El cartel de bienvenida a Las Vegas saluda al visitante
en el sur del Strip, manteniendo la imagen característica de los años cincuenta
y sesenta.
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La célebre frase “What happens in Vegas, stays in Vegas” (lo que pasa en Las Vegas,
se queda en Las Vegas), que asimilaba la ciudad a un agujero negro que retenía
el lado salvaje de sus visitantes, está perdiendo su justificación.
La también apodada “Sin City” (Ciudad del pecado) está transitando en los
últimos años hacia ambientes más “correctos”. La industria del
entretenimiento, aunque el juego sigue fuertemente implantado, está apostando
por el ocio familiar. La proliferación de espectáculos para todos los
públicos o la estrategia de diversificación de la base económica de la ciudad,
están consiguiendo el “blanqueamiento” de la imagen de Las Vegas. Es esta
línea, muchos de los nuevos y gigantescos resorts
surgidos a lo largo del Strip,
ofrecen una edulcorada imagen similar a
parques temáticos, relacionados con la historia (el antiguo Egipto, el
imperio romano, o la idealización de un medievo artúrico) o con recreaciones
combinadas de otras ciudades como Nueva York, París o Venecia.
Impulsada permanentemente por el deseo de atracción
de visitantes, Las Vegas no parece tener suficiente con ser el destino ideal de
la ludopatía o el paraíso de la diversión inconfesable. La ciudad está en un
proceso de continua renovación que afecta tanto a sus edificios más conocidos
como a los programas y actividades que los completan. El éxito extraordinario de la ciudad queda demostrado por los 40 millones
de visitantes que recibe al año (que pueden compararse con la cifra de
turistas que recibe toda España, uno de los países líderes en ese sector, que
se sitúa en algo más de 80 millones).
Las Vegas es una ciudad con una identidad poderosa que, paradójicamente, está cambiando
constantemente. Pero, a pesar de las mutaciones, mantiene una base
inconfundible, con sus edificios espectaculares (algunos de los cuales se
encuentran entre los mayores resorts del mundo) o sus distintivos rótulos luminosos
(en algunos casos evolucionados técnicamente). Primero sería el downtown de la ciudad (su “casco histórico”)
el que generaría imágenes eficaces que se instalarían definitivamente en el
inconsciente colectivo de la sociedad occidental, y después se desarrollaría el
Strip, que oscurecería el núcleo original
para emerger como la nueva representación de Las Vegas con sus impresionantes
edificios.
El Strip ejerce como “centro lineal” de Las Vegas
ejerciendo un fuerte contraste de escala entre sus edificios y el resto
residencial de la ciudad.
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El Strip (South Las Vegas Boulevard)
y el Downtown
(concretado en el tramo inicial de Fremont
Street) en menor medida, formalizan una especie de “centro lineal” que define Las Vegas. En él se elevan las “catedrales” del juego ejerciendo un contraste
de escala con las inmensas extensiones residenciales de casas unifamiliares
que recuerda a la contraposición medieval entre los grandes palacios, iglesias
o castillos y los modestos caseríos que los envolvían.
Las Vegas se
convertiría en un icono de la cultura occidental que, asentándose
en una amalgama de imágenes intensas y en infinitas promesas de felicidad, llegaría
a ser un objeto de deseo para millones de personas. Pero, además, en los
tiempos del pop, también
revolucionaría la forma de entender las ciudades y la arquitectura, y sobre todo
su papel en la comunicación (tanto desde el punto de vista de la transmisión de
mensajes y sus significados, como proponiendo unas nuevas claves de
interpretación urbana desde la escala y las circunstancias del automóvil). Por
todo ello, hay quien se ha referido a Las
Vegas como la primera ciudad posmoderna.
Sobre esas bases, en 1972, el arquitecto y profesor Robert Venturi publicaría (en
colaboración con Denise Scott-Brown y Steven Izenour) los resultados de una investigación
propia sobre Las Vegas, que se apoyaría en los trabajos realizados con alumnos
de la School of Architecture and Planning
de Yale, durante un curso dirigido por ellos entre 1968 y 1970. El libro sería
revisado en 1977 con el título definitivo de “Learning from Las Vegas: the Forgotten Symbolism of Architectural Form”
(Aprendiendo de Las Vegas. El simbolismo olvidado de la forma
arquitectónica). En realidad, como indica el título, no es un libro sobre Las Vegas, sino sobre el simbolismo de la forma
arquitectónica, pero la utilización de la ciudad como referencia dirigió la
popularidad de la ciudad también a los ámbitos académicos e intelectuales de la
arquitectura. El pensamiento de Rober Venturi ya fue tratado en otro artículo
de este blog: Revoluciones urbanas en la décadade 1960: 2. La óptica de la Arquitectura(Rossi, Venturi y Archigram).
