Símbolos, recuerda que “el círculo
o disco es, con frecuencia, emblema solar (indiscutiblemente cuando está
rodeado de rayos). También tiene correspondencia con el número 10 (retorno a la
unidad tras la multiplicidad), por lo que simboliza en muchas ocasiones el
cielo y la perfección o también la eternidad”. Por otra parte, al referirse
a la circunferencia apunta que es “símbolo
de la limitación adecuada, del mundo manifestado, de lo preciso y regular,
también de la unidad interna de la materia y de la armonía universal, según los
alquimistas. (…) es la imagen de aquello en lo cual el principio coincide con
el fin, es decir, del eterno retorno”.
La
importancia simbólica del círculo se manifiesta por su aparición constante en culturas muy diversas y alejadas. Circulo,
circunferencia o movimiento circular se manifiestan en prácticamente todas las
civilizaciones con significados similares que, de una forma u otra, sugieren la
perfección (de hecho, cuando algo sale bien decimos que ha quedado “redondo”).
También apuntan a la totalidad del mundo (como representación del universo, la
Tierra, el cielo, el sol, la luna, etc.), así como al eterno retorno (la
circunferencia no tiene ni principio ni final) o a la complementariedad ideal
de los contrarios (sectores que al unirse conformar una unidad perfecta en el círculo).
La forma circular, más allá de su versión útil o instrumental, manifestada en
la rueda, se encuentra presente como símbolo en muchas obras ornamentales e
ideogramas muy variados. Hacen referencia a ello, cada uno con su mensaje,
desde los diagramas yin-yang de la
cultura china, las esvásticas hindúes, el crismón cristiano o la media luna
musulmana. Incluso en nuestro propio lenguaje incorporamos la palabra círculo
en un sentido alegórico, como referencia a su interior, a la inclusión, al
sentimiento de pertenencia a un grupo, como muestran muchas asociaciones
humanas que se conocen con ese término (círculo de empresarios, círculo de
lectores, etc.), expresando la poderosa fuerza centrípeta del símbolo.
Símbolos relacionados con el círculo (crismón
cristiano, lauburu vasco, media luna musulmana y yin-yang chino)
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En lo
referente a la ciudad, el círculo está muy presente en los asentamientos
primitivos, tanto por cuestiones pragmáticas, como se verá más adelante, como
por su sentido simbólico de reunión, inclusión, delimitación interior-exterior,
incluso como nido y lugar matriz.
Por ejemplo,
en la cultura india norteamericana, el círculo era un símbolo muy especial que
trascendía su significado para incorporarse a sus propios asentamientos. Así lo
confirmaba muy poéticamente, Alce Negro (Black
Elk, 1863-1950), uno de los líderes espirituales y médico de la tribu sioux
de los Lakota Oglaga, en sus
conversaciones con John Neihardt:
“Habéis visto que todo
lo que hace el indio lo hace en un círculo, y esto es así porque el Poder del
Mundo siempre actúa en círculos, y todas las cosas tienden a ser redondas. En
los días de antaño, cuando éramos un pueblo fuerte y feliz, todo nuestro poder
nos venía del círculo sagrado de la nación, y en tanto el círculo no se rompió,
el pueblo floreció. El árbol florido era el centro vivo del círculo, y el
círculo de las cuatro direcciones lo nutría. El Este daba la paz y la luz, el
Sur daba el calor, el Oeste daba la lluvia, y el Norte con su viento frío y
potente, daba la fuerza y la resistencia. Todo lo que hace el poder del mundo
se hace en un círculo. El cielo es circular, la tierra también, y las estrellas
son redondas; el viento en su fuerza máxima se arremolina, los pájaros hacen
sus nidos en forma de círculos. El Sol sale y se pone en un círculo, la Luna
hace lo mismo, y ambos son redondos. Incluso las estaciones, con sus cambios,
forman un círculo y siempre regresan a donde estaban. La vida del hombre es un
círculo de infancia a infancia, y así en todas las cosas en que se mueve el
poder. Nuestros tipis eran circulares como los nidos de los pájaros y estaban
siempre dispuestos en círculo, el círculo de la nación, un nido hecho de muchos
nidos en el que el Gran Espíritu quería que cobijásemos a nuestros hijos”.
Neihardt, John
G. “Black Elk Speaks. The Complete Edition” Ed. University of Nebraska, 2014,
1ª ed.1932. (17. The First Cure)
El círculo como
diagrama de planificación urbana.
Pero a pesar
de su rotundidad geométrica y de su potencia simbólica, el círculo no ha sido utilizado con frecuencia como base estructural de
las ciudades. Desde el punto de vista urbano, resulta una figura
contradictoria porque además de las dificultades para su implantación, sus
virtudes iniciales suelen convertirse en inconvenientes para su desarrollo.
Para su
formación, los grandes círculos exigen una serie de requisitos previos,
comenzando por la propia geografía del lugar (factores naturales) ya que
necesita planicies sin obstrucciones en los que poder ser desarrollado
adecuadamente. También demanda una voluntad específica de la comunidad puesto que
su trazado obliga a un acuerdo (factores humanos) que acepte las ventajas e
inconvenientes de la forma.
Entre las
propiedades geométricas más apreciadas en la antigüedad destacaba el hecho de
que sea la figura que encierra una mayor
superficie para un menor perímetro. Es decir, el círculo proporciona una
economía de recursos para la delimitación de un espacio. Si hablamos de cercar
un lugar, obtendremos que, para una misma superficie, la valla circular será la
de menor longitud y por lo tanto la que menor consumo de recursos realiza
(cuestión muy importante en tiempos pretéritos donde los recursos escaseaban). Por
eso, cuando los pueblos primitivos deseaban acotar un lugar, el vallado
circular era el más eficaz. Y, en las ciudades, la rotundidad de la
circunferencia perimetral (base de una empalizada o una muralla que ofrecía
protección) conseguía la nitidez de la separación entre el espacio interior y
el exterior con la máxima economía.
El muro circular,
además, apuntaba un centro, otra de las
cuestiones fundamentales en aquellos antiguos asentamientos (en muchos
casos, el centro era realmente el origen fundacional y el límite se fijaba en
función de las necesidades de superficie estimadas). El centro podía ser el
lugar vacío de reunión, como en las tribus indias que rodeaban el fuego común;
o el lugar para proteger el ganado como en los kraal característicos del sur de África, en los que las chozas se
disponían circularmente reservando el centro para encerrar el ganado. Así los
poblados del tipo kraal constaban de
dos empalizadas concéntricas: una interior, donde se agrupaban los animales, y
otra exterior, disponiendo las chozas (también de planta circular) entre ambas.
Kraal africano y poblado indio.
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Ahora bien,
esta ventaja inicial, apreciable en esos poblados primitivos faltos de recursos,
se convierte en complicación cuando se trata de desarrollar su interior y, especialmente,
al proponer el desarrollo del recinto circular, puesto que una forma tan
cerrada no convive bien con otros tipos de geometrías. Ni resulta sencillo articular
el crecimiento de una forma tan cerrada. El cuadrado puede crecer y convertirse
fácilmente en rectángulos, o algo parecido sucede con muchos polígonos, pero el
círculo perfecto ofrece dificultades.
No obstante,
a pesar de que esas primeras ventajas de eficacia perdieron importancia y se advirtieron
sus inconvenientes de desarrollo, el círculo no desapareció del imaginario
urbano. Es más, en algunos casos
adquirió prestigio como representación de la perfección, lo cual sumado a su
isotropía, lo convertía en la estructura apropiada para las propuestas de
ciudad ideal que proliferaron, por ejemplo, en el Renacimiento europeo.
Por eso lo
encontramos en todas las civilizaciones y en todas las épocas, como en los
primitivos poblados africanos o norteamericanos, en ciudades persas y
musulmanas, en las ciudades renacentistas, en los trazados barrocos o en los
mandalas urbanos hindúes y, desde luego, en las ciudades contemporáneas. Vamos
a aproximarnos a sus claves morfológicas y simbólicas, categorizando y
reseñando algunos de sus ejemplos más representativos.
Podemos
agrupar los múltiples ejemplos en dos grandes categorías:
- Modelos unitarios (ciudades planificadas como circulares), en los que un único círculo es la base estructural de la ciudad.