Pero aquella Las Vegas que llamó la atención de
Venturi ha cambiado radicalmente. Primero por cuestiones de tamaño (tanto de la
propia ciudad como de la escala de los edificios o de los característicos rótulos),
pero también por la evolución del carácter de los espacios, que han ido
derivando hacia escenarios multifacéticos para el turista.
Así, la que fue apodada “Sin City” (Ciudad del pecado), donde primaba el juego y la
prostitución, está transitando en los últimos años hacia ambientes más
“correctos”. La industria del entretenimiento, aunque el juego sigue fuertemente
implantado, está apostando por el ocio familiar. La célebre frase “What happens in Vegas, stays in Vegas”
(lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas), que asimilaba la ciudad a un
agujero negro que retenía el lado salvaje de sus visitantes, está perdiendo su
justificación. La proliferación de espectáculos para todos los públicos o la
estrategia de diversificación de la base económica de la ciudad, están consiguiendo
el “blanqueamiento” de la imagen de Las Vegas.
El downtown de Las Vegas.
Ya nos aproximamos a las circunstancias de la
fundación de la ciudad en un artículo anterior y, por esta
razón, en este abordaremos directamente los rasgos del Downtown y del Strip.
Aquel humilde pueblecito perdido en el desierto de
Nevada, que había surgido impulsado por las extracciones mineras y sobre todo
por el ferrocarril, comenzaría a construir casinos desde la legalización del
juego en 1931 (aunque el efecto no sería inmediato). Ese hecho cambiaría su
carácter para siempre. Los primeros salones de juego se establecieron en lo que
hoy se conoce como downtown (que era
la extensión de la ciudad en aquellos años) y que corresponde básicamente con
la trama urbana original, girada respecto a la orientación cardinal que
seguiría el desarrollo de la ciudad posteriormente (conforme a los criterios
establecidos en la Land Ordinance de
1785).
En aquel primer Las Vegas, los casinos-hoteles se
instalarían fundamentalmente en Fremont Street, el principal eje de
la ciudad, perpendicular a las vías del tren. La importancia de Fremont Street quedaría resaltada al
convertirse en la referencia para separar la denominación de las calles entre
norte y sur.
Durante la década de 1930 fueron pocos los salones
de juego abiertos, destacando el Northern Club (1931), Las
Vegas Club (1931), el Hotel Apache (1932), Bank
Club (1938-45), o el Club 21 (1930-34). Pero todo se
aceleró a partir de 1938, cuando el nuevo alcalde de Los Angeles, inició una
cruzada para erradicar el juego clandestino de su ciudad y los empresarios del
juego se dirigieron a Las Vegas.
El primer complejo hotelero-casino sería el Meadows
Hotel, un edificio efímero (solo se mantuvo entre 1932 y 1935) pero que
establecería el modelo a seguir combinando habitaciones con salas para el
juego, así como restaurantes. Su ubicación, algo alejada del centro (el hotel
se construyó en el cruce de Fremont
con Charleston Street) le permitiría
convertirse también en prototipo de otra cuestión que acabaría siendo
característica de Las Vegas (sobre todo en el Strip a partir de los años cincuenta): el automóvil como protagonista del diseño. Desde la aparición del
Ford T en 1909 el automóvil se había ido popularizando entre la población norteamericana,
y aunque la Gran Depresión frenó su desarrollo, tras la Segunda Guerra Mundial
los coches se convirtieron en imprescindibles. Su proliferación transformaría
el paisaje urbano de las ciudades estadounidenses siendo una de las causas
fundamentales del sprawl. Las Vegas,
tras el conflicto bélico, comenzaría a diseñarse pensando en ellos. Muchos de los
visitantes llegaban en su propio vehículo y, en consecuencia, las calles (el Strip principalmente), la escala de los
espacios e incluso las dimensiones y mensajes de los rótulos debían diseñarse
para la visión desde los automóviles. La facilidad para la circulación, el
acceso a los edificios y el aparcamiento (tanto de automóviles como de
autocaravanas), se convirtió en un requisito fundamental. La proliferación de
estaciones de servicio sería otro indicador.
La modestia inicial de Las Vegas queda reflejada en
que Fremont Street no sería
pavimentada hasta 1925 (entre Main Street
y la antigua Fifth Street, ahora
denominada Las Vegas Blvd.) y se
iluminaría por primera vez en 1931. Este avance infraestructural tuvo relación con
la construcción de la enorme presa Hoover
entre 1931 y 1936 en el curso del rio Colorado, cerca de Las Vegas, que proporcionaría
energía eléctrica abundante y barata a la ciudad. Desde entonces, los rótulos luminosos de neón se
convertirían en el emblema de una ciudad que no dormía, que estaba en movimiento
constante, tanto en sus salones de juego como en los desplazamientos urbanos
entre ellos. Su proliferación y su potencia identitaria llevaría a que Fremont Street fuera conocida con el
apodo de “Glitter Gulch”, algo traducible como “barranco o quebrada
resplandeciente”.
“Vegas Vic” es el vaquero de neón que identificó
durante muchos años el centro de Las Vegas desde el Pioneer Club (y que hoy se
encuentra restaurado)
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Fremont
representó la esencia de Las Vegas durante años gracias a la aparición de
popularísimos casinos como el Pioneer Club en 1942 (aprovechando
un restaurante abierto en 1918) con el icónico vaquero de neón de su fachada, Vegas Vic); también con el Golden Nugget (1946); el Binion's
Horseshoe (1951); The Mint (1955); el hotel-casino Fremont
(1956); el Golden Gate (que había
nacido como hotel en 1906 en la esquina de Fremont
y Main Street, reconvertido en el
casino Sal Sagev en 1931 -Las Vegas
escrito al revés- y transformado en el conocido Golden Gate desde 1955); o el Four Queens (1966). Muchos estos
edificios y sus rasgos más señalados (particularmente sus rótulos) pasarían a
formar parte de la cultura popular occidental por servir de escenario a numerosas
películas de la época.
El downtown
de Las Vegas sería, hasta la emergencia del Strip,
el buque insignia de la “ciudad del pecado”. Pero el éxito del Strip eclipsaría al downtown, que iniciaría un declive que todavía perdura en la
actualidad. De hecho, gran parte de esos edificios “clásicos” acabarían
desapareciendo o serían reformados para intentar resistir la dura competencia
ejercida desde el Strip. En la década
de 1990, cuando más del 80% de los casinos de Las Vegas estaban en el Strip se intentó potenciar la calle con
el proyecto Fremont Street Experience, que supuso la peatonalización de su
tramo histórico bajo una cubierta con forma de bóveda de cañón que es en
realidad una pantalla LED, en cuya cara interior se proyectan imágenes y
espectáculos de luz y sonido. Fremont
Street Experience recupera aquella “Glitter
Gulch” de otros tiempos y está logrando que parte del público visitante se
acerque al downtown para disfrutar de
nuevas experiencias.
El Strip de las Vegas.
En 1926 se abriría la carretera que conectaría Las
Vegas con Los Angeles y que se identificaría inicialmente como U.S. Route 91, aunque posteriormente
sería rebautizada como Interstate 15.
Esta vía recorría en principio el actual South
Las Vegas Boulevard y sería el embrión del futuro Strip (aunque durante las décadas de 1960 y 1970 la autopista sería
desplazada hacia el oeste, con un trazado que discurre paralelo tanto al Strip como al Downtown). El Strip (franja) de Las Vegas (South Las Vegas Blvd y su entorno) es
actualmente el símbolo de Las Vegas y en él se ubican los más populares
hoteles-casino de la ciudad.
Plano del Strip con la ubicación de sus hoteles-casino.
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Su urbanización comenzó con El Rancho Vegas que se abrió
en 1941 en la esquina suroeste de South Las Vegas Blvd y Sahara Avenue. Este hotel-casino
desaparecería en 1960 víctima de un incendio (en la actualidad su solar está
ocupado por el Hilton Grand Vacations
Club, un edificio en multipropiedad, y por el Las Vegas Festival Grounds, un gran espacio al aire libre para
celebrar encuentros, sobre todo, musicales).
En 1942, apoyándose en un club nocturno preexistente
(inaugurado como Pair-O-Dice y
finalmente conocido como 91 Club, en
referencia a la denominación que tenía entonces el futuro Strip) se levantó, el Hotel
Last Frontier (remodelado en 1955 con el nombre de New Frontier y desde 1967 simplemente como The Frontier). Aunque
recuperaría el nombre de New Frontier
en sus últimos años, en 2007 cerraría y sería demolido. En la zona occidental
de la parcela se construyó el Trump Hotel
Las Vegas (abierto en 2008) mientras que en resto del solar se intentaría
poner en marcha el Alon Las Vegas, un
proyecto que se encuentra paralizado.