- Modelos sistemáticos, en los que el círculo es la “célula” base de agrupaciones mayores, que se conectan linealmente formado sistemas.
Modelos unitarios
(ciudades planificadas circulares).
El modelo
unitario utiliza un único círculo como
estructura matriz. Este gran diagrama estructural determina algunas condiciones
fijas en la forma de la ciudad, pero admite un conjunto de sub-categorías organizadas en función del planteamiento de la estructura interior. La principal incluye
ciudades cuya estructura respeta las reglas geométricas de la curva (radios y
orbitales). Este caso de geometría curva es también conocido como modelo radioconcéntrico (aunque esta
denominación se aplica igualmente a otras estructuras poligonales o a ciudades
que han tenido crecimientos circulares aparentes sin una planificación a
priori). Pero hay otros planteamientos posibles para resolver el recinto
interior, apareciendo tramas ortogonales, poligonales y también irregulares.
Geometría curva (modelo radioconcéntrico)
La geometría
curva del modelo radioconcéntrico implica la aceptación de las reglas
intrínsecas del círculo, es decir la planificación en su interior de radios,
diámetros y circunferencias concéntricas sobre los que se apoyarán las calles
de la ciudad. Su definición es la más pura y la que propone una mayor eficacia
y simbolismo. Por ejemplo, las calles radiales son las conexiones más rápidas
entre perímetro y centro y, además, potencian el valor del núcleo como lugar
principal de la ciudad.
Este modelo
fue muy utilizado en la antigüedad por la fusión de eficacia y simbolismo.
Mesopotamia ofrece un buen número de ciudades, sobre todo vinculadas a la
Persia sasánida, aunque actualmente son sitios arqueológicos.
• Al-Rawda (Siria), el actual sitio arqueológico
de Al-Rawda (situada a unos 80 kilómetros al este de Hama) fue descubierto en
1996 y en 2002 comenzó una excavación que está sacando a la luz los primeros
restos de una antigua ciudad mesopotámica que, según se calcula, estuvo
habitada entre los años 2400 y 2000 a.C., fecha en la que habría sido
abandonada. Las prospecciones magnéticas realizadas han permitido anticipar lo
que se encuentra bajo el túmulo de tierra que la oculta. La cartografía
obtenida por esos medios presenta una ciudad circular de casi 16 hectáreas
(unos 450 metros de diámetro), con una estructura que sigue las directrices
dictadas por la geometría, es decir calles radiales y orbitales. Su centro
estaría ocupado por el palacio de gobierno.
Al-Rawda (Siria). Plano magnético.
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• Firuzabad (Irán). Hay dos Firuzabad, una junto a
la otra. Una viva y otra muerta. La primera es la ciudad actual, el
asentamiento que comenzó a levantarse a partir del siglo XII, cuando fue
abandonada la Firuzabad antigua (que también fue conocida como Gur y habría sido fundada en el tercer
milenio a.C.). Esta ciudad ya no existe, quedando el recuerdo de lo que fue en
el testimonio de un espectacular círculo perfecto de 1.950 metros de diámetro,
que era su recinto. Las investigaciones arqueológicas descubrieron un preciso
sistema geométrico que dividía el interior amurallado en veinte sectores,
separados por veinte calles radiales que accedían a un extenso centro (también
circular y de unos 450 metros de diámetro) donde se encontraba el complejo de
gobierno. La estructura urbana se completaba con varias calles concéntricas.
Firuzabad (Irán)
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• Darab (Irán). Otra de las ciudades redondas,
que confirma el modelo sasánida es Darab, ó Darabgerd, que también es
actualmente un sitio arqueológico, aunque, como en el caso anterior, hay otra
Darab nueva unos kilómetros al norte de la antigua. Con un diámetro de 1.900
metros, la ciudad estuvo ocupada hasta el siglo XII en el que sería abandonada
y sustituida por el nuevo asentamiento. La mayor peculiaridad de Darab es la
presencia de un pequeño cerro central que presidía la ciudad y que reforzaba su
carácter de fortaleza. Aunque todavía no se tienen certezas acerca de su
planteamiento interior, si están identificados los dos ejes perpendiculares y
sus cuatro puertas correspondientes.