Al sur del Frontier
se construiría el The Flamingo Hotel & Casino, que abrió sus puertas en 1946.
Nacido con vinculaciones directas al crimen organizado fue el mayor y más
lujoso hotel-casino del Strip en su
momento. Las sucesivas remodelaciones llevarían a que el actual Flamingo no conserve nada del mítico
original. Sus más de 3.600 habitaciones o sus espectáculos permanentes (como el
show de Olivia Newton-John) han transformado igualmente el espíritu transgresor
inicial.
El Thunderbird Hotel se abrió en 1948,
siendo la cuarta instalación en el Strip.
Mantuvo ese nombre hasta 1976 cuando se rebautizó como Silverbird. No obstante,
esta denominación también fue cambiada en 1982 por El Rancho Hotel and Casino (en
recuerdo del desaparecido pionero del Strip,
generando cierta confusión). De todas formas, el hotel acabaría cerrando en
1992 y sería demolido en 2000 para dar cabida a un nuevo edificio, el Fontainebleau
Resort Las Vegas, cuya construcción se encuentra interrumpida en la
actualidad.
Los hoteles-casino se irían sucediendo. Algunos
permanecen, otros han desaparecido dentro de esa vorágine que caracteriza a Las
Vegas como consecuencia de su continua renovación para mantener la atracción
del público. Entre ellos cabe citar el Sahara Hotel and Casino, abierto en
1952 (actual SLS Hotel & Casino Las Vegas); The Sands Hotel (abierto
en 1952 y desaparecido en 1996 para dejar sitio al Venetian); el Tropicana Las Vegas (1957); el Caesars
Palace (1966, remodelado en numerosas ocasiones, la última en 2007); el
Circus
Circus (1968); o el Vegas World (1979, absorbido en 1992
por el Stratosphere).
A finales de la década de 1980 apareció un nuevo modelo de edificio y de actividad: resorts
gigantescos en los que además del casino, del hotel o de los típicos espectáculos
musicales (que, con artistas como Elvis Presley o Frank Sinatra, se habían
convertido en un reclamo complementario), comenzaban a ofertar nuevas fórmulas de entretenimiento. Sin
renunciar al juego, que sigue fuertemente implantado, ni a los espectáculos
musicales, muchos de los resorts de última generación incluyen impresionantes
espacios comerciales, espectáculos más amables (por ejemplo, reduciendo los showgirls y apostando por funciones
permanentes como las del Cirque du Soleil),
parques de atracciones, zonas deportivas y todo un elenco de actividades
abiertas a todos los públicos, que están transformando
la base turística de la ciudad hacia un ocio más familiar. Además, la
transformación se va notando también en otros detalles. Por ejemplo, la comida o
la bebida en los numerosos restaurantes (y también las habitaciones o los
espectáculos) han subido considerablemente de precio. Hace unos años se
consideraba que esos servicios eran un complemento a lo verdaderamente
importante, que era el juego, donde el visitante debía gastar su dinero, y por
eso su oferta era muy asequible. Ahora, convertidos en servicios al mismo nivel
que el propio juego, su precio ha dejado de estar “subvencionado”.
Esta nueva
generación de resorts también se singularizaría por su arquitectura.
Podemos encontrar dos categorías bien
diferenciadas: los que mantienen el nivel de abstracción formal
característico de los rascacielos de “estilo internacional” (es, decir, basados
en prismas de vidrio) y los que han adoptado una atrevida figuración,
ofreciendo una edulcorada imagen similar a parques temáticos, relacionados con
la historia (el antiguo Egipto, el imperio romano, o la idealización de un
medievo artúrico) o con recreaciones combinadas de otras ciudades como Nueva
York, París o Venecia.
Mapa-esquema con los principales resorts del sur del
Strip.
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Entre los primeros podemos destacar The
Mirage (1989); Treasure Island (1993); MGM
Grand (1993); Bellagio (1998); Mandalay
Bay (1999); Delano (2003); o el complejo City Center (2009). Entre
los segundos, a los que dedicaremos un poco más de atención a continuación,
cabe citar el Excalibur (1990); Luxor Las Vegas (1993); New
York-New York (1997); Venetian (1999); París
Las Vegas (1999); o también las últimas remodelaciones del clásico Caesars
Palace (2007).
Algunos ejemplos de “recreaciones arquitectónicas” en el Strip.
Así pues, el Egipto faraónico, el imperio romano, el
castillo del rey Arturo, o recreaciones combinadas de ciudades como Nueva York,
París o Venecia, son algunos de los temas que surgen a lo largo del Strip de Las Vegas.
Espacios interiores del Caesars Palace que recrean
formas del imperio romano. A la izquierda la zona comercial y ala derecha las
piscinas exteriores.
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Estos nuevos resorts, gigantescos y variados en sus
actividades, se configuran como un pastiche recreativo, en el que se toman
diversos elementos formales existentes en otros lugares para combinarlos de manera
que el resultado ofrezca una imagen espectacular (tanto en sus aspectos de
aparatosidad u ostentación como en los de espectáculo público propiamente dicho).
El lujo asombroso de los espacios (materiales, mobiliario, decoración, etc.)
complementa a su extravagante configuración formal que busca sorprender, e
incluso dejar pasmado, al visitante que no está acostumbrado a ello. El
objetivo es incrementar las sensaciones producidas por el entretenimiento con
la experiencia de la singularidad arquitectónica de las recreaciones. Los
nuevos resorts actúan en cierto modo como parques
temáticos, fusionando espacios para el ocio, el entretenimiento, la
educación o la cultura, hilvanados por una línea argumental concreta.
Excalibur Hotel and Casino
Excalibur
se inauguró en 1990 con el nombre de la mítica espada del Rey Arturo. El resort
dispone de 3.981 habitaciones y 9.300 metros cuadrados de salas de juego. Su
formalización pretende recordar un castillo medieval (aunque a la manera
Disney).
El “castillo medieval” del Excalibur, una
interpretación tipo Disney del pasado.
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Detalle del acceso al resort Excalibur.
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Luxor Las Vegas
Inaugurado en 1993 y ofreciendo 4.407 habitaciones
es uno de los más llamativos hoteles-casino de Las Vegas. Su nombre indica el
tema que dirigió su diseño: el antiguo Egipto. La gran pirámide central (de 30
plantas) se complementa con recreaciones de la Esfinge de Gizeh, de la avenida
de Karnak y paisajes de palmeras. Su emblemático rayo de luz vertical, que
emerge desde la cima de la pirámide (Luxor
Sky Beam), es el haz lumínico más potente del mundo.
La pirámide del Luxor Las Vegas con su esfinge y su
avenida procesional de Karnak.
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Interior de la Pirámide del Luxor Las Vegas
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New York-New
York Hotel & Casino
En 1997 se
abrió el New York-New York con 2.024
habitaciones y 7.800 metros cuadrados para juego. El complejo rememora la Nueva
York de la década de 1940 con recreaciones del Empire State Building y del Chrysler Building, además de una réplica de la Estatua de la
Libertad, del Whitney Museum of American
Art, del edificio de inmigración de Ellis
Island, o de la estación Grand
Central Terminal, e incluso del Puente de Brooklyn. Cuenta con una montaña
rusa que envuelve el conjunto (the Roller
Coaster) y cuyos vagones recuerdan los taxis de Nueva York.
El hotel casino New York-New York recrea la ciudad de
la década de 1940 con sus principales iconos (y con la montaña rusa moviéndose
entre ellos.
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Venetian
Resort Hotel Casino
El Venetian
se abrió en 1999 ocupando el lugar del histórico Sands Hotel. El Venetian
forma parte de un complejo enorme que incluye también el centro de convenciones
Sands Expo y The Palazzo Hotel &
Casino Resort con un total de 7.128 habitaciones y más de 11.000 metros
cuadrados en salones de juego. El conjunto evoca, como su nombre indica, a Venecia,
con una simulación de canales y las recreaciones del Palacio Ducal, Piazza San
Marco, la columna del León de Venecia, el Campanile o el Puente Rialto.
El Venetian recrea a la capital del Véneto con sus canales y elementos más destacados.
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Plantas del complejo formado por el Venetian y el Palazzo.
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Paris
Las Vegas
El Hotel-casino París
abrió sus puertas en 1999 con una oferta de 2.915 habitaciones y 7.900 metros
cuadrados de espacio para juego. Su réplica de la Torre Eiffel (a mitad de
escala, alcanzando por tanto los 165 metros) es uno de sus emblemas, pero no el
único: también son muy populares el letrero de neón con la forma del globo de
Montgolfier, la reproducción del Arco de Triunfo parisino (a escala dos
tercios) o la recreación de la Plaza de la Concordia, así como los detalles en
sus fachadas inspirados en la Ópera Garnier y el Museo del Louvre.
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