Darab o Darabgerd (Irán)
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• Arkaim (Kazajistán). En 1987 fue descubierta
otra de las antiguas ciudades circulares, en este caso en las estepas de
Kazajistán. Se estima que podría haber sido fundada hacia el año 2000 a.C. Los
vestigios encontrados en el sitio arqueológico han permitido recrear como serían
aquellas ciudades de los arios que habitaron la región de los Urales rusos hace
cuatro mil años. También se ha vinculado el asentamiento a prácticas religiosas
y astronómicas.
Arkaim (Kazajistán)
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• Bagdad (Irak). La tradición persa de ciudades
de estructura circular sería continuada muchos siglos después por los
musulmanes con la fundación de Bagdad. Corría el año 761 cuando el califa abasí
Al-Mansur fundó la ciudad destinada a ser la capital del imperio islámico. Se
escogió un lugar cercano a las ruinas de la antigua Ctesifonte, la principal
ciudad del imperio sasánida, y se planificó como una estructura circular que
contaba con un triple anillo de murallas. Entre el muro exterior (cuyo diámetro era de 2,7 kilómetros) y el
intermedio se situaba el glacis defensivo. En la corona circular situada entre
el muro intermedio y el interior se ubicaron las viviendas, los zocos
comerciales y bazares cubiertos, con cuarenta y cinco calles radiales y dos
concéntricas. El espacio interior, un inmenso círculo de 1.500 metro de
diámetro, era un parque en el que se levantaban la mezquita, el palacio califal
y el cuartel de la guardia. Bagdad contaba con cuatro grandes puertas situadas
en las bisectrices de los puntos cardinales (noroeste, noreste, sureste y
suroeste). No obstante, el crecimiento de Bagdad obligaría a desbordar la
ciudad circular original con construcciones exteriores que no seguían la traza curva.
Pero la historia de aquella “Bagdad redonda” fue trágica porque diversas luchas
internas por el poder la destruirían parcialmente y la disgregación del imperio
islámico la llevaría a una decadencia que sería confirmada por la llegada de los
mongoles, quienes arrasaron la ciudad en 1258. Lamentablemente, no quedan
vestigios de la ciudad circular de Bagdad, que conocemos por las descripciones
maravilladas de los escritores árabes de la época.
Bagdad (Irak). Debajo, recreación de la ciudad
circular.
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• Bram (Francia). En el Languedoc, al sur de
Francia, encontramos la villa medieval de Bram, una particular estructura
circular creada en el siglo XI. El centro está ocupado por la iglesia (de Saint-Julien et Sainte-Basilisse) que se
ve protegida (física y simbólicamente) por el caserío residencial, que adopta
esa forma circular envolvente. Los diversos círculos concéntricos fueron
surgiendo como capas de cebolla a lo largo de los siglos. El primero, de 75
metros de diámetro, con su fundación; mientras que el segundo duplicó la ciudad
llegando a los 150 metros un siglo después, en el XII. Una tercera ampliación,
hasta los 195 metros, se realizaría en la Baja Edad Media (conllevando el
traslado de la muralla y el foso hacia la nueva delimitación). Aún habría una
cuarta, en el siglo XIX, sobre los espacios resultantes del derribo de la
muralla y el foso eliminado (que se había producido en el siglo XVII). Esta
sería la última, que completaría el diámetro final de unos 230 metros.
Bram (Francia)
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A partir de
la Edad Media, las ciudades crecen y se encuentran con los problemas de
desarrollo que conllevan los planteamientos circulares puros. La delimitación
precisa y económica del asentamiento ya no era una prioridad y la ineficacia en
su extensión haría que estas estructuras cayeran en desuso. Salvo algunas
propuestas ideales renacentistas (que serán mayoritariamente poligonales) y ciertos
ejemplos puntuales en el Barroco y la Ilustración, los círculos serán
escasamente utilizados como diagrama urbano. Ya en el siglo XX, la forma será
recuperada relativamente. El modelo unitario sería muy utilizado como base para
las propuestas utópicas (como las garden
cities o las ciudades teóricas de Paolo Soleri), pero en la realidad, los
círculos que se materializaron lo harían principalmente como “células” de un
organismo mayor.
• Arc-et-Senans (Francia) también conocida como las
Salinas de Chaux (por su vinculación a la industria de la sal y su proximidad
al bosque del mismo nombre), es uno de los escasos ejemplos ilustrados de
modelo unitario que sigue las leyes de la geometría circular, proyectado por
Claude Nicolas Lédoux. La edificación se sitúa cerca del perímetro y en un diámetro
central, dejando grandes espacios libres interiores. No obstante, acabaría
desarrollándose únicamente una de sus mitades y por esta razón, la abordaremos
más adelante, dentro de las “ciudades semicirculares”.
Arc-et-Senans (Francia) también conocida como las
Salinas de Chaux, proyectada por Claude-Nicolas Ledoux.
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• Garden City (ciudad ideal). El modelo teórico
ideado por Ebenezer Howard y publicado en 1902, que tanta influencia ha tenido
en el desarrollo urbano del siglo XX, presenta una formulación circular, muy
expresiva sobre las intenciones del autor. Principalmente porque contaban con
una estructura interna de gran ortodoxia con la geometría circular (vías
radiales y concéntricas, segmentos y sectores circulares, etc.), lo cual
manifestaba el deseo de crear comunidades cerradas, que no pudieran crecer y
mantuvieran la población dentro de los límites establecidos como ideales.
Aunque finalmente, la aplicación de los principios a la realidad crearía ciudades
no circulares (aunque las tramas más o menos ortogonalizadas recordaran la
estructura original), el recurso de Howard a la geometría circular está muy
relacionado con las claves que hicieron de esta forma una de las principales en
los asentamientos primitivos.
Garden City, el modelo teórico ideado por Ebenezer Howard.
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• Arcology Cities (ciudades ideales). Paolo Soleri (1919-2013) fue un
arquitecto singular. Italiano formado en Turín viajó a EEUU para trabajar con
Wright en Arizona, región que ya no abandonaría. A partir de 1959 comenzó a
elaborar una serie de utopías urbanas que planteaban una alternativa a la
ciudad extensa y dispersa. Soleri buscaba preservar el entorno natural, para lo
cual las ciudades debían ser compactas, y densas (muchas de ellas se
desarrollaban verticalmente, tanto hacia el cielo como hacia el subsuelo). Esas
ciudades teóricas eran planificadas con el objetivo principal de ahorrar
energía y recursos (por ejemplo aprovechando la energía solar o eliminando el
uso del automóvil, que se convertía en innecesario por la unificación de todas
las actividades en ámbitos reducidos). Denominaría a su labor Arcología (arquitectura más ecología) y
comenzaría a producir imaginativas megaestructuras fascinantes, muchas de las
cuales adoptarían la forma circular. El círculo proporcionaba a Soleri la rotundidad
de su delimitación frente al entorno natural, afianzaba su carácter cerrado no
extensible horizontalmente, y también su simbolismo de perfección. Su
producción fue intensa y publicaría sus “ciudades” que recibían nombres como Noah Babel, Novanoah, Asteromo, Arcollective, etc. En 1970 puso en marcha en Arizona una ciudad
prototipo, que sería un laboratorio urbano para experimentar sus reflexiones (y
que preveía para unas 5.000 personas). La denominó Arcosanti y, desde sus inicios, se convirtió en un centro de
atracción para estudiantes y voluntarios que comenzaron a trabajar en su
materialización (y que sigue desarrollándose).
Algunos ejemplos de las ciudades circulares ideales de
Paolo Soleri.
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• Sun City, cerca de Phoenix (Arizona, Estados
Unidos) es uno de los casos modernos que rehabilitó la estructura circular.
Aunque realmente es un caso sistemático con varios círculos integrados (y por
eso nos ocuparemos de ella al referirnos a la construcción de sistemas), alguno
de esos núcleos, por su autonomía y por el uso de las reglas canónicas de composición,
con sus vías radiales y orbitales o la potenciación del centro, responde a las
claves radioconcéntricas.
Sun City (Arizona, Estados Unidos)
